FELIZ Y PRÓSPERO
AÑO NUEVO AMAZIGH
ASEGGAS AMEGGAZ, YENNAYER
2962.
AHUL FALLAWEN IMIDAWEN, AZUL
ASEGGAS AMEGGAZ, YENNAYER 2962
ASEGGAS AMEGGAZ, YENNAYER
2962.
En este día 12 del mes de enero ha empezado el nuevo año amazigh 2962,
porque el primer faraón Libio, SHESHONQ
I., según el calendario que usan todos los Imazighen africanos, asume el poder
en Egipto. Se celebra esta fecha porque hace 2962 años, el faraón libio
Sheshonq, sube al poder en Egipto e inaugura dos dinastías, la
Los Imazighen se declaran faraones en esta época, por ello todos los
descendientes imazighen del Norte de África han adoptado esta fecha y se
celebra desde el Oasis de Siwa en Egipto ocupado, hasta las Islas Canarias,
ocupadas desde hace seis siglos por la corona vieja y caduca corona española.
Con la muerte de Ramses XI (
Esta nueva etapa, se caracteriza por un cambio de organización política,
social y cultural, el gobierno centralizado se sustituye por la aparición de
centros de poder, y la llegada de dirigentes no egipcios (épocas tanita, libia
y etiope), condujo a una introspección de los habitantes y a una reducción de
los contactos y de la influencia con el mundo exterior, limitándose su control
a la Baja Nubia.
En cuanto a los dirigentes, conseguir un marco histórico ha sido más
difícil que en ninguno de los otros periodos de la historia egipcia, y se ha
tenido que recurrir con frecuencia a la historia del sabio egipcio, Manetón
aunque sea un poco confusa, y a referencias cruzadas con las fuentes de Oriente
Próximo y a la Biblia, para conseguir una cronología aceptada por la mayoría
de los estudiosos, aunque siga siendo objeto de debate, ya que además de los
dos centros de poder más influyentes, (Tanis al norte y Tebas al Sur), en
algunos nomos a lo largo del río, aparecieron pequeños reyezuelos que decían
ostentar cargos reales.
Estos reyezuelos eran, en su mayoría, familiares cercanos de los reyes
de Tanis, sobre todo de la XXI y XXII Dinastía, que estos instalaron pensando
que de esta forma controlarían el país, pero resultó lo contrario, ya que se
proclamaron reyes provocando la descentralización faraónica netamente egipcia,
al fortalecer la base de poder de los gobernantes locales. En la XXII Dinastía
algunos de estos centros provinciales cayeron bajo control de los jefes libios,
algunos de ellos, sobre todo Sais (la llamada época saita), y Leontópolis,
terminaron por eclipsar el poder de Tanis que quedo reducido a una pequeña zona
en torno a esta ultima y a Bubastis.
Políticamente, aunque fue un periodo un tanto turbulento debido a la
aparición de dos unidades políticas, los reyes de Tanis en el Delta y los
llamados Sumos Sacerdotes en la región de Tebas, finalmente se caracterizó por
tensiones entre los dos centros de poder, aunque en algún momento llegaron a
enfrentamientos más belicosos. Entre ambas regiones se fijó una frontera
formal en Teudjoi (El Hiba), al sur de la entrada de al Fayum, construyendo una
serie de fortalezas en Sheihk Mubarek y Tehna (Akoris), consiguiendo con estas
fortalezas además de un control del tráfico del Nilo, aplastar cualquier
rebelión local.
En cuanto a la religión, después de los conflictos que surgieron en el
Reino Nuevo con el culto a un dios único Atón impuesto por Akenaton, tanto en
el Delta como en Tebas, los nuevos dirigentes Libios, para ser reconocidos como
auténticos faraones respetaron las tradiciones culturales y religiosas
egipcias. Tenían a Amón como dios oficial, como los Guanches de las Islas
Canarias, tenían a Achamón, y con tal fuerza que, aunque en Tebas eran los
sacerdotes del templo los dirigentes, algunos reyes del Delta, también
ostentaron el título de Sumo Sacerdote de Amón, llegando a ser una teocracia
la forma de gobierno, concediendo al dios la suprema autoridad política.
Existe un papiro encontrado en Deir el Bahari llamado “credo de la
teocracia”, en el que el nombre del dios aparece escrito en un cartucho y se
dirigen a él como “superior de todos los dioses, fuente de la creación y el
verdadero rey de Egipto”, tal era la influencia de la religión en este
periodo.
