RETAZOS
HISTÓRICOS COLONIALES MORALES E INMORALES (I)
El
que no aplique nuevos remedios debe esperar nuevos males, porque el tiempo es el
máximo innovador.
Sir Francis Bacon (1561-1626) Filósofo y
estadista británico.
Eduardo
Pedro García Rodríguez
El
carácter y procedencia de la soldadesca canalla que asoló al Archipiélago
Canario, es un tema, por demás conocido, que habla por si solo del escaso o nulo
aporte civilizador que trajeron estos primeros españoles y el clero fanático
que los acompañaba en todos sus tropelías.
Una posición contestataria al respecto considera que España cumplió
un rol civilizador de primer orden en esta colonia, por lo que la propaganda
interesada de esta posición magnifica los supuestos aportes como la escritura,
ciertas plantas y animales y supuestamente modelos culturales y políticos ¿civilizados?
No se dice, que los guanches habíamos
desarrollado un sofisticado sistema de escritura plasmado en las tarhas y
soportes líticos, además de una rica Historia oral recogida en
El
etnocidio cultural practicado por España en Canarias ha supuesto la represión,
deslegitimación o exterminio de gran parte de los rasgos culturales del pueblo
autóctono aunque sus miembros sobrevivamos como individuos, genocidio cultural
de “buena conciencia”, ejercido “por el bien del salvaje”, provoca la muerte de la diversidad
cultural e implica la lenta desaparición
de la especificidad de los hombres y de los pueblos.
Los
invasores españoles, en su afán de rapiña y la sed insaciable de riqueza
desmedida, terminaron acabando con la mayor cantidad posible de recursos
naturales no renovables, y con sus cultivos extensivos provocaron la pérdida de
la rica biodiversidad originaria, además del etnocidio cultural y masacres
asociado.
La
vieja colonización hispana violenta ha dejado paso a un neocolonialismo
aparentemente pacífico y mercantil, que pretende imponer por todas partes su
visión del mundo. Para ello lo primordial no es tanto dominar físicamente como
psíquica y culturalmente a la población canaria.
Ruiz
de Avendaño
En
noviembre de 1377 se produce sobre la zona del Atlántico una terrible tempestad
que dejó memoria en los anales navales europeos. Ruiz de Avendaño en su misión
de vigilancia navegaba toda la costa de
Vizcaya y Galicia e Inglaterra.
Como
consecuencia de este temporal, la nao de Martín Ruiz de Avendaño fue
desplazada hacia el Archipiélago Canario arribando de manera forzosa a
Especial
atención recibió Avendaño por parte del rey Zonzamas, quien distinguió
al atribulado capitán europeo ofreciéndole la hospitalidad de lecho, acción
que años más tarde daría lugar al célebre episodio de
Jean
de Bethencourt y Gadifer de
Juan
IV de Benthencourt (Betancor, Vitancorto), franco-normando, barón de St. Martin
de Gaillard (en el condado de Eu) y pirata de profesión, recibió por traspaso
de supuesto derecho de conquista de las Canarias que Robert de Braquemont
(Rubín de Bracamonte) había recibido de Enrique III de Castilla, como premio
por su ayuda en la guerra contra Portugal. Así, al proponerse efectuar la
invasión y conquista, se hace vasallo de Castilla reconociendo como señor al
rey Enrique III (Las Casas, Histo, I, 18; BAE, XCV, 72b).
Para
ello se asocia con Gadifer de Lasalle (el don Gaiferos de que hablan los
romances castellanos). Este Gadifer de Lasalle (1340–1415),
de origen normando había sido almirante del rey de Francia, empleo del
que fue desposeído debido a su más que dudosa moral, aún para la época. Con
una galera de su propiedad se dedicaba al corzo, piratería y trata de esclavos.
