FELIZ Y PRÓSPERO  AÑO   NUEVO AMAZIGH  2962  A  TODOS LOS IMAZIGHEN.

ASEGGAS AMEGGAZ, YENNAYER 2962.

AHUL FALLAWEN IMIDAWEN, AZUL ASEGGAS AMEGGAZ, YENNAYER 2962

ASEGGAS AMEGGAZ, YENNAYER 2962.

 

     En este día 12 del mes de enero ha empezado el nuevo año amazigh 2962, porque el primer faraón Libio,  SHESHONQ I., según el calendario que usan todos los Imazighen africanos, asume el poder en Egipto. Se celebra esta fecha porque hace 2962 años, el faraón libio Sheshonq, sube al poder en Egipto e inaugura dos dinastías, la 22 a la 25, dominadas por los Libios, que durante siglos habían sido dominados por las dinastías egipcias.

      Los Imazighen se declaran faraones en esta época, por ello todos los descendientes imazighen del Norte de África han adoptado esta fecha y se celebra desde el Oasis de Siwa en Egipto ocupado, hasta las Islas Canarias, ocupadas desde hace seis siglos por la corona vieja y caduca corona española.

     Con la muerte de Ramses XI ( 1069 a .C.), termina la XX Dinastía y comienza el Tercer Periodo Intermedio, que durará 400 años (1069–664 a.C.) y que comprende desde la XXI a la XXV Dinastía.

     Esta nueva etapa, se caracteriza por un cambio de organización política, social y cultural, el gobierno centralizado se sustituye por la aparición de centros de poder, y la llegada de dirigentes no egipcios (épocas tanita, libia y etiope), condujo a una introspección de los habitantes y a una reducción de los contactos y de la influencia con el mundo exterior, limitándose su control a la Baja Nubia.

     En cuanto a los dirigentes, conseguir un marco histórico ha sido más difícil que en ninguno de los otros periodos de la historia egipcia, y se ha tenido que recurrir con frecuencia a la historia del sabio egipcio, Manetón aunque sea un poco confusa, y a referencias cruzadas con las fuentes de Oriente Próximo y a la Biblia, para conseguir una cronología aceptada por la mayoría de los estudiosos, aunque siga siendo objeto de debate, ya que además de los dos centros de poder más influyentes, (Tanis al norte y Tebas al Sur), en algunos nomos a lo largo del río, aparecieron pequeños reyezuelos que decían ostentar cargos reales.

     Estos reyezuelos eran, en su mayoría, familiares cercanos de los reyes de Tanis, sobre todo de la XXI y XXII Dinastía, que estos instalaron pensando que de esta forma controlarían el país, pero resultó lo contrario, ya que se proclamaron reyes provocando la descentralización faraónica netamente egipcia, al fortalecer la base de poder de los gobernantes locales. En la XXII Dinastía algunos de estos centros provinciales cayeron bajo control de los jefes libios, algunos de ellos, sobre todo Sais (la llamada época saita), y Leontópolis, terminaron por eclipsar el poder de Tanis que quedo reducido a una pequeña zona en torno a esta ultima y a Bubastis.    Políticamente, aunque fue un periodo un tanto turbulento debido a la aparición de dos unidades políticas, los reyes de Tanis en el Delta y los llamados Sumos Sacerdotes en la región de Tebas, finalmente se caracterizó por tensiones entre los dos centros de poder, aunque en algún momento llegaron a enfrentamientos más belicosos. Entre ambas regiones se fijó una frontera formal en Teudjoi (El Hiba), al sur de la entrada de al Fayum, construyendo una serie de fortalezas en Sheihk Mubarek y Tehna (Akoris), consiguiendo con estas fortalezas además de un control del tráfico del Nilo, aplastar cualquier rebelión local.

     En cuanto a la religión, después de los conflictos que surgieron en el Reino Nuevo con el culto a un dios único Atón impuesto por Akenaton, tanto en el Delta como en Tebas, los nuevos dirigentes Libios, para ser reconocidos como auténticos faraones respetaron las tradiciones culturales y religiosas egipcias. Tenían a Amón como dios oficial, como los Guanches de las Islas Canarias, tenían a Achamón, y con tal fuerza que, aunque en Tebas eran los sacerdotes del templo los dirigentes, algunos reyes del Delta, también ostentaron el título de Sumo Sacerdote de Amón, llegando a ser una teocracia la forma de gobierno, concediendo al dios la suprema autoridad política.