El culto al toro Apis de Menfis se mantuvo durante el Tercer Periodo
Intermedio, al margen de los repetidos cambios de autoridad en la ciudad, como
atestiguan sus enterramientos en el Serapeo de Saqqara con sus abundantes
votivas.
También es relevante en este periodo la importancia de la mujer con
referencia al culto de Amón, -influencia libia- y se dio una gran importancia
al cargo de “esposa de Amón” (o divina adoratriz) que solía ser la hija de
un rey o de un gran sacerdote y estaba en Tebas. Esto pudo ocurrir como un medio
de resolver el “problema del secesionismo tebano”, ya que aunque así la
realeza estaba representada en Tebas no había problema de sucesión, porque
estas “esposas” eran célibes y su sucesión era por adopción.
El incremento de la importancia de la “esposa de dios” durante este
periodo es evidente desde la XXIII Dinastía, su categoría comenzó a
aproximarse a la del rey, y en la XXV Dinastía aparece más destacada que la de
él en los monumentos. La iconografía va más allá de la tradicional
representación de la “esposa de dios” como tañedora de sistros. En los
relieves de las capillas de Osiris de Karnak y en las capillas de las propias
“esposas del dios” en Medinet Habu, aparecen
en papeles antes reservados al rey: realizando ofrendas a los dioses (incluyendo
la presentación de “maat”), siendo abrazadas por los dioses, haciendo
libaciones para la imagen del dios, realizando ceremonias de fundación y
recibiendo los atributos de la realeza de los dioses. Así, Amenirdis I recibe símbolos
de jubileo de manos de Thot, mientras que Amón ajusta el tocado de Shepenwepet
I, que es amamantada por una diosa e incluso aparece con dos coronas dobles, Una
imagen única nos muestra un relieve fragmentario en Karnak norte, donde la
“esposa del dios” podía celebrar la fiesta Sed, que hasta entonces sólo
estaba reservada a los faraones
Entre sus muchos títulos figuraban el de “niñeras” o “madres
divinas de los dioses”, y el Tercer Periodo Intermedio señala el comienzo de
las etapas que dan énfasis a la relación madre-hijo en la religión egipcia,
que luego se convertiría en uno de los aspectos predominantes de la vida en
Egipto en lo que faltaba del primer milenio a.C. Una manifestación importante
de esta religión “mammisiaca” es la cada vez mayor importancia concedida a
las tríada divinas, con el dios niño (identificable con el rey) como vástago
de otras dos deidades. Dos de las más destacadas de esas tríadas era las
compuestas por Isis, Osiris y Horus y Amón, Mut y Khonsu, que ya eran
importantes durante el este periodo.
Entre las imágenes más familiares del Antiguo Egipto que alcanzaron
importancia durante el Tercer Periodo Intermedio se encuentran la de Isis
amamantando a Horus y la de Horus de pie sobre dos cocodrilos, triunfando sobre
la fuerzas dañinas (que encontramos sobre todo en las estelas mágicas
conocidas como “cipos”).
En las prácticas funerarias se dan ciertos cambios, los enterramientos
en las necrópolis se reemplazaron por el enterramiento dentro del recinto del
templo de culto. Siendo las tumbas de Tanis los ejemplos más antiguos y mejor
documentados, se considera que puede ser una innovación de los reyes de la XXI
Dinastía, bien con la intención de convertir a Tanis en la contrapartida
septentrional de Tebas, o debido a los continuos saqueos que se producían en
las necrópolis tebanas. Aunque estos enterramientos fueron más evidentes con
los reyes, también se extendieron a personas de alto rango como a sacerdotes,
funcionarios y reinas.
Esta práctica también se manifestó en Tebas, enterrando a altos
funcionarios dentro de los recintos de Medinet Habu y el Ramesseum, dando a
estos emplazamientos más seguridad contra los robos y una mayor cercanía a los
dioses.
También hubo cambios en la parafernalia funeraria, las estatuas y mesas
de ofrendas prácticamente desaparecen, así como muebles herramientas, armas.
etc. Solamente aparecen pequeñas estelas, casi siempre de madera pintada, así
como algunos objetos funerarios: ataúdes (de estructuras muy sencillas), cajas
de vasos canopos (en su mayor parte ficticias), amuletos, shabtís y papiros
funerarios en general, destacando uno de ellos escondido dentro de una estatua
de Osiris.
