PENDONES Y PENDEJOS
Eduardo
Pedro García Rodríguez
La
falacia histórica del supuesto pendón de la invasión y conquista de
La
primera noticia documentada que poseemos sobre un pendón en la isla Chinech
(Tenerife) corresponden a un acta del Cabildo colonial de fecha 10 de febrero de
1505 con motivo del fallecimiento de Isabel de Castilla (la católica) y la
proclamación de Juana de Castilla (Juan la loca) como reina de Castilla:
“En la villa de San Cristóbal ques en la isla de Tenerife en diez días
del mes de Febrero año del n. de N. S. Jesucristo de mil e quinientos e cinco años,
por mi Antón de Vallejo escrivano público
e del Cabildo de la dicha isla de Tenerife fue mostrada
y presentada, leída e notificada al muy honrado señor Jaime Joven, alcalde mayor
de la dicha isla de Tenerife, por el muy magnífico señor don Alonso Fernández
de Lugo, adelantado de las islas de Canaria, gobernador de las islas de Tenerife
e la Palma por el Rey e Reina NN. SS. y a Batista de Escaño, alguazil mayor por
el dicho señor Adelantado en la
dicha isla, y a Gerónimo de Valdés y a Lope Fernández e Matheo Viña e Guillen Castellano e Fernando de Troxillo e
Pero Mexía, regidores de la dicha isla de Tenerife, que fueron todos
juntos en cabildo, una carta del señor Rey
don Fernando escrita en papel y firmada de su nombre y de otros oficiales,
administrador e governador de los reinos de Castilla, de León e de Granada,
por la cual su Alteza les fazía saber el fallescimiento de la muy poderosa señora
reina doña Isabel N. S. de gloriosa memoria y de otras cosas que más
largamente se fazen mención en la
dicha carta que a mi el dicho escribano me fue dada como a escribano de Cabildo
de la dicha isla de Tenerife para mostrar e presentar al dicho señor
alcalde e ayuntamiento e al dicho señor adelantado cuando veniese de las otras
islas, que andaba al presente visitando, el thenor de todo lo qual es este que
se sigue:…”
…por la dicha su carta, e así fecho e cunplido todo lo susodicho, en
jueves veinte días del mes de febrero del dicho año,
que fue el día que se acabaron las dichas onras y obsequias,
el dicho señor adelantado mandó sacar e sacó de la iglesia de Santa Mana
de la Concebición, que es en dicha villa, un pendón con unas armas que tenían
castillos e leones e una granada. E allí
en faz del concejo, justicia e regimiento e otros
vecinos e moradores de la dicha isla el dicho señor adelantado don Alonso Fernandes
de Lugo tomó el pendón en las manos e puso a par de sí un rey de armas,
que avía nombre Juan d Armas, vestido todo de ropas de seda negra con un escudo
de armas con castillos e leones y una granada y el dicho señor adelantado mandó
que al dicho rey de armas yo el dicho escribano leyese el abto que de yuso se
hará mención y el dicho rey de armas dixese e así dijo en esta guisa: «Oid,
oid, oid, notorio es que la muy
poderosa reina doña Isabel N. S. que santa gloria aya es fallescida
de esta presente vida y por su herencia y suscesión es nuestra reina y señora
en los reinos de Castilla y de León y de Granada etc. doña Juana, archiduquesa
de Austria e duquesa de Borgoña,
princesa de Aragón, primogénita heredera del rey don Fernando e de la
dicha señora reina doña Isabel, de gloriosa memoria, y como por tal reina y señora an sido aleados pendones en los reinos de
Castilla y le a sido dado el señorío
y juredición y obidiencia e dominio.
Yo el Adelantado don Alonso Fernandes de Lugo, con el concejo, justicia
e regimiento e muchos de los vecinos e moradores
de la dicha isla de Tenerife que ende se
hallaron presentes diziendo que usando de la lealtad e obidiencia que deven y
son obligados a la dicha señora doña Juana como a su
reina e señora natural alçamos pendones por ella, por virtud de
lo que dicho es y por mandado del señor rey don Fernando,
administrador y governador de los dichos reinos de Castilla e de León e de
Granada etc.