     Existe un papiro encontrado en Deir el Bahari llamado “credo de la teocracia”, en el que el nombre del dios aparece escrito en un cartucho y se dirigen a él como “superior de todos los dioses, fuente de la creación y el verdadero rey de Egipto”, tal era la influencia de la religión en este periodo.

     El culto al toro Apis de Menfis se mantuvo durante el Tercer Periodo Intermedio, al margen de los repetidos cambios de autoridad en la ciudad, como atestiguan sus enterramientos en el Serapeo de Saqqara con sus abundantes votivas.

     También es relevante en este periodo la importancia de la mujer con referencia al culto de Amón, -influencia libia- y se dio una gran importancia al cargo de “esposa de Amón” (o divina adoratriz) que solía ser la hija de un rey o de un gran sacerdote y estaba en Tebas. Esto pudo ocurrir como un medio de resolver el “problema del secesionismo tebano”, ya que aunque así la realeza estaba representada en Tebas no había problema de sucesión, porque estas “esposas” eran célibes y su sucesión era por adopción.

     El incremento de la importancia de la “esposa de dios” durante este periodo es evidente desde la XXIII Dinastía, su categoría comenzó a aproximarse a la del rey, y en la XXV Dinastía aparece más destacada que la de él en los monumentos. La iconografía va más allá de la tradicional representación de la “esposa de dios” como tañedora de sistros. En los relieves de las capillas de Osiris de Karnak y en las capillas de las propias “esposas del dios” en Medinet Habu,  aparecen en papeles antes reservados al rey: realizando ofrendas a los dioses (incluyendo la presentación de “maat”), siendo abrazadas por los dioses, haciendo libaciones para la imagen del dios, realizando ceremonias de fundación y recibiendo los atributos de la realeza de los dioses. Así, Amenirdis I recibe símbolos de jubileo de manos de Thot, mientras que Amón ajusta el tocado de Shepenwepet I, que es amamantada por una diosa e incluso aparece con dos coronas dobles, Una imagen única nos muestra un relieve fragmentario en Karnak norte, donde la “esposa del dios” podía celebrar la fiesta Sed, que hasta entonces sólo estaba reservada a los faraones

     Entre sus muchos títulos figuraban el de “niñeras” o “madres divinas de los dioses”, y el Tercer Periodo Intermedio señala el comienzo de las etapas que dan énfasis a la relación madre-hijo en la religión egipcia, que luego se convertiría en uno de los aspectos predominantes de la vida en Egipto en lo que faltaba del primer milenio a.C. Una manifestación importante de esta religión “mammisiaca” es la cada vez mayor importancia concedida a las tríada divinas, con el dios niño (identificable con el rey) como vástago de otras dos deidades. Dos de las más destacadas de esas tríadas era las compuestas por Isis, Osiris y Horus y Amón, Mut y Khonsu, que ya eran importantes durante el este periodo.

     Entre las imágenes más familiares del Antiguo Egipto que alcanzaron importancia durante el Tercer Periodo Intermedio se encuentran la de Isis amamantando a Horus y la de Horus de pie sobre dos cocodrilos, triunfando sobre la fuerzas dañinas (que encontramos sobre todo en las estelas mágicas conocidas como “cipos”).

     En las prácticas funerarias se dan ciertos cambios, los enterramientos en las necrópolis se reemplazaron por el enterramiento dentro del recinto del templo de culto. Siendo las tumbas de Tanis los ejemplos más antiguos y mejor documentados, se considera que puede ser una innovación de los reyes de la XXI Dinastía, bien con la intención de convertir a Tanis en la contrapartida septentrional de Tebas, o debido a los continuos saqueos que se producían en las necrópolis tebanas. Aunque estos enterramientos fueron más evidentes con los reyes, también se extendieron a personas de alto rango como a sacerdotes, funcionarios y reinas.

     Esta práctica también se manifestó en Tebas, enterrando a altos funcionarios dentro de los recintos de Medinet Habu y el Ramesseum, dando a estos emplazamientos más seguridad contra los robos y una mayor cercanía a los dioses.

