El domingo 3 de Febrero de 2013 inició
su viaje al Seno de Magek uno de los más destacados conmatriotas y mejor ser
humano, Miguel Ángel Díaz Palarea, dejando un profundo vació en los espíritus
de quienes tuvimos la dicha de tratarle.
Nacido
en Winiwuada (Las Palmas de Gran Canaria) en 1952, Palarea era licenciado en
Derecho y Psicología por la Universidad de La Laguna y profesor de Derecho
Usual en la Escuela de Artes Plásticas y Diseño de Santa Cruz de Tenerife,
pintor y escritor. Fue, además, uno de los fundadores de la Confederación
Canaria de Trabajadores, en cuyo periódico, Nación Canaria, colaboró
activamente.
“Miguel
Ángel Díaz Palarea deja tras de sí una interesante producción literaria,
entre las que se encuentran títulos como Un ron doble, su primera novela
y en la que relata el problema del caciquismo y el agua en Gran Canaria; Las
Cucas, donde reflexiona sobre un mundo dominado por las cucarachas; La
patera verde (2003), un texto solidario contra el racismo y la
intolerancia y El Cagador Justiciero (2005), libro en el que narró
la historia de un héroe nacido para luchar contra la especulación y la desvergüenza
de algunos políticos.
Fue
autor también de Entre piratas: el contralmirante Nelson y el general
Gutiérrez en las islas Canarias, primera novela que se hizo eco sobre del
frustrado ataque británico contra la capital tinerfeña a finales de julio de
1797 y en la que combinó con ironía personajes reales y de ficción; Javier
Fernández Quesada. No olvidamos; Beneharo, el Mencey Loco y otros
cuentos de la vieja magistratura de trabajo y 2056 Canarias marroquí.
Palarea
reunió algunos de sus relatos en Como Guirres, y participó en
las antologías
Amigo
del escultor grancanario Manuel
Bethencourt, fallecido el 20 de enero de 2012, Palarea cultivó
también las artes plásticas.
En
su última novela, presentada a finales de enero de este año, y bajo el título
de Clonación, el protagonista, un profesor de la Universidad de La
Laguna famoso por sus investigaciones de repercusión internacional, sufre las
presiones sociales, la persecución de la policía y es víctima de una
conspiración orquestada por la congregación ultracatólica la Obra de Dios, que
no está dispuesta a permitir que sus experimentos científicos vean la luz.
El
abogado, a quienes sus amigos califican como un “luchador constante que negoció
los convenios colectivos más importantes de Canarias durante la Transición”,
fue colaborador de periódicos y revistas como La voz del valle y Archipiélago
canario, así como articulista del blog Tamaragua y el
portal de periodismo ciudadano Lo que pasa en Tenerife.” (Ánghel
Morales).
Notas
de condolencia:
El
Domingo 3 de Febrero fue un día triste. Triste y aciago, pues murió Don Miguel
Ángel Díaz Palarea. El Sr. Palarea fue un magnífico abogado e incansable
bregador anticolonialista, que abrió despachos laboralistas en la ciudad de
Aguere (cerca de la plaza de La Milagrosa y en La Cuesta), Puerto de La Cruz y
en Güimar, en los que se atendió a todos los que solicitaron asistencia jurídica,
independientemente de su poder adquisitivo y en los que nunca se dejó de
atender a nadie por falta de recursos. El compromiso social del Sr. Palarea
trascendió su faceta profesional, lo que le llevó a participar en la fundación
de la Confederación Canaria de Trabajadores (CCT), el sindicato
independentista.
La
CCT sufrió desde sus orígenes las envestidas del colonialismo y de los lacayos
a su servicio, sobre toda a raíz de la convocatoria de huelga en el servicio de
recogida de basuras del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, que duplicó los
miserables salarios que percibían los damnificados trabajadores, y de la
convocatoria de huelga general el 12 de Diciembre de 1977, en el transcurso de
la cual es asesinado a balazos por la Guardia Civil el joven estudiante
universitario Javier Fernández Quesada, crimen que aún no ha sido juzgado por
los Tribunales de Justicia.
Precisamente
uno de los libros escrito por el prócer independentista, el Sr. Palarea, lleva
por título “Javier Fernández Quesada. No olvidamos”, publicado en el año
2007, causa que intentó abrir en los Tribunales, motivo por el que fue
amenazado de muerte por los esbirros del colonialismo.
La
CCT plantó cara al desmantelamiento de la industria conservera en la Isla de La
Gomera, pues los planes del colonialismo español para acabar con nuestro sector
primario vienen de viejo, para lo que irrumpió con la antigua Policía Armada,
como su propio nombre indica, en la sede del sindicato, deteniendo a abogados y
representantes sindicales, que quedaron en libertad gracias a las excelentes
relaciones internacionales que mantenía la CCT, concretamente fueron las
presiones de la Organización para la Unidad Africana y la Organización
Internacional del Trabajo las que obligaron al colonialismo español a poner en
libertad a los detenidos.
