SITUACIÓN ESPIRITUAL DEL PUEBLO CANARIO

EN EL SIGLO XXI (I)

 

Guayre Adarguma *  

 

No es fácil valorar la situación espiritual del pueblo guanche actual sin caer en simplificaciones excesivas o malas interpretaciones. Hasta la fecha no se han realizado estudios profundos sobre la verdadera base ritual y devocional popular en las islas antes de la colonización española. Quizás esta situación se deba a dos razones fundamentales y ambas complementarias. En primer lugar, una dependencia absoluta de las misiones españolas, moldeadoras de una conciencia evangélica totalmente descontextualizada; y en segundo lugar, una total falta de comprensión de  las raíces históricas y espirituales que una nación ejerce en la percepción del evangelio impuesto.

 

Los estudios más difundidos sobre esta materia provienen de pensadores católicos e investigadores universitarios, quienes, a pesar de sus esfuerzos, no evalúan  la religiosidad dentro de la perspectiva de la especial idiosincrasia del pueblo canario. Con este modesto trabajo pretendemos tener una aproximación a las principales características de la religiosidad del moderno pueblo guanche de las Islas Canarias, esperando que otros pensadores e investigadores de la Iglesia Guanche puedan seguir adelante en desenmascarar la ignorancia en que ha estado sumido durante centurias una buena parte del pueblo canario por una religión foránea impuesta por las fuerzas de las armas.

 

Las creencias religiosas están presentes en el pueblo canario desde tiempos inmemoriales, ya que ellas están asociadas a la ancestral adoración a La Gran Diosa-Madre universal, venerada por la humanidad desde hace más de 40.000 años y presente en nuestros antepasados por lo menos desde 3.500 años antes de la llegada de los colonizadores europeos a nuestras islas. Sin embargo, la religión pagana católica-romana, impuesta al país por los misioneros españoles y portugueses constituye, hoy en día, el substrato a partir del cual se entretejen las complicadas características de la religión oficial en canarias.

 

Esta situación traumática conforma el drama nacional vivido por el antiguo pueblo canario y, cuyas consecuencias psicológicas, han venido marcando el carácter inseguro que muestra en general  nuestro pueblo ante cualquier oferta de cambio cultural que proceda del ámbito europeo. Uno de los mejores planteamientos de la situación psicológica en que se encuentra el moderno pueblo guanche, nos lo ofrece el investigador Nathatan Wachtel, en un excelente trabajo publicado en octubre de 2001, el cual seguimos en las siguientes líneas:

 

“En nuestra memoria colectiva, la aventura de los conquistadores evoca imágenes de triunfo, de riqueza y de gloria, y aparece como una epopeya. La historiografía occidental asocia la conquista de Canarias a los conceptos de “Renacimiento” y de tiempos de “Modernidad”; la expedición guerrera de los españoles coincide con la imagen de una nueva era. Pero se trata de una nueva era en Europa. Desde la perspectiva del Guanche vencido, la conquista significa un final: la ruina de su cultura.

 

Para “Descubrir” realmente al pueblo canario, el historiador nacido en la sociedad de los vencedores debe despojarse de sus hábitos mentales y, en cierto modo, salirse de sí mismo. Preguntemos directamente entonces a la tamusni  (fuente oral histórica canaria).

 

Derrotados, el choque psicológico sufrido por los guanches no se reduce a la irrupción de lo desconocido; lo extraño de los españoles se manifiesta de acuerdo con una modalidad particular: la violencia. La derrota significa en todas partes las ruinas de las antiguas tradiciones. Incluso para guanches que prestaron su ayuda a los españoles, los cuales fueron utilizados como instrumento al servicio de los intereses políticos de éstos, vieron como en última instancia sus aliados se volvían contra ellos y les imponían la ley cristiana. Por tanto, la Diosa y dioses parearos sufren un ocaso en todas las islas. El traumatismo de la Conquista se define por una especie de “desposeción”, un hundimiento del universo tradicional (Nathan Wachtel, 2001)

 