     También hubo cambios en la parafernalia funeraria, las estatuas y mesas de ofrendas prácticamente desaparecen, así como muebles herramientas, armas. etc. Solamente aparecen pequeñas estelas, casi siempre de madera pintada, así como algunos objetos funerarios: ataúdes (de estructuras muy sencillas), cajas de vasos canopos (en su mayor parte ficticias), amuletos, shabtís y papiros funerarios en general, destacando uno de ellos escondido dentro de una estatua de Osiris.

     El periodo también se caracteriza por un continuado declive en la tradición de los textos funerarios. Mientras que en las tumbas de la elite de Tebas durante la XXI Dinastía se continuó usando el Libro de los Muertos e incluso se añadió el Amduat y la Letanía de Ra al repertorio no real, en la XXII Dinastía esta tradición se abandonó. Se dejaron de elaborar papiros funerarios y los textos de los ataúdes quedaron reducidos a poco más que a repetitivas fórmulas funerarias y palabras de los dioses.

     La construcción en esta época empieza en la capital del Delta, Tanis, que en parte fue construida con restos de la de Pi-Ramsés y otras ciudades del Delta; se erigieron templos a la triada de Amón situando a Tanis como ciudad sagrada, al ser enterrados los reyes tanitas de la XXI Dinastía en el interior del recinto del templo. Esta decisión se tomo, como se ha dicho, por los continuos saqueos de las tumbas tebanas, ya que en el recinto del templo estaban más protegidas.

     También fueron construidas algunas pirámides, como la de Piye, Shabako, Shabitko, Tahargo y Tanutamani, de la XXV Dinastía, algunas ya destruidas y todas ellas excavadas por Reisner. En cuanto a la evolución artística son pocas las grandes estatuas, y sólo se encuentran en la XXV Dinastía. Lo más destacable es el arte de la metalurgia, con los sarcófagos de plata de los reyes Psusennes I y Sheshonq II y la gran cantidad de recipientes de oro, plata y joyas de las tumbas tanitas, indicando la habilidad de los orfebres.

     De la división social no hay unanimidad en el número de las profesiones, Herodoto cita la clase de los sacerdotes, guerreros, boyeros, porqueros, comerciantes, intérpretes y pilotos. En el Timeo, Platón, de quien no se sabe si viajó o no a Egipto, presenta una lista menos fantástica: menciona a sacerdotes, artesanos, pastores, monteros, labradores y guerreros. Diodoro, que extrajo sus informaciones de Hecateo de Abdera, habla sólo de los monteros, labradores y artesanos. En Canarias, entre los Guanches se daba esta división social que fue señalada por los primeros conquistadores pero sin comprender su significado.

     La principal base del poder en esta época fue el ejército y no el control burocrático, que desde el Reino Nuevo estaba prácticamente compuesto por Libios bereberes. El nuevo orden fue fundado por comandantes del ejército y durante toda la XXI Dinastía los gobernantes del principado meridional fueron en su mayoría generales. El poder del ejército también estaba influido por la religión, ya que algunos de los reyes eran comandantes del ejército, y al ser al mismo tiempo Sumos Sacerdotes de Amón, quedó combinada en sus manos la autoridad civil, militar y religiosa. En esta época, fue la base del poder en Egipto, y aunque, como hemos dicho, las divisiones entre los dos poderes no llegaron a grandes enfrentamientos (quitando algunas rebeliones que más adelante se explicarán), se construyeron fortalezas defensivas, e incluso algunas ciudades como Hermópolis y Tebas, estaban fortificadas y eran lo suficientemente fuertes para aguantar un asedio, como se vio en la invasión kushita.

     Las fortalezas de El Hiba, Sheihk Mubarek y Tehna (Akopris) parecen dedicadas a controlar el tráfico del Nilo y aplastar con rapidez muchas insurrecciones locales. La fortaleza más importante parece ser El Hiba, fue el cuartel general septentrional de los gobernantes del Alto Egipto en la XXI Dinastía. Allí se han encontrado cartas escritas sobre papiro que mencionan a los generales Piankh y Masaharta, y quizás procedan de aquí las composiciones literarias como “La historia de Wenamón”, “Las tribulaciones de Wermai” y el “Onomasticon de Amenemope”

     Durante este periodo, los asentamientos civiles también parecen haber adquirido el carácter de fortalezas militares. En los turbulentos momentos de finales del Reino Nuevo, la administración de la orilla occidental de Tebas se refugió en el fortificado templo de Medinet Habu, que aparentemente se convirtió en la residencia de los grandes sacerdotes durante la XXI Dinastía.