Siempre
hay alguien dispuesto a aprovecharse del prestigio y la meritocracia ajena, que
también tentó al Sr. Palarea, aunque por lo que se ve no sabían exactamente
con quien estaban tratando. Es el caso de la denominada Unión Ciudadana que sin
consultar ni nada lo incluyó en sus listas electorales en la convocatoria de
las elecciones autonómicas correspondiente al año 2007. La misma oferta
electoral que posteriormente se presentó como Frente Amplio-Somos Más, Por la
Izquierda, Por la Derecha, un, dos, tres…, propuesta electoral que el Sr.
Palarea rechazó cortésmente, como no podía ser de otra manera.
El
Sr. Palarea era un enamorado de la literatura, publicando, entre otras, las
novelas: Ron Doble (1993), cuyo argumento trata sobre el caciquismo y el agua en
Gran Canaria; Las Cucas (2002), acerca de los invertebrados de ese nombre y su
capacidad de adaptación; La patera verde (2003), un alegato en contra del
racismo y la intolerancia; El Cagador Justiciero (2005), sobre la desvengüenza
de la casta política; Entre piratas: el contralmirante Nelson y el general Gutiérrez
en las islas Canarias (2006); la ya citada sobre Javier Fernández Quesada. No
olvidamos (2007); Beneharo, el Mencey Loco y otros cuentos de la vieja
magistratura de trabajo (2007) y 2056 Canarias marroquí (2009). También ha
publicado el libro de relatos Como Guirres (1992), participando en obras
colectivas como Polvo de Tristeza (1991), con Margot Acosta y Bernardo Bolaños;
Habitáculos y Páramos; Acrobacias (2003), Lunáticos (2005), Hilvanes (2006),
Togas y letras (2006), Leyendas Canarias, I y II (2006 y 2008).
Colaboró
en las revistas “La Tapa”, “Escuela Canaria” del Sindicato de
Trabajadores de la Enseñanza de Canarias (STEC), “Terrero” de Intersindical
Canaria y del periódico TF Pres.
La
pintura fue otra de sus facetas culturales, realizando numerosas exposiciones y
colaborando asiduamente en la ilustración de libros y revistas.
¡Siempre
estarás con nosotros! (Movimiento por la Unidad del Pueblo Canario).
“Gracias
por informarnos de la pérdida de nuestro compañero y amigo Miguel Ángel Díaz
Palarea, con el cual tuve el honor de compartir, en más de una ocasión,
asuntos literarios y de política.
Pasaremos
inmediatamente a los informativos la desgracia que nos invade siempre con este
tipo de noticias, pues no en vano hemos perdido a un gran amigo y compatriota,
que estará siempre en nuestra mente y nuestros corazones, al igual que nuestro
Presidente del Congreso Nacional de Canarias, Antonio Cubillo, que, al igual que
yo, todavía nos cuesta aceptar que no está en vida entre nosotros, pero sí en
el corazón de todos los canarios que seguimos en la única misión de todo
pueblo, de liberarse del yugo del colonialismo para devolverle a nuestro pueblo
lo que le robaron por la fuerza y que los luchadores conscientes de su deber le
arrancaremos con conocimiento e inteligencia.
Miguel
Ángel Díaz Palarea y Antonio Cubillo no han muerto, al igual que todos
los patriotas que también la vida se los ha llevado, sus energías han sido
traspasadas a sus luchadores y la fuerza cada día será más fuerte que nunca.
El brote ya ha empezado a germinar a toda prisa.
Vivan
los patriotas y honra y respeto a todos los que con sus vidas nos dieron fuerzas
para seguir hasta la INDEPENDENCIA.
HONOR
Y RESPETO A TODOS LOS FAMILIARES DEL COMPAÑERO MIGUEL ÁNGEL DÍAZ PALAREA. ¡Viva
Canarias Libre!” (Salvador Hernández López, Secretario General del
Congreso Nacional de Canarias)
“Alternativa
Nacionalista Canaria se suma a la tristeza de despedir a este histórico abogado
y ejemplar defensor de los derechos sociales y laborales en el archipiélago.
Aunque
parezca morir un pedacito nuestro en tan triste día, aunque esta despedida
parezca para siempre, aunque nuestros corazones estén acongojados por el dolor
de su partida, las personas que conformamos esta organización de la izquierda
nacionalista nos felicitamos de haber vivido en la misma época que Miguel Ángel
y haber compartido, sin duda, su trinchera.
Por
eso, desde el más sincero sentimiento de pésame, le hacemos llegar a su
familia y amigos, a todos aquellos trabajadores que se abrigaron en su labor
profesional y al Pueblo Canario en general nuestras más sinceras condolencias y
nuestro profundo pesar. Así mismo, afirmamos que Palarea vivirá aún muchos años
en la extensa obra que nos deja de herencia y que será imposible de esquivar
para los libros de la historia real de este País.
