Eduardo Pedro García
Rodríguez *
[El campesino, el pastor, el
agricultor, todo este pueblo agreste permanece fiel y conserva las costumbres de
vida de otros tiempos; tuesta su cebada, la muele entre dos piedras heredadas
colocadas en su humilde habitáculo, y prefiere el gofio de sus antepasados al
pan del rico…. El isleño, como se le llama normalmente, humilde,
insinuante y astuto, cortés y meloso como sus antepasados, es atrevido y
temerario en el peligro más inminente así como desconfiado y temeroso ante una
nadería; amigo de la alegría, del canto y el baile, apasionado de los
ejercicios gimnásticos, emprendedor de los más rudos trabajos y siempre
infatigable; simple en sus gustos y parco en palabras… La hospitalidad más
franca, la veneración a la ancianidad, el respeto filial, el amor a su país y
a su prójimo, son virtudes hereditarias que los guanches han legado a sus
nietos.]
De
esta manera la fisonomía de los guanches se revela todavía en los habitantes
de estas islas; la nación valerosa que sucumbió en la lucha entablada con los
invasores no pereció por entero, la historia está presente para destruir un
error mantenido por los que aceptan los hechos sin examinarlos.
Los
pueblos conquistadores por muy bárbaros que se mostraran, ¿pudieron alguna vez
destruir toda una nación? ¿Establecieron acaso su dominio de la tierra
conquistada después de la exterminación de los vencidos? Suponer un hecho
parecido sería una anomalía en la historia. Si en la época de la conquista la
fuerza de las circunstancias motivó la sumisión de las tribus indígenas, si
bien, actos reprobables, bárbaros incluso, fueron cometidos contra los
desgraciados guanches durante la guerra de invasión, si se vio en algunas islas
una parte de sus habitantes reducida a la esclavitud, las ordenes de los Reyes
Católicos detuvieron enseguida el odiado régimen de injusticia y crueldad. La
dominación española puso fin a la piratería que hasta entonces había
devastado estos parajes; el gobierno de las islas se organizó desde el mismo
momento en que fue constituido, y los anales históricos nos dan la prueba de la
moderación y prudencia que dictaron los primeros actos de la administración
naciente. Podemos deducir de los datos de los historiadores, que en la conquista
sólo se perdió un veinte por ciento de la población que los menos exagerados
establecen en algo más de cien mil almas. Los combates que sostuvieron en
Fuerteventura y Lanzarote, los indígenas contra Bethencourt y sus normandos no
les arrebataron más de trescientos hombres, y en menos de cuatro años todo el
país fue pacificado. En la parte occidental del archipiélago, la resistencia
obstinada, pero también los combatientes eran más numerosos. El mencey
Bencomo, jefe de la liga de
El
establecimiento de un nuevo orden de cosas no cambió nada en la vida pastoral
de los guanches; siguieron viviendo en
paz en sus cuevas. En Candelaria, en Fasnia, en Arico y en otras partes de la
banda meridional de Tenerife, subiendo de Güímar hasta Chasna, en el valle de
Santiago, y bajando hacia la costa, se encuentra todavía hoy en día la mayoría
de las costumbres descritas por fray A. Espinosa y los otros historiadores
canarios. Algunas expresiones del
antiguo lenguaje, que no se han perdido y que se emplean en casi todas las
islas, los nombres guanches de los que se enorgullecen algunas familias, las
danzas populares, los gritos de alegría, la manera de procurarse el fuego, de
ordeñar las cabras, de preparar la manteca, de moler el grano, todo esto
subsiste después de cuatro siglos de dominación extranjera. Las antiguas
costumbres sobresalen aún en medio del progreso de la civilización; un hábito
invariable las perpetúa de generación en generación como una tradición de
tiempos pasados. El campesino, el pastor, el agricultor, todo este pueblo
agreste permanece fiel y conserva las costumbres de vida de otros tiempos;
tuesta su cebada, la muele entre dos piedras heredadas colocadas en su humilde
habitáculo, y prefiere el gofio de sus antepasados al pan del rico.
