Eduardo
Pedro García Rodríguez
[Desgraciadamente, éste mar no es nuestro, quizás ello motiva
nuestra secular indiferencia hacía el . Indiferencia que sólo es equiparable a
la que puede sentir un propietario
de un bien que le tienen embargado, y del cual es un simple depositario, estándole
vedado el usufructo del mismo.]
Nuestras
islas Canarias siempre han recibido del mar lo bueno y lo malo, casi siempre más
de lo segundo, quizás por ello, nosotros que dependemos de él, hemos vivido
-vivimos- de espaldas al mar.
Lo
dicho viene a cuento entre otras cuestiones, porque siendo las nuestras unas
islas donde han tenido lugar extraordinarios eventos históricos protagonizados
desde o hacía el mar, que han dado excelentes marinos y no menos destacados
corsarios y piratas, es quizás el único país marítimo que no cuenta con un
museo específicamente dedicado a temas marítimos, y en cambio existen -por
ejemplo- grandes monumentos en forma de faraónicos coliseums dedicados a la música
clásica para uso y disfrute de un reducidísimo sector de la sociedad, y en los
que se han invertido ingentes
cantidades de recursos económicos que rayan
en lo mítico, mientras proliferan las situaciones de injusticias sociales. Esta
situación me hace pensar que a un
sector importante de dirigentes de nuestra sociedad actual, no le mueve ningún
interés en rescatar o mostrar sus raíces, y mucho menos enmendar situaciones
de anacronismo social heredadas y sostenidas, por quienes afirman luchar por los
intereses del pueblo.
Quizás
esta paradoja se deba a que, a pesar de estar rodeados por este mar que nos
aprisiona, al tiempo es nuestra vía para la esperanza. Desgraciadamente, éste
mar no es nuestro, quizás ello motiva nuestra secular indiferencia hacía el
mismo. Indiferencia que sólo es equiparable a la que puede sentir un
propietario de un bien que le tienen embargado, y del cual es un simple
depositario, estándole vedado el usufructo del mismo.
Por
este mismo mar, nuestros antepasados han tenido que buscar una vía de escape a
la endémica pobreza que siempre ha imperado en nuestro pueblo; por ello,
queremos rendir un modesto homenaje a quienes arriesgaron su vida cruzando el
inmenso Océano tras la quimera de un bienestar para sí y para los suyos que
su patria le negaba. A ellos, a los emigrantes ilegales y a los legales,
queremos dedicar estas modestas páginas. Al mismo tiempo, queremos hacer un
recordatorio de los hombres y barcos que, por una causa u otra han finalizado
sus días y sus vidas marineras en nuestras costas o en “nuestras” aguas…
1660
Febrero 10.
Los
naufragios forman parte de la historia marinera de La Palma desde tiempos
inmemoriales, como sucede en cualquier otra tierra vinculada con la mar. Los
cronistas de los siglos XVII y XVIII dejaron escritos los relatos de una serie
de sucesos que han llegado hasta nuestros días gracias a la compilación del célebre
cronista palmero Juan B. Lorenzo, autor de “Noticias generales para la
Historia de La Palma“.
En
lo que se refiere al siglo XVII, se cita que el 10 de febrero del año 1660 se
encontraba en el puerto de Santa Cruz de La Palma, cargando pipas de vino, un
buque inglés llamado Ángel de Londres, al mando del capitán Jarvis
Michel. El barco era propiedad de Michael Spicer y Robert Swecetinge, dos
mercaderes ingleses residentes en la Isla.
A
tenor de la descripción, parece claro que se levantó un tiempo “caldereto”
“tan poco frecuente en esta rada”, que hizo que éste y otros buques que
estaban fondeados fueran a estrellarse contra las piedras. Sus dueños, que no
pudieron encontrar aquí barco alguno “que se le fletase, ni vendiese” para
realizar el viaje con el citado cargamento, se desplazaron a Tenerife y allí
compraron otro buque de su misma bandera y 200 toneladas de porte, en el precio
de 5.200 pesos “y con más de 100 pesos de regalo al capitán para que
comprase una capa”. (Juan Carlos Díaz Lorenzo, 2010)
1649
enero 2.
En
la madrugada del 2 de enero de 1649 se levantó un viento solano acompañado de
mar gruesa, de tal manera, que hizo encallar en la playa de Bajamar, a cinco
barcos grandes, cinco barcas de pesca y una urca holandesa que estaba cargada de
cajas de azúcar, cueros, palo campeche y otras mercaderías, todo por cuenta
del capitán Luis de Tucar, aunque parte del cargamento se pudo recuperar. (Juan
Carlos Díaz Lorenzo, 2010)
1649
diciembre 24.