El periodo también se caracteriza por un continuado declive en la
tradición de los textos funerarios. Mientras que en las tumbas de la elite de
Tebas durante la XXI Dinastía se continuó usando el Libro de los Muertos e
incluso se añadió el Amduat y la Letanía de Ra al repertorio no real, en la
XXII Dinastía esta tradición se abandonó. Se dejaron de elaborar papiros
funerarios y los textos de los ataúdes quedaron reducidos a poco más que a
repetitivas fórmulas funerarias y palabras de los dioses.
La construcción en esta época empieza en la capital del Delta, Tanis,
que en parte fue construida con restos de la de Pi-Ramsés y otras ciudades del
Delta; se erigieron templos a la triada de Amón situando a Tanis como ciudad
sagrada, al ser enterrados los reyes tanitas de la XXI Dinastía en el interior
del recinto del templo. Esta decisión se tomo, como se ha dicho, por los
continuos saqueos de las tumbas tebanas, ya que en el recinto del templo estaban
más protegidas.
También fueron construidas algunas pirámides, como la de Piye, Shabako,
Shabitko, Tahargo y Tanutamani, de la XXV Dinastía, algunas ya destruidas y
todas ellas excavadas por Reisner. En cuanto a la evolución artística son
pocas las grandes estatuas, y sólo se encuentran en la XXV Dinastía. Lo más
destacable es el arte de la metalurgia, con los sarcófagos de plata de los
reyes Psusennes I y Sheshonq II y la gran cantidad de recipientes de oro, plata
y joyas de las tumbas tanitas, indicando la habilidad de los orfebres.
De la división social no hay unanimidad en el número de las
profesiones, Herodoto cita la clase de los sacerdotes, guerreros, boyeros,
porqueros, comerciantes, intérpretes y pilotos. En el Timeo, Platón, de quien
no se sabe si viajó o no a Egipto, presenta una lista menos fantástica:
menciona a sacerdotes, artesanos, pastores, monteros, labradores y guerreros.
Diodoro, que extrajo sus informaciones de Hecateo de Abdera, habla sólo de los
monteros, labradores y artesanos. En Canarias, entre los Guanches se daba esta
división social que fue señalada por los primeros conquistadores pero sin
comprender su significado.
La principal base del poder en esta época fue el ejército y no el
control burocrático, que desde el Reino Nuevo estaba prácticamente compuesto
por Libios bereberes. El nuevo orden fue fundado por comandantes del ejército y
durante toda la XXI Dinastía los gobernantes del principado meridional fueron
en su mayoría generales. El poder del ejército también estaba influido por la
religión, ya que algunos de los reyes eran comandantes del ejército, y al ser
al mismo tiempo Sumos Sacerdotes de Amón, quedó combinada en sus manos la
autoridad civil, militar y religiosa. En esta época, fue la base del poder en
Egipto, y aunque, como hemos dicho, las divisiones entre los dos poderes no
llegaron a grandes enfrentamientos (quitando algunas rebeliones que más
adelante se explicarán), se construyeron fortalezas defensivas, e incluso
algunas ciudades como Hermópolis y Tebas, estaban fortificadas y eran lo
suficientemente fuertes para aguantar un asedio, como se vio en la invasión
kushita.
Las fortalezas de El Hiba, Sheihk Mubarek y Tehna (Akopris) parecen
dedicadas a controlar el tráfico del Nilo y aplastar con rapidez muchas
insurrecciones locales. La fortaleza más importante parece ser El Hiba, fue el
cuartel general septentrional de los gobernantes del Alto Egipto en la XXI
Dinastía. Allí se han encontrado cartas escritas sobre papiro que mencionan a
los generales Piankh y Masaharta, y quizás procedan de aquí las composiciones
literarias como “La historia de Wenamón”, “Las tribulaciones de Wermai”
y el “Onomasticon de Amenemope”
Durante este periodo, los asentamientos civiles también parecen haber
adquirido el carácter de fortalezas militares. En los turbulentos momentos de
finales del Reino Nuevo, la administración de la orilla occidental de Tebas se
refugió en el fortificado templo de Medinet Habu, que aparentemente se convirtió
en la residencia de los grandes sacerdotes durante la XXI Dinastía.