Su
entierro será en el cementerio de Santa Lastenia, de Santa Cruz de Tenerife, mañana
4 de febrero a las 12:30.” (Alternativa Nacionalista Canaria)
¡Un
fraternal abrazo, amigo Miguel Ángel!, te recordaremos mientras sigamos
vivos.
Este
domingo ha fallecido Miguel Ángel Díaz Palarea, tras una larga enfermedad.
Miguel Ángel Díaz Palarea es un magnífico escritor, con una larguísima
trayectoria de compromiso social, con su tierra y con su gente.
Miguel Ángel Díaz Palarea. Licenciado en Derecho y Psicología por la
Universidad de La Laguna, fue profesor de derecho usual en la Escuela de Artes
Plásticas y Diseño de Santa Cruz de Tenerife y abogado sindicalista
especializado en derecho laboral y administrativo.
Ha
colaborado en diversas revistas y periódicos de Canarias y publicado, entre
otras, las novelas: Ron Doble (1993), donde relata el problema del caciquismo y
el agua en Gran Canaria; Las Cucas (2002), donde reflexiona sobre un mundo
dominado por las cucarachas; La patera verde (2003), texto comprometido y
solidario contra el racismo y la intolerancia; El Cagador Justiciero (2005), un
héroe nacido para luchar contra la especulación y la desvergüenza de algunos
políticos; Entre piratas: el contralmirante Nelson y el general Gutiérrez en
las islas Canarias (2006), relato de la derrota de Nelson donde combina
personajes reales y de ficción; Javier Fernández Quesada. No olvidamos (2007);
Beneharo, el Mencey Loco y otros cuentos de la vieja magistratura de trabajo
(2007) y 2056 Canarias marroquí (2009). También ha publicado el libro de
relatos Como Guirres (1992), historias de personajes que viven a nuestro lado
sumergidos entre varios mundos, y ha participado en obras colectivas como Polvo
de Tristeza (1991), con Margot Acosta y Bernardo Bolaños, su primer libro de
relatos cargado de nostalgia y, con otros escritores amigos Habitáculos y Páramos;
Acrobacias (2003), Lunáticos (2005), Hilvanes (2006), Togas y letras (2006),
Leyendas Canarias, I y II (2006 y 2008)...
Colaborador de las revistas "La Tapa", "Escuela Canaria" del
STEC, "Terrero" de Intersindical Canaria y del periódico TF Pres. Por
su labor ha obtenido distintos galardones como: Premio del STEC a su inmensa
labor sindicalista; Premio Centro de la Cultura Popular Canaria / San Borondón-Voz
del Pueblo 2012 por su excepcional contribución a la lucha por las libertades,
los derechos de los trabajadores y la dignidad del pueblo canario; Premio ACPAC
(Agrupación Cultural de Pintores y Artistas Canarios), por su actividad como
pintor y su trabajo en defensa del Arte.
Su amplia obra pictórica se encuentra muy dispersa por la gran cantidad de
exposiciones realizadas y por su colaboración en infinidad de libros y revistas
como ilustrador. ¡Que te sea leve!” (José Juan Espino Rodríguez).
La
visión sociopolitica de Miguel Ángel Díaz Palare:
Se
estremeció, agitó con un relincho su cuerpo alcanzado por un proyectil. Javier
Fernández Quesada ni lo esperaba, ni, cuando dejo las sábanas en aquella
neblinosa mañana, se le pasó por la cabeza recibir un experto tiro en el mismo
corazón. Un frío intenso penetró en su pecho, sus esencias vitales se esparcían
con la brisa fresca de aquel pendenciero mediodía; un chasquido bronco le
robaba la conciencia, sus esencias volaban lejos del cuerpo...
"Que
triste Y
qué desamparo que
un día gris y cansado alguien
plante su bandera de
los hechos consumados y
la justicia no pueda emerger
de lo perdido por
cansancio Qué
triste y
que desamparo.
son
como perros y gatos. Que
triste y
qué desamparo cuando
un día derrotados alguien
plante su bandera de los hechos consumados"
|
...En
su entorno sentía voces cariñosas que se interesaban por su patético estado:
susurros primero, murmullo más tarde y gritos desgarrados después que
transitaban con la mala nueva por los más recónditos recovecos de la ciudad
estudiantil de Aguere. ¿Deben encontrarme perjudicado? -se preguntó Javier-
pues todos inquieren: ¿Cómo te encuentras, amigo? ¿Te han tiroteado? Surgen a
borbotones las preguntas al ver manar la sangre de su pecho, su tiritar y sus
bruscas convulsiones: ¡Joder, te han dado esos cabrones¡ ¡Te han metido un
tiro, esos fascistas de mierda¡ Al corroborar que el bello joven de pelo largo
agoniza se agolpa en sus frescos pechos la indignación y terminan chillando
para que la Ciudad se entere de lo que acontecía en las cuatro paredes de su
Universidad ¡Esos cabrones disparan con fuego real y en cacería de
estudiantes! No se conforman con sus malditas balas de goma, ni con sus infestos
botes de humo. Persiguen sangre joven, que discurra, corra como escarmiento para
tanto “niñato peludo y obrero comunista y gandul” –dijo el sargento al
dar la orden de ataque-. Emponzoñados del fascismo rojo y gualda arremeten con
sus metralletas que castañean al roce de gatillo, con la incendiada munición
de sus pistolas que sentimos silbar al rozarnos y chocar descarnando la fachada
de piedra de la entrada principal de la universidad. ¡Nos apuntan los muy hijos
de puta! No es al cielo a donde dirigen sus armas de fuego.