     En cuanto a la política exterior, fue relativamente tranquila, (las incursiones que se realizaron se relatarán en cada una de las Dinastía). Esto puede considerarse como la lógica contrapartida a su situación interna. Con un régimen cada vez más descentralizado y con una parte sustancial de la fuerza militar utilizada para mantener el orden dentro de Egipto, es probable que no se pudiera conseguir ni la concentración de fuerzas ni los recursos económicos necesarios para llevar a cabo una política expansionista consistente.

     Los guerreros que componían el ejército, se dividían en dos grupos, los calasirios y los hermolibios, pero al final se impusieron los guerreros libios, los Lebus. Esto se veía venir con la desaparición de los grandes faraones  que no tenían la categoría de Ramses II.

     Ramsés III murió en el 1158 a . C, y le sucedió una confusa serie de reyes, todos ellos llamados Ramsés (de Ramsés IV a Ramsés XI), todos sin importancia, todos débiles. Estos reyes son los Ramésidas.

Durante los ochenta años que reinaron estos Ramésidas (1158- 1075 a . C), todas las tumbas de Tebas, excepto una, fueron saqueadas. Fueron robados incluso los tesoros funerarios del propio Ramsés II. Con ocasión del entierro de uno de estos Ramésidas —Ramsés IV, en el 1138 a .C.—, la tumba de Tutankhamón, que había gobernado dos siglos antes, quedó eficazmente cubierta, lo que le permitió permanecer intacta hasta los tiempos modernos.

     A medida que el poder de los faraones declinaba, el de los sacerdotes aumentaba. La victoria del clero sobre Ajenatón había arrojado una sombra sobre la corona, desde entonces. Incluso Ramsés II hubo de andar con cautela en lo que respecta a los derechos de los sacerdotes. Durante las Dinastías XIX y XX cada vez más tierras, campesinos y riquezas habían ido a parar a manos de éstos. Y como el poder de una religión arraigada desde mucho tiempo atrás tiende a ser conservador e intransigente, esto resultó ser un mal asunto para el país.


     Los Ramésidas fueron marionetas en manos del clero que, probablemente, recordaba que bajo la dominación de los hicsos los sacerdotes de Amón gobernaron sobre Tebas y el Alto Egipto. Cuando, finalmente, Ramsés XI murió en el 1075 a . C., no ocupó su trono ningún sucesor directo. En cambio, el sumo sacerdote de Amón que era también el jefe del ejército, puso en práctica lo que ya era una realidad, autoproclamándose gobernante de Egipto. Pero no llegó a ser soberano de un reino unificado.


     En la región del Delta apareció un segundo grupo de gobernantes, cuya capital fue Tanis, la ciudad de Ramsés II. Este linaje de príncipes tanitas fueron denominados por Manetón Dinastía XXI.


     Egipto era en este momento más débil que nunca pues estaba dividido, y la labor que Menes había llevado a cabo dos mil años antes parecía de nuevo destruida.

 

     Lo único que se conoce con certeza acerca del Egipto de la Dinastía XXI es una aislada mención bíblica que, en sí misma, subraya el estado de deterioro en que había caído la poderosa tierra de Tutmosis III y de Ramsés II.
Durante la época de la Dinastía XXI finaliza la contienda en Asiria. Los israelitas habían hallado a su líder en el guerrero judío David, y bajo su mando, los filisteos habían sido completamente derrotados, y sometidas las pequeñas naciones circundantes. Este fue uno de esos raros momentos en la historia en que las dos civilizaciones del Nilo y de la región del Tigris-Eúfrates estaban atravesando un período de debilidad, dando la oportunidad al rey David de fundar un imperio israelita que llegaría a alcanzar desde la península del Sinaí hasta el curso superior del río Eufrates, abarcando virtualmente toda la orilla oriental del Mediterráneo. Incluso las ciudades costeras cananeas (es decir, fenicias), aun manteniendo su independencia, fueron aliados subordinados de David y de su hijo Salomón.