(Las Casas)
El pirata normando Jean de
Bethencourt y su socio Gadifer de Lasalle parten de
Tras robar un ancla y un esquife a un capitán inglés que subastaba una presa en Cádiz, Bethencourt y Lasalle prosiguen viaje a Titoreygatra (Lanzarote) a donde llegan a fines de junio. Con ellos van de capellanes los miembros de la secta católica Juan Leverrier, presbítero, y Fray Pedro Boutier (no Bonthier), O.S.B. (no O.F.M.). (Hist., I, 17; BAE, XCV, 65a-b). Se apoderan de Titoreygatra y edifican un fuerte en Rubicón. El pirata Bethencourt, por falta de recursos vuelve a Castilla y a Francia -con un cargamento de esclavos guanches que son vendidos en Castilla-, a gestionar ayudas, dejando a Gadifer como gobernador de los mercenarios en la isla.
En 1403 Jean de Bethencourt gestiona ante Enrique
III su supuesto señorío de Canarias y pide ayuda; y recurre al Papa Benedicto
XIII, en Avignon, para pedirle también ayuda material y espiritual:
indulgencias y privilegios de cruzada y la creación de un obispado en el fuerte
de Rubicón. (Las Casas).
Durante
la ausencia de Bethencourt, la situación de los invasores no era nada halagüeña,
dada la falta de víveres y la tenaz resistencia de los maxos, y saberse
aislados sin que llegara socorro de Europa. Gadifer manifestó sus cristianos
sentimientos en estos términos: “Hemos
cogido y muerto gran cantidad de ellos y hemos cogido mujeres y niños..., y la
intención es, si no hallamos otro remedio, que matemos a los hombres del país...;
y conservaremos a las mujeres y niños y los haremos bautizar y viviremos como
ellos, hasta que Dios disponga de otra manera.” (Le Canarien).
Egonaiga
Fue
un Guanarteme de Gáldar en Tamarant (Gran Canaria), fallece en 1480, Hijo de
Artemi y hermano de Benthagoyhe, el guanarteme de Telde. Según recogieron los
cronistas de la Tamusni (tradición oral,) la isla estaba formada por un sólo
guanartemato hasta que los dos hermanos, Egonaiga y Benthagoyhe, acuerdan
dividirla en dos. Egonaiga dejó una hija, Arminda, de 8 años, también
conocida por los invasores españoles como Almendrabella, fue bautizada por el
rito católico como Catalina.
Dada la minoría de edad de la única Señora de la Isla, la autoridad fue detentada en la práctica por la regencia del pusilamine y converso Thenesor Semidan (Fernando Guanarteme), hijo de Soront Semidán y nieto de Thagoter Semidán, que a su vez era padre también de Egonayga (Guayasen Semidán); es decir, Arminda y Tenesor Semidán eran primos hermanos.
Arminda contaba con unos doce años cuando fue entregada a los castellanos como rehén, tras la rendición de los últimos canariis que resistían en la fortaleza de Ansite, el 29 de abril de 1483. Fue obligada a contraer matrimonio con el mercenario invasor Hernando de Guzmán.
Egonaiga fue un claro exponente de las ancestrales cualidades éticas y morales que rigen la vida de los guanches, en contraposición con las prácticas inmorales e inhumanas de que eran portadores los invasores cristianos, como ejemplo de los cuales expondremos algunos ejemplos en las páginas siguientes. Veamos una sucinta relación del episodio que dio nombre al paraje conocido como Cuesta de Silva:
Iniciaron la marcha por el escabroso terreno, al caer la noche acamparon para
descansar y retomar fuerzas. Al amanecer del día siguiente emprendieron de
nuevo la marcha y caminaron cuesta arriba hasta llegar a un auchón donde
destacaba una construcción circular de piedras, era el lugar destinado a los
condenados.
Los mercenarios desconcertados al no encontrar resistencia se dedicaron a
saquear el poblado. De pronto los sonidos de ajijides tronaron en el aire y una
lluvia de piedras y banots cayó sobre ellos.
Durante un buen rato la lucha fue terrible. Las sorprendidas tropas invasoras se
veían indefensas para defenderse de aquel ataque.
Diego de Silva, dándose cuenta de esto, ordenó retirarse hacia la construcción
de piedras donde podían ofrecer alguna resistencia. En ese momento cesó el
ataque de los isleños, su plan había dado resultado y los invasores quedaron
atrapados entre los muros de aquella cárcel.