-Mira allí, ¡sí joder!, ahí a la derecha -señala
un estudiante melenudo, con cara de niño y barba rala, indignado- no ves como
sus impactos han descarnado la piedra en el costado izquierdo de la fachada. ¡Esos
cabrones disparan a matar! ¡Este Mardones Sevilla es un fascista peligroso y
asesino!
A Javier, con sólo 22 años, no le sostenían
las piernas, se le helaba el pecho y perdiendo el aliento exhausto se desplomó.
Cayó tiritando en la fría escalinata con un golpe seco, áspero, alcanzado por
un disparo cobarde y ruin aquel lunes 12, víspera de martes y 13 de diciembre
de 1977. Se adormecía postrado, tumbado, alcanzado, abatido en el amplio quicio
de entrada a la Universidad de San Fernando. Los ateridos peldaños de piedra de
aquel entristecido y lluvioso mes de diciembre lagunero recogieron su sangre
libre e inocente. Manaba roja desde el orificio de bala con boquete de salida
por su espalda. Javier supo desde donde se lo hicieron, de donde llegó aquel
enrabietado proyectil. Recuerda a un Guardia Civil, de corta estatura y escuálido
con su tricornio negro, apuntar y oyó un rebumbio gritos que no entendió. Poco
más cuando retiene el último hálito de vida que quiere escapar. No alcanza a
comprender lo sucedido en tan escuetos segundos, permanece confuso, todo se
embarulla en su entorno y se le nubla la mirada: imágenes que aparecen y
desaparecen, como las fotografías que le hubiera gustado hacer. Mientras
desertan sus fuerzas por el orificio que ha cruzado su pecho rompiéndole el
esternón. Llevó sus temblorosas manos abiertas queriendo retener la vida que
se le escapaba. Le han roto el corazón. Una calma dulzona progresivamente le
apresa, le adormece mientras recuerdos borrosos de infancia, de toda su vida
anterior circular por su mente. Ya no se acuerda que, por el amor al estudio de
la naturaleza en libertad, llegó a Tenerife, a la universidad Lagunera para su
carrera universitaria, había terminado el servicio militar obligatorio. Sus
estudios finiquitaron en segundo curso. Atrás quedaron tantas ilusiones y el
que ya despuntara como toda una promesa en biológicas.
La Huelga General discurría exitosa. Miles de
panfletos volaron con el viento de la isla y, otros, se repartieron mano a mano
por componentes de la Asamblea de Sectores en Lucha desde la montaña a los
acantilados. La vietnamita los vomitaba en el piso secreto en la Cuesta
–Barriada Princesa Iballa-, local liberado desde donde se coordinaba la huelga
general. Ni siquiera lo olfatearon los perros rabiosos de los policías
secretos, conocidos, con ironía, como “sociales”. Durante todo el fin de
semana, tapizaron caminos, senderos, veredas; subieron barrancos y recorriendo
la isla de punta a punta transitando carreteras y calles. Contrarrestaron el
atroz silencio impuesto por los fascistas de la censura oficial. Los folletos
explicaban, con todo lujo de detalles, la imperiosa necesidad de la huelga
general ante la cerril tozudez de la patronal anclada en el franquismo;
reaccionarios de variopinto pelaje que daban su boqueada, mientras sus
“barrigas repletas” y “bolsillos llenos” buscaban refugio en nuevos y
viejos partidos. Ahora se cambiaban a toda prisa sus camisas azules, con el
cangrejo rojo al pecho, adaptando sus ropajes a los nuevos tiempos que se
avecinan. Desde la mañanita el Comité que organizaba la huelga general, aunque
agobiado por la multitud de trabajos a desempeñar en ínfimas condiciones, se
encontraba animado por la acogida popular de aquella medida adoptada cuando
todas las puertas se cerraron. Paró en su integridad el muelle, pulmón económico
de la entrada y salida de mercancías a la isla; la totalidad de los sectores en
huelga: el frío –todos despedidos con un cierre patronal ilegal- y las
empresas de él dependientes; el tabaco y las industrias complementarias; todo
el transportes y, también secundaron la huelga ramilletes de empresas de todo
tipo, desde trabajadores de la banca (Cajas de Ahorro y otros bancos), hasta los
trabajadores de litografía Romero, de la Cervecera, sin olvidar otros de
importante empresas de la Construcción (Cesea, Nuvasa –con claro perfil
antifascista-, Dragados, Cubiertas y Tejados etc.) y de la Siderometalúrgica:
Elector y otras. El Comercio, durante la mañana, venía cerrando sus puertas
ante las razones categóricas de comités informativos.