Y así por alta boz dicho por el rey d'armas el dicho abto de suso
encorporado el dicho señor adelantado don Alonso Fernandes de Lugo, algo el pendón
en alto e dixo tres vezes, a altas voces en manera que lo oyeron todos
“Castilla, Castilla, por la reina doña
Juana N. S.” El rey d'armas, concejo, justicia e regimiento e muchos de los
vecinos e moradores que ende estavan a grandes bozes dezian e dixeron, “Castilla,
Castilla, Castilla, por la reina doña Juana, N. S.” (Acuerdos del Cabildo de
Tenerife, Vol.II, 1508-1513).
Uno
de los historiadores canarios mejor documentados don Leopoldo de
”Así
como el escudo de armas de Tenerife es suficientemente conocido, tanto porque se
conserva el documento real de concesión, que ha sido reiteradamente publicado,
como porque su memoria no se ha perdido y continuó y continúa siendo el del
Ayuntamiento de su antigua capital, San Cristóbal de La Laguna y no es asimismo
del Cabildo Insular de Tenerife, no ocurre así con otras insignias que se
usaron en el pasado , menos documentadas y muchas de las cuales dejaron de
usarse en algún momento, que no podemos precisar. Ello ocurre con las que en un
acta de 1561 denomina "bandera general desta isla", “estandarte
real” y “guión real”. El capitán Francisco de Varcárcel había obtenido
de la Corte el oficio de alférez mayor de Tenerife, a perpetuidad, en 7 de
septiembre de 1559. Tal cargo, además de otros privilegios, concedía a quien
fuese su titular el derecho de que “cada e quando que la dicha isla sirviese
con gente a cavallo e de a pie en cualquier manera e para cualquier efecto que
sea para nuestro servicio... saqueis y lleveis y alceis... el pendón de la
dicha isla al tiempo que se alzare por los Reyes que después de Nos sucedieren
y en los dichos días que se suelen y acostumbran usar y tengais e tengan en
vuestro poder e suio los atambores y banderas e pendones y otras insinias que se
suelen y acostumbran tener...”. Vencida la resistencia del Cabildo a tal
novedad, Valcárcel terminó por obtener la entrega de las insignias y demás
objetos hasta entonces en manos de la Justicia y Regimiento y el 17 de enero de
1561 el regidor Pedro de Vergara le hizo entrega de la “bandera general desta
isla”, que describe el acta que se levantó en estos términos: es de tafetán
blanco y azul y amarillo e con una cruz colorada.
Posiblemente
al quedar en manos de Francisco de Valcárcel y de sus herederos, hasta la
extinción de los cargos concejiles perpétuos en el siglo XIX, se fue perdiendo
hasta la memoria la existencia de dicha bandera, la que, por la descripción que
de la misma se hace, y que es la única que conocemos, ignoramos si las tres
bandas de la misma eran horizontales o verticales, ni donde estaba colocada y de
que clase era la “cruz colorada”, si bien cabe pensar que fuera de la
llamada de San Andrés o de Borgoña, enseña de la Casa de Austria, bajo la que
seguramente comenzó a usarse, posiblemente sin autorización real, ni acuerdo
del Cabildo, al menos que conste en sus actas. El 25 del mismo mes de enero de
1561, el mayordomo del concejo, Juan Sánchez de Zambrana, entregó a Valcárcel
el “estandarte real”, que dice el acta “tiene de un cabo la imagen de la
Virgen Nuestra Señora de Candelaria y de otra parte las armas reales y la punta
larga, de tafetán colorado” y el “guión real”, con “las armas reales
de Castilla, bordado de oro e seda e plata y guarnición amarilla”. En opinión
del Dr. Serra Rafols pudiera ser venerable resto procedente del “estandarte
real” o del “guión real” el escudo que aún figura en el ángulo superior
de la enseña que con tan honroso celo custodia el Ayuntamiento de San Cristóbal
de La Laguna y que se le conoce con el nombre de "pendón de la
conquista". Las armas representadas corresponden a las de los Reyes Católicos.
