NADA NUEVO BAJO
Chaurero n Eguerew
“No
me creen más problemas; de las colonias me importa la tierra, no los
hombres.” (Primo de Rivera, general español)
El
sábado 13 de enero he tenido la oportunidad de leer en el periódico digital El
Canario[1],
en la sección Opinión[2]
un interesante artículo titulado “Los meados del planeta” firmado por Don
Rubéns Ascanio Gómez. El autor nos expone, y con sobrada razón, su asombro e
indignación ante la visión de un video que nos muestra a unos soldados del
imperio Yankees, meándose sobre los
cadáveres de unos talibanes. Siendo como son realmente impactantes las imágenes,
estas son un juego de niños en comparación con otra serie de atrocidades que
los marines norteamericanos suelen cometer y alentar en los países invadidos
por el imperio norteamericano y sus aliados que
La
lectura de tan interesante artículo me sugiere algunas reflexiones en torno al
etnocentrismo.
El
mercado del consumismo masivo y compulsivo nos induce a creer que en el siglo
XXI los seres humanos hemos alcanzado determinados grados de civilización que
nos aleja moralmente de nuestros antecesores de siglos pasados, vana ilusión hábilmente
explotada por los ideólogos proselitistas del sistema y sus medios de
comunicación de masas, que nos hacen creer que somos más humanos, mas
solidarios, más universales, cuando la realidad es que, dentro de la camisa
Lacost, el pantalón Loys, unas zapatillas alls star o el aroma de un perfume
Christian Dior, y unos modales más o menos refinados, subsiste el ancestral
hombre depredador del hombre.
El
hombre es fácil de envilecer mediante técnicas psicológicas, dadivas o
simplemente dándole la oportunidad de ejercer poder sobre otros hombres,
especialmente si mediante este poder puede ejercitar su carga de crueldad de
manera impune, amparado por unos preceptos legales, ideales supuestamente
morales o fanatismo religioso. Si quieres valorar el grado de civilización que
hemos alcanzado, dota a cualquier individuo de un uniforme, ponle un arma en las
manos, indúcele unos conceptos prefabricados, dale patente de corso y habrás
clonado al más entusiasta de los vándalos.
Los
pueblos que hemos sufrido la invasión de otros pueblos portadores de valores
“civilizadores” culturales y religiosos supuestamente superiores, hemos
experimentado en carne propia las consecuencias del aporte de estas
civilizaciones, en esta colonia de Canarias tenemos múltiples ejemplos
“civilizadores” desde 1402 hasta la fecha.
Como
muestra recordemos el denominado “alzamiento de los gomeros” un episodio más
de masacres recogidos en nuestra historia colonial entre los muchos perpetrado
por los invasores españoles:
[…] A
principios de 1488, Mulagua (en La Gomera) se rebela. La sublevación y
alzamiento poco a poco se va extendiendo a otros cantones, a toda la isla. El
viejo sabio Hupalupo en unión de su hijo, y el jefe guerrero del bando de
Mulagua Hautacuperche y varios de los suyos se trasladan a la Baja del Secreto
(Valle Gran Rey) para, con enorme sigilo y cautela organizar el ajusticiamiento
de Hernán Peraza e iniciar la liberación de La Gomera de la dominación del
yugo colonial, y para “cumplir el deber sagrado de liberar a sus hijos de
esclavos”.
Se
decidió que Hautacuperche fuera el brazo ejecutor
ultimando al traidor Hernán Peraza, aprovechando una de las frecuentes visitas
del sanguinario tirano a la cueva donde se encontraba la sacerdotisa Yballa,
en Guahedum. Con su muerte, los gomeros alzados decían
en lengua guanche: -“Ya el gánigo de Guahedum
se quebró”, en señal de que el pacto de colactación se había roto.
La
noticia del ajusticiamiento de Peraza, es comunicado a cada rincón de la isla
por medio del lenguaje silbado. Los gomeros comprendieron entonces que había
llegado el momento de alzarse contra la dominación colonial extranjera el 20 y
el 23 de noviembre de 1488 sometieron a los invasores a un justo castigo.
Beatriz de Bobadilla con su familia y los mercenarios que constituían su
guardia se refugiaron en la denominada Torre del Conde en cuyo asedio fue muerto
el caudillo Hautacuperche.
El intento de masacre total del pueblo guanche de La Gomera por parte de los
verdugos sin entrañas Pedro de Vera y Beatriz de Bobadilla está profusamente
recogido en la bibliografía canaria.
Sublevada
la isla una ves más en justa defensa contra los colonos invasores, con los
gomeros sitiando a la señora Beatriz de Bobadilla en la Torre de los Peraza o
del Conde, fue enviado a la isla por los reyes católicos Pedro de Vera, cruel y
nefasto personaje masacrador de pueblos, que daría
lugar a uno de los más sangrientos y repugnantes episodios llevados a cabo por
la barbarie de la cristiana y “civilizada” España en la invasión y
conquista de Canarias.