En cuanto a la política exterior, fue relativamente tranquila, (las
incursiones que se realizaron se relatarán en cada una de las Dinastía). Esto
puede considerarse como la lógica contrapartida a su situación interna. Con un
régimen cada vez más descentralizado y con una parte sustancial de la fuerza
militar utilizada para mantener el orden dentro de Egipto, es probable que no se
pudiera conseguir ni la concentración de fuerzas ni los recursos económicos
necesarios para llevar a cabo una política expansionista consistente.
Los guerreros que componían el ejército, se dividían en dos grupos,
los calasirios y los hermolibios, pero al final se impusieron los guerreros
libios, los Lebus. Esto se veía venir con la desaparición de los grandes
faraones que no tenían la categoría
de Ramses II.
Ramsés III murió en el
Durante los ochenta años que reinaron
estos Ramésidas (1158-
A medida que
el poder de los faraones declinaba, el de los sacerdotes aumentaba. La victoria
del clero sobre Ajenatón había arrojado una sombra sobre la corona, desde
entonces. Incluso Ramsés II hubo de andar con cautela en lo que respecta a los
derechos de los sacerdotes. Durante las Dinastías XIX y XX cada vez más
tierras, campesinos y riquezas habían ido a parar a manos de éstos. Y como el
poder de una religión arraigada desde mucho tiempo atrás tiende a ser
conservador e intransigente, esto resultó ser un mal asunto para el país.
Los Ramésidas
fueron marionetas en manos del clero que, probablemente, recordaba que bajo la
dominación de los hicsos los sacerdotes de Amón gobernaron sobre Tebas y el
Alto Egipto. Cuando, finalmente, Ramsés XI murió en el
En la región del
Delta apareció un segundo grupo de gobernantes, cuya capital fue Tanis, la
ciudad de Ramsés II. Este linaje de príncipes tanitas fueron denominados por
Manetón Dinastía XXI.
Egipto era en
este momento más débil que nunca pues estaba dividido, y la labor que Menes
había llevado a cabo dos mil años antes parecía de nuevo destruida.
Lo único que
se conoce con certeza acerca del Egipto de la Dinastía XXI es una aislada mención
bíblica que, en sí misma, subraya el estado de deterioro en que había caído
la poderosa tierra de Tutmosis III y de Ramsés II.
Durante la época de la Dinastía XXI finaliza la contienda en Asiria. Los
israelitas habían hallado a su líder en el guerrero judío David, y bajo su
mando, los filisteos habían sido completamente derrotados, y sometidas las
pequeñas naciones circundantes. Este fue uno de esos raros momentos en la
historia en que las dos civilizaciones del Nilo y de la región del Tigris-Eúfrates
estaban atravesando un período de debilidad, dando la oportunidad al rey David
de fundar un imperio israelita que llegaría a alcanzar desde la península del
Sinaí hasta el curso superior del río Eufrates, abarcando virtualmente toda la
orilla oriental del Mediterráneo. Incluso las ciudades costeras cananeas (es
decir, fenicias), aun manteniendo su independencia, fueron aliados subordinados
de David y de su hijo Salomón.
Bajo los reinados
de David y de Salomón Israel fue más fuerte que la parte de Egipto gobernada
por los monarcas de la Dinastía XXI. Egipto llegó a considerarse afortunado al
aliarse con Israel, y el faraón cedió a una de sus hijas para el harén de
Salomón (1 Reyes 3:1). El nombre del faraón no aparece en la Biblia, pero
Salomón reinó entre el 973 y el
Psusennes tuvo sus dificultades. Durante las sucesivas
generaciones de debilidad egipcia, el ejército había ido dependiendo cada vez
más estrechamente de tropas mercenarias, y en particular de mandos libios para
que lo dirigieran. Es casi una evolución inevitable el que un ejército
compuesto por mercenarios sea dócil solamente bajo el mando de un mercenario; y
también el que los generales mercenarios dominen invariablemente el régimen, y
en ocasiones lo derriben.
Durante el
reinado de Psusennes II el comandante era un libio llamado Sheshonk. Su apoyo
era absolutamente necesario a Psusennes, que se vio obligado a aceptar alianzas
matrimoniales entre las dos familias. La hija del faraón casó con el hijo de
Sheshonk —un signo fatal, pues demostraba claramente que el general abrigaba
intenciones respecto al trono—. Es probable que Psusennes diese otra de sus
hijas a Salomón, con la esperanza de poder contar con el apoyo israelita contra
la posible usurpación del general.