Pasaron los días y la situación entre los muros se hacía desesperada. Diego
de Silva y sus hombres estaban agotados por el sol, el hambre y la sed.
Ante
esta desesperada situación, el pirata trató de pactar un armisticio, no sin
abandonar su aptitud altanera y de desprecio hacia los isleños.
Los canariiis montaron en cólera cuando oyeron la petición del capitán de los
piratas, prometiendo que abandonarían la isla si los dejaban salir libres. Pero
Egonaiga, llevado de su natural bondad y mesura, supo aplacar las justas iras de
los suyos.
Bajó
el guanarteme con su pueblo y se presentó frente a los muros de la cárcel y
dialogó con el capitán de los invasores dejándolos libres. A las pocas horas
los piratas iniciaron la retirada flanqueados por los tabores canarii y poco
después llegaron a un acantilado que se alzaba sobre el mar.
Ante
lo pavoroso de aquellos precipicios los invasores temieron que iban a ser
arrojados al vacío desde aquellas alturas, Egonaiga observando la turbación y
el miedo reflejado en el rostro de los vencidos, tomando de un brazo al capitán
pirata le ayudó a bajar aquellas peñas imponentes. Haciendo lo mismo cada
canarii con los mercenarios.
Estos ejemplos de bondad y amor al género humano, innatos en el guanche,
siempre fueron despreciados por los invasores cristianos, y de ello
Pedro
Hernández Cabron.
En
el año de 1478 llegan noticias de su existencia a la Corte
castellano-aragonesa, por haber intervenido como pirata y corsario, había
combatido en las costas del reino de Aragón depredando naves de este reino,
pero el rey Fernando II le hizo llamar y por sus conocimientos le nombró capitán
de Mar y Tierra.
A
partir de ese momento se dedico a lo mismo, el corso, pero contra las regencias
norteafricanas, y realizó un ataque sobre Nápoles para liberarla de estos. Con
su maniobra, el rey Fernando había perdido un enemigo y ahora tenía a un amigo
que combatía a sus enemigos.
Al
mando de cuatro barcos, se hizo a la mar con el intento de conquistar la isla de
Gran Canaria, estando al mando de la flota el obispo de la secta católica Fray
Juan de Frías (el obispo creía firmemente en sus condiciones eclesiásticas,
por eso no le dio prioridad a las sagradas escrituras, saltándose nada más que
lo del no matarás y os amareis los unos a los otros (puntos flacos y sin
importancia). Corriendo el año de 1479, desembarcaron en la población de
Arquimeguín, sin tener ninguna resistencia por parte de los canarii, pues éstos
al ver acercarse los buques se desplazaron a los montes cercanos, táctica
defensiva habitual en ellos, pero cuando los hombres de la expedición
regresaban a sus buques con el fruto de las rapiñas, los guanches se
apercibieron de que iban embarazados con las presas, por lo que se decidieron
pasar al ataque, bajaron en tropel de los montes y los persiguieron tenazmente.
En este combate fueron heridos la mayoría de los expedicionarios, siendo Pedro
uno de ellos, ya que recibió una pedrada en la boca que le hizo perder varios
dientes, sucediendo esto el día veinticuatro de agosto del año de 1479.