Estas
modernas poblaciones, descendientes de las antiguas, han olvidado su viejo
lenguaje del que sólo han retenido algunas palabras, conservando hábitos y
maneras de sus primeros ancestros. El isleño, como se le llama normalmente,
humilde, insinuante y astuto, cortés y meloso como sus antepasados, es atrevido
y temerario en el peligro más inminente así como desconfiado y temeroso ante
una nadería; amigo de la alegría, del canto y el baile, apasionado de los
ejercicios gimnásticos, emprendedor de los más rudos trabajos y siempre
infatigable; simple en sus gustos y parco en palabras.
La
hospitalidad más franca, la veneración a la ancianidad, el respeto filial, el
amor a su país y a su prójimo, son virtudes hereditarias que los guanches han
legado a sus nietos. Es consolador para la historia de la humanidad ver cómo se
conservan estas virtudes patriarcales en el seno de la sociedad moderna. Estas
hermosas cualidades se han propagado con la sangre de una raza pura, pues los
conquistadores del siglo quince, hombres fanáticos que pusieron a sus pies los
derechos de naciones enteras, no pudieron inspirar en los vencidos sentimientos
de justicia y sabiduría, quitándoles su fe y dándoles ejemplos de malas
pasiones”.
Más
adelante, continua el insigne historiador y nos dice: “Pero en cuanto a
buscar relaciones entre los rifeños de raza rubia y los antiguos habitantes de
canarias que heredaron de sus ancestros este tono de piel, el cual se reproduce
todavía en estas islas en los descendientes de los guanches, en cuanto a
asignar a los herederos de esta raza un origen vándalo nos atenemos a los
informes de Shaw, los cuales contradicen totalmente esta opinión. Tribus
semejantes a las del Rif por el color de la piel y de los cabellos e incluso por
los rasgos, habitan desde tiempo inmemorial en las montañas de Aouresch; el
viajero que acabamos de citar habla en estos términos:“No debo dejar este país
sin hacer notar que los que lo habitan tienen un aspecto y fisonomía diferentes
a sus vecinos; su tez, lejos de ser cetrina, es blanca, o casi blanca; su pelo
es de un pelirrojo oscuro, en comparación con el cabello de otros kabilos que
es totalmente negro. Estos hombres rubios hablan la lengua bereber”. Por otro
lado, Desmoulins observa lo siguiente, no se encuentra en este idioma el menor
rastro de lengua germánica, lo cual sería casi imprescindible si estos kabilos
descendieran de los vándalos”. Se sabe, por otra parte, que todas estas
hordas fueron llevadas a Grecia y Asia por Belisario; no quedó en mi tiempo ni
recuerdo ni nombre, dice Procopio. Autor de
KEBEHI BENCHOMO
Todos estos aspectos referentes
a la idiosincrasia de nuestros antepasados, han sido tratados por diversos
autores en diferentes épocas, pero estos estudios no han sido debidamente
divulgados por el sistema, por temor a que el pueblo canario tome conciencia de
sus verdaderas raíces y en consecuencia ponga en peligro la explotación
colonial de que venimos siendo objetos durante más de seiscientos años.
En
la actualidad, los jóvenes canarios están plenamente informados de la historia
de España y de Europa en general, pero nada o casi nada conocen de la historia
de sus ancestros.
Aún
con un gobierno supuestamente nacionalista y supuestamente autónomo, en los
colegios, institutos y universidades de Canarias, no se imparte una educación
desde parámetros canarios, toda la temática educativa viene emanada desde
La
situación en que se encuentra la sociedad canaria en la actualidad en cuanto a
la subestima de que es víctima como consecuencia de la continua manipulación
económica, cultural, moral y religiosa de que hemos venido siendo objeto por
parte de los poderes fácticos durante el largo periodo de colonización, está
estudiado y acertadamente expuesto en varios artículos periodísticos
desarrollado por el citado profesor titular de Psicología de
«Es bien sabido que los pueblos que han
sido conquistados y colonizados, se caracterizan psicológicamente por una serie
de rasgos personales y pauta de comportamiento, que pueden ser agrupadas dentro
de la etiqueta “síndrome del colonizado”.