Si fue así, el
faraón quedó frustrado. En el
El nuevo faraón tomó el nombre de Sheshonk I, primer monarca de la
Dinastía XXII. En ocasiones se la denomina la Dinastía Libia, aunque resulta
engañoso llamarlo así. No hubo una verdadera conquista libia de Egipto, y los
soldados libios que reinaron estaban asimilados a los modos egipcios.
Sheshonk estableció su
capital en Bubastis, a unas treinta y cinco millas río arriba de Tanis. Volvió
a unificar el valle del Nilo, recobrando el control sobre Tebas. Tras siglo y
cuarto de división, Egipto volvía a ser una potencia unida.
Sheshonk trató
de vincular a Tebas con el Delta convirtiendo a su propio hijo en sumo sacerdote
de Amón.
Posteriormente dirigió su atención hacia Israel, cuya alianza con su antecesor
le había ofendido probablemente. En un primer momento no recurrió al ataque
directo, sino que se valió de la intriga. El norte de Israel se sentía a
disgusto con el dominio de una dinastía de Judea, e intentó rebelarse. La
rebelión fue aplastada pero su líder, Jeroboam, encontró asilo junto a
Sheshonk. A la muerte de Salomón, en el
El breve imperio de David y de Salomón se desmoronó para siempre. La
porción septentrional, la más extensa y la más rica, conservó el nombre de
Israel y fue gobernada por reyes que no descendían de David. En el sur estaba
el pequeño reino de Judá, centrado alrededor de Jerusalén, donde la dinastía
de David retendría el poder durante más de tres siglos.
Sheshonk se halló
frente a un reino de Judá muy disminuido, agitado por las revueltas, y estimó
que no habría ningún peligro en lanzarse a una aventura exterior. Como
Tutmosis III y Ramsés II cruzó el Sinaí. Pero esta vez el enfrentamiento no
era con un poderoso Mitanni o con un Imperio hitita. Egipto no se habría
atrevido a hacerlo en esta etapa de su historia. Era tan sólo el débil Judá a
quien se atacaba. En el
Como consecuencia de todo ello, Sheshonk se consideró
un conquistador, erigiendo monumentos en Tebas en los que se enumeraban sus
conquistas. Incluso amplió el templo de Karnak y puede que fuera durante su
reinado cuando se dieron los toques finales a la inmensa Sala Hipóstila.
Sin embargo,
Sheshonk no fue sólo el primer rey de su dinastía, sino también el único que
mostró algún vigor. Su sucesor, Osorkon I, subió al trono en el 919 antes de
Cristo, y se encontró con un Egipto bastante rico y próspero, pero apenas pudo
hacer algo más que mantenerse.
Tras su muerte, en el
El ejército era
ingobernable, y sus generales estaban empeñados en apoderarse de todo lo que
estaba a su alcance. Tebas se separó una vez más en el
Tal era la triste
situación de Egipto en estos momentos, cuando, por primera vez en su historia,
el impulso conquistador venía de Nubia hacia el norte, en vez de hacerlo desde
Egipto hacia el sur.
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(945
Estos libios nunca perderán completamente sus costumbres del desierto
libio: instauran un tipo de feudos, una especie de jefaturas en todo el Delta
del Nilo para los miembros de la familia real. El Bajo Egipto se fragmenta así
hasta que un personaje de la familia funda una Dinastía coetánea, la XXIII.
Otra tribu libia, los Libus, se asienta en la franja occidental del Delta
a mediados de la Dinastía, con Sheshonq III. Probablemente es el origen de la
Dinastía XXIV. A veces se califica de bubas (de la ciudad de Bubastis), pero
aunque era la urbe de su fundador y allí estaba el gran templo de Bastet,
parece que el palacio real se encontraba siempre en Tanis, lugar donde se
encontraron las tumbas de los reyes de esta Dinastía.
Durante este periodo, la capital administrativa permanece en Menfis. Los
templos, que se habían lucrado con las donaciones reales del Imperio Nuevo, se
convirtieron en el vínculo indispensable de todo Egipto, desde el declive del
poder real al final de la Dinastía XX.
Los libios bereberes se aseguraron el apoyo del clero, respetando el
poder real escrupulosamente, las obligaciones religiosas tradicionales:
restablecen una política de erección de monumentos a favor de los templos,
especialmente en Bubastis, pero también en los grandes santuarios de Karnak,
Heliópolis, Hermontis, Abydos y Tanis, que sigue siendo la capital del norte.