El
Fraile Abreu Galindo nos dejó su relación sobre este hecho. ”Según
avanzaban por el barranco con aparente tranquilidad, suponiendo a los isleños
muertos de miedo por el avance atrevido del invasor, descubren algunos indígenas
que los espían. Los viejos soldados que ya han estado en otras luchas empiezan
a alarmarse y manifiestan su disgusto por el avance. Cabrón resuelve retroceder
pero muy a desgana diciendo con arrogancia que no tenía miedo a gentes
desnudas. Entretanto, los canarios, reunidos ya en gran número sobre las
escarpadas crestas que coronan el valle, seguían con viva ansiedad la retirada
de sus enemigos, esperando el momento oportuno de empezar el ataque cortándoles
el paso; y así fue que, cuando los vieron empeñados en una agria subida de
estrecho sendero y de abruptos precipicios, lanzando al aire sus acostumbrados
gritos y estridentes silbos cayeron sobre los españoles con irresistible furia,
desbaratándolos desde la primera embestida, dividiéndolos en trozos aislados y
arrojándolos a todos rotos y despavoridos hacia la playa, donde la refriega
continuó a pesar del rápido auxilio que les prestaron los que tripulaban las
lanchas. Al fin, después de grandes esfuerzos, pudo embarcarse el obispo y el
jefe de expedición, a quien las gentes desnudas habían hecho saltar los
dientes de una certera pedrada. Y con el resto de los soldados llegaron a bordo
dejando sobre aquel campo de batalla veintiséis españoles muertos, llevándose
consigo más de cien gravemente heridos y quedándose en poder de los vencedores
más de ochenta prisioneros” (Abreu Galindo,1977:125).
Pero
al corsario no se le iba de cabeza retornar a las Islas Canarias. Sobre finales
del año de 1480 montó una sociedad, junto a sus amigos Alfonso de Quintanilla
y el judío converso masacrador de pueblos, Pedro de Vera, alcaide que era de la
población de Jimena de
La
propuesta de quema de los 80.
Harto
los canarii de la pertinaz insistencia de los invasores de no cejar en sus prepósitos,
a pesar de las continuas derrotas sufridas por los mercenarios, cuyo jefe en
aquellos momentos era traficantes de esclavos y masacrador de pueblos, Pedro de
Vera, quien guiado por sus sentimientos cristianos concibió para la reducción
de los infieles guanches una política de tierra quemada. Así ordenó que
fueran quemados todos los higuerales, palmerales y plantíos de trigo y cebada
que hallaban a su paso, además de someter a atroces tormentos a los
desgraciados canarii que caían en sus manos, uno de cuyos divertimentos
favorito del general consistía en hacer calentar al rojo vivo un morrión y
colocarlo en las cabezas de los desgraciados prisioneros.
Los
canarii, en justa represalia por desmanes de Pedro de Vera, deciden ejecutar a
los prisioneros cristianos usando sus mismos métodos, suerte de la que fueron
librados por la intervención de una sacerdotisa de
“Mientras las
cosas de la conquista de esta isla de Gran Canaria andaban de esta manera, en discordia y
desgracia entre sí los cristianos, el Doramas, guanarteme de Telde, y su gente, donde andaban recogidos y alzados
en la sierra, tenían ochenta cristianos de
los que habían preso y cautivado por la isla y en la refriega
de Tirahana del capitán Pedro Hernández Cabrón. Y, juntándose
a consejo los doce gayres y el faycag con el Doramas, acordaron por
común consentimiento de todos quemarlos, y que cada uno entregase
su prisionero para este efecto, porque la gente se ocupaba, y les era
impedimento el guardarlos; y también que les gastaban y consumían los
mantenimientos que tenían para su sustento, y dellos no esperaban
provecho, sino impedimento para la guerra.
Y, estando los cristianos amarrados y
hecha una gran hoguera, queriendo poner en efecto su determinación, salió a
gran priesa, dando voces, una canaria religiosa, tenida entre todos los canarios
en gran reputación y veneración de santidad, la cual era como madre de las maguadas;
y ésta era madre de un hidalgo gayre, que tenía allí un cristiano
para quemarlo. Dijo a su hijo
que en ninguna manera hiciese daño en
los cristianos, que les vendría mucho mal por ello; que así se lo
avisaba de parte de Acoran, (que era Dios). Los canarios eran muy amigos
y recatados de guardar la religión y obedecer a los ministros de
ella; y así, oída la religiosa, su hijo desató su cautivo.
Los demás, visto lo
que había hecho el gayre, también desataron los demás que estaban atados y les
dieron libertad que se fuesen, diciéndoles que mirasen lo que con ellos habían hecho.