En
tales trabajos, se concuerda en señalar como características psicológicas del
pueblo canario las siguientes: humor, dulzura, nobleza, humildad, tolerancia,
paciencia, aguante, flexibilidad, pacifismo, desconfianza, miedo, servilismo,
resignación, odio solapado, apatía, desinterés, indiferencia, egocentrismo,
hipocondriasis, etc...
Asimismo,
parece existir acuerdo en señalar como rasgo destacable y bastante difinitorio
de la forma de ser del pueblo canario “su complejo de inferioridad”, esto
es, la tendencia a infravalorarse, a considerar como superior a todo lo foráneo
por el mero hecho de no pertenecer a su entorno. Esta subestimación de sí
mismo y hasta cierto punto auto desprecio, es uno de los elementos más típicos
de esa personalidad propia de los pueblos colonizados.
En
los trabajos antes aludidos, se coincide en indicar que la personalidad del
pueblo canario es inmadura y que se hace necesario un esfuerzo de superación de
ciertos rasgos marcadamente negativos. Ahora bien, a mi juicio, no se ha
ahondado suficientemente en cual podría ser el proceso a seguir, para lograr
esa recuperación, maduración, o
liberación psicológica.
Los
trabajos hasta ahora se han centrado sobre todo en un análisis y descripciones
de la psicológia del pueblo canario, pero poco han apuntado sobre posibles
alternativas a la situación actual. El trabajo de Manuel Alemán se centra en
ofrecer una solución eminentemente psicológicista, es decir, propone iniciar
un proceso psicoterapéutico y educativo a gran escala, que permita mejorar la
situación presente. Por el contrario el ensayo de Juan Morales aporta una
perspectiva distinta, y es la de ligar el desarrollo psicológico con
condicionantes políticos, administrativos y económicos.
El
pueblo canario como cualquier pueblo, es un producto de su historia. En tal
sentido, la conquista y colonización han supuesto un proceso objetivo y
obligado de mestizaje, por la
convergencia y fundición de la cultura aborigen y foránea. En este proceso de
mestizaje, a pesar de que la política colonial ejercida por España ha tratado
de negar toda importancia o pervivencia de lo autóctono, hay que reconocer, y
así lo acreditan varios estudios, que tanto cultural como biológicamente lo
aborigen, lo prehispánico y lo guanche poseen un peso específico muy
considerable en esa mezcla que se genera y que ha dado lugar al actual pueblo
canario.
Asimismo,
la conquista y la colonización también han supuesto un proceso subjetivo
mediante el cual se enfatiza aquella parte de la mezcla (guanche o europea) con
la que uno se siente más identificado. Por tanto, nuestra naturaleza subjetiva
como pueblo es la típica del mestizaje, pero nuestra naturaleza objetiva está
más próxima a lo prehispánico o a lo hispánico.
En
cierta parte del pueblo canario se ha producido una identificación con los
conquistados (guanches), mientras que en otra parte del pueblo la identificación
se ha hecho con los conquistadores (castellanos o europeos en general). El
reconocimiento que haga el pueblo canario, de que sus ancestros se sitúan en
uno u otro bando de la contienda que tuvo lugar durante la conquista determina
una cierta psicología. Estos dos tipos de identificación nos pueden ayudar a
comprender las distintas actitudes que suelen convivir en el pueblo canario
respecto a sí mismo y a su futuro como pueblo y respecto a otros pueblos.
OPCIONES POLÍTICAS:
Una clara manifestación
en lo político, de ese doble proceso de identificación, se encuentran en las
distintas opciones políticas que se defienden para que Canarias. De un lado
tenemos a los autonomistas que se auto titulan nacionalistas se sienten
plenamente españoles y europeos, defendiendo por tanto un “desarrollo” político
y económico, estrechamente ligado y siempre tutelado por España y Europa. Por
otro lado, nos encontramos los verdaderos nacionalistas los independentistas que
nos sentimos más canarios que ninguna otra cosa, y que subrayamos la necesidad
de ahondar en la identidad de lo canario, postulando en consecuencia un
desarrollo profundamente independiente
en lo político, social, cultural, económico y espiritual. Es preciso señalar,
que en base a datos sociológicos de los que se dispone, existe una relación
entre tipo de identificación y clase social, esto es, en la burguesía canaria
la identificación se ha producido fundamentalmente con el vencedor, mientras
que en la clase trabajadora canaria la identificación
es con el vencido, es decir con el pueblo sojuzgado.