El arte del período señala la voluntad de los soberanos de emular las
monumentales dimensiones ramésidas, tanto en arquitectura como en escultura. Se
desarrolla un arte del bronce de gran calidad, como la estatua de la divina
adoratriz Karomama.
Con Sheshonq I se inaugura una nueva dinastía, la XXII, de origen Libio
lo que pone de manifiesto la importancia de este pueblo africano en los primeros
siglos del I Milenio a. C. La familia de Sheshonq estaba instalada en
Egipto desde hacía seis generaciones atrás, siendo descendientes de los
mashauash, pueblo asociado a los beréberes. Su afición por la guerra llevaría
a los Libios a formar parte de las tropas mercenarias del faraón, alcanzando
tanto prestigio con las armas que podemos afirmar que, desde época de Ramsés
III, el ejército estaba formado casi íntegramente por Libios.
Como recompensa se les donaron terrenos, creando colonias militares bajo
mando de un jefe libio. También debemos advertir que la adaptación de estos
Libios al ambiente egipcio fue total, aunque conservaran sus nombres y la
costumbre de fijar una doble pluma en la cabeza en sus cabellos.
El gran Sheshonq era originario del nomo de Heracleópolis donde
su familia ostentaba la jefatura del clero de Harsafes y de la colonia militar.
Desconocemos cómo se produjo la llegada de Sheshonq al trono de Egipto, produciéndose
casi con seguridad tras la muerte de Psusennes II. El nuevo faraón no fue muy
bien recibido en Tebas lo que pudo provocar la huida de una parte del clero de
Amón a la zona de la Alta Nubia.
La política exterior de Sheshonq estará definida por sus relaciones con
Israel, el nuevo Estado que se había creado en Palestina gracias al rey David.
La Biblia nos informa de estas relaciones inauguradas ya en la anterior
dinastía. El deseo egipcio era reconquistar las tierras palestinas por lo que
Sheshonq se puso manos a la obra y envió una expedición contra Jerusalén,
resultando vencedor y obteniendo un cuantioso botín. El prestigio egipcio subió
unos cuantos enteros y con el botín se permitió la reactivación de la
actividad constructiva durante dos siglos. Desde ese momento, Egipto desempeñó
un papel relevante en la política asiática, convirtiéndose en señor feudal
de los pequeños principados asiáticos.-
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Azzedine Ait
El Hara
Here
is a comprehensive illustration of the Yennayer celebration written by Mr Salah
Badjou, last year. Echorouk has reposted this contribution and updated it with
replacing thez year 2961 by 2962, on the occasion of the Amazigh New Year of
2962, which Amazigh people along the North African region,
Yennayer
1, 2962 marks the Amazigh New Year. The origin of Yennayer refers to the first
mention of the Amazigh people in historical records: the founding by Amazigh
Pharaoh Sheshonq I of the 22nd pharaonic dynasty in 950 BC, followed by the 23rd
and 24th Amazigh pharaonic dynasties, over 200 years (950 BC-712 BC) of Amazigh
rule in ancient Egypt. According to ancient Egyptian historian, Manetho (3rd
century BC) and archaeological records, the Amazigh pharaonic dynasties brought
back stability to
In
summary, Yennayer 2962 commemorates the first mention of the Amazigh people in
history. Significantly, it refers to Imazighen as the defenders, promoters, and
contributors to the glorious Egyptian civilization.
History
shows that this was just the beginning of Imazighen's numerous contributions to
world civilization. Following the betrayal of their treaties with Imazighen, the
Romans overcame the heroic resistance of Amazigh King Yugurthen, and they
imposed a colonial rule denying basic human rights to Imazighen, including
education, by adopting a classic method of divide and conquer. In spite of this,
Imazighen contributed major thinkers such as Apulee, Tertulien, Saint Cyprian,
and
Imazighen
as perpetual torch bearers of world civilization brought to glorious heights
Islamic civilization in Tamazgha and
Ibn
Khaldun wrote in his "History of the Berbers":
Let's
mention a number of man's virtues which became a second nature for the Berbers:
their zeal to acquire praiseworthy qualities, the nobility of their soul which
brought them to the first ranks among nations, the actions by which they
deserved the praise of the universe, their bravery and promptness to defend
their hosts and clients, keeping their promises, engagements, and treaties,
patience in adversity, firmness in great afflictions, meekness of character,
empathy in others' weaknesses, forgiveness, generosity towards the unhappy and
poor, respect to the elders and devout, industry, hospitality, charity,
magnanimity, hatred for oppression displayed against the empires which
threatened them...,devotion to God and his religion: here is, for the Berbers, a
number of virtues they inherited from their ancestors and whose presentation,
put in writing, could have served as an example to future nations.