El proceso de conquista y colonización de canarias produjo el asentamiento de una oligarquía foránea formada por un reducto de conquistadores, clero, colonos y representantes de la corona española que se dedicaban a la extracción agrícola y humana. Los clérigos de origen hispánico se asociaron con esta pretendida aristocracia y trataron de trasladar la religiosidad popular española a nuestra nación, una religiosidad basada en la inquisición con sus tribunales, juicios y torturas. Así pues, el resto de la población se encontró marginada, y comenzó a buscar progresivamente nuevas formas de vivir su ancestral religión al margen del ámbito católico, hurtándola a la persecución de la inquisición. Así pues, se mantuvo la persecución abierta o encubierta contra los practicantes de nuestra ancestral religión, haciendo correr desde los púlpitos bulos tales como que las Maguadas o Harimaguadas eran brujas que se dedicaban chupar la sangre a los recién nacidos, y que hacían pactos con el diablo católico vendiendo sus almas etc.

 

Por otra parte, una buena parte de los creyentes en la Diosa Madre Chaxiraxi continuaron practicando sus ritos y creencias sincretizadas bajo formas cristianas, algunas de las cuales han permanecido hasta nuestros días.

 

“Saqueos, masacres, incendios, son la experiencia del fin del mundo. Pero se trata de un fin sangriento de un mundo asesinado. Ningún comentario sabría expresar mejor el asombro de los guanches que los sentimientos de algunos poetas, quienes, con voces desgarradas, nos exponen con asombrosa intensidad dramática la caída de un pueblo:

 

En los caminos yacen dardos rotos,

los cabellos están esparcidos.

Destechadas están las casas,

Enrojecidos de sangre tienen sus muros.

Gusanos polulan por calles y plazas,

y en las paredes están salpicados los sesos.

Rojas están las aguas, están como teñidas,

y cuando las bebimos,

es como si bebiéramos agua de salitre.

 

(adaptación de un canto Nahuatl)

 

La obsesión de la muerte, presente a lo largo de todo este canto, se profundiza a través del sentimiento de que un hecho irremediable ha herido a los antiguos canarios en su destino colectivo; es su civilización lo que desaparece entre las lágrimas y la humareda:

 

El llanto se extiende, las lágrimas gotean allí en las Hespérides

 

...¿A dónde vamos?, ¡oh amigos!

Luego ¿fue verdad?

Ya abandonan la ciudad de Telde:

el humo se está levantando:

la niebla se está extendiendo...

Llorad, amigos míos,

tened entendido que con estos hechos

hemos perdido la Matria Guanche

 

(adaptación de un canto Nahuatl).

 

En efecto, la derrota posee un alcance religioso y cósmico para los vencidos; significa que la Diosa y dioses  antiguos perdieron su potencia sobrenatural. Los guanches nos consideramos como el pueblo amado de Chaxiraxi-Abora-Diosa Celeste-Magek-Achuguayu- Chayuga- Acorán. En consecuencia, la caída de la última isla al ser invadida y conquistada implica algo infinitamente más grave que una derrota militar, con ella se cierra el reino de la Sol. A partir de entonces la vida terrestre pierde todo sentido, ya que los dioses están muertos, sólo nos resta a los guanches morir también:

 

Dijisteis

que no eran verdaderos nuestros dioses.

Nueva palabras es está,

la que habláis,

por ella estamos perturbados,

por ella estamos molestos.

 

Porque nuestros progenitores,

los que han sido, los que han vivido sobre la tierra,

no solían hablar así...

 

Y ahora, nosotros ¿destruiremos la antigua regla de vida?...

No podemos estar tranquilos,

y ciertamente no creemos aún,

no lo tenemos por verdad,

(aún cuando) os ofendamos.

 

 (canto Nahuatl)

 

Amenazador es el aspecto del rostro del dios cristiano. Todo cuanto enseña, todo cuanto dice, es: “¡Vais a morir!”.

 

La conquista, “carga de Akanos”, aparece así grabada en el tiempo, contenida de alguna manera en el curso de los siglos. Ahora bien, esta interpretación temporal se duplica con imágenes espaciales, cuya figura nuclear resulta encarnada por la Sol, divinidad esencial de la religión del pueblo guanche. La teoría de la conquista se amplifica en una visión dramática que engloba el destino del universo guanche.