     Bajo los reinados de David y de Salomón Israel fue más fuerte que la parte de Egipto gobernada por los monarcas de la Dinastía XXI. Egipto llegó a considerarse afortunado al aliarse con Israel, y el faraón cedió a una de sus hijas para el harén de Salomón (1 Reyes 3:1). El nombre del faraón no aparece en la Biblia, pero Salomón reinó entre el 973 y el 933 a . C, lo que coincide casi exactamente con los años del reinado de Psusennes II, el último rey de la dinastía egipcia.


     Psusennes tuvo sus dificultades. Durante las sucesivas generaciones de debilidad egipcia, el ejército había ido dependiendo cada vez más estrechamente de tropas mercenarias, y en particular de mandos libios para que lo dirigieran. Es casi una evolución inevitable el que un ejército compuesto por mercenarios sea dócil solamente bajo el mando de un mercenario; y también el que los generales mercenarios dominen invariablemente el régimen, y en ocasiones lo derriben.


     Durante el reinado de Psusennes II el comandante era un libio llamado Sheshonk. Su apoyo era absolutamente necesario a Psusennes, que se vio obligado a aceptar alianzas matrimoniales entre las dos familias. La hija del faraón casó con el hijo de Sheshonk —un signo fatal, pues demostraba claramente que el general abrigaba intenciones respecto al trono—. Es probable que Psusennes diese otra de sus hijas a Salomón, con la esperanza de poder contar con el apoyo israelita contra la posible usurpación del general.


     Si fue así, el faraón quedó frustrado. En el 940 a . C., a la muerte de Psusennes II, Sheshonk ocupó el trono tranquilamente. En realidad, ¿quién iba a oponérsele, con su ejército mercenario controlando Tanis?
El nuevo faraón tomó el nombre de Sheshonk I, primer monarca de la Dinastía XXII. En ocasiones se la denomina la Dinastía Libia, aunque resulta engañoso llamarlo así. No hubo una verdadera conquista libia de Egipto, y los soldados libios que reinaron estaban asimilados a los modos egipcios.


    Sheshonk estableció su capital en Bubastis, a unas treinta y cinco millas río arriba de Tanis. Volvió a unificar el valle del Nilo, recobrando el control sobre Tebas. Tras siglo y cuarto de división, Egipto volvía a ser una potencia unida.


     Sheshonk trató de vincular a Tebas con el Delta convirtiendo a su propio hijo en sumo sacerdote de Amón.
Posteriormente dirigió su atención hacia Israel, cuya alianza con su antecesor le había ofendido probablemente. En un primer momento no recurrió al ataque directo, sino que se valió de la intriga. El norte de Israel se sentía a disgusto con el dominio de una dinastía de Judea, e intentó rebelarse. La rebelión fue aplastada pero su líder, Jeroboam, encontró asilo junto a Sheshonk. A la muerte de Salomón, en el 933 a . C., Sheshonk envió de nuevo a Jeroboam a Israel, donde esta vez la rebelión logró triunfar.

 

     El breve imperio de David y de Salomón se desmoronó para siempre. La porción septentrional, la más extensa y la más rica, conservó el nombre de Israel y fue gobernada por reyes que no descendían de David. En el sur estaba el pequeño reino de Judá, centrado alrededor de Jerusalén, donde la dinastía de David retendría el poder durante más de tres siglos.


     Sheshonk se halló frente a un reino de Judá muy disminuido, agitado por las revueltas, y estimó que no habría ningún peligro en lanzarse a una aventura exterior. Como Tutmosis III y Ramsés II cruzó el Sinaí. Pero esta vez el enfrentamiento no era con un poderoso Mitanni o con un Imperio hitita. Egipto no se habría atrevido a hacerlo en esta etapa de su historia. Era tan sólo el débil Judá a quien se atacaba. En el 929 a . C., pues, Sheshonk invadió este país con resultados que han sido registrados en la Biblia (donde el monarca egipcio es llamado Shishak). El faraón ocupó Jerusalén, saqueó el Templo y, sin ninguna duda, sometió a Judá a tributo durante algún tiempo.