El 31 del citado enero de 1561, el nuevo alférez mayor recibió, también de
Zambrana, diversas banderas y escudos, que no describe el acta, y “dos cotas
de terciopelo negro, con las armas reales bordadas en oro e plata e seda e dos
mazas de palo doradas”, que usaban en los actos solemnes los llamados “reyes
de armas”.
Conocemos
algunos antecedentes de los primeros reyes de armas de Tenerife, descendientes
de aquel Juan Negrín, que lo había sido en tiempo de Diego de Herrera y doña
Inés Peraza, los que terminaron por apellidarse “de Armas”, por el oficio
que hereditariamente ejercieron. Juan de Armas, nieto de Juan Negrín, hizo la
proclamación en La Laguna de doña Juana la Loca y dice “me dieron los
pendones por la reina doña Juana e me compusieron como rey, vestido con ropas
de seda negra y escudo de armas reales de la dicha reina doña Juana e me
mandaron que alzase pendones...”. Uno de sus hijos, Luís de Armas, “sacaba
el pendón en la fiesta de San Cristóbal” y otro, Melchor de Armas, “sacaba
el estandarte de caballería” y pretendió que el Cabildo de la isla le
entregase la bandera real y el pendón para hacer la proclamación de Felipe II,
pero no lo consiguió. El acto de la proclamación de este monarca en La Laguna
tuvo lugar el 7 de junio de 1556 y del mismo se conserva un testimonio en el
archivo municipal. El pendón lo sacó en tal día a la plaza del Adelantado el
regidor más antiguo, Pedro de Ponte, “para ser colocado en un cadahalso que
hecho estaba en dicha plaza, en un mástil... junto a la bandera general de la
isla”. Hoy se usa como bandera de la isla de Tenerife la que por real Orden de
30 de julio de 1845 fue fijada como distintivo de la matrícula marítima del
puerto de su capital: "azul con aspas blancas, que tendrán de ancho una
quinta parte del de la bandera. (Leopoldo de la Rosa Olivera. Artículo escrito
en 1967).
Por
su parte el investigador don Juan Melian en un artículo relacionado con la polémica
sucintada en la sociedad canaria relacionada con el supuesto pendón de la
conquista expone:
[…]
Pero si en el siglo XVI no hay ningún Pendón de
Las
referencias sobre el tema que he encontrado en los cronistas de los siglos XVI y
XVII hablan repetidamente de la existencia de dos emblemas principales en las
casas del Cabildo; el “pendón real” (o “estandarte real”), que es el
que lleva los símbolos de la Corona -de damasco carmesí y en él esculpidas
las armas reales”-, y la “bandera de la ciudad”, que ha de ser la tricolor
antes indicada. Estas son las enseñas que desfilan o “se alzan” en los
actos oficiales solemnes (día de San Cristóbal, proclamaciones y otras
festividades reales, etcétera) que se celebran en la plaza de San Miguel,
conocida en la actualidad como del Adelantado o plaza de abajo. Para que se
empiece a hablar de un supuesto Pendón de la Conquista hay que esperar a Viera
y Clavijo, ya a fines del siglo XVIII, cuando en su novelada descripción del
episodio de la ocupación de la isla -y, en consecuencia, con muy escasa
veracidad histórica-, hace que, tomando Alonso de Lugo el “real estandarte de
la conquista, lo tremoló, diciendo por tres veces en voz alta: Tenerife por los
Catolicos Reyes de Castilla y de León”. Aparte de la confusión de León por
Aragón, no deja de ser un pasaje atractivo para el inicio de un cuento infantil
sobre los orígenes, pero totalmente inútil para la rigurosidad histórica en
la que tenemos que empezar a desenvolvernos en estos tiempos. A partir de las
cuatro únicas referencias de pasada que hace Viera y Clavijo del Pendón de la
Conquista de Tenerife en su voluminosa Noticias de la Historia General de las
Islas de Canaria, la leyenda, cual bola de nieve, fue con el tiempo