 

Este es el rostro de la Magek. 

La faz de la Sol se romperá.

Caerá desintegrándose sobre los dioses de ahora

La Sol será mordida cinco días y esto será visto.

Un signo que da la Diosa es de que sucederá

Que muera el rey de este país.

...¡Castrar  a la Sol!

Esto es lo que han venido a hacer los extranjeros

 

(canto del Chilam Balam).

 

Imágenes de la caída y de la rotura de la Sol, fuente de toda vida; temas de la agresión y de la castración; pruebas de la muerte, de los dioses y de los Guanches: la “revolución” del tiempo es vivida como una catástrofe absoluta. En este sentido, podemos decir que la Conquista provoca un verdadero traumatismo colectivo.

 

Sólo sobrevive el recuerdo de la cultura perdida; el traumatismo se prolonga después de la conquista, en la nostalgia referida a las costumbres abandonadas. Esta nostalgia se experimenta cotidianamente al nivel elemental, tan importante entre los Guanches, en la medida del tiempo.

 

Después del ocaso de la Diosa-Madre, los españoles imponen su dominación a los guanches.

 

¿Cómo interpretan éstos la nueva era que así comienza?

 

Los Guanches viven la dominación española -la ausencia del Kebehi, del Guanarteme, del Faycan, del Guadameñe y del Kanku y, las Maguadas- a la vez como martirio y como soledad. La elegía a la muerte de Benchomo (Viana) describe llorando y delirando sin saber a que volverse. Porque la sombra que les protegía ha muerto, se ven abrumados por el sentimiento de que una falta que ninguna cosa puede colmar. Privados del padre que los guiaba, llevan ahora: una vida errante, de alzados y dispersa, pisoteados por los extranjeros.

 

Literalmente, ahora son sólo huérfanos oprimidos. De ahí el estado de duelo y frustración.

 

Con el martirio de la separación infinita el corazón se rompe.

 

Los Guanches suplican al Kebehi, y al Guanarteme muertos que abran nuevamente sus ojos, que extienda nuevamente hacía ellos sus “manos magnánimas”, a fin de restablecer entre ellos y el mundo la armonía perdida.

 

Entre los guanches, el recuerdo transmuta la época de la antigua civilización en una verdadera edad de Oro, mientras que la dominación española se concibe como desencadenamiento de todos los males; el tiempo de los colonos es la inversión simétrica del tiempo de los antepasados. Este tiempo representaba el orden y la medida; una vez destruido, el presente sólo puede ser “tiempo loco”.

 

...Entonces todo era bueno, y ellos (los dioses) fueron abatidos.

Había sabiduría en ellos...no había pecado

entonces... había una santa devoción en ellos.

Sanos vivían. No había enfermedad entonces;

no había dolores de huesos, no había fiebres,

no había viruela, no había ardor de pecho,

no había dolor de vientre, no había

Enflaquecimiento.

 

Sus cuerpos estaban entonces rectamente

Erguidos.

No es esto lo que han hecho los colonos

cuando llegaron aquí.

Han enseñado el miedo y han venido

a mancillar las flores.

para que viviese su flor,

han hundido y agotado la flor de otros

 

(Chilam Balam)

 

...Mancillada está la vida, muere el corazón de las flores... falsos son Sus reyes, tiranos sobre sus tronos, avaros de sus flores... ¡Asaltantes de los días, ofensores de la noche, verdugos del mundo!... No hay verdad en la palabra de los extranjeros.

 

Es solamente por causa del tiempo loco y por causa de los sacerdotes católicos que la tristeza ha entrado en nosotros, que ha entrado en nosotros el cristianismo. Porque los muy cristianos han venido aquí con el dios “verdadero”; pero fue el comienzo de nuestra miseria, el comienzo del tributo, el comienzo del ayuno, la causa de la miseria de la cual ha surgido la discordia oculta, el comienzo de la expoliación, el comienzo de las deudas colgadas a las espaldas, el comienzo de la disputa continua, el comienzo del sufrimiento.

