Breve
reseña biográfica de Don Secundino Delgado Rodríguez.
"En
vano buscará el español una mordaza para nuestras bocas y una
losa para nuestros corazones".
Secundino Delgado Rodríguez, nace en
la calle San Lucas, Añazu
(Santa Cruz de Tenerife) en Chinech (Tenerife) Archipiélago Canario, en 1871,
hijo del herrero Nicolás Delgado del Castillo y de María Rodríguez Hernández,
fue amante esposo y padre ejemplar, obrero industrial, tabaquero, periodista
escritor y político anarquista-independentista.
Cuando comienzan a
surgir en Tenerife las primeras organizaciones obreras y asociaciones de
trabajadores, a pesar de que poco a poco se irían politizando, la función de
estas primeras asociaciones era fundamentalmente asistencial y benéfica, también
ocuparán un lugar importante el interés por la formación y educación de los
trabajadores, en un contexto donde la inmensa mayoría de la población
colonizada era analfabeta.
Una
de las tantas crisis económicas provocadas por el monocultivo impuesto desde la
metrópoli, en esta ocasión la crisis de la cochinilla provoca que una
gran parte de la población canaria se vea obligada una vez más a emigrar hacia
América, siendo los puntos preferentes de destino Cuba y Venezuela. Así
Secundino Delgado, como muchos canarios, emigra a Cuba en 1885, buscando mejores
condiciones de vida, que como a tantos canarios les era negada en su propio país,
consecuencia del colonialismo y su sistema caciquil imperante.
Desde
los inicios del siglo XX, canarios residentes en América que captaban la opresión
caciquil del sistema social colonial imperante en estas Islas, pensaban la
viabilidad de un Estado canario independiente de España, al igual que los, por
aquellos momentos, emancipados de Cuba, Puerto Rico o Filipinas.
En
Cuba colabora con los “rebeldes” independentistas en la guerra contra el ejército
español de ocupación, y donde pronto será un "elemento peligroso",
para los servicios de información del ejército colonial. Acusado de
coparticipar en un atentado con explosivos en el edificio del Palacio del
Gobierno en La Habana, ha de salir de Cuba y regresar a Tenerife, su isla natal,
a principios de mayo de 1896.
Secundino
Delgado luchó toda su vida, a través de los ideales del progresismo y de la
independencia nacional que adquirió en Cuba, por su pueblo canario con el
objeto de que despertara de aquel largo letargo de injusticias que le obligaban
a emigrar o a malvivir en una sociedad injusta y clasista.
De su peregrinar por América,
el boletín anarquista Sol Negro, en 2006 nos ofrece unas interesantes
anotaciones las cuales reproducimos para una mayor inteligencia del lector:
“Este impenitente
lector de escritores anarquistas tendrá en El Esclavo la primera
publicación en la que participa, junto a emigrados cubanos, en Tampa (Florida,
USA) y cuyo contenido era netamente obrerista y anarquista, a decir de Federica
Montseny (Breve historia del Movimiento Anarquista en Estados Unidos de América
del Norte. Cultura Obrera, s.f.) y del historiador canario Manuel de Paz Sánchez
(Secundino Delgado y la emancipación cubana. El Pirácrata, 2001). El
Esclavo, ante el proceso por la independencia de Cuba, señaló claramente
cuál era su posición:
“Destruyamos,
pues, al tirano gobierno español, pero no pongamos otro en su lugar que nos va
suceder igual; tomemos
posesión de toda la riqueza y organicémonos bajo la base de la libertad y de
la igualdad y seremos relativamente felices, sin burgueses ni proletarios, sin
amos ni esclavos, pues todos seremos libres productores”.