Una
identificación con el conquistado, lógicamente lleva a una psicología
caracterizada precisamente por esa “inferiorización”, por el pesimismo, por
la resignación ante una fuerza superior e invencible, por la ira reprimida y en
definitiva por una moral de derrota. Para esta parte del pueblo canario, que
vive conciente o inconscientemente tal tipo de identificación, no cabe duda que
la superación de tal situación humillante sólo pasa por la recuperación de
la libertad y la independencia como pueblo y con ello la dignidad nacional
canaria.
El
tipo de identificación que se haga es tan importante, que España durante sus
cinco siglos de dominación colonial, consciente de ello, ha evitado a toda
costa que el pueblo conociera su propia historia y pudiera identificarse con sus
verdaderos antepasados los guanches. Aún en la actualidad, los escolares
canarios continúan sin conocer y estudiar la vida pasada de los guanches. Lo
que fue el largo proceso de la invasión y conquista militar y violenta, y lo
que supuso posteriormente la esclavitud, sometimiento
y colonización. España es tan consciente de lo tremendamente peligroso que
representaría para su dominio y explotación colonial de estas islas, tal
proceso generalizado de identificación, que siempre estará dispuesta a
reprimir brutalmente cualquier intento serio que se trate de hacer en esa línea.
Por tanto, para esa parte mayoritaria del pueblo canario que nos sentimos
identificados con nuestros ancestros aborígenes, hay que decir, que es preciso
seguir profundizando en ese proceso de identificación, que la superación de
ese secular “complejo de inferioridad” como pueblo y que la maduración
psicológica de todos nosotros, en tanto grupo humano diferenciado de otros
grupos, sólo será posible en conjunción con una verdadera lucha por recuperar
nuestra independencia como pueblo.
En
la medida que el pueblo protagonice un verdadero proceso de lucha para conseguir
de Canarias un Estado libre, independiente y soberano, ello derivará en efectos
psicológicos positivos. Ese proceso de conquista de la independencia dará al
pueblo canario la oportunidad de recuperar su orgullo y dignidad como pueblo. Sólo
la derrota del conquistador, es decir, la quiebra total del sistema colonial
español de dominación, podrá hacer que el pueblo canario vuelva a tener
confianza en sí mismo, en su capacidad para auto dirigirse, sin necesidad ya de
más paternalismos, dirigismos ni tutelas.
Por
eso, en definitiva, yo defiendo que para la liberación psicológica del pueblo
canario, es preciso la independencia conquistada y no otorgada o regalada”.
No
cabe duda de que la situación religiosa y cultural que conforma la
idiosincrasia del moderno pueblo canario, tiene sus raíces a mi juicio en tres
aspectos concretos que han modelado durante centurias la forma de ser, de pensar
y de sentir de la actual sociedad
canaria: las raíces ancestrales, la pérdida de la libertad y la cultura ajena
impuesta. Estos tres aspectos básicos son los siguientes:
a)
La pérdida de la libertad de
b) Desde los inicios de la conquista y colonización de América, los
canarios fuimos obligados a participar en la misma bajo la bota del imperialista
español. Esta temprana presencia del guanche en América está ampliamente
subrayada por la presencia en la toponimia americana de innumerables nombres de
lugares de nuestras islas, así como una considerable presencia de nombres y
apellidos guanches aún hoy vigentes en diversas naciones de América.
En
épocas posteriores los canarios fuimos objetos de intercambio por parte de la
corona española, la cual permitía a la burguesía y estamentos dominantes
canarios la exportación a las colonias de América de determinadas toneladas de
mercancías (vinos, cueros y quesos especialmente) a cambio de que un
determinado número de familias canarias marcharan de manera obligada a poblar
ciertos enclaves de las colonias españolas, así comenzó de manera solapada un
segunda razzia de esclavos canarios para sustentar la voraz y siempre deficiente
economía española, a cambio de lo que en esta nación llamamos el tributo de
sangre.