     Como consecuencia de todo ello, Sheshonk se consideró un conquistador, erigiendo monumentos en Tebas en los que se enumeraban sus conquistas. Incluso amplió el templo de Karnak y puede que fuera durante su reinado cuando se dieron los toques finales a la inmensa Sala Hipóstila.


     Sin embargo, Sheshonk no fue sólo el primer rey de su dinastía, sino también el único que mostró algún vigor. Su sucesor, Osorkon I, subió al trono en el 919 antes de Cristo, y se encontró con un Egipto bastante rico y próspero, pero apenas pudo hacer algo más que mantenerse.

 

     Tras su muerte, en el 883 a . C, se reanudó el inexorable declive.


     El ejército era ingobernable, y sus generales estaban empeñados en apoderarse de todo lo que estaba a su alcance. Tebas se separó una vez más en el 761 a . C., y sus gobernantes fueron incluidos por Manetón en la Dinastía XXIII.


     Tal era la triste situación de Egipto en estos momentos, cuando, por primera vez en su historia, el impulso conquistador venía de Nubia hacia el norte, en vez de hacerlo desde Egipto hacia el sur.

 

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     (945 -715 a .C.) Como ya se dijo en la XXI Dinastía, los reyes eran de origen libio. Después de la caída de Psusennes II, en el año -950, Sheshonq I se hace con el poder y se proclama faraón. Los reyes de esta Dinastía se pondrán bajo la protección de dios Amón, que era el que adoraban los Libios (perceptible en sus titulaturas, con el nombre de Mery Amón, "amado de Amón") y delegarán parte de sus poderes a los Sumos Sacerdotes de Amón de Tebas. También rinden memoria al glorioso pasado representado por Ramses II, y numerosos reyes llevarán su nombre de coronación, Usermaatra "poderosa es la justicia (Maat) de Ra", comenzando por Sheshonq I.

     Estos libios nunca perderán completamente sus costumbres del desierto libio: instauran un tipo de feudos, una especie de jefaturas en todo el Delta del Nilo para los miembros de la familia real. El Bajo Egipto se fragmenta así hasta que un personaje de la familia funda una Dinastía coetánea, la XXIII.

     Otra tribu libia, los Libus, se asienta en la franja occidental del Delta a mediados de la Dinastía, con Sheshonq III. Probablemente es el origen de la Dinastía XXIV. A veces se califica de bubas (de la ciudad de Bubastis), pero aunque era la urbe de su fundador y allí estaba el gran templo de Bastet, parece que el palacio real se encontraba siempre en Tanis, lugar donde se encontraron las tumbas de los reyes de esta Dinastía.

     Durante este periodo, la capital administrativa permanece en Menfis. Los templos, que se habían lucrado con las donaciones reales del Imperio Nuevo, se convirtieron en el vínculo indispensable de todo Egipto, desde el declive del poder real al final de la Dinastía XX.

     Los libios bereberes se aseguraron el apoyo del clero, respetando el poder real escrupulosamente, las obligaciones religiosas tradicionales: restablecen una política de erección de monumentos a favor de los templos, especialmente en Bubastis, pero también en los grandes santuarios de Karnak, Heliópolis, Hermontis, Abydos y Tanis, que sigue siendo la capital del norte. El arte del período señala la voluntad de los soberanos de emular las monumentales dimensiones ramésidas, tanto en arquitectura como en escultura. Se desarrolla un arte del bronce de gran calidad, como la estatua de la divina adoratriz Karomama.

       Con Sheshonq I se inaugura una nueva dinastía, la XXII, de origen Libio lo que pone de manifiesto la importancia de este pueblo africano en los primeros siglos del I Milenio a. C. La familia de Sheshonq estaba instalada en Egipto desde hacía seis generaciones atrás, siendo descendientes de los mashauash, pueblo asociado a los beréberes. Su afición por la guerra llevaría a los Libios a formar parte de las tropas mercenarias del faraón, alcanzando tanto prestigio con las armas que podemos afirmar que, desde época de Ramsés III, el ejército estaba formado casi íntegramente por Libios.

      Como recompensa se les donaron terrenos, creando colonias militares bajo mando de un jefe libio. También debemos advertir que la adaptación de estos Libios al ambiente egipcio fue total, aunque conservaran sus nombres y la costumbre de fijar una doble pluma en la cabeza en sus cabellos.