 

Hemos descrito el traumatismo sufrido por nuestros antepasados Guanches a través de los textos, es decir, de un modo bastante empírico. Sin duda, ese traumatismo podría ser definido en términos más rigurosamente psicoanalítico. Los temas de la Castración de la Sol, del abandono por el padre, del duelo de la soledad nos llevan por esa vía. Sin embargo, no podemos aventurarnos a seguirla, al menos en este estadio del trabajo, por dos razones. Por una parte, la aplicación de los métodos psicoanalíticos a la historia, a pesar de las investigaciones actuales, se encuentra en un estadio embrionario, cuyos resultados son poco seguros. Por otra parte, una empresa semejante exigiría un análisis más detallado de las estructuras mentales propias de cada sociedad, cuando nosotros nos hemos limitado a sobrevolar la literatura relativa a la conquista en áreas culturales muy alejadas. Por tanto, en este capítulo nos proponíamos solamente una especie de toma de contacto con el problema, un descentramiento mental indispensable para comprender la visión de los vencidos. Nos bastará pues, por el momento, haber evidenciado el hecho mismo del traumatismo, así como sus consecuencias.

 

Los guanches tenemos la sensación de que nuestra cultura ha muerto y experimentamos una frustración particular, que corresponde a una verdadera “desposeción de nuestro mundo”. Este traumatismo se perpetúa durante este prolongado periodo colonial, y hasta nuestros días, en la medida que los canarios actuales continuamos viviendo bajo la dominación española, como un estado inferior de sentimiento y humillación.

 

El resultado de esta última tendencia es medible y cuantificable en la actualidad, por ejemplo: el 80% de la población canaria declara pertenecer a la fe católica, pero sólo un 10% de ese total asiste regularmente a los ritos, y muchos menos son los que participan en actividades católicas, o como miembros del cuerpo laical. En Canarias existe una tricotomía de católicos educados, (burguesía, y funcionarios españoles) quienes están formados en la fe cristiana, y tienen creencias más o menos ortodoxas, católicos politizados que tratan de buscar solución a sus problemas con una explicación cristiana de la lucha de clases, ambos grupos realmente minoritarios, y el resto de los supuestos católicos que visitan a curanderos y santiguadoras, van a los centros de peregrinación de nuestros ancestros, atribuyen a cruces, escapularios y estatuillas, poderes sobre naturales, y sin embargo van a las iglesias en fiestas determinadas y se declaran católicos. Esta actitud de los creyentes canarios contrasta notablemente con otros países del mundo, donde la percepción y participación en las doctrinas y creencias católicas son muy diferentes y mucho más profunda.

 

Sin embargo, esa falta de interés del pueblo canario por participar dentro de la iglesia institucional católica pagana, no implica una indeferencia religiosa. Evidentemente, los marginados y débiles se vieron -y se ven- obligados a mantener un sistema de creencias propias y a tener una manera de pensar, que es lo que actualmente conforma la base espiritual del pueblo canario.

 

Este planteamiento esta ampliamente recogido por el pensador Pollak-Eltz (1994), planteamiento, que es totalmente aplicable en canarias, y de quien tomamos los siguientes párrafos:

 

 La Iglesia católica es sólo un factor marginal en la religiosidad popular, quizás debido a su internacionalismo y a su estructura jerárquica. Ella ofrece sólo el contexto institucional dentro del cual se practica la religión popular. La esencia del catolicismo no atrae a las clases marginales. Según Emili Pin, los latinoamericanos creen en Dios, pero la fe es de pobre contenido. Se sabe de Jesucristo, pero en la vida diaria la gente se ocupa especialmente de los “dioses menores”: los santos, las vírgenes, las ánimas. Estas prácticas se deben ver en el marco de la religión popular total, en donde los malos espíritus ayudan a los hombres. Los brujos y hechicerías juegan también un papel importante en esta ideología popular. La creencia en los espíritus y el mal de ojos es universal, los amuletos son usados por muchos como protección y, en general, los cuentos más increíbles sobre apariciones milagrosas de la Virgen, milagros hechos por los santos, sueños premonitorios, hechicerías peligrosas, son tomados muy en serio.”