Cuando
los descendientes de los conquistadores y colonizadores españoles decidieron
sacudirse el yugo de la “madre patria,” para explotar por sí mismos los
recursos que venía explotando
Conseguida
la libertad política por los países americanos, algunos de éstos pasaron a
depender económicamente de otras potencias, éstas como es natural en toda política
capitalista e imperialista potenciaron la extracción de los recursos naturales
en diferentes regiones del continente sudamericano. Aquí entramos de nuevo los
canarios como mano de obra barata semi esclava, determinados sectores de las
burguesías criollas especialmente en Cuba, Venezuela, Argentina y Perú,
llegaron a acuerdos comerciales con determinados sectores burgueses canarios
para que éstos les suministraran mano de obra blanca semi esclava con destino a
los ingenios azucareros, plantaciones de tabaco, y explotaciones ganaderas, en
Cuba además los canarios con los chinos fuimos la mano de obra a bajo coste
para la construcción del ferrocarril
En
época más reciente, otro ciclo de miseria nos obliga a emigrar, en esta ocasión
además con la agravante de las persecuciones políticas, situación ésta que
es crónica en el pueblo canario por obra y gracia de la administración
colonial, pero que en esta ocasión se efectuaba de manera más abierta y con la
colaboración de determinado elementos canarios al servicio del fascismo local.
Así durante la primera parte del pasado siglo XX, miles de canarios nos vimos
obligados a arriesgar la vida en frágiles y desvencijadas embarcaciones de
velas para tratar de arribar de nuevo a América, en busca de un pedazo de pan
para nosotros y nuestras familias, y de una libertad durante siglos ansiada y
siempre negada por quienes sujetan nuestras cadenas.
La
desigual y sangrienta conquista de que fuimos objeto supuso la brutal imposición
de una cultura y una lengua extranjera. La natural inteligencia del canario,
pronto le hizo comprender que para sobrevivir como individuo y como pueblo, debía
plegarse (por lo menos aparentemente) a las exigencias del colonizador, por
tanto, una parte de las clases dominantes o nobles del pueblo guanche, tanto los
que desde un principio aceptaron la presencia de los europeos como los que se
opusieron a la misma con las armas, acabaron por aceptar una política de hechos
consumados con tal de conservar sus privilegios de clase, esta clase
privilegiada, fue de alguna manera interesadamente distinguida por los
conquistadores para a través de ella influir en el resto del pueblo guanche
insumiso que aún muchos años después de dada por conquistada las islas,
continuaban (y de diferente manera continuamos) alzados sosteniendo una guerra
de guerrillas contra los invasores. Fue así como los colonizadores lograron en
poco tiempo erradicar la ancestral lengua guanche, destruyendo en parte un
valioso tesoro língüístico de la humanidad, e imponer una de sus lenguas, en
este caso el castellano, lengua que posteriormente pasaría a ser la oficial del
estado español. Con ésta lengua, los canarios modernos nos entendemos no sólo
con los españoles, sino con el resto del mundo denominado hispano, por otra
parte, nos ha servido para asimilar
la denominada cultura occidental o de la hamburguesa y
Lo
expuesto es un brevísimo resumen de las causas que han ido conformando la
personalidad del moderno pueblo canario, el cual, a pesar de los siglos de
opresión que ha venido sufriendo, y a pesar de la interminable cadena de
desgracias que le han sido infligidas, ha sabido quizás como ningún otro,
conservar altiva su frente y mirar cara a cara al invasor y hacer que este, a
pesar de su ingente poderío, se sienta pequeño pues sabe que ante sí tiene a
un pueblo dominado, pero no vencido, y que le desafía con orgullo y dignidad.
Así
pues tenemos que:
Las
raíces ancestrales y genéticas del pueblo canario son de origen africano.
La
forma de ser y de sentir del pueblo canario es de corte sudamericano, por lo que
el canario se identifica más con un
cubano, argentino o venezolano, que con un extremeño, gallego, andaluz o
castellano.
La
cultura cotidiana (de convivencia con los otros), es de corte
occidental-europeo, y la lengua de comunicación es la castellana, aunque
canarizada.
*
Separata del libro inédito LA DIOSA MADRE EN LAS ISLAS CANARIAS
de Eduardo Pedro García Rodríguez.
CAPITULO-XIX
Septiembre
de 2013.
----» Continuará
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