Igual que hicieran
otros anarquistas, ya en el interior de Cuba —isla a la que Secundino había
emigrado siendo muy joven, huyendo de la miseria en la que el pueblo vivía en
Canarias tras finalizar el ciclo económico de la cochinilla y posiblemente
también para eludir el servicio militar— se implica en la lucha contra la
ocupación española de la isla caribeña, tras regresar de EE.UU. En 1896 fue
despedido de una empresa de guaguas, en la que trabajaba como herrero, al
descubrir que Secundino tenía un pujavante (una especie de espátula alargada y
plana para rebajar el casco de la caballería y poder asentar correctamente la
herradura) en el que tenía el lema “Mueran los burgueses, viva la anarquía”.
Tras una breve estancia en Canarias junto a su familia (se había casado en
Nueva York con una norteamericana, con quien tuvo dos hijos), se estableció
posteriormente en Venezuela, lugar en el que había ya una notable colonia de
emigrados canarios. Allí, junto a Brito Lorenzo y Guerra Zerpa, funda El
Guanche, primera publicación que defiende la independencia de Canarias de
España. A diferencia de El Esclavo, El Guanche apuesta por el
interclasismo, aunque Secundino Delgado sigue rezumando obrerismo libertario en
sus escritos. Así, en su segundo número, bajo el título de “El Ideal”,
entre otras cosas se expresa:
“Y tú, pueblo
trabajador, que, desde que naciste, gravaron los pícaros en tu frente tu deber,
habiéndose guardado en sus faldones el derecho que te corresponde, organízate,
forma círculos de artesanos, ponte en relación con los proletarios de todas
partes, instrúyete robando algunas horas al descanso y después que sepas cuál
es tu derecho y quién te lo robó, rebélate, que ese derecho te corresponde.
Tu emancipación
y el mejoramiento de tu Patria no lo esperes de esos sabios de librea que
asisten a las Cortes para hacer la venia al amo.
Es el mismo pueblo el
que debe moverse, protestar contra las exageradas contribuciones, los abusos del
caciquismo, las arbitrariedades de los exóticos gobernantes, etc.
Si las leyes de aquella
monarquía nos coaccionan, en Canarias, no debemos respetarlas, ya que
entorpecen el progreso y apagan la luz del pensamiento libre, no las respetemos
y, si es necesario, seamos hostiles”.
El Guanche
no tuvo excesiva trascendencia, dándosele más importancia en los tiempos
recientes que en el que fue editado. No obstante, a causa de su publicación,
Secundino Delgado sufrió prisión en Venezuela. Ante el peligro de la anexión
inglesa de Canarias, El Guanche decide cerrar su publicación. No es un
cambio de potencia dominadora lo que se quiere y, ante la coyuntura, prefiere
unas Canarias españolas.
Secundino se establece
durante 1900 en Canarias, junto a su mujer y sus hijos.
Profundizando en su
estrategia populista, tomando como trampolín la Asociación Obrera de Canarias,
decide formar un partido para presentarlo a las elecciones municipales. A decir
de Manuel Hernández (“Secundino Delgado. El padre del nacionalismo canario”
en La enciclopedia de canarios ilustres, CCCP, 2005), el Partido
Popular fue la concreción de las ideas que Secundino ya había expuesto en El
Guanche, con sus propuestas interclasistas, y por la influencia del
Congreso sindical venezolano de 1896. El PP sacó un concejal en Santa Cruz de
Tenerife, de cuyas actividades curiosamente nunca se ha hablado… Secundino,
poco después, funda el periódico ¡Vacagüaré…! desde el que
arropa la demanda de autonomía con la que se dirigía el PP, dejando de lado
los planteamientos independentistas, mientras continúa haciendo guiños al
obrerismo. Aunque se está haciendo esperar una edición facsímil de ¡Vacagüaré…!
podemos acceder la mayor parte de sus contenidos por el trabajo de Manuel
de Paz (“Nuevos documentos sobre Secundino Delgado”, Revista del Oeste de África,
nº 9).