 

Está claro que el pueblo canario, ha mantenido una lucha soterrada por mantener sus ancestrales creencias y religión, aunque hoy en día, si preguntáramos por el origen de determinadas prácticas religiosas aparentemente cristianas, no sabrían darnos una repuesta satisfactoria, simplemente se limitarían a decirnos, “que así lo hacían sus padres y los padres de sus padres” y por consiguiente, ellos continúan haciéndolo.

 

Dentro de esta mezcolanza de ritos, creencias e ideas, no existe doctrina prevaleciente, y sí un relativismo ético con una ausencia casi absoluta de orden y disciplina. Un pueblo desposeído, ignorante, despojado de sus creencias ancestrales, maltratado y enfermo mentalmente requería una creencia que supliera sus necesidades religiosas, recreacionales, emocionales, económicas, sociales y medicinales. Esto dio a la amalgama, aleación o fusión, de ritos y creencias, ancestrales con la tradición cristiana católica pagana, de forma tal que la simbología religiosa se proyectase en tres direcciones:

 

Primero.- Aceptación por parte del pueblo guanche de símbolos y ritos cristianos con significado autóctono: Por ejemplo, la celebración de las fiestas en honor de los santos paganos católicos, Juan, Pedro, Antonio y Benito, estos son santos cuyos ritos fueron reinterpretados por las comunidades guanches, ya que ellos recordaban a los dioses intermediarios locales.

 

Estas fiestas se celebran coincidentemente con el solsticio de verano, y a partir del año nuevo guanche, (21 de junio) y por tanto, están ligados a rituales de fertilidad de las cosechas, los rebaños y los hombres, celebrados por los canarios desde la más remota antigüedad.

 

Segundo.-Se ha venido conservando rituales guanches con significado cristiano. En este caso encontramos la fiesta de los “diablos” o “diabletes” que se celebra en diversos pueblos de Canarias, siendo especialmente significadas las de los lugares donde se usan máscaras o cabezas de machos cabríos, o carneros. Estas máscaras personifican a espíritus que visitan a los seres humanos para ayudarles, ya que tienen poderes especiales. Además, la celebración representa un rito de iniciación para los hombres. El significado cristianizado es la representación de la batalla entre el bien y el mal.

 

La influencia católica pagana impone la aceptación de nuevos ritos o símbolos con nuevos significados, por ejemplo: “La Quema de Judas” o “Haragán” es característica de este tipo de sincretismo: En principio significaba la muerte del traidor a Jesucristo, con el transcurso del tiempo se ha constituido en instrumento de juicio popular a personalidades políticas. Como sucede actualmente en el Municipio Gran Canario de Santa Lucía, o en la localidad tinerfeña de Taganana, entre otras muchas de las islas.

 

Está claro que el concepto religioso ha pasado a un segundo plano, quedando como forma satírica de expresión del pueblo.

 

Las principales características que condujeron al pueblo guanche al sincretismo religioso se pueden resumir así:

 

a)-Según Padilla (1978), el catolicismo popular es un culto dirigido esencialmente a los santos y no a dios. Es denominado por algunos estudiosos como “cristo-paganismo”, y constituye la fusión de dos sistemas, incompatibles bíblicamente, como lo son el monoteísmo y el politeísmo, para crear un nuevo sistema sin conflicto, basándose en las semejanzas entre los dos.

 

b)-El sincretismo es una forma religiosa netamente utilitaria, ya que no tiene fines de adoración sino obtención de beneficios.

 

c)- Sobre esta cuestión nos dicen: (Canclini 1992; Ferrari 1976) El catolicismo español que sirvió de sustrato al sincretismo se caracterizaba por sus elementos festivos: Procesiones, cantos y bailes, sus aspectos supersticiosos, ya que la magia era un elemento importante de los españoles poco educados; y su fanatismo, ya que provenía del sistema de la Inquisición, y con toda la crueldad que ya había mostrado en la Península ibérica siguió suprimiendo a judíos y masones, y en Canarias a los guanches insumisos (Pollak-Eltz, 1994)

 

d)-No existe en Canarias sistemas religiosos enteros de origen guanche, sino elementos autóctonos sincretizados con conceptos cristianos. Los guanches fueron forzados a ser bautizados, pero luego se dejaban a su libre albedrío en el aspecto religioso, especialmente los que moraban fuera de los poblados habitados por los colonos, bandos de paces y alzados.

