FEMÉRIDES
DE LA NACIÓN CANARIA
CAPÍTULO
XXI (II) – (I)
Templo
de la parroquia de El Salvador en Santa Cruz de La Palma.
La cabecera -la parte más antigua de la iglesia- constituye un cuerpo independiente a nivel más alto que el resto del templo y separado de las naves por arcos de medio punto.
Se trata de la capilla del Evangelio o San Pedro –antes de Santa Ana hasta 1818– construida entre 1601 y 1611 por el almirante palmero Francisco Díaz Pimienta (héroe de la Batalla de Lepanto) sobre capilla anterior más pequeña cubierta con bóveda baída cuya decoración la realizó Ubaldo Bordanova en 1895.
El retablo pictórico flamenco de Santa
Ana –la imagen, también flamenca, se venera en la parroquia vecina de San
Francisco– se sustituyó por uno neoclásico debido al deterioro que sufría.
Junto a esta capilla se halla una pequeña dependencia conocida como “la
alcoba de San Pedro” donde se veneraba la imagen de candelero y procesional de
San Pedro en Cátedra (obra de Juan de Silva de 1742 y hoy custodiada en la
iglesia vecina de Santo Domingo). La capilla de la Epístola o del Carmen
-fundada por Diego de Monteverde y construida en 1580- tuvo otras advocaciones:
del Espíritu Santo, de San Luis, de Santiago y por último de la Virgen del
Carmen (la antigua imagen se venera en la ermita de San Telmo bajo la advocación
de Virgen de La Luz).
La capilla mayor ocupó el último lugar en las reconstrucciones del siglo XVII.
Las obras se iniciaron durante la mayordomía de Juan de Valle que sólo las había
iniciado cuando murió en 1609. Al derrumbarse la capilla en 1613 hubo que
acelerarlas a cargo de los maestros Pinelo, Jordán, Gómez y Rivera. Está
formada por un antepresbiterio que comunica con las capillas colaterales y un
presbiterio plano más elevado. La bóveda de medio cañón fue realizada en
1818 para superar las deficiencias de la armadura mudéