HEROES
DE PACOTILLA
(II)
DESMITIFICANDO
PEDRO
DE VERA Y MENDOZA
BREVE
BIOGRAFÍA DE PEDRO DE VERA Y MENDOZA, UN JUDIO CONVERSO, ASESINO
MASACRADOR DEL PUEBLO CANARIO.
Eduardo
Pedro García Rodríguez *
Invasor
Conquistador de
la Isla Tamarant
(Gran Canaria), usó mastines que se alimentaron de carne humana, incluyendo niños
vivos (crónica del fraile Bartolomé de las Casas, ver también artículo más
abajo). Envió a los vencidos como esclavos a España, que se vendieron en
Barcelona, Valencia, etc. El escándalo en las Cortes fue tal, que un tiempo
después los esclavos que quedaron con vida fueron liberados y regresados de
España a las Islas Canarias. Personaje siniestro, sus fechorías palidecen
cuando se comparan con otros personajes más recientes conectados a este árbol.
En
los primeros años del Renacimiento el semisalvaje Continente Europeo comenzaba
a descubrir mediante las traducciones al latín, la literatura, ciencia y
filosofía griega, árabe y hebrea.
Durante
más de mil años los cristianos en Europa habían vivido en el oscurantismo y
robándose unos a otros, pero durante este periodo comenzaron a expandir sus
mentes hacia las posibilidades de hacerse ricos a costa de otros pueblos.
Mediante
el Tratado de Tordesillas el Papa divide el mundo en dos y manda a los españoles
y portugueses a "ganar el mundo para Cristo". Para los Reyes Católicos
como así también para
la Iglesia
, la evangelización era una excusa para justificar la conquista, que además de
un enclave estratégico podría proporcionar esclavos y el oro que llegaría a
las arcas del rey y a los altares de las iglesias.
Se
fijó el meridiano de partición del Océano Atlántico a 370 leguas al oeste de
las islas de Cabo Verde, sin hacer referencia a las Azores. De esta forma, España
tendría el dominio del hemisferio occidental y Portugal del oriental. Se había
concretado así un verdadero reparto del mundo entre estas dos coronas. Por
supuesto, ambas coronas tendrían que responder al poder Papal.
Los
cronistas de la invasión, conquista y colonización de las Islas Canarias por
las hordas europeas, al ser la mayoría de ellos frailes cristianos se
abstuvieron de recoger en sus crónicas los aspectos más sórdidos de las
acciones militares llevados a cabo en nuestras islas por aquellas mesnadas de
mercenarios españoles. No obstante, la mayoría de los historiadores concuerdan
en que acciones de aquella guerra declarada unilateralmente por España a
la Nación Canaria
, y especialmente las desarrolladas en la isla de Chinet (Tenerife) la última
en ser invadida y sometida al colonialismo español, sirvieron como laboratorio
o campo de experimentación para las posteriores desarrolladas en la conquista y
depredación de los pueblos americanos. Por lo dicho, es indudable de que los
horrendos y crueles hechos protagonizados por las hordas españolas en aquel
continente guardan un total paralelismo con las anteriormente ejecutadas en
Canarias, mediante los cuales fueron bárbaramente destruidos los modos de vida
de la sociedad guanche.
Siguiendo
dicho paralelismo podemos hacernos una idea de las brutales acciones
desarrolladas por las "civilizadas" tropas españolas y sus acompañantes
en nuestras islas reproduciendo algunos párrafos de la obra del fraile español
Bartolomé de las Casas:
"Entraban
los españoles en los poblados y no dejaban niños ni viejos ni mujeres preñadas
que no desbarrigaran e hicieran pedazos. Hacían apuestas sobre quién de una
cuchillada abría un indio por medio o le cortaba la cabeza de un tajo.