Imazighen
then went through a period of decline, facing numerous invasion attempts from
the Spaniards, culminating with the French invasion in 1830. Through a ruthless
and systematic suppression of Amazigh social structures, the barbaric French
colonization of most of Tamazgha attempted more than any other invader before to
divide Imazighen and destroy their culture and personality.
In
conclusion, today we celebrate Yennayer 2962, 2962 years of a glorious history.
Imazighen, in their mountains, are the inheritors of the wisdom and philosophy
of our ancestors. Following the teachings of Mouloud Mammeri, we must understand
and uphold the wisdom and customs they convey to us, which will enlighten our
path toward the renaissance of Tamazight civilization. We must, as Amazigh
scientists, artists, and others, be guided by the philosophy, wisdom, and custom
of these Imsdurar.
The
renaissance of Tamazgha requires the unity of all Imazighen, rising above minor
disagreements. For the success of Tamazgha is the success of all its sons and
daughters. In order to unite, we must have a thorough understanding of our
history: what made us strong but also what led to the colonization of our
motherland. Only then, can we learn the lessons of History, and bring about a
true and everlasting renaissance for Tamazgha.
For as Ibn Khaldun wrote:
The past
and the future resemble each other like two drops of water...If we do not
evaluate the past by what we have under our eyes, if we do not compare the past
with the present, we can scarcely avoid escaping and straying away from the path
of truth.
The
Amazigh poet Ben Mohamed says:
Kul agdud
ihwaj tilleli (Everybody (people) need liberty)
Kul
tilleli t hwaj lharma (Every liberty needs respect)
Kul lharma
t hwaj tadukli (Every respect needs union)
Kul
tadukli t hwaj lfhama (Every union needs understanding)
The
celebration of our ancestral customs and holidays plays an important role in
uniting us. We Imazighen overseas can and must unite and contribute our best to
the survival and renaissance of Tamazight civilization. Our presence here today
to celebrate Yennayer 2962 illustrates the beginning of an awareness which
should be part of a systematic and continuous effort to reveal our glorious
history.
Salah Badjou
Let us
first mention how some scholars explain the inception of the Amazigh calendar.
According to them, the origin of Yennayer refers to the first mention of Amazigh
people in historical records: the founding by Amazigh Pharaoh Sheshonq I of the
22nd pharaonic dynasty in 958 BC, followed by the 23rd and 24th Amazigh
pharaonic dynasties, over 200 years (958 BC-712 BC) of Amazigh rule in ancient
Egypt. According to ancient Egyptian historian Manetho (3rd century BC) and
archeological records, Amazigh Pharaonic dynasties brought back stability to
In summary, Yennayer 2962 that we will celebrate this year commemorates
the first mention of the Amazigh people in history. Significantly, it refers to
Imazighen as the contributors to the glorious Egyptian civilization. 13 January
corresponds to the end of armed conflict between Imazighen and the Egyptian
pharaohs.
Here are some few traditions related to the celebration of Yennayer (on January
13th) in some areas of the large land of Tamazghra as they had been described at
the beginning of the twentieth century by some French ethnographers since our
ancestors didn’t keep records of their practices and since these traditions
are unfortunately in the process of disappearing if nobody act efficiently in
order to save them.
The festivities are strictly a family affair involving specific dishes. Couscous
with chicken is the predominant dish, which embodies the whole symbolism of the
event. Nowadays, the celebration -when it takes place- is limited to a special
meal like, usually prepared in a household with elderly members or to a party
usually initiated by young active members of Amazigh movements in urban
societies where most of Imazighen evolve today.
Yennayer should be an occasion to learn more about the cultural background of
our ancestors, and to make every effort to transmit this heritage to the young
generation that hardly speaks and cares about its significance.
Celebrating Yennayer could also be a step to affirm a fundamental cultural
aspect of Imazighen and further more an attempt to revise or reappraise the
official historiography.
The Agraw.com members accustomed to attend celebrations organized by some
Amazigh association in Huceima and Nador and documenting the event.
Tamazight10:10
PM
Labels: Tamazight
culture + history
Congreso
Nacional de Canarias
(CNC)
E
mail: cnc@elguanche.net
y cubilloantonio@hotmail.com