El
24 de diciembre del citado año encalló en la desembocadura del barranco de
Santa Catalina, un navío perteneciente al maestre de campo Juan de Sotomayor,
cargado de vino y otras mercancías preparado para hacer viaje a las Indias. Sólo
se recuperaron unos fardos de ropa que llevaba. (Juan
Carlos Díaz Lorenzo, 2010)
1714
agosto 24.
Del
siglo XVIII queda constancia de cuatro siniestros. El 24 de agosto de 1714 salió
de La Habana despachado para Santa Cruz de La Palma el velero de esta matrícula
llamado Ratonero, al mando del capitán Salvador Ferrera y del que nunca
más se supo. (Juan Carlos Díaz
Lorenzo, 2010)
1726.
En
el año de gracia de 1726 zarpó de La Palma para Cuba un buque, cuyo nombre se
ignora, al mando del capitán Romero y con tres tripulantes de esta ciudad, del
que tampoco se conoció su final. (Juan
Carlos Díaz Lorenzo, 2010)
1729.
En
1729, cuando emprendía viaje a La Habana el buque Pintado, perteneciente
a la matrícula naval de Santa Cruz de La Palma, naufragó en la costa de la
isla, suceso en el que perdieron la vida casi todos sus tripulantes. (Juan
Carlos Díaz Lorenzo, 2010)
1733.
Zarpó
de esta isla (La Palma) para Campeche un buque de la matrícula palmera al mando
del capitán Pedro Toledo. Después de dos años sin noticias de su arribo a
puerto alguno, se le consideró desaparecido. (Juan
Carlos Díaz Lorenzo, 2010)
1832
enero 31.
En
el siglo XIX figura la relación de cinco naufragios. En la noche del 31 de
enero de 1832, la fragata inglesa Eclipse, al mando del capitán Davis,
en viaje de Londres al Cabo de Buena Esperanza con un cargamento de objetos y
efectos de valor, encalló en la costa de Garafía, en el lugar conocido como
Fajana Grande, a causa de la espesa niebla que le impidió ver tierra. A pesar
de los arrecifes y escarpes que existen en aquella costa, sólo pereció una
persona, por haberse arrojado al agua precipitadamente. (Juan
Carlos Díaz Lorenzo, 2010).
1863
noviembre 11.
El
vapor "General Álava", incendiado en Santa Cruz de La Palma
El
11 de noviembre de 1863 arribó al puerto palmero el transporte de guerra español
General Álava, con fuego en una de las carboneras. Como el incendio no
remitía, el comandante Pita da Veiga, después de escuchar a la junta de
oficiales y maquinistas, en la madrugada del día siguiente decidió el
desembarco de las tropas que iban a bordo y la varada del buque en la playa de
Bajamar, para intentar su rescate. Pero se levantó mal tiempo y la popa quedó
anegada por el agua. El día 13, el aspecto que ofrecía el barco era desolador:
la fuerza de la marejada había partido el buque en dos y su aparejo, velamen y
chimenea, eran un amasijo de hierros, cabos y palos. (Juan
Carlos Díaz Lorenzo, 2010)
1895
marzo 8.
El
8 de marzo de 1895, la balandra María Luisa, al mando del capitán
Luciano Rodríguez Silva, vecino de la capital palmera, y con un cargamento de
sal, salió de Cádiz en dirección a Santa Cruz de La Palma. A los pocos días
de viaje se vieron sorprendidos por un fuerte temporal, viéndose obligados a
abandonar el barco y desembarcaron en las costas de Larache, sin que se
lamentara pérdida de vida alguna. (Juan
Carlos Díaz Lorenzo, 2010)
1898
noviembre.
La
goleta inglesa de tres palos Barbadian naufragó en las proximidades de
la playa de Los Lázaros, en la costa de Fuencaliente, en noviembre de
1898
noviembre 29.
El
29 de noviembre de 1898, el histórico velero La Verdad, cargado de cajas
y garrafones de aguardiente y bajo el mando del capitán Miguel Sosvilla, zarpó
de La Habana con destino a Santa Cruz de La Palma. El día 12 de enero
siguiente, a plena luz del día y cuando navegaba en la derrota de las Bermudas,
el buque tocó fondo y quedó varado sobre un bajo. La tripulación pudo
alcanzar tierra sin novedad, pero el barco se perdió por completo. (Juan
Carlos Díaz Lorenzo, 2010)
1932
enero 27.