 

e)- En las creencias del pueblo guanche existe un monoteísmo enmarcado en un politeísmo. Donde actúa un ser supremo (La Diosa Madre Chaxiraxi y sus aspectos como: Tara-Tanit-, Magek, Abora, Moneiba, Diosa Celeste, Diosa de Abona, de La Luz, etc.,) todopoderosa y un panteón de intermediarios (Alcorak o Acoran, Achuguayu, Achamán, Aranfaibo, Chayuga etc.) con poderes sobre naturales, guardianes de lugares específicos, antepasados (Maxios) deificados o espíritus de la naturaleza, animales, árboles, cuevas, rocas o lugares cuya función es asistir a los hombres en sus necesidades. Conceptos éstos que son fácilmente asimilables con la visión católica, tal que: Dios Padre = Ser Supremo, Santos = Intermediarios = ángeles protectores.

 

De ahí la fácil asimilación por parte del pueblo guanche de parte del credo católico.

 

f)-Según recogen los cronistas los guanches que fueron obligados a vivir en poblados europeizados, fueron más controlados por los sacerdotes católicos y por ello conservaron pocos elementos autóctonos. La iglesia católica interpretó la evangelización del guanche como su reducción y asimilación inmediata al mundo de la cristiandad; como una negación, como un desconocimiento del otro.

 

g)-La conquista de las Islas Canarias, duró casi un siglo, lo cual llevó a las poblaciones una gran incertidumbre durante tan prolongado tiempo, aparte de la gran cantidad de hombres,  mujeres y niños que fueron diezmados. Durante tan cruenta lucha hubo una ingente cantidad de seres humanos que fueron sustraídos de las islas por los europeos y vendidos como esclavos en los mercados de Valencia, Sevilla y Barcelona en España, el resto, con el desmoronamiento de su sistema religioso, económico y social, tuvieron que soportar una larga etapa de abandono. Esto llevó al pueblo guanche a una merma de su religión y a que la población guanche asumiera responsabilidades religiosas sin la formación básica que impartían los Amusnaus, Guadameñes, Faicanes,  Kankus y Maguadas. Como señalan algunos estudiosos del tema, “el lenguaje religioso de la cristiandad europea sólo estaba en la superficie del guanche”, había habido una transferencia externa pero no una conversión sincera, y esta fue la oportunidad para desquitarse e incorporar expresiones rituales guardadas de generaciones anteriores.

 

h)- Según recoge Clarac de Briceño, (1992), cuando los pueblos pasan por una serie de contrastes sucesivos, como pasa en la vida de la nación canaria, al ser objeto del constante desprecio por parte de los españoles, el desenvolverse en una estructura social profundamente dependiente, el estar continuamente sujetos a los vaivenes de unos procesos económicos basados en monocultivos y la influencia anglo-sajona, llevó a la formación de una población sin un asidero real en el aspecto espiritual, por lo que, al encontrarse acorralada, recurrió al denominado mecanismo de defensa tradicional.

 

i)-En particular se señala al curanderismo, invocación de espíritus para producir curaciones, como una de las expresiones rituales guanches a las cuales se recurrió y que aún permanece vigente y fortalecidas con otras influencias foráneas. El curanderismo es la creencia frecuente en los poderes curativos de algún hombre o mujer, quienes, mediante un don especial, tienen poderes sobrenaturales para sanar cualquier dolencia física (Sacerdotes Samarines). Esta característica se encuentra en los pequeños pueblos y zona rurales de las islas y en las grandes ciudades en forma de “cultos curativos” ampliamente difundidos. (Navarro 1992) 

 