Arrancaban a las criaturitas del pecho de sus madres y las lanzaban contra las
piedras. A los hombres les cortaban las manos. A otros los amarraban con paja
seca y los quemaban vivos. Y les clavaban una estaca en la boca para que no se
oyeran los gritos. Para mantener a los perros amaestrados en matar, traían
muchos indios en cadenas y los mordían y los destrozaban y tenían carnicería
pública de carne humana... Yo soy testigo de todo esto y de otras maneras de
crueldad nunca vistas ni oídas". (Fray Bartolomé de Las Casas, Brevísima
Relación de
la Destrucción
de Las Indias).
La
acción conquistadora y colonizadora de España en Canarias no permitió que ni
la cultura, ni la religión, ni la lengua ni la ancestral estructura social que
los antiguos pobladores de Tamarant (Gran Canaria) en particular y para el resto
de las islas en general -para los guanches- sobrevivieran íntegramente a la
colonización de los europeos, una vez Pedro de Vera hubo terminado la invasión
y ocupación de la isla en 1483. Como en el resto del Archipiélago las tierras
y las aguas usurpadas fueron repartidas entre los mercenarios que participaron
en la ocupación y entre quienes financiaron la conquista con la que, por otra
parte, no acabaron las pretensiones de otras potencias de la época por hacerse
con el control de las mismas, como plataforma logística desde donde controlar
el continente, fuente de extracción de oro y esclavos entre otros valiosos
recursos naturales, y posteriormente como base de aprovisionamiento de las
armadas dirigidas al saqueo y sometimiento de América.
Concretamente
Portugal insistió hasta que se hubo firmado el Tratado de Tordesillas en 1494
mediante el cual las dos potencias se repartían el saqueo de las nuevas tierras
"descubiertas" para los embrutecidos europeos.
Durante
la invasión de las islas pulularon recordados siniestros personajes de nefasta
memoria, tales como Bethencourt,
La Salle
, Berneval, Herreras, Bobadilla, Rejón, Vera, Lugo etc., pero quizás el más
sanguinario de todos estos fue Pedro de Vera, esclavista y masacrador de pueblos
de quienes sus descendientes ideológicos en estas insulas, continúan honrando
su criminal memoria dándole el nombre de tan diabólico personaje a calles y
plazas de nuestras ciudades, situación sólo comprensible en los pueblos
colonizados.
Se
ha especulado mucho en torno a la invasión Española de las islas Canarias,
naturalmente vista esta desde la óptica de los vencedores y sus comisarios
culturales quienes han mitificado este hecho cruel y sangriento cubriéndolo
además de una capa de barniz espiritual y supuestamente evangelizador, nada más
lejos de la realidad, ya que durante la guerra los frailes de
la Iglesia Católica
cortaron tantas cabezas y esclavizaron a tantos guanches como los propios
mercenarios seglares.
Quizás
uno de los planteamientos más objetivos en torno a la invasión de Canarias sea
el expuesto por la investigadora española Luisa Isabel Álvarez de Toledo de
quien copiamos los siguientes párrafos: "Muerto Enrique IV en diciembre de
1474, Isabel declaró tierra de su conquista las islas de África y Guinea, en
agosto de 1475. Al esgrimir la debilidad de Enrique IV, como causa de que el rey
de Portugal, se hubiese apoderado del predio, hizo confeccionar albalá, que lo
probase. Se conserva entre los papeles de Esteban Pérez Cabitos, en forma de
copia autorizada de carta original, "escripta en pergamino de cuero",
supuestamente sacada por Herrera, a 6 de marzo de 1470, en oficio de notario
jerezano, eclesiástico por más señas. Olvidando el pasado inmediato, el
falsario la fechó en Plasencia, a 6 de abril de 1468, cuando el rey estaba
privado de autoridad, como prisionero de su hermano, Alfonso XII. Declara que
sometido a la "subjestión e gran ynportunidad", de los condes
portugueses de Tuguia y Villarreal, cometió la injusticia de darles las islas
de Gran Canaria, Tenerife y
La Palma
, "en las mis mares de España", despojando a Diego de Herrera, al que
trata de "noble caballero", sin haber merecido siquiera el
"don". Las devolvió con todas las Canarias e islas adyacentes, como a
"verdadero señor" de la "Mar Menor, en las partes de Bebería".
