Venerable
Siervo de Dios Pedro de San Joseph de Betancur
El
joven Pedro era un hombre creyente y de intenso fervor religioso. Es posible que
aprendiese a leer y escribir con los agustinos del convento de Vilaflor. De los
primeros testigos de su causa, conocemos que padeció una gravísima enfermedad
en su infancia, y que encomendándose a San Amaro, de quien era muy devoto,
terminó por curarse y recobrar la salud.
No
era hombre ilustrado, la tradición lo pinta como afable, dulce en el trato,
tendente al bien, de mucha de fe y amor a Dios. Los años que transcurren hasta
1649, año en que se embarca para América, discurren en esta zona sur de la
isla, desde la cumbre hasta la costa, y viceversa, cuidando las cabras del
Mayorazgo de la familia Soler. Esta
familia era propietaria de unas cuevas en el barranco de Los Saltaderos (próximo
al actual Aeropuerto Reina Sofia).
Con
la edad de 23 años emigró a -América, y se estableció primero en Cuba y
luego
se trasladó a Guatemala.
Apenas desembarcado en
el Nuevo Mundo, una grave enfermedad lo puso en contacto directo con los más
pobres y desheredados. Recuperada inesperadamente la salud, quiso consagrar su
vida a Dios realizando los estudios eclesiásticos pero, al no poder hacerlo,
profesó como terciario en el Convento de San Francisco, en la actual La Antigua
Guatemala, con un bien determinado programa de revivir la experiencia de Jesús
de Nazaret en la humildad, la pobreza, la penitencia y el servicio a los pobres.
En un primer momento
realizó su programa como custodio y sacristán de
Construyó un oratorio,
una escuela, una enfermería, una posada para sacerdotes que se encontraban de
paso por la ciudad y para estudiantes universitarios, necesitados de alojamiento
seguro y económico. Recordando la pobreza de la primera posada de Jesús en la
tierra, llamó a su obra «Belén».
Otros terciarios lo
imitaron, compartiendo con el Beato penitencia, oración y actividad caritativa:
la vida comunitaria tomó forma cuando el Beato escribió un reglamento, que fue
adoptado también por las mujeres que atendían a la educación de los niños;
estaba surgiendo aquello que más tarde debería tener su desarrollo natural:
El Beato Hermano Pedro
se adelantó a los tiempos con métodos pedagógicos nuevos y estableció
servicios sociales no imaginables en su época, como el hospital para
convalecientes. Sus escritos espirituales son de una agudeza y profundidad
inigualables.
Tomó
lo hábitos de la orden terciaria de los franciscanos.
Recorría
las calles de Santiago de Los Caballeros, provisto de una campanilla al
encuentro de los pobres, enfermos y necesitados. Su casita de Belén fue el
primer establecimiento hospitalario para convalecientes, allí permanecían
hasta su total recuperación. También servía de oratorio y escuela.
Fundó
en 1653 la orden Betlehemita.
Allí
murió con fama de santo en el año
Ya
en año 1771, 1a secta de la iglesia católica reconoció las virtudes del
pastor chasnero.
El
Papa Juan Pablo II lo beatificó el 22 de junio de 1980, y lo canonizó el 30 de
julio de 2002 en Guatemala. Su fiesta católica se celebra el 24 de abril.
El
culto al Hermano Pedro en Tenerife.
En
cuanto al culto al Hermano Pedro en Tenerife no se sabe si fue simultáneo o
posterior a Guatemala. Los primeros datos se refieren al año 1700,
aproximadamente 20 años después de su muerte cuando se inició el proceso de
canonización y varios testigos de la isla declararon en la causa.
La
primera cita la encontramos en Viera y Clavijo, hacia el año 1712 donde por
decreto del 8 de abril. el Cabildo General de acuerdo con el obispo Don Juan
Ruiz Simón, solicita al prefecto general de los Betlehemitas dos religiosos
para atender el Hospital de San Sebastián de
Muere apenas a los 41 años
el que en vida era llamado «Madre de Guatemala». A más de tres siglos de
distancia, la memoria del «hombre que fue caridad» es sentida grandemente,
viva y concreta, en su nativa Tenerife, en Guatemala y en todos los lugares
donde se conoce su obra. El Hermano Pedro fue Beatificado solemnemente por
Vuestra Santidad el 22 de junio de 1980, en un acontecimiento de incalculable
valor pastoral y eclesial para Guatemala y para toda América.
La cueva.
A lo largo de los
siglos la cueva del Hermano Pedro ha sido visitada por muchas personas como
lugar de culto y devoción al frailecito de los pobres, en ella los pastores y
visitantes acostumbraban a dejar cajetillas de cigarrillos velas y otras cosas
de las cuales se servían los traseuntes, los cuales a su vez a la menor
oportunidad reponían con creces los artículos tomados. Esto fue así hasta que
la iglesia de la secta católica tomó cartas en el asunto a raíz de la
canonización de Pedro Bentacurt. A partir de entonces la cueva la han
convertido en un santuario con cura fijo, y aquellos objetos que los visitantes
aportaban espontáneamente, hoy están controlados por el clero católico el
cual fiel a sus tradiciones mercantilistas ha puesto precio a lo que antes era
gratuito.
En
la costa del término municipal de Granadilla de Abona, entre lo que hoy es San
Isidro y El Médano, a unos
Se
trata de dos cuevas anexas, una pequeña que cumplía las funciones de cueva
habitación y la otra, más grande, que era el corral. En la actualidad el
corral se dedica a
las
ofrendas, y en la habitación hay una imagen del Hermano Pedro y algunos cuadros
de
su iconografia. Próximo a éstas hay un eres.
Después
de años de abandono y olvido el lugar donde se halla la cueva ha sido objeto de
muchas mejoras siempre acordes al entorno. Últimamente con la colaboración de
AENA.
Asimismo
se han acondicionado las carreteras de acceso.
La
primera mención que encontramos respecto a la cueva se refiere a su biógrafo
San José de la Concepción en su obra: Historia Betlemítica. Vida exemplar y
admirable del Venerable Siervo de Dios Pedro de San Joseph de Betancur, fundador
del regular instituto de Bethlehen, Sevilla (1723) (De la rosa Olivera,
Leopoldo).
Enero
de 2013.