     El gran Sheshonq era originario del nomo de Heracleópolis donde su familia ostentaba la jefatura del clero de Harsafes y de la colonia militar. Desconocemos cómo se produjo la llegada de Sheshonq al trono de Egipto, produciéndose casi con seguridad tras la muerte de Psusennes II. El nuevo faraón no fue muy bien recibido en Tebas lo que pudo provocar la huida de una parte del clero de Amón a la zona de la Alta Nubia.
La política exterior de Sheshonq estará definida por sus relaciones con Israel, el nuevo Estado que se había creado en Palestina gracias al rey David.

     La Biblia nos informa de estas relaciones inauguradas ya en la anterior dinastía. El deseo egipcio era reconquistar las tierras palestinas por lo que Sheshonq se puso manos a la obra y envió una expedición contra Jerusalén, resultando vencedor y obteniendo un cuantioso botín. El prestigio egipcio subió unos cuantos enteros y con el botín se permitió la reactivación de la actividad constructiva durante dos siglos. Desde ese momento, Egipto desempeñó un papel relevante en la política asiática, convirtiéndose en señor feudal de los pequeños principados asiáticos.-

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The Significance of Yennayer 2962

2012.01.07 Azzedine Ait El Hara

     Here is a comprehensive illustration of the Yennayer celebration written by Mr Salah Badjou, last year. Echorouk has reposted this contribution and updated it with replacing thez year 2961 by 2962, on the occasion of the Amazigh New Year of 2962, which Amazigh people along the North African region, Algeria   an Canary Islands   included, celebrate each 12 Jannuary.

     Yennayer 1, 2962 marks the Amazigh New Year. The origin of Yennayer refers to the first mention of the Amazigh people in historical records: the founding by Amazigh Pharaoh Sheshonq I of the 22nd pharaonic dynasty in 950 BC, followed by the 23rd and 24th Amazigh pharaonic dynasties, over 200 years (950 BC-712 BC) of Amazigh rule in ancient Egypt. According to ancient Egyptian historian, Manetho (3rd century BC) and archaeological records, the Amazigh pharaonic dynasties brought back stability to Egypt by reunifying it and defending it against foreign enemies from the East.

     In summary, Yennayer 2962 commemorates the first mention of the Amazigh people in history. Significantly, it refers to Imazighen as the defenders, promoters, and contributors to the glorious Egyptian civilization.

     History shows that this was just the beginning of Imazighen's numerous contributions to world civilization. Following the betrayal of their treaties with Imazighen, the Romans overcame the heroic resistance of Amazigh King Yugurthen, and they imposed a colonial rule denying basic human rights to Imazighen, including education, by adopting a classic method of divide and conquer. In spite of this, Imazighen contributed major thinkers such as Apulee, Tertulien, Saint Cyprian, and Saint Augustine . At a time when Christianity faced repression and challenges from the decadent pagan Roman emperors, Imazighen provided the rational and philosophical foundations of modern day Christianity. They also upheld the true practical significance of Christianity, as an ideology of liberation by the heroic struggle of the donatists against the Roman oppressors and their pseudo Christian allies.

     Imazighen as perpetual torch bearers of world civilization brought to glorious heights Islamic civilization in Tamazgha and Andalusia . They made major contributions to the sciences, philosophy, theology, jurisprudence, mysticism, and art. They contributed major thinkers and scientists such as Ibn Khaldun, the founder of modern scientific history and sociology, and Ibn Rushd (Averroes), doctor, astronomer, jurist, and philosopher who had a major influence on the development of western through and civilization. They taught their European students--among whom is included such as Francis Bacon--the sciences, philosophy, and arts, and introduced the scientific method, laying the foundations of the European renaissance.

     Ibn Khaldun wrote in his "History of the Berbers":

     Let's mention a number of man's virtues which became a second nature for the Berbers: their zeal to acquire praiseworthy qualities, the nobility of their soul which brought them to the first ranks among nations, the actions by which they deserved the praise of the universe, their bravery and promptness to defend their hosts and clients, keeping their promises, engagements, and treaties, patience in adversity, firmness in great afflictions, meekness of character, empathy in others' weaknesses, forgiveness, generosity towards the unhappy and poor, respect to the elders and devout, industry, hospitality, charity, magnanimity, hatred for oppression displayed against the empires which threatened them...,devotion to God and his religion: here is, for the Berbers, a number of virtues they inherited from their ancestors and whose presentation, put in writing, could have served as an example to future nations.