Los trabajadores concienciados de la isla
desoyeron la propaganda oficial apoyada por los representantes de CC.OO. y UGT.
Se situaron al otro lado de la trinchera aquellos sindicalistas españoleros;
salieron a la calle, como sus voceros oficiales, de mano de la patronal
franquista acostumbrada a imponer su “santa” voluntad. A los trabajadores en
huelga nos dolía especialmente que nuestros hermanos de clase, confesos y sin
escrúpulos, se aliaran al represor Gobernador Civil, al Capitán General más
franquista que Franco, y a los caciques isleños y sus huestes de facinerosos
que desde la II República venían actuando a su capricho. Coadyuvaban para que
fracase la lucha obrero. Sus motivos eran inconfesables cuando hablamos de
presuntos sindicatos de trabajadores. Recibieron de la metrópolis órdenes
precisas y terminantes, habían firmado el “Pacto de la Moncloa”.
Había terminado la asamblea de distrito
convocada para explicar a los estudiantes la dramática situación de los
sectores en huelga sin visos de solución: El Frío Industrial, con 103
trabajadores despedidos, con un cierre patronal integral; el Tabaco con 4000
trabajadores en huelga desde el 14 de noviembre y sus empresas complementarias
secundándolo. Se revelaban contra los salarios de miseria, al tiempo que
luchaban contra el proceso de reestructuración impuesto por el monopolio español
de Tabacalera, que pretendía introducirse en el accionariado de las empresas
canarias y, también, todo el Trasporte, en huelga desde el 13 de octubre,
contra el cacique del sector Leoncio Oramas, exigiendo servicios públicos
dignos y bien remunerados; así como para la consecución de una empresa pública
para el transporte interurbano en la isla y para garantizar el futuro laboral de
todos los trabajadores del sector. Todos reclamaban solidaridad, por medio de
sus líderes, desde la escalinata del hall de la universidad, respaldo para con
ellos y sus familias, explicando como no les quedó otro remedio que convocar
aquella dolorosa Huelga General. La Coordinadora de sectores en lucha, integrada
por los Sindicatos CCT, ATT y D y FASOU, a la que se adhirieron otras
organizaciones, como la Liga Comunista IV Internacional y el SOC… dio por
finalizada la concurrida asamblea que discurrió sin incidentes. Reunión masiva
de estudiantes y obreros sobre la que planeaba el fervor revolucionario.
Durante toda la mañana se habían prodigado los
enfrentamientos entre la policía nacional con botes de humo y balas de goma,
respondidos a pedrada limpia por los estudiante y obreros de los sindicatos en
lucha. En el Campus de la Universidad se habían congregado, a lo largo de la mañana,
obreros y estudiantes, que situaron en la calle Delgado Barreto una pequeña
barricada y hostigaban con voces y pedradas a los miembros de la policía armada
que se ubicaban cerca de la gasolinera al final de dicha calle. La policía
armada contestaba, de vez en cuanto, con balas de goma y botes de humo. Algunos
estudiantes situados en la azotea de la Universidad lanzaban piedras y algún
que otro cóctel Molotov para evitar la toma del edificio principal. El momento
de más tensión tuvo lugar cuando una de los muchos neumáticos de un alargado
camión cisterna cargado de combustible quedó embarrancada a la altura de la
Cruz de Piedra; las obras en aquella zona y la lluvia de la noche anterior
provocaron que se empantanara en la misma entrada a la Ciudad de La Laguna,
precisamente en la parte baja del Campus Universitario. El camión cisterna pudo
abandonar sin otros contratiempos el lugar, incluso ayudado por algunos
estudiantes y obreros en lucha que empujaron para desembarranca sus ruedas
atrapadas en una mala maniobra del conductor.
El rector Doctor Bethencourt Massieu, indignado
por la toma de la universidad por las fuerzas policiales, habló con el
Gobernador Civil de UCD Luís Mardones Sevilla -ex falangista, jefe del SEU de Córdoba
cuando estudiante de veterinaria y antiguo Director General de Ganadería- que,
en aquel momento almorzaba, y le exigió que dejaran el recinto universitario
las fuerzas policiales. Y así se hizo. Ante la calma obtenida cuando el mediodía
avanzaba Javier Fernández Quesada abandonaba la Universidad por la escalinata
principal, camino a casa, a su piso de estudiante en el número trece de la
Calle Viana. Según le dijeron “ya los sociales y el destacamento policía
nacional habían abandonado los aledaños del campus universitario”.