En relación a este tema del sincretismo y la religiosidad popular, el investigador venezolano Elí González presenta una estadística de espiritualidad venezolana, la cual creo que es aplicable a Canarias, no sólo por la similitud de la colonización y catolización de ambas naciones por los españoles, sino que además, la influencia canaria en la República hermana es notoria: ...estudió 2023 fiestas en todo el país y llega a la conclusión que de los 154 temas encontrados, 94,2% pertenecen a la religión católica popular, La Virgen es invocada bajo 45 aspectos o advocaciones. Las fiestas se distribuyen en todo el año, pero con dos puntos topes: mayo y diciembre. ...en la celebración calendárica de nuestras fiestas se observa la presencia de imposición de patrones españoles. Se trata esencialmente del ciclo litúrgico anual, pero mientras lo católico se concentra en lapso diciembre-enero-abril, lo popular lo hace de mayo a diciembre ...509 fiestas ...son dedicadas a la Virgen en 45 advocaciones: 138 a la Virgen del Carmen, 54 a la de la Candelaria, 46 a la Inmaculada Concepción, 38 a la de Rosario, 35 a la del Valle 25 a la de Coromoto... El hecho que la Virgen de Coromoto, que fue coronada por el Papa en si visita del año 1985, no tenga tanta devoción se justifica como la separación entre un culto más históricamente popular (El de la Virgen del Carmen) y otro impuesto, como patrona de Venezuela, por Pérez Jiménez en la década de los 50. (Citado por Polak-Eltz, 1994)

 

Por otro lado existe en Canarias un culto tanto a los santos “oficiales” paganos del catolicismo, y a los llamados “Santos populares”. El culto de éstos últimos es mucho más interesante de analizar porque constituyen una gran variedad y, además, en la mayoría de los casos, sus vidas contrastan con el estereotipo de lo que sería el santo católico tradicional.

 

Éste ultimo aspecto es bastante sorprendente, y difícil de explicar en términos de la lógica humana. Pero es totalmente compresible cuando el fenómeno se produce en una sociedad como la canaria o en la mayor parte de ella, cuando se sabe marginada, humillada y sumida en la pobreza, entonces, al saberse marginada se sabe diferente y, por tanto, se disparan en los individuos los mecanismos de autoprotección, creando su propia realidad espiritual, sus santos, ritos y creencias con quienes se sienten identificados, ya que comparten las mismas miserias y desencantos en un mismo plano y, por consiguiente, buscan el desquite frente al sistema ofensivo y avasallador impuesto por el colono.

 

Estos despropósitos no son privativos sólo del catolicismo popular, en los últimos tiempos se viene propugnando por parte de destacados sectores de la iglesia católica oficial la santificación de determinados personajes que, en la historia reciente, fueron culpables y convictos ante la opinión pública mundial del asesinato de ciento de miles de personas. Y en tiempos un poco más antiguos, personajes similares, entre los que podemos destacar a los reyes Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, genocidas y masacradores inmisericordes de pueblos y culturas, y que, quizás por ello tuvieron bien ganado el epíteto de “católicos”, pretenden elevarlos a los altares, posiblemente como premio por los millones de muertos que inmolaron en nombre de un dios católico, y en aras de su codicia en los continentes africano y americano y asiático.

 

De cualquier manera, sea la necesidad de contar con espíritus mediadores, como sor maría de Jesús (La Sierva de Dios), San Pedro de Bethencourt (El hermano de los pobres), cuya figura y cueva refugio actualmente está siendo hábilmente utilizados por la iglesia católica como fuente generadora de beneficios económicos, José de Anchieta (apóstol del Brasil), sea la necesidad de acudir a los curanderos, estos ritos religiosos, en expansión, apuntan hacía un otorgamiento de “poder” a un pueblo oprimido y desgastado, que no ve en la religión oficial, ni en las doctrinas políticas que la potencia colonizadora aplica en nuestro país, la salida a sus males.