incrementando los prodigios atribuidos al supuesto estandarte conquistador. Uno
de los más conocidos es el creado para magnificar los orígenes del lienzo,
para lo que se invoca la actuación de las mismísimas manos de Isabel la Católica,
quien se habría encargado de su confección y bordado, cual preclara e insigne
precursora de los conocidos cursos de la Sección Femenina franquista. Otro
suceso inventado alrededor del inventado pendón, fueron las peripecias
sufridas a lo largo de la Conquista, ya que pretendidamente fue perdido -o
arrebatado, según el color del cuentacuentos de turno- en la batalla de
Acentejo y luego recuperado brillantemente, como no podía ser de otra manera,
en las laderas de la lagunera montaña de San Roque en otra de las trifulcas de
la época. En suma, que mucha gente ha vivido, durante varias generaciones,
dando por descontado la veracidad de todas estas supuestas batallitas alrededor
de esta enseña. Volvamos, pues, a la pregunta inicial, si el Pendón de La
Laguna no es un pendón de conquista, ¿qué es? … Empecemos, pues, a llamar a
las cosas por su nombre, lo que nos permitiría superar inútiles polémicas sin
fundamento. La Laguna conserva la más antigua y valiosa enseña colonial de la
isla: un estandarte del siglo XVIII con un elemento adherido del XVI.
Enseña,
por consiguiente, que no participó, ni de lejos, en las correrías del de Lugo
por la isla a finales del siglo XV. Por tanto, es de esperar que de una vez por
todas, Ayuntamiento, medios de comunicación y ciudadano en general no sigan
enmascarando a uno de los símbolos históricos de la ciudad de La Laguna y de
Tenerife con el falso y majadero título de Pendón de la Conquista.” (Juan
Melian, 2004)
Pero
este “pendón de la conquista”, tan traído y llevado, en realidad no ha
existido nunca. Esa frase es, sencillamente, un tópico, uno de tantos errores
consagrados como circulan en el marco de la confusión desnaturalizadora del
colonialismo.
Confusión
-ésta es la palabra- que ha falseado tantos elementos de la realidad histórica
colonial y popular, de la cultura y de la tradición genuina del pueblo canario.
Antecedentes.-
Los pendones de la banda usados en Castilla
por Enrique IV, los Reyes Católicos y Carlos V eran rojos con la banda y
los dragantes dorados, pero en un principio también los hubo blancos con la
banda negra, como podemos ver en los escudos, colocados por Pedro I en 1367, que
decoran los Reales Alcázares de Sevilla o el que decora la bóveda del Alcázar
de Carmona, también de la misma época. También muestran esta combinación las
armas de algunos linajes de la nobleza castellana de aquel tiempo como las muy
conocidas de los Zúñiga, las de los Carvajal o las de los Sandoval.
Existe
un desconocimiento general sobre los orígenes de esta bandera. La Cruz de Borgoña
es una evolución de la Cruz de San Andrés.
San
Andrés es el patrón de Borgoña y fue utilizada por la facción borgoñona en
la guerra de los cien años, desde el mandato del Duque Juan “sin
miedo” (1404-1419). Por lo que tras la boda de Doña Juana “la
loca” hija de los Reyes Católicos con Don Felipe “el
Hermoso” en 1506 quien tomó como símbolo
El
sequito del archiduque traía bordada la cruz en sus banderas para el encuentro
con Fernando de Aragón en el Remesal, Burgos. La cruz de San Andrés se cosió
o pintó en la ropa de los arqueros de Borgoña y posteriormente en el resto del
ejército real de mercenarios para diferenciar las tropas castellanas
-aragonesas en combate, estas vestían ropas civiles con petos protectores ya
que en esa época no existían uniformes militares.
Desde entonces, la cruz de Borgoña ha sido la bandera más utilizada
como distintivo español, empezando su utilización en el ejército de aquel país.