Al
atardecer del 27 de enero de 1932 se produjo el incendio y posterior naufragio,
envuelto en llamas, en aguas de Tazacorte, del vapor Santa Úrsula,
propiedad de la Compañía Marítima Canaria, vinculada al naviero tinerfeño Álvaro
Rodríguez López. El buque había cargado 1.800 huacales de plátanos y 60
sacos de almendras y se dirigía a Santa Cruz de Tenerife, para realizar el
trasbordo.
Poco
después de la maniobra de salida, la tripulación se percató de que salía
humo por el ventilador de la bodega de proa y arrojaron al agua unos 300
huacales para intentar abrir la tapa de la escotilla, pero resultó imposible
ante la virulencia del incendio.
El
patrón del Santa Úrsula, Faustino Díaz, ordenó el abandono del buque
por temor a una explosión y arriaron el bote salvavidas. Poco después apareció
en el escenario de los hechos el vapor Colón, cuya tripulación intentó
darle un remolque, pero tampoco fue posible y al final fueron recogidos por éste
y desembarcados en Santa Cruz de La Palma, donde se dio cuenta del incidente a
la Ayudantía Militar de Marina. Al día siguiente se trasladó a Tazacorte el
ayudante, señor Garrote, con el personal a sus órdenes para emitir el informe
correspondiente. El buque estaba asegurado, pero no así la carga que
transportaba. (Juan Carlos Díaz
Lorenzo, 2010)
1951
febrero 6.
En
la noche del 6 de febrero de 1951, el motovelero Maruja, propiedad del
armador saucero Manuel Rodríguez Conde, navegaba de El Hierro a Las Palmas con
un cargamento de leña para los servicios de Intendencia del Ejército. La
tripulación detectó una vía de agua y en el intento por salvarlo, trató de
vararlo en la playa de Las Galletas, con tal mala suerte que tocó en una baja y
dañó el pantoque. Allí mismo se desguazó, unos meses después.
Este
motovelero, de construcción francesa, había sido un vivero dedicado a la pesca
de la langosta en la vecina costa africana. Era de doble casco y durante la
etapa en que fue propiedad de Rodríguez Conde, realizó numerosos viajes con
carbón, leña, trigo y maíz. También hizo de aljibe, llevando agua en tanques
cerrados a la costa de La Güera.
Sebastián
Medina, uno de sus tripulantes, relató a este cronista que en los años
inmediatos a la Segunda Guerra Mundial, la escasez de combustible obligaba a
realizar los viajes a vela y en uno de ellos, entre Santa Cruz de La Palma y
Arrecife de Lanzarote, con carga de carbón, tardó 14 días, cuando las
provisiones que habían embarcado sólo eran para tres. Ya los daban por
perdidos, cuando la Maruja apareció finalmente en su destino. (Juan
Carlos Díaz Lorenzo, 2010)
1953
enero 14.
La
balandra Breñusca, propiedad del armador palmero Armando Yanes Carrillo,
naufragó en las proximidades de la costa de Las Galletas, en el Sur de
Tenerife, el 14 de enero de 1953. El suceso, en adversas condiciones meteorológicas,
se produjo de madrugada y en el mismo perdieron la vida seis hombres: Manuel
Febles Arteaga, Cándido Delgado Oramas, Fernando Arteaga Reyes, Manuel Febles,
Tomás Febles Arteaga y José Simancas Chinea. Tres de ellos intentaron ganar a
nado la playa de El Banco, siendo su presencia fue advertida por un vecino de la
costa, Francisco González Hernández, que se lanzó al agua para auxiliarles
pero una ola gigantesca se lo impidió, desapareciendo los demás en pocos
minutos y siendo arrojado éste a la playa. (Juan
Carlos Díaz Lorenzo, 2010)
1955
agosto 20.
El
motovelero Guadarrama atendía un servicio regular entre Canarias, la
vecina costa del Sahara y la Península Ibérica. También hizo algunos viajes
al Peñón de Gibraltar y a los puertos del Norte de África. El 20 de agosto de
1955 la prensa local informó de la pérdida del buque, propiedad del armador
palmero Filiberto Lorenzo de Honor y varios socios más.
El
propio Filiberto viajaba a bordo del Guadarrama en el que sería su último
viaje. “A los tres días de viaje desde Las Palmas, rumbo a Tánger -relató a
este cronista-, el patrón llamó a mi camarote, a las siete de la mañana, para
decirme que el barco tenía una vía de agua y que las bombas de achique no
daban avío. Dos horas más tarde se ordenó el abandono y arriamos un bote, al
que pasó toda la tripulación. No tuvimos tiempo de coger víveres y el patrón
me decía que no nos pusiéramos nerviosos, que avistaríamos tierra, bien fuera
en la costa de África o en Canarias”.