Complicando la cuestión, el rey metió en danza al Papa, pidiendo el rey que
"revoque e anule qualesquier letras e bullas, que en contrario de esta
revocación sean", sin caer en que no tocaba pito en el entierro [1].
No
estando "acabada" la conquista, por persistir los canarios en su
"rebeldía", los Católicos buscaron capitán experimentado,
encontrando a Pedro de Vera, caballero 24 de Jerez y disciplinado. Seguidor de
Enrique IV y Juana, estando al servicio de Beltrán de
la Cueva
y Rodrigo Ponce, cambió de campo con el último, sin un gesto. Suponen los
cronistas que Vera fue seleccionado, al encontrarse en las Canarias desterrado,
por haber matado a Basurto, alcaide de Medina Sidonia. En verdad, el 4 de
febrero de 1480, día en que se extendió el nombramiento, se encontraba en su
casa de Jerez. "Acatando como la conquista" de las "Yslas de
la Grand Canaria
e Tenerife nos pertenesce", para que pudiese llevarla a cabo, sin tropezar
con oposición, acumuló los cargos de alcaide de Villa Real de las Palmas,
gobernador, capitán mayor y corregidor de Gran Canaria. Pedro de
la Algaba
[2] o quien la tuviese, le entregaría la fortaleza y los justicias sus varas,
siguiendo "ynquisiciones". Descubiertos los culpables de "los escándalos
e ruydos e diferencias", que cristalizaron en "divisyones",
enfrentando a milites, caballeros y escuderos, los enredadores pararían en la cárcel,
siguiendo juicios sumarísimos. Ejecutadas las penas de destierro y muerte, en
orden cabildo y milicia, iniciaría la tarea de "sojuzgar" a los
naturales de la isla, "a nuestra santa fe católica", "fasta la
ganar e vos apoderar" [3], continuando en "Tenerife y
la Palma
", también en "poder de ynfieles" [4].
"Tras
el fracaso de los intentos anteriores, en 1478 una expedición organizada por
los Reyes Católicos desembarca el 24 de junio en la playa de
la Isleta
al mando de Juan Rejón y del deán Juan Bermúdez y establece un campamento
denominado el Real de Las Palmas, junto al barranco de Guiniguada. En sus cercanías
tuvo lugar el 28 de junio el primer enfrentamiento bélico con los guanches,
donde los canarios sufrieron su primera derrota y se replegaron hacia el
interior de
la Isla. Sin
embargo, pronto surgieron rivalidades entre los invasores Juan Rejón y el
verdadero capitán de la conquista el clérigo Juan Bermúdez, lo que originó
el nombramiento de Pedro de Algaba como nuevo gobernador y la posterior detención
de Rejón, que sería enviado encadenado a Sevilla. Sin embargo, en 1479, Rejón
tras verse libre de cargos gracias a las influencias que tenía en la corrupta
Corte castellana regresa a Tamarant (Gran Canaria) donde toma la justicia por su
mano al decapitar a Algaba. Ante estas circunstancias los Reyes Católicos
designan como capitán de conquista a Pedro de Vera y Mendoza que llega a Gran
Canaria en 1480."
Este
engendro de los infiernos con apariencia humana conocido como Pedro de Vera y
Mendoza, era natural de Jerez de
la Frontera
, señor del mayorazgo y casa de Vera, en Jerez, alcaide, alférez, alguacil,
comendador de Santiago. Conquistador, gobernador y capitán general de las Islas
Canarias por designación de los Reyes Católicos (1480-1489), esclavista y
masacrador de canarios y gomeros, asesino, salteador de caminos, ladrón y
secuestrador.
Falleció
en Jerez en 1498. En esta ciudad había casado con Beatriz de Hinojosa, siendo
los padres, entre otros, de:
A.-
Francisco de Vera Hinojosa, caballero de Santiago. En Jerez de
la Frontera
, de donde era natural, este casó con Teresa Cabeza de Vaca y Figueroa. Padres,
entre otros, de: Alvar Núñez Cabeza de Vaca, natural de Jerez. Conquistador de
La Florida
, segundo adelantado del Río de
la Plata
(1541-1544). Quien falleció soltero.