La publicación de ¡Vacagüaré…!
se verá interrumpida por el encarcelamiento de Secundino, a causa de la
intervención del General Weyler, quién había sido Capitán General en La
Habana. Llevado a Madrid, compartirá celda de la Prisión Modelo con el
anarquista Pedro Vallina ―amigo del famoso libertario Fermín
Salvochea―, que lo recordará en sus memorias dedicándole varias páginas
(Memorias de un revolucionario, Solidaridad Obrera, París, 1958).
Salvochea se interesa también por Secundino, consiguiendo mejoras en su
presidio, llevándole comida y moviéndose para divulgar su situación, buscando
su excarcelación.
Se
llevaron a cabo gestiones para su liberación especialmente por el consulado de
los Estados Unidos, que representaba los intereses de Cuba en España dada su
nacionalidad cubana. No obstante fue internado en la Cárcel Modelo de la
capital de España, donde permaneció casi un año sin recibir el auto de
procesamiento, motivo de la detención, ni ser sometido a juicio.
Mientras está preso,
Secundino publica varios cuentos en La Revista Blanca, la publicación
anarquista que dirigían los padres de Federica Montseny y que, todavía en los
tiempos de la II República la misma cabecera los reeditaba. Fue Salvochea el
que avisa al canario Nicolás Estévanez, quién había sido capitán del ejército
español en Cuba y había renunciado a esta condición en 1871 por la represión
a los independentistas cubanos, y, posteriormente, Ministro de la Guerra durante
la breve I República Española. Estévanez, un radical republicano federal, se
había acercado al anarquismo, colaborando en algunas de sus propuestas, como la
de la Escuela Moderna de Ferrer, para la que escribió un libro (Resumen de
la Historia de España, Editorial Benchomo, 1999), y posteriormente se verá
involucrado en el atentado que Mateo Morral (bibliotecario de la Escuela Moderna
barcelonesa) realizó contra el rey Alfonso XIII en el día de su boda. El escándalo
que se monta en Madrid, cuando es conocida la prisión de Secundino, obliga a su
excarcelación. Será a los anarquistas de La Revista Blanca a los
primeros que visite tras su liberación y los que le den dinero para que se las
remedie.”
Estamos
pues ante la presencia de un insólito canario que jugándose su bienestar y
prosperidad, por sus ideales prefirió denunciar el mal que aquejaba a las islas
y a los isleños, muy a sabiendas de lo que estaba arriesgando en semejante
empresa.
Conociendo el peligro de un enfrentamiento a la dura administración
colonial española, repetía frecuentemente " Qué importan los
sacrificios si algún día llega a alumbrar nuestra Patria el Sol de la libertad".Aquel
grito que lanzaba Secundino era apremiante y necesario, y que podía haber
hallado eco en la década de los años 30, si otras circunstancias políticas
trasformadas en guerra civil de los españoles no hubieran truncando aquel buen
deseo ya suficientemente arraigado entre los canarios. Desde los inicios del
siglo XX, canarios residentes en América que captaban la opresión caciquil del
sistema social imperante en estas Islas, pensaban la viabilidad de un Estado
canario independiente de España, al igual que los, por aquellos momentos,
emancipados de Cuba, Puerto Rico o Filipinas.
Fue
el padre indiscutible del nacionalismo canario (como en Cuba fue apóstol de su
independencia otro canario: José Martí Pérez, el “hijo de la Isleña”).
Aquella frase que se le acuña, “...todo por y para la libertad de los pueblos
y de los hombres”, es de aplicación en las Canarias del siglo XIX y
principios del XX. Aquel grito que lanzaba Secundino era apremiante y necesario,
y que podía haber hallado eco en la década de los años 30, si otras
circunstancias políticas trasformadas como queda dicho en guerra civil de los
españoles no hubieran truncando aquel buen deseo ya suficientemente arraigado
entre los canarios.