Aunque la más conocida y utilizada es la cruz roja sobre fondo blanco,
existieron gran cantidad de modelos y colores. Se estima que la primera vez que
En
el reinado de Carlos I (1518-1556), las compañías
tenían una bandera con las armas de su capitán sobre la cruz de Borgoña. Al
acceder al trono su hijo Felipe II (1556-1598)
impuso que además de las banderas de compañía de distintos fondos, cada Tercio
tuviese una amarilla con el aspa en rojo. Felipe IV (1621-1665) trato de
homogenizar las diversas enseñas estableciendo como obligatoria para los
tercios y compañías una roja con
En
1475, Isabel de Castilla y Fernando II de Aragón reunieron las armas de las
Coronas de Castilla y de Aragón en un escudo cuartelado, siguiendo la fórmula
iniciada por Fernando III. De nuevo se otorgó a las armas castellanas el lugar
preferente.
Tal
como ocurre con las enseñas y estandartes de otros reinos medievales, nunca
hubo un “pendón de Castilla” ni una “bandera de Castilla” con un diseño
único. Existieron diversos pendones y banderas, cuyas variantes estriban en el
diseño del castillo, a gusto del artesano o según la moda imperante, y en el
color del paño. Tienen su origen en la representación de las armas del monarca
castellano sobre tejido para ser empleadas como enseña, y por extensión fueron
símbolo del Reino de Castilla y posteriormente de la Castilla histórica. La
traslación del gules heráldico en tejido solía representarse en tonos rojizos
más o menos oscuros, aunque en Castilla se empleó a menudo un color más específico,
el carmesí.
Posteriores confusiones llevaron a aplicar el color morado a un
legendario “pendón castellano” (que ni se conserva ni ha sido nunca
documentado), haciendo que el color morado se identificara como el color de
Castilla.
En el reinado de Carlos I (1518-1556), las compañías tenían una bandera con las armas de su capitán sobre la cruz de Borgoña. Al acceder al trono su hijo Felipe II (1556-1598) impuso que además de las banderas de compañía de distintos fondos, cada Tercio tuviese una amarilla con el aspa en rojo.
Felipe IV (1621-1665) trato de
homogenizar las diversas enseñas estableciendo como obligatoria para los
tercios y compañías una roja con
Bandera
Real de España, reinado de Felipe II (1556-1598), quien
dispuso que el paño blanco donde se situaba
Con
el advenimiento de la Casa de Borbón con Felipe V, se sustituyó el anterior
diseño por otro: las armas reales sobre paño blanco. El blanco (propio de
Es
así como el actual diseño de bandera nacional española surgió con el Real
Decreto de 28 de mayo de 1785, por el que Carlos III resuelve la realización de
un concurso convocado para adoptar un nuevo pabellón de
A
fin de dar a conocer la nueva enseña, se promulgó una Ordenanza General, que
en el tratado IV, título I, disponía:
Para
evitar los inconvenientes y perjuicios que ha hecho ver la experiencia puede
ocasionar la Bandera Nacional de que usa Mi Armada Naval y demás Embarcaciones
Españolas, equivocándose a largas distancias ó con vientos calmosos con la de
otras Naciones, he resuelto que en adelante usen mis Buques de guerra de Bandera
dividida a lo largo en tres listas, de las cuales la alta y la baja sean
encarnadas y del ancho cada una de la cuarta parte del total, y la de enmedio,
amarilla, colocándose en ésta el Escudo de mis Reales Armas, reducido a los
dos quarteles de Castilla y León, con la Corona Real encima; y el Gallardete en
las mismas tres listas y el Escudo a lo largo, sobre Quadrado amarillo en la
parte superior. Y que las demás Embarcaciones usen, sin Escudo, los mismo
colores, debiendo ser la lista de enmedio amarilla y del ancho de la tercera
parte de la bandera, y cada una de las partes dividida en dos partes iguales
encarnada y amarilla alternativamente, todo con arreglo al adjunto diseño. No
podrá usarse de otros Pavellones en los Mares del Norte por lo respectivo a
Europa hasta el paralelo de Tenerife en el Océano, y en el Mediterráneo desde
el primero de año de mil setecientos ochenta y seis; en la América
Septentrional desde principio de julio siguiente; y en los demás Mares desde
primero del año mil setecientos ochenta y siete. Tendréislo entendido para su
cumplimiento.