 

Al mismo tiempo, por sus características, ellos ofrecen un escape mental a los innumerables problemas diarios de las gentes, incluyendo problemas médicos. “La complejidad adquirida por estos cultos, a través del sincretismo, muestra la flexibilidad, elasticidad y capacidad de adaptación que poseen, y hacen que la fortaleza y el velo sean muy fuertes para que una persona adentrada en estas prácticas pueda ver el evangelio”. (Torres H. 1993)

 

Como repuesta a éste cúmulo de incertidumbre espiritual en el pueblo canario, resurge La Iglesia del Pueblo Guanche, la cual ha venido perviviendo en lo más profundo del ser colectivo de la sociedad, sincretizada en las diferentes fiestas y romerías populares, entre las cuales podemos destacar las de la Rama en Agaete; el Poleo en Icod; la Romería del Socorro en Güímar, o la de la Luz, la Virgen de los Pastores (Betilo de la Diosa Tara-Tanit); la Chaxiraxi (Diosa-Madre, universal) o Diosa Magek, sincretizadas como Virgen de Candelaria; la “virgen” de Abona; la de Tajao. En el Wesñesmen, fiesta nacional guanche dedicada  a la Diosa Chaxiraxi y sincretizada también como Virgen de Candelaria, el año nuevo guanche también sincretizado con la fiesta católica de San Juan. La cristianización de árboles santos guanches como el Pino Santo de Terure (Tara)  (Virgen del Pino) en Gran Canaria; el Pino Santo de la isla de La Palma,Virgen de las Nieves; el Pino Santo de la Victoria, o los de Vilaflor en la isla de Tenerife, el de Arafo venerado bajo la advocación del Cristo del Pino, etc. Además de los innumerables santuarios de culto al aire libre, betílos, cuevas santuarios, y cimas sagradas que han sido cristianizadas implantándoles cruces cristianas o construyendo ermitas e iglesias sobre éstos lugares sacros guanches, sustituyendo sus ancestrales advocaciones por las de vírgenes y santos mediadores paganos católicos. A pesar de lo expuesto, La Iglesia de Pueblo Guanche no resurge con ánimo de ocupar una parcela de la vida religiosa en Canarias, la cual viene manteniendo desde hace más de 3.800 años, sino que pretende recuperar a la luz pública el patrimonio espiritual de que ha sido depositaria durante más de 5 siglos de colonización. Y que, en un momento aciago de nuestra historia, fue condenada a permanecer en las catacumbas por imperativos de la superioridad armamentista de otra religión foránea. No obstante, es voluntad de la Gran Diosa-Madre -Chaxiraxi- Tanit-Abora, extender sus alas protectoras sobre los hermanos y hermanas de otras confecciones religiosas, en completa armonía con el espíritu de amor y esencia universal que de ella siempre ha emanado, como única Gran Diosa-Madre de la humanidad, conocida por más de mil advocaciones.

 

Que las enseñazas y críticas históricas sirvan de mejores criterios para enmendar los errores del presente. Esperemos, al menos, que no se reproduzcan, con nuevo enmascaramiento, la teoría de “que los cristianos indígenas sólo vendrían a gozar de los beneficios de la salvación, después de muertos.” (Antonio Pérez Voituries, 1977, t, II:380)

 

El Viento sopla a favor de la libertad espiritual y política de los pueblos. Para los últimos charlatanes de la vieja sociedad colonialista europea, la vieja sociedad del dinero, oír hablar de la libertad de los pueblos les suena a herejía. Les viene sonando a herejía hace más de cinco siglos. Siempre les ha sonado a herejía. Para ellos el pueblo Canario es un ente abstracto o un término literario casi ficción o un lugar en el trópico, una finca particular donde tomar la Sol, un sostén de su vanidad nacional imperialista, por tanto, no somos ellos ni queremos serlo. Somos un conjunto diferente de clases, casta o etnia, de matriotas de nuestra nación, de creyentes de una u otra religión, de fuerza de trabajo necesaria y de costos de producción baratos. Somos forzados contribuyentes de la hacienda española, consumidores y marginados. No hace mucho tiempo discutían si teníamos o no “alma” para justificar si podíamos o no ser esclavizados.

 

* Guayre Adarguma Anez’ Ram n Yghasen

 

---»Continuará…