El
periódico La Prensa de Tenerife,
publicó en su número de fecha 28 de junio de 1936, una magnífica de apología
de carácter editorialista sobre Secundino y su ideal para estas islas, cuyo artículo,
que aparece sin firma pero reflejando una justa semblanza de nuestro patricio,
dice: " Secundido Delgado representó en Tenerife, durante toda una época,
el patriotismo más fervoroso y exaltado. No había cuestión de interés para
el país que él no recogiera, entregándose de lleno a su defensa o repulsa según
la índole que presentaba, sin medir en la lucha la calidad e importancia del
enemigo, ni el alcance de las propias fuerzas. Todo por Canarias, todo por
Tenerife, pudo ser el lema de su blasón, de vivir las épocas heróicas de la
caballería. Pero vivió Delgado en otros tiempos mucho menos hidalgos, en los
que su esforzado temple, aún por los que más le admiraban y querían, se
tachaba de "quijotismo" y sufrió incomprensiones sin cuento y solo,
enteramento solo, hubo de soportar, al cao, las consecuencias de una ruda
persecución. Con su generoso afán con su soberbio fervor patriótico, llegó a
América, al expatriarse, Secundino Delgado, y luchó sin descanso hasta hasta
la muerte. Como su permanencia en Canarias, al llegar a Caracas, primer punto de
su residencia en tierras de América, participó en asambleas, mítines y
reuniones de la colonia isleña; preogonó el entusiasmo de sus ideales y fundó
como portavoz de sus empeños, una revista quincenal "El Guanche", en
colaboración con otro canario, José Guerra, desde la que dio el grito de
independencia que habría de ser cifra de los fervores y afanes de toda su vida.
Violentas, rudas, implacables, fueron sus campañas desde las columnas de
"El Guanche", logrando en poco tiempo formar una importante legión de
adeptos a su idea; pero, cediendo a presiones del Ministro de España en
Caracas, el presidente de Venezuela, general Crespo, hubo de decretar su expulsión
del teritorio y Delgado hubo de marchar a Curazao, donde prosiguió su cruzada
generosa, con el mismo entusiasmo y el mismo ciego afán. Más tarde hubo de
regresar a Tenerife, y ya aquí, en el rescoldo de la hoguera, se ocupó de
avivar llamas dormidas, publicando en unión de Cabrera Díaz, Tomás Morales y
Díaz Carballo, su famoso "¡Vacaguaré!". Grito de rebeldía y
liberación guanche, que hizo suyo, como lema del empeño formidable a que
dedicara todos los anhelos de su vida. No logró la libertad del terruño
adorado y, en cambio, perdió la suya. Por orden del general Weyler, a la sazón
ministro de la Guerra, Secundino Delgdo fue detenido y encerrado en la Cárcel
Modelo de Madrid. Poco después murió y lo curioso es que su nombre, casi
olvidado en Tenerife, al que todo lo sacrificó, incluso su vida generosa, se
recuerda con cariño y admiración en América, y de modo especial en Venezuela,
donde realizó su más intensa y vibrante campaña, y en Cuba, donde todavía
viven algunos colaboradores de su formidable pero incomprendido empeño." (Blog,
Nación Canaria)
Este
ilustre canario, amante de su matria como nadie, nacionalista de pro, tenía
claro que había que acabar de una vez con las rencillas y discordias que gentes
sin amor por Canarias fomentaban en las Islas para provecho de sus intereses
personales y de dominio. En este ideal nos dejó escrito: "...despreciad
con valor la prensa venal y asalariada que fomenta la discordia entre las
Islas, nuestra Patria, con el fin de dividir al pueblo para que el
lobo devore con paciencia y gusto su víctima...La emancipación y el
mejoramiento de esta Patria, no lo esperemos de esos sabios
de librea que asisten a las Cortes para hacer la venia al amor....¡¡ Ah
!!, el día que se nos caiga la venda, estas siete joyas volverán a ser como el
nombre que llevaban..."
(Eduardo
Pedro García Rodríguez, 2013)