Pero cuando el Rector volvió a llamar al
Gobernador Civil para comunicarle que entraban en la universidad guardias
civiles armados, éste le respondió que “los efectivos de la Guardia Civil se
encontraban para la vigilancia de las carreteras, ayudados por brigadas de la
delegación provincial de Obras Públicas y evitar corte en la circulación”.
Los hechos sin embargo fueron tercos y no respondían a la verdad las palabras
del Mardones Sevilla, pues dos Lang Rover policiales hicieron acto de presencia.
Irrumpieron bruscamente en el campus universitario. Penetraron por la parte alta
del Colegio San Fernando desde la Avenida de Candelaria. Pertrechados, como si
de una enconada batalla se tratara, unos números violentos, brutales, sin escrúpulos,
como drogados, cargados de resentimiento, descendieron, antes incluso de que
aparcaran definitivamente sus vehículos en los aledaños de aquel Colegio
mayor. Vimos cinco o seis con sus tricornios al ristre que subían disparando
fuego real por las escalinatas de la parte baja de la universidad, no dieron
ningún tipo de aviso antes de apretar el gatillo y tampoco disparaban al cielo
según la versión oficial. Apuntaban sus armas a la azotea del edificio, en la
que todavía permanecían unos pocos estudiantes y obreros. También, enfilaban
su armamento contra la fachada y puerta principal de la universidad por donde
salían, ahora terminada la asamblea, algunos estudiantes. Enrabietados, también
disparaban sus instrumentos de guerra contra las calles próximas, con tiros
rasantes. A veces llevándose el arma al hombro, apuntando y otras con el
defensa a la altura de la cintura y ello sin que fueran hostigados o provocados
previamente; parecían disponer de órdenes precisa, de muy alta instancia, para
dar un sonado escarmiento. Javier, mientras descendía la escalinata, oyó el
chasquido de sus armas reglamentarias, el tableteo de sus ametralladoras. En un
instante deseó que no fuera fuego real, después creyó que tiroteaban a la
azotea de la Universidad para amedrentar. Se equivocó, como prueba irrefutable
su cuerpo traspasado. Un proyectil apuntado en cacería rompió su joven pecho,
robaba su joven existencia, la vida de un estudiante lagunero sin ningún tipo
de razón o explicación.
El nerviosismo y preocupación agita a los pocos
estudiantes y obreros de los sectores en lucha que aún permanecían dentro de
la universidad. Creían terminada la acometida en aquel mediodía avanzado. Con
la asamblea de distrito disuelta y cuando ya muchos habían abandonado temerosos
el recinto. Al verlo sangrando postrado se indignan y gritan con rabia, chillan
a los guardias civiles que hacen oídos sordos:
-¡Asesinos, verdugos, criminales, fascistas...!
Se preocupan por Javier que abatido en el suelo,
herido de muerte, tiembla aterido de frío. Entre cuatro, a duras penas, le
introducen dentro de la universidad sorteando la balacera y arriesgando sus
propias vidas. Le dejan a unos metros de la puerta por la gravedad de la herida.
Uno de los que le asiste en su dramático estado incluso le practica el boca a
boca: aspira con fuerza, coge aire e infla el pecho de Javier. Ya el joven
estudiante apenas siente sus desvelos nervioso, junto a un murmullo de
consternación, los masajes cardiacos poco pueden con el certero disparo que ha
roto su pecho. La suerte está echada y llegó la parca. Su final se aproxima,
poco se puede hacer cuando el tiro fue disparado con tanta precisión e hizo
diana en su corazón. Todo son voces y gritos de repulsa contra los tricornios
llegados con la muerte en sus armas de fuego ¡Malditos picoletos¡ ¡fascistas!
¡Asesinos!. Un corrillo en su entorno se preocupa por reanimarle. Sigue
temblando, aterido de frío y el joven que practicó el boca a boca le cubre con
su pulóver de lana blanca que, sobrecogido, con el sonido grave y prolongado
del último suspiro con que abandono la vida Javier. La hemorragia fue imposible
de parar. Otro joven con barba, que dice estudiar medicina, certifica en tono trágico:
-Dejémoslo
ya descansar. Por desgracia ya nada podemos hacer por él. Creo que está
muerto, esos hijos de puta fascistas le han asesinado.
Un estudiante sale, jugándose la vida, con una
bandera blanca suplicando ayuda y los guardias civiles sin ser hostigados siguen
disparando a matar. Cuatro que ascienden en la parte baja la escalinata,
mientras el quinto dispara a dar hacia la calle trasera de La Normal donde se
ubica la Escuela de Magisterio. El estudiante para no ser alcanzado por el
tiroteo que descarna la piedra de la entrada, tiene que parapetarse detrás de
una columna donde continua batiendo la bandera. Oye los impactos de bala en su
entorno. Otro, de los que ayudó a Javier, cargándose de valor sale con las
manos en alto. Desciende la escalinata implorando ayuda, baja manteniendo las
manos elevadas hacia los guardias a parlamentar. Detienen por un instante el
tiroteo. Le arrestan y a culatazos le empujan y empotran contra un muro de
piedra junto a otro detenido que maldice por lo bajo. Ni caso a sus ruegos. Sin
avenirse a razones y suplicas persisten con su frenética balacera.