     Imazighen then went through a period of decline, facing numerous invasion attempts from the Spaniards, culminating with the French invasion in 1830. Through a ruthless and systematic suppression of Amazigh social structures, the barbaric French colonization of most of Tamazgha attempted more than any other invader before to divide Imazighen and destroy their culture and personality.

     In conclusion, today we celebrate Yennayer 2962, 2962 years of a glorious history. Imazighen, in their mountains, are the inheritors of the wisdom and philosophy of our ancestors. Following the teachings of Mouloud Mammeri, we must understand and uphold the wisdom and customs they convey to us, which will enlighten our path toward the renaissance of Tamazight civilization. We must, as Amazigh scientists, artists, and others, be guided by the philosophy, wisdom, and custom of these Imsdurar.

     The renaissance of Tamazgha requires the unity of all Imazighen, rising above minor disagreements. For the success of Tamazgha is the success of all its sons and daughters. In order to unite, we must have a thorough understanding of our history: what made us strong but also what led to the colonization of our motherland. Only then, can we learn the lessons of History, and bring about a true and everlasting renaissance for Tamazgha.

For as Ibn Khaldun wrote:

     The past and the future resemble each other like two drops of water...If we do not evaluate the past by what we have under our eyes, if we do not compare the past with the present, we can scarcely avoid escaping and straying away from the path of truth.

     The Amazigh poet Ben Mohamed says:

     Kul agdud ihwaj tilleli (Everybody (people) need liberty)

     Kul tilleli t hwaj lharma (Every liberty needs respect)

     Kul lharma t hwaj tadukli (Every respect needs union)

     Kul tadukli t hwaj lfhama (Every union needs understanding)

     The celebration of our ancestral customs and holidays plays an important role in uniting us. We Imazighen overseas can and must unite and contribute our best to the survival and renaissance of Tamazight civilization. Our presence here today to celebrate Yennayer 2962 illustrates the beginning of an awareness which should be part of a systematic and continuous effort to reveal our glorious history.

 Salah Badjou

     Let us first mention how some scholars explain the inception of the Amazigh calendar. According to them, the origin of Yennayer refers to the first mention of Amazigh people in historical records: the founding by Amazigh Pharaoh Sheshonq I of the 22nd pharaonic dynasty in 958 BC, followed by the 23rd and 24th Amazigh pharaonic dynasties, over 200 years (958 BC-712 BC) of Amazigh rule in ancient Egypt. According to ancient Egyptian historian Manetho (3rd century BC) and archeological records, Amazigh Pharaonic dynasties brought back stability to Egypt by reunifying it and defending it against foreign invasion from the East.

 

     In summary, Yennayer 2962 that we will celebrate this year commemorates the first mention of the Amazigh people in history. Significantly, it refers to Imazighen as the contributors to the glorious Egyptian civilization. 13 January corresponds to the end of armed conflict between Imazighen and the Egyptian pharaohs.
Here are some few traditions related to the celebration of Yennayer (on January 13th) in some areas of the large land of Tamazghra as they had been described at the beginning of the twentieth century by some French ethnographers since our ancestors didn’t keep records of their practices and since these traditions are unfortunately in the process of disappearing if nobody act efficiently in order to save them.
The festivities are strictly a family affair involving specific dishes. Couscous with chicken is the predominant dish, which embodies the whole symbolism of the event. Nowadays, the celebration -when it takes place- is limited to a special meal like, usually prepared in a household with elderly members or to a party usually initiated by young active members of Amazigh movements in urban societies where most of Imazighen evolve today.

     Yennayer should be an occasion to learn more about the cultural background of our ancestors, and to make every effort to transmit this heritage to the young generation that hardly speaks and cares about its significance.
Celebrating Yennayer could also be a step to affirm a fundamental cultural aspect of Imazighen and further more an attempt to revise or reappraise the official historiography.

     The Agraw.com members accustomed to attend celebrations organized by some Amazigh association in Huceima and Nador and documenting the event.

Posted by Tamazight at 10:10 PM

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Labels: Tamazight culture + history

 

  

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