Veamos
algunos pormenores de los preparativos para la armada de mercenarios levantada
en Sevilla que habrían de acompañar a Pedro de Vera en su aventura en
Tamarant, según
la Iguala
y composición de la capitulación firmada en Toledo en el mes febrero de 1480
por los doctores de Talavera, Villalón, y Lillo del Consejo, quienes firmaron
en nombre de los reyes Isabel y Fernando con Alonso Quintanilla, contador mayor
de cuentas del Consejo, y Pedro Fernández, capitán de la mar, sobre la armada
que éstos preparan para Gran Canaria. El acuerdo mantiene los términos del
memorial ya existente, fechado en Toledo el 24 de febrero de 1480, salvo en los
100.000 maravedis consignados para que un mercader llevase ropa y otras cosas
menudas; éstos términos son: 200.000 maravedias de trigo y cebada, 250.000
maravedis del flete de los navíos de Pedro Fernández y de otros que se han de
mandar, 36.000 maravedis para el capitán Pedro de Vera, 48.000 maravedis como
sueldo de los veinte caballeros, 120.000 como sueldo de los cien vasallos de
monte y 20.000 maravedis de los gastos hechos por Juan Rejón; estas sumas más
las que irán apareciendo antes de la partida hacen 900.000 maravedis, de los
que Alonso de Quintanilla pone 300.000 y Pedro Fernández 600.000, ofreciéndose
a Pedro de Vera participar con la mitad de la parte correspondiente a Pedro Fernández,
debiendo proveer los beneficiarios las gentes y navíos necesarios en un plazo
de 10 años. Se concede que durante 10 años ni el Almirante ni sus
lugartenientes lleven derecho algunos sobre las pesquerías y presas hechas en
Gran Canaria, renunciando los reyes a los quintos sobre cueros, sebo, esclavos y
armazón y sobre las presas hechas en las islas de infieles, salvo en
la Mina
de Oro, y comprometiéndose a impedir que Diego de Herrera haga presas en Gran
Canaria y que concierte paces en Tenerife y
La Palma. Como
fácilmente se puede deducir, esta no fue una armada netamente
"evangelizadora".
El
3 de febrero de 1480 el Consejo de Castilla había emitido orden al Almirante
mayor de la mar y al guarda mayor de la saca del pan de la ciudad de Jerez de
la Frontera
y sus lugartenientes, así como a los del Puerto de Santa María y demás
villas del señorío del arzobispado de Sevilla y del obispado de Cádiz, para
que permitan al alcaide Pedro de Vera, veinticuatro de Jerez, o a quien su poder
tuviere, sacar doscientos cahices de trigo y doscientos de cebada para la gente
que va o está ya en la conquista de Gran Canaria y otros treinta cahices de
trigo para y veinte de cebada para una fortaleza [el nombre está en blanco],
bajo juramento de emplearlo para tal fin. Se ordena que dicha saca tenga
prioridad sobre cualquier otra acordada. Con fecha 4 del mismo mes y año, el
Consejo emite otra orden dirigida al consejo y vecinos de Sevilla para que
levanten en la ciudad y su término cien ballesteros de monte que han de unirse
a la gente de Pedro de Vera, gobernador y capitán de Gran Canaria, llevará a
la conquista de dicha isla; los menci0onados ballesteros deberían presentarse
con sus ballestas y almacén, y para su alimentación durante la campaña se les
concede que tengan parte en las presas que consigan hacer en la isla, es decir,
podían entrar a saco en la isla. Por esa misma fecha, los reyes católicos que
eran pródigos concediendo prebendas siempre que éstas no les costasen dinero,
estuvieron muy generoso con el nuevo capitán, especialmente cuando regalaban lo
que no les pertenecía, así, mediante Real Cédula conceden a Pedro de Vera la
gobernación y capitanía de la isla de Tamarant, "así por tierra como por
mar" cuya conquista junto a la de Tenerife decían pertenecer al rey, y de
la alcaldía de la fortaleza de la villa real de Las Palmas, recibiendo así
mismo el cargo de corregidor, con autoridad para poder disponer de los distintos
oficios. Por esta misma carta se ordena a Pedro de
La Algaba
, alcaide de dicha fortaleza, que entregue ésta al nuevo gobernador y se otorga
a éste poder cumplido para que resuelva las diferencias entre los mercenarios
de la invasión. En igual fecha por otro documento se autoriza Pedro de Vera,
"como gobernador y capitán" de las islas de Canaria para repartir a
las personas que vivan o quieran ir a vivir a Gran Canaria, los ejidos, dehesas
y heredamientos de dicha isla, según lo que por sus méritos o estado hubieren
menester, y para nombrar los oficios necesarios, ya sean anuales o vitalicios.