Llamábase el hijo de esta canaria religiosa Aymediacoan, cristiano de secreto
entre ellos, muy pariente de los
guanartemes de Telde y Gáldar. Este Aymediacoan tuvo una hija que casó, después de conquistada la isla de Canaria, con Masión de
Betancur, que se llamó Luisa de Betancur, de quien descienden los Betancores
de Gáldar. Tuvo también este Aymediacoan un hijo que llamaban Autindana, de
quien descienden los Cabrejas de Canaria.”
Doramas
La
historia de Doramas comienza
en el guanartemato de Telde de donde era originario, uno de los dos en que
estaba dividida políticamente la Isla Tamarant (Gran Canaria) en el momento de
la invasión española,
“No era muy alto de cuerpo, mas era grueso, ancho de espaldas, gran
cabeza, el rostro redondo, las narices pequeñas y muy anchas las ventanas, la
edad mediana, bien repartido de miembros. Doramas significaba en el idioma
canario ancha nariz”. Así describe
Tomás Marín de Cubas [(1694, II, 7) 1993: 144] a uno de los grandes héroes
canarios.
Pertenecía
a la clase social de los axicatnas (trasquilados), como los guanches conocían a
los plebeyos. Estos debían llevar el pelo corto, no como los nobles, que lo
llevaban largo rubio o teñido de ese color y, la barba en punta y sin bigotes,
gozaban de los privilegios propios de la nobleza.
En
la batalla se le describe con una rodela de drago a modo de escudo, blanca,
negra y colorada, en cuarteado, y portando una enorme espada de madera
endurecida al fuego.
Ante
la llegada de los castellanos para conquistar la Isla, Doramas organiza una
cuadrilla de guerreros y comienza una guerra de guerrillas contra el invasor,
logrando singulares victorias, que le empiezan a dar fama entre los suyos.
De
este extraordinario caudillo, el historiador Agustín Millares Torres nos brinda
una sucinta biografía de la cual extraemos algunos párrafos: “Juan Rejón
sale del puerto de Santa María el 23 de mayo de 1478, y viene en junio a
acampar a orillas del Guiniguada, donde asienta sus reales y se fortifica.
Por la confianza de las nuevas tropas, el aparato bélico con que efectuaron su
instalación y las piezas de artillería que defendían el campamento, comprendió
desde luego Doramas que el momento supremo de vencer o morir había llegado.
Avistóse, pues, con Tenesor, y juntos deliberaron reunir sus fuerzas, poniéndolas
al mando del mismo Doramas, y que inmediatamente se ofreciera la batalla al
general español, antes de darle tiempo de fortificarse y de asolar el país.
El 28 de junio, Rejón envió un mensajero a los canariis con estas soberbias
palabras:
“Decidles que soy enviado por los muy altos y poderosos príncipes de Aragón
y de Castilla, don Fernando y doña Isabel, para tomar la isla de Canaria bajo
su protección y exhortar a sus habitantes a que abracen la religión cristiana,
y que si así no lo hicieren, serán perseguidos sin tregua ni descanso, hasta
hacerles perder la vida o llevarles a todos prisioneros.”
Doramas
contestó con esta sola frase: —Decidle a vuestro general que mañana le
llevaremos la respuesta.
En efecto, el 29 de junio bajaban por los cerros que dominaban el valle —donde
hoy se asienta la ciudad de Las Palmas— numerosas cuadrillas de isleños, y en
la llanura que precedía al Real se formaron en orden de batalla…”
Algunos historiadores ponen en boca del gran caudillo Doramas la
siguiente arenga dirigida a sus katuten: “Ese puñado de extranjeros que
veis ahí encerrados es de aquella misma casta de hombres crueles que inquietan
y cuya edificaciones demolimos en Gando. Son aquellos que siempre nos han
hablado de un Guanarteme poderoso que los envía a robar nuestra patria, y de
una religión santa que los hace mejores que nosotros. Ya es tiempo de que
acaben de salir bien escarmentados de su locura y de poner para siempre nuestra
libertad, nuestras mujeres y nuestros hijos al abrigo de su insolencia. Acordémonos
de que somos canarios y de que Alcorac nos dio este país. Acordémonos del gran
Artemi, que murió peleando en las playas de Arguineguín”.