Quien ha practicado el boca a boca sale
apresurado hasta lograr la puerta de da a la Calle de Heraclio Sánchez, corre
exasperado a pedir ayuda y regar la desdichada noticia. Encuentra a la Ciudad, a
su paso, desnuda, triste, de luto, vacía. Lleva ensangrentadas las manos con
que practicó la respiración artificial y el masaje cardiaco al moribundo
Javier Fernández Quesada y todo para nada. Javier había sido asesinado de un
tiro certero y profesional. ¿Quién les ordeno matar? ¿Alguna vez nos permitirán
conocer la verdad? Se pregunta un estudiante desolado.
Los guardias civiles son insultados desde la
azotea de la Universidad y del Colegio Mayor de San Fernando en donde resulta
herido de bala en el brazo el estudiante de 1º de farmacia, de apenas 18 años,
Fernando Jaurarría. También recibe un tiro en el hombro el niño de 13 años
Nicolás Lezcano Lorenzo. La noticia transita como un reguero de pólvora por La
Laguna, ahora, desierta, desolada y entristecida.
Los Guardias Civiles embrutecidos continúan
disparando sin control, son insultados y piropeados de “perros asesinos”, de
verdugos de estudiantes y trabajadores. La tarde cae con plomo sobre la Ciudad y
la noticia, que voló con el viento enrabietado de aquel día trágico y
nublado, es el comentario en los círculos comprometidos de Aguere. Todos
recuerdan dos muertes recientes, la del trabajador de la empresa de tabaco
Philip Morris Antonio González Ramos, militante del PUCC (Partido de Unificación
Comunista de Canarias), en extrañas circunstancias en las dependencias de la
Comisaría, había sido detenido en su casa de La Laguna la noche del 30 al 31
de octubre de 1975 por agentes al mando de José Matutes Fernández. La inverosímil
versión oficial de que el obrero asesinado se tiró del vehículo policial en
marcha no es creíble y menos que lo hiciera desde un vehículo cerrado cuando
les conducía al lugar donde guardaba una dinamita que nuca fue hallada, porque
nunca existió. Había sido golpeado salvajemente en comisaría durante el
interrogatorio y, según la autopsia, sufrió múltiples facturas, daños en los
órganos vitales y derrames internos que le provocaron la muerte. Todos dicen
conocer, sus compañeros juran, que murió de una descomunal paliza mientras era
torturado en un interrogatorio. El comisario fascista Matutes especialista en
atormentar con golpes de Kárate le hundió las costillas. Era su práctica
habitual de martirio en los pestilentes bajos de la sede del Gobierno Civil en
Santa Cruz de Tenerife, habitado por Mardones Sevilla como máxima autoridad
civil en aquel momento. Pero llueve sobre mojado, también se recuerda la muerte
a tiros de Bartolomé García en su propio domicilio, cuando fue ametrallada la
puesta del piso donde vivía en el Bloque de Somosierra el 22 de septiembre de
1976. “ocultaba a El Rubio que mató al fascista Eufemiano Fuentes”, -según
dijeron como excusa-; hasta la fecha no se ha hecho justicia y se ha ocultado a
posta la verdad. ¿Sucederá lo mismo con el joven estudiante asesinado? ¿Tendrán
la valentía suficiente los partidos políticos PSOE y PCE de luchar para que el
caso no se tape, como los anteriores o hará la vista gorda alegando que es
“el precio a pagar” porque venga la democracia y los dejen a ellos
participar en la tarta del poder?
Juanito que coordinaba la huelga general con
otros trabajadores y sindicalistas maldecía que se lo llevaba el diablo y
gritaba con los puños cerrado “Franco aún no ha muerto” “sus hijos de
puta continúan mandando y, estoy por pensar, que seguirán en sus elevados
puestos oficiales pagados con dinero público”.
De improviso, a través de la emisora del Lang
Rover de la Guardia Civil prenden el aire órdenes y contraórdenes crispadas y
contradictorias. Sus encomiendas se oyen desde la escalinata y el Colegio Mayor
de San Fernando, desde donde sus moradores siguen los acontecimientos, son
testigos directos de su proceder en aquel sombrío, lúgubre y luctuoso lunes,
12 de diciembre de 1977. Los guardias civiles no entienden el entuerto: les
mandaron a reprimir sin blandenguerías, las ordenes fueron claras y
terminantes: personarse en la Universidad y dar un radical escarmiento. Sin
embargo, ahora, le piden que se retiren, con carácter inmediato y lo hagan con
el cuerpo del joven muerto. Los sociales y la policía armada se harán cargo de
la sinrazón que le quema en sus manos. Sitiaron la ciudad inocente, la tomaron
como bestias drogadas unos seiscientos efectivos, trescientos traídos de Las
Palmas y otros trescientos que ya estaban en la isla. Y los que quedan por venir
para terminar la desdichada faena para la desnuda e inconsolable Ciudad de
Aguere.