Como
ejemplo de la corrupción que reinaba entre los altos funcionarios de la corte
española, vemos como por un documento extendido por el Consejo de Castilla
fechado en Toledo a 4 de febrero de 1480 se concede a un personaje cuyo nombre
no figura en dicho documento "Notaría y escribanía de cámara en todos
los lugares del reino y en las islas de Gran Canaria y Tenerife, y se ordena a
las justicias del reino, y en especial a las de dichas islas, que se le guarden
todos sus derechos", no deja de ser curioso que concedieran una Notaría en
la isla de Chinech (Tenerife) doce años antes de ser invadida.
Es
sobradamente conocido el interés que mostró la reina católica por dar un buen
uso a los criminales convictos utilizándolos como elementos civilizadores y
evangelizadores de las islas invadidas, tal como quedó recogido en un poder
real expedido en Medina del Campo con fecha 10 de diciembre de 1480 a nombre de
Juan de Torres, corregidor de las villas, valles y merindades de Trasmiera, Peña
Melera, Valdebeseros, Peña Samago, Peña Rubia y val de los Herreros, para que
en nombre de sus Altezas pueda "Prometer palabra y seguridad de perdón a
los delincuentes de su jurisdicción y del marquesado de Santillana y tierras
del conde de Castañeda, salvo los reos de traición, delito de falsa moneda,
falsedad hecha en nombre de los reyes y saca de monedas de oro o plata, que
fueran a servir a su costa en la conquista de Gran Canaria por especio de seis
meses, contados desde el día en que se presentaren a Pedro de Vera, capitán y
gobernador de dicha isla, y de Miguel de Moxica receptor de la misma. Se ordena
a las justicias que no actúen contra las personas y bienes de quienes muestren
la concordia hecha con Juan de Torres y fe de Pedro de Vera y Miguel de Moxica
de haberla cumplido, pudiendo exigir únicamente la restitución de los bienes
que hubieren tomado; y se ordena al chanciller y a los notarios que les libren
cartas y sobre cartas de perdón que necesitasen, con obligación de ser
perdonados por las justicias."
Hemos
dicho más arriba que Pedro de Vera era un ladrón y secuestrador, y que andaba
a sus anchas posiblemente escudado en los servicios que como mercenario había
prestado a la monarquía española en las guerras mantenidas en tierras
italianas. El código entre ladrones no ve bien el que unos ladrones sean
robados por otros, y cuando esto sucede y no pueden tomar la revancha por su
mano suelen acudir a la justicia como honestos ciudadanos agraviados, esto debió
sucederle a Pedro de Vera con su expoliado y secuestrado Pedro de Vargas, según
se desprende de un Documento del Registro General del Sello extractado por don
Eduardo Aznar Vallejo y cuyo texto es el siguiente: " 1484 Agosto 20. Córdoba.