Dicho esto, atacó con denodada furia a los españoles que, resguardados con las
murallas de su campamento, cubierto el frente con varias piezas de artillería y
los flancos con algunas fuerzas de a caballo sostuvieron el choque sin avanzar,
pues así eran las órdenes que habían recibido de sus jefes.
Dos horas duró indecisa la victoria, hasta que, viendo malheridos los
principales canarios, y conociendo que no les era fácil vencer la resistencia
de sus adversarios, Doramas ordenó la retirada, sin que los españoles se
atrevieran a perseguirle, tanto temían la astucia de aquel célebre caudillo y
su reconocida habilidad para preparar emboscadas.
Un año permaneció Rejón en el Real de Las Palmas, sin que hubiese otro hecho
notable sino la completa derrota que sufrieron sus armas, acaudilladas por el Deán
de Rubicón don Juan Bermúdez, sobre la cuesta de Tenoya, derrota que previno y
dirigió el mismo Doramas y que llenó de luto y consternación a los
conquistadores.
Pero mientras los canarios, dueños de toda la isla menos del terreno donde
alcanzaban los arcabuces españoles, se disponían con entusiasmo a continuar
defendiéndose, sucedía Pedro de Vera a Juan Rejón en el mando del ejército
castellano.
El 20 de agosto de 1481,
Pedro de Vera, sucede en el mando de las tropas invasoras a Juan
Rejón. Este sanguinario general,
deseoso de concluir una conquista que duraba ya tres años, con grandes
desembolsos del erario y pérdida crecida de gente —pues de nuevo habían
sido derrotados sus soldados en Tunte y Moya— salió una mañana con todo su
ejército, y fue a acampar en el valle que se extiende al pie de la montaña de
Arucas. Sabíase que cerca de allí moraba el intrépido Doramas, y Pedro de
Vera quería provocarle a una batalla campal en la que estaba seguro de vencer a
su contrario, con la ventaja que le prestaba lo llano del terreno, favorable a
la caballería y al fuego de sus arcabuces.
Ocupados
los isleños en defenderse, pudo Pedro de Vera dirigir un nuevo ataque sobre el
temible caudillo que, solo y aislado, seguía desafiando a sus contrarios,
separado imprudentemente de los suyos. Al efecto, y en tanto que él le
amenazaba de frente con su lanza, el cordobés Diego de Hoces lanzó su caballo
por detrás y le hirió a mansalva por la espalda. Doramas se volvió rápidamente
y de un revés le quebró la pierna izquierda; pero al hacer este movimiento
quedó por un instante indefenso, y aprovechando Vera esta sorpresa, le atravesó
el pecho con su lanza. Doramas en la agonía de la muerte dirigiéndose a Pedro
de Vera le dijo: “No eres tu quien me ha muerto, sino ese perro traidor que me
ataco por las espaldas”. Su cabeza decapitada se exhibió por el campamento
castellano de Winiwuada (Las Palmas), como escarmiento a la población guanche.
La batalla de Arehukas tuvo lugar el 30 de noviembre de 1481.
Doramas vivió para su patria y murió por ella. ¡Dichosos los que han llegado
a merecer tan sencillo elogio! (Agustín Millares Torres, 1978:7-22)
Batalla
de Ajodar
Batalla
en la que se puso de manifiesto el mítico valor
del pueblo canario, en este encuentro los canarii doblegaron una vez más
la altiva cerviz de los inhumanos invasores españoles a pesar de la
superioridad técnica y armamentística de los mercenarios castellanos.
Según
relata el cura e historiador criollo José de Viera y Clavijo, los canariis se
habían hecho fuerte en la fortaleza de Ajodar, una de las más inexpugnables
del país, con la intención de defender la matria hasta el último hombre.
Nos relata Viera y Clavijo, que: “el plan del masacrador de pueblos, Pedro de
Vera, era atacar por dos partes. Una la que dirigía Pedro de Vera y la otra Por
el capitán de ballesteros Miguel de Mujica. La cuestión es que el tal Mujica
en sus ansias de ganar gloria decidió él sólo enfrentarse a los canariis que
estaban resguardados en la fortaleza de Ajodar. Puestos en orden de batalla
empezó a trepar por el cerro con su cuerpo de ballesteros, alcanzado al primer
repecho sin encontrar resistencia.”