Ahora, como sheriffes, ascienden la escalinata
los guardias civiles y cogen a Javier Fernández Quesada asesinado y se lo
llevan con mirada torva y armas fieras, descienden la escalinata y preparan
argumentos para desvirtuar a verdad que les acusa. Creen que una mentira muchas
veces repetida se transforma en verdad oficial cuando es avalada por medios de
comunicación cobardes. Son las órdenes de retirarse del campus universitario
recibidas desde la Junta de Defensa, de boca del propio Mardones y desde la
propia capitanía general.
Cuando los guardias civiles se prestan a partir,
se le acercan unos trabajadores con las manos repletas de cartuchos aún
calientes y les preguntan indignados:
-¿Verdad que no estaban disparando fuego real?
Son reprendidos a culatazos, cacheados, empujados
y maltratados. Se les pide la documentación, se les toma nota y uno de los números
le arrebata los casquillos conminándoles a “marchar a casita” si no quieren
ser detenidos. Quien les insulta lleva los ojos ensangrentados.
El parte facultativo emitido por el servicio médico
del Hospital General y Clínico de Tenerife indica que “presenta herida de
bala en el tórax, con orificio de entrada en la región paraesternal izquierda
a nivel del cuarto espacio intercostal, y de salida por parte postero-lateral
izquierda del mismo”. Según la autopsia le dispararon a corta distancia (había
restos de pólvora en el esternón). El infortunado Javier Fernández Quesada
entró cadáver y ya se instruyen diligencias sumariales, por el magistrado juez
de Instrucción número dos de La Laguna, Don Antonio González y González. ¿Alguna
vez se sabrá quién le mató? ¿Alguna vez conoceremos al autor intelectual del
asesinato? Nos preguntamos todos. En el Departamento de Derecho Penal de la
Universidad se preguntaban: <<¿será la jurisdicción ordinaria la que
lleve la investigación o, por el contrario, se inhibiría hacía la jurisdicción
militar? El catedrático fue categórico en la reunión informal del
departamento: si lo toma la jurisdicción militar, como ha pasado desde que se
cargaron la II República ocultara los hechos y cubrirá con un manto de
silencio el flagrante asesinato>>.
Ya el Gobierno Civil tuvo cumplido conocimiento
del tiro de muerte dado a un estudiante y también lo sabe el Capitán General
de primera mano. La Junta de Seguridad creada para la Huelga General pide
refuerzos a Martín Villa, Ministro del Interior. El PSOE de Madrid es
informado, de primera mano, por el diputado en Cortes Luís Fajardo Spínola que
desde el balcón de su casa observó en primera persona el asesinato. Las órdenes
que recibe el Diputado son claras: que este acontecimiento no sea utilizado por
las fuerzas independentistas. Los partidos PSP, PSOE y PCE, con sus sindicatos
aláteres UGT y CC.OO., con su un mensaje hueros, hacen de esquiroles activos en
las empresas y toman la prensa para condenar a los estudiantes y obreros en
lucha. Es lastimoso oír sus declaraciones en tiempo tan dramáticos. Juanito
dijo sin cortarse un pelo, en la reunión urgente que realizábamos en un piso
alejado de los sociales y chivatos. En el piso franco en la Cuesta, Barriada
de Princesa Iballa:
-“Son
unos hijos de cura revisionistas, materia fusilable”.
El
capitán General, lleva a su espalda la bandera roja y gualda del aguilucho
negro: duro y contrario a cualquier cambio acuartela la tropa, da la orden de máxima
alerta. No le gusta lo que acontece en su España “Una, Grande y Libre” que
tras la muerte de Franco camina de mano de los comunistas y masones.
La Junta de Defensa realiza los preparativos con
Mardones Sevilla a la cabeza para que la situación no se desmadre, llaman a
rebato la prensa para que modere las críticas. Martín Villa ministro del
Interior de Adolfo Suárez les espolea desde la Metrópolis. El Gobernador Civil
y el Capitán General, personalmente, les advierten con severas sanciones para
que no sean portavoces de terroristas e independentistas que desean sembrar el
desorden y buscan la independencia de las islas. “Cuidadito con lo que se diga
-advierten- que las fuerzas independentistas han convocado una Huelga
General”, según dicen sus panfletos y esto lo recalca, huelga
“revolucionaria”. (Miguel Ángel Díaz Palarea)
---» Continuará
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