Los
tripulantes del Guadarrama estuvieron cinco días sin probar bocado ni
beber agua y finalmente pudieron alcanzar Playa Blanca, en Lanzarote. El patrón,
Esteban Medina Jiménez, dijo que él sabía que allí había una venta y a
pesar de que eran las cuatro de la mañana, llamaron a la puerta. Una mujer les
abrió y cuando éstos contaron su odisea, la señora no les dio crédito pues
pensaba que estaban todos muertos.
El
dueño de la tienda, pese a los intentos de los náufragos de que esa misma
noche les llevara a Arrecife, no atendió sus peticiones y al día siguiente
subieron a un camión “mixto” y después de numerosas paradas, llegaron a
mediodía a la capital lanzaroteña y pusieron el hecho en conocimiento del
ayudante de Marina. (Juan Carlos Díaz Lorenzo, 2010)
1963
enero.
En
enero de
1964
septiembre 14.
En
la madrugada del 14 de septiembre de 1964 se hundió frente a Punta Ganado, en
Breña Baja, el motopesquero Virgen de Aránzazu. Una vía de agua, pese
a los intentos de la tripulación, motivó el naufragio de esta embarcación,
valorada en dos millones de pesetas. La tripulación no sufrió daño y su
arrendatario, entonces, era Sebastián Díaz Martín. (Juan
Carlos Díaz Lorenzo, 2010).
1969
mayo 6.
En
la madrugada del 6 de mayo de 1969 se produjo la pérdida del pequeño carguero
de cabotaje Airoso, propiedad del armador palmero Filiberto Lorenzo de
Honor, que se hundió a unas
Puestas
en contacto las costeras de Las Palmas y Tenerife, lanzaron las llamadas de
socorro a los buques que más cerca estuvieran del lugar citado por el Airoso.
Decía el patrón del barco siniestrado que preparaba el bote salvavidas cuando
estimaba encontrarse a unas quince millas del litoral de Fuerteventura.
El
capitán de la motonave Ciudad de Huesca contestó a las llamadas de las
costeras y dijo que se dirigía al encuentro del Airoso, esperando llegar
a su posición en seis horas.
Al
amanecer del día seis, el trasatlántico británico Chusan y el carguero
español Sierra Lucena también captaron la llamada y comunicaron que
acudían en socorro del Airoso.
A
las ocho de la mañana, un avión de reconocimiento de la Base Aérea de Gando
partió hacia la zona del siniestro. Una hora después, el patrón del
motovelero Diana, de la flota del armador lanzaroteño Antonio Armas
Curbelo, informó de que el Airoso se había hundido en el estrecho de La
Bocaina, que separa las islas de Lanzarote y Fuerteventura y que sus siete
tripulantes se dirigían a Puerto del Rosario después de haber sido recogidos
por una lancha rápida que salió desde El Cotillo. (Juan
Carlos Díaz Lorenzo, 2010)
1973
septiembre 27.
En
la madrugada del 27 de septiembre de 1973, el carguero Condesito,
propiedad de Filiberto Lorenzo de Honor, embarrancó entre el faro de Punta
Rasca y Los Cristianos, en el Sur de Tenerife. El buque iba cargado de cemento y
quedó materialmente empotrado en las rocas. La bodega se rasgó y el cemento
formó un colosal bloque que motivó el abandono del buque, siendo allí mismo
desguazado. (Juan Carlos Díaz Lorenzo, 2010)
1975
abril 8.
El
grave accidente de otro de los barcos de Filiberto Lorenzo de Honor, armador
palmero, llamado Astilleros Gondán II, marcó el final de su actividad
naviera. El 8 de abril de 1975 se hundió cuando navegaba de Arrecife de
Lanzarote a Puerto del Rosario, en las proximidades de la Isla de Lobos, en
medio de un fuerte temporal, siniestro en el que perecieron nueve de sus 12
tripulantes. (Juan Carlos Díaz Lorenzo,
2010).
Fotografías:
Archivo de Juan Carlos Díaz Lorenzo.
Fuentes
consultadas:
Juan
Carlos Díaz Lorenzo,
http://delamarylosbarcos.wordpress.com/
Eduardo
P. García Rodríguez
Veleros
en Canarias: Naufragios y Hundimientos
Edic.
Idea.Edic. Aguere. 2012.
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