Continua relatando el autor, “esta inacción de los canarios era “malicia”
solapada. De esta forma, “apenas que observaron que los españoles proseguían
ufanos empeñándose en la subida, salieron de sus parapetos en tropel y, dando
gritos desaforados, echaron sobre ellos troncos y peñascos tan disformes, que
los derrotaron e hicieron pedazos, sin poder subir ni retirarse. La carnicería
fue tal que corría la sangre en arroyos por aquellas laderas. Miguel de Mujica
y casi todos sus vizcaínos quedaron allí muertos, pudiendo creerse que ningún
español hubiera salvado la vida Si Pedro de Vera, cuando tuvo noticia del
desastre, no hubiese corrido a cubrirles la retirada con don Fernando de
Guanarteme, a quien los canarios conservaban algún respeto”. (Viera y
Clavijo, 1978)
[...] En aquellos momentos, el general (Pedro de Vera) que mudo de terror
contemplaba tal desastre precursor de la pérdida de la isla, volvió sus ojos
hacia Thenesor, que no había empezado aún su premeditado ataque, y le suplicó
en nombre de la fidelidad que había jurado a Sus Altezas salvase los restos de
los infelices vizcaínos.
El
Guanarteme, entonces, comprendiendo tal vez que a pesar de aquella casual
victoria vendrían nuevas tropas a consumar la pérdida del país, o bien
cediendo a su carácter generoso y conciliador, se avanzó con grave riesgo de
su vida hacía el lugar de la matanza y, dando grandes voces y haciendo enérgicos
ademanes, logró que sus antiguos súbditos le conociesen y suspendieran la
batalla. (Millares Torres t.2,p.
180).
Marín
de Cubas, en su obra “Historia de las Siete Islas de Canarias”, nos relata
como el pusilánime ex Guanarteme Thenesor Semidan (Fernando Guanarteme)
convenció a los canariis para que pararan la batalla, dando voces: ”Amigos, parientes, no me mateis, dejad las piedras”, y dejando de
arrojarlas, bajaron diciendo: “Salta fuera Guayedra, que viene el día que
hemos de quedar dueños de nuestra tierra, que estos perros traidores, que
mataron a si dios, nos la quieren quitar, y tú por un vestido que te dio el de
España te has dejado engañar, y ahora podemos darte otra vez la tierra, salta
fuera del peligro, no te mate algunas de estas piedras."
Concluida
la batalla, el judío converso y capitán de los invasores, Pedro de Vera y
Mendoza, agradeció a Fernando Guanarteme el que salvara los restos de la tropa
de Mujica y la suya propia, ordenando al converso Thenesor Semidan y a sus
hombres que se encargaran de dar sepultura a los mercenarios caídos en la
batalla. Orden que el ex Guanartme cumplió sumisamente, pasando por una de las
mas bajas humillaciones que se podía infligir a un noble guanche, dado el Tabú
de la sangre, cualquier noble guanche que no fuese el pusilánime Fernando
Guanarteme hubiese preferido la muerte antes de acatar tan denigrante orden.
Los
historiadores no se ha puesto de acuerdo sobre el lugar donde tuvo lugar la
batalla de Ajodar, algunos sostienen tan memorable hecho de armas aconteció
en San Nicolás de Tolentino, entre los Barrancos de Tasarte y Tasartico.
El
investigador Alejandro C. Moreno y Marrero
aporta nueva luz al tema con la publicación de un documento
que inexplicablemente había pasado desapercibido o quizás soslayado por los
historiógrafos modernos. Creemos que dicho documento es determinativo para
ubicar el lugar donde realmente se produjo
(Alejandro
C. Moreno y Marrero, 2009)
El
nefasto y amoral Pedro de Vera, a pesar de dar por sometida
¿Es
ético y moral que calles de nuestras ciudades estén dedicadas a estos españoles
masacradores de pueblos y culturas?
Junio
de 2011.
---» Continuará...