Receptoría para que las justicias de Sevilla y Jerez de
la Frontera
y las del arzobispado de Sevilla y el obispado de Cádiz reciban los
testimonios de los testigos presentados por Pedro de Vargas, alcaide de
Gibraltar, los hijos de Bartolomé de Basurto. ya difunto, y Leonor Núñez,
hija de Frey Alonso de Vadespino y de Leonor Núñez, hija del citado Bartolomé
de Basurto, en el pleito que siguen ante el Consejo con Pedro de Vera,
gobernador de las islas de Canaria, que acusa a Bartolomé de Basurto y Pedro de
Vargas de haberle tomado del lugar de Marchinilla, término de Jimena,-villa de
la que era alcaide-, en marzo de 1470 cierto número de puercos, bueyes y
yeguas, más una recua de asnos cargados de trigo y vino, que tomó Martín Jiménez,
alguacil de Medina Sidonia, por orden de Pedro de Vargas, y en julio de dicho año
doscientos de trigo y cebada y las ropas de sus pastores, cantidades que les
reclama, junto al valor de los partos y postpartos, sumando todo un cuento y
ochocientos mil maravedís. Contra demanda García de Medina, procurador de
Pedro de Vargas, presentó una información, alegando que sus defendidos habían
actuado en caso lícito, que dichos bienes no eran de Pedro de Vera y que en
caso de haber tomado algo de su propiedad, éste no podía reclamar por haberse
obligado al duque don Juan, padre de don Enrique, duque de Medina Sidonia, a no
hacerlo, y acusando a Pedro de Vera y a sus escuderos de haber prendido hace
seis años a Pedro de Vargas, cuando se dirigía a la posada de Juan de Luna,
por el camino de Asperilla, entre Gibraltar y Sevilla, dando muerte a Andrés de
Sanabria y Juan de Grajales y tomando ciertos bienes de Pedro de Vargas y de sus
criados Juan de Acenes y Andrés Martínez, bienes qué ha de restituirle junto
a los cuatrocientos mil maravedís del rescate .El Consejo concede a ambas
partes un plazo de setenta días para presentar sus pruebas. Alfonsus. Antonius.
Andréas. Luis del Castillo".
Es
manifiesto el interés mostrado por los historiadores oficiales y oficialistas
en ocultar o minimizar el hecho de la captura y esclavización de los guanches y
su posterior venta en los mercados de Valencia, Sevilla, Barcelona y Mallorca,
como principal fuente de ingresos económicos para sustentar los gastos de la
invasión, tanto de la corona española como de los mercenarios que participaron
en la invasión y saqueo de las islas. Esta práctica fue mantenida en las islas
desde Bethencourt hasta Alonso de Lugo, y a la que no fue ajena la iglesia católica
quien también se benefició económicamente de esta inhumana actividad, aunque
en algún momento determinados obispos protestaron ante la corono española por
la venta de estos desgraciados, no lo hicieron tanto por el inhumano comercio en
sí, sino por una cuestión de jurisdicción, cuestión esta en la que la
iglesia siempre ha sido muy celosa, y por otra parte, suponía una pérdida de
ingresos seguros pues los guanches supuestamente cristianizados pagaban los
diezmos a la iglesia, lo que en el fondo suponía una especie de seguro ante los
demás depredadores. Veamos algunos ejemplos de la venta de esclavos gomeros
guanches por parte de Pedro de Vera de los que sobrevivieron a la masacre
llevada a cabo por éste en
la Gomera
, con motivo del ajusticiamiento del verdugo Herrera, tema que por su amplitud y
profundidad trataremos en otro artículo.
*
Miembro de
la Asociación Sociocultural
Kebehi Benchomo.
E.
Mail. eduardobenchomo@gmail.com
Bibliografía:
Fray
Bartolomé de Las Casas, Brevísima Relación de
la Destrucción
de Las Indias
Luisa
Isabel Álvarez de Toledo, Duquesa de Medinasidonia)
África
versus América
NOTAS:
(1)
Información de Esteban Pérez Cabitos; Biblioteca de El Escorial. R.A. IV.
(2)
Pedro de
la Algaba
y Juan Rejón estaban vivos en
1480.
(3)
SRGS. II. 1480. I
(4)
SRGS. V. 1486. 194
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de pacotilla (I)
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