Señalado
de mano de S.M. En Aranjuez, a veinte y ocho de mayo de mil setecientos ochenta
y cinco.
En 1793 se ordenó que este pabellón, utilizado hasta entonces sólo en
los buques de guerra, ondeara también en los puertos y fuertes de la Marina.
El
estandarte real usado durante la coronación de Isabel
II tuvo fondo morado, color erróneamente atribuido al Pendón
de Castilla, que fue carmesí, y de esta forma se conservó para sus dos
siguientes sucesiones.
“La
reina tuvo en cuenta que el pabellón nacional español
había de ser el verdadero símbolo de la España surgida después de
1812 y deseando uniformar la variedad de colores existentes en las banderas de
los cuerpos del Ejército, promulgó el Real
Decreto del Gobierno Provisional, de 13 de octubre de 1843, por el que
todos los cuerpos del Ejército, así como los de la Milicia nacional.
Real
Decreto de 13 de octubre de 1843.
"Siendo
la bandera nacional el verdadero símbolo de la monarquía española, ha llamado
la atención al Gobierno la diferencia que existe entre aquélla y las
particulares de los Cuerpos del Ejército: tan notable diferencia trae su origen
del que tuvo cada uno de sus mismos Cuerpos, porque formados bajo la dominación
e influjo de los diversos reinos, provincias ó pueblos en que estaba
antiguamente dividida la España, cada cual adoptó los colores o blasones de
aquel que le daba nombre. La unidad de la monarquía española y la organización
del Ejército y demás dependencias del Estado exigen imperiosamente que
desaparezcan todas las diferencias hasta ahora han subsistido sin otro
fundamento que el recuerdo de su división local, perdido desde bien lejanos
tiempos.
Por
tanto el Gobierno provisional, en nombre de S.M. la Reina Doña Isabel II, ha
venido en decretar la siguiente:
Art.
1º Las banderas y estandartes de
todos los cuerpos e institutos que componen el Ejército, la Armada y la Milicia
Nacional serán iguales en colores a la bandera de guerra española y colocados
por el mismo orden que lo están en ella.
Art.
2º Los cuerpos que por privilegio u
otra circunstancia llevan hoy el pendón morado de Castilla usarán en las
nuevas banderas unas corbatas del mismo color morado y del ancho de las de San
Fernando, única diferencia que habrá entre todas las banderas del ejército, a
excepción de las condecoraciones militares que hayan ganado o en lo sucesivo
ganaren.
Art.
3º Alrededor del escudo de armas
Reales, que estará colocado en el centro de dichas banderas y estandartes, habrá
una leyenda que expresará el arma, número y batallón del regimiento.
Art.
4º Las escarapelas que en lo sucesivo
usen los que por su categoría o empleo deben llevarlas, cualquiera que sea la
clase a que pertenezcan, serán de los mismos colores que las expresadas
banderas.
Art.
5º Los adjuntos modelos se circularán
por todos los ministerios a sus respectivas dependencias, para que por todos los
individuos del Estado sean conocidas y observadas las disposiciones contenidas
en este decreto.
Dado
en Madrid, a 13 de Octubre de 1843. = Joaquín María López. Presidente. = El
Ministro de la Guerra. Francisco Serrano.“
Mayo
de 2013.
Otros
artículos de Eduardo P. García Rodríguez
Fuentes
utilizadas:
Leopoldo
de la Rosa Olivera. Artículo escrito en 1967
La “bandera general de la isla, el “estandarte y
el guión real”
www.mgar.net/docs/bandera.htm
Isabel
II (1833-1868) Casa de Borbón (II) Historia de
www.armada.mde.es/ArmadaPortal/.../ArmadaEspannola/...historia/.../03...
Juan Melián
La polémica del Pendón de
www.mgar.net/docs/bandera.htm
Elías
Serra Rafols y Leopoldo de La Rosa Olivera
Acuerdos
del Cabildo de Tenerife, Vol.II, 1508-1513
Fontes
Rerum Canariarum
Instituto
de Estudios Canarios, 1996.