Mal
ejemplo toda revolución popular triunfante, a 4 de marzo de 1489, los reyes católicos
ordenaron a Pedro de Vera rescatar a “nuestra criada”, señora de Gomera y Fierro,
como tutriz de sus hijos. Aunque no lo necesitase, ampararía de paso a la
Peraza que “posee por suyas ciertas yslas, que son
de las yslas de Canaria”, para que sus vasallos
“no se sustraigan a su obediencia”. El gobernador se comportó, a la manera
oficial de la época y, la ex sitiada Beatriz de Bobadilla, como no podía ser menos en seres tan
execrables, se dedicó a continuas y desmedidas venganzas. El intento de masacre
total del pueblo guanche de La Gomera por parte de los verdugos sin entrañas
Pedro de Vera y Beatriz de Bobadilla está profusamente recogido en la
bibliografía canaria.
Beatriz de
Bobadilla condenó a todo los gomeros mayores de quince años del Bando de Orone
y Mulagua a la muerte por “traidores”. Ordenó que fuesen arrastrados por
los suelos, ahorcados, cortaron pies, y manos. No se perdonó la vida a ninguno
de quince años para arriba, ejecutándose diversos géneros de castigo;
empalados, guanteados, exponiendo sus cuerpos en caminos y otros sitios;
llevados a la mar con piedras en los pies, manos y pescuezo, echados vivos al
mar, ahogados… Igualmente Beatriz dio orden a Alonso de Cota que embarcase a
un gran número de niños gomeros y mujeres para venderlos como esclavos en
Lanzarote. Cuando los niños llegaron a la isla de Titeterogaka (Lanzarote) Inés
Peraza ordenó que fuesen echados al mar y a los que quedaron repartió como
esclavos de sus soldados.
Una vez
consumada la masacre Pedro de Vera pasa factura de la ayuda prestada a la
ninfomona Beatriz de Bobadilla.
Cobrados 1.000
castellanos en oro y 500 quintales de orchilla, a dos castellanos quintal, por
el gasto, Vera se reservó ambas partidas, dando “cautivos en pago de su
sueldo”, a “los escuderos e maestres de navíos e otras gentes, que fueron
en lo suso dicho”.
Valorado el gomero o
gomera, entre 7.500 y 10.500 maravedís, el obispo
de la secta católica de Canarias y Málaga, que residía en la ciudad andaluza,
quedó a cargo de la distribución de los gomeros esclavizados, no olvidando el
gobernador Pedro de Vera obsequiar a la reina Isabel, con un camello y 9
esclavas y al Príncipe D. Juan, con tres cajas de conservas y una grande de azúcar.
De regreso a Gran
Canaria Pedro de Vera, temiendo que los gomeros residentes en aquella isla que
habían sido obligados a participar en la conquista, se rebelasen, una noche
hizo aprender a unos 200 entre
hombres, mujeres y jóvenes; a todos los hombres nos condenó a muerte, y ejecutó,
y a las mujeres y niños dio por esclavos.”
De la acción “civilizadora” del imperialismo español en África
tenemos algunos ejemplos más recientes, sucedidos durante la penúltima invasión
europea del continente.
Hartos
de los ninguneo y de las humillaciones y abusos que padecían, en 1921 los rifeños
del norte del Magreb se levantaron en armas contra los colonialistas españoles,
proclamando su independencia. La criminal monarquía española respondió de la
única manera que sabe: con una sanguinaria guerra que dejó un saldo desolador,
con miles de muertos.
Según
recoge el investigador Jon Odriozola:
“Tras la derrota española de Annual, los militares llamados
“africanistas” (los Franco, Sanjurjo, Millán Astray, Goded, Varela, Alonso
Vega) trataron de rehabilitarse y, para ello, se apresuraron a reorganizar lo
que quedaba de las tropas diezmadas y a trasladar a Melilla nuevos refuerzos de
Estos
recursos consistieron en el empleo del arma más criminal de la época, el ejército
español utilizó de forma masiva gas mostaza contra la población civil durante
la conocida como guerra del Rif. España se convirtió en una de las primeras potencias en utilizar
estos métodos de exterminio masivo en la época actual.
Una
de las principales propiedades del gas mostaza (sulfuro
de bis-(2-cloroetilo), es un líquido puro, descolorido, pero cuando está
mezclado con otros productos químicos, vira marrón y tiene olor a ajo, es
vesicante, es decir, produce ampollas cuando entra en contacto con la piel
humana. También causa profundas alteraciones en el genoma de los tejidos
expuestos, inhibiendo la división celular y provocando mutaciones cuyos efectos
se manifiestan durante generaciones. Además se utilizaron otros gases,
como la iperita, el fosgeno y la cloropicrina.
España
en sus aventuras imperialistas coloniales ya había practicado la guerra
bacteriológica, en la invasión y conquista de
En
fin… Nada nuevo bajo
Enero de 2012.
Imagenes:
1.
Grabado de T. De Bry para
2.
Soldados
españoles con los “trofeos” de las cabezas cortadas de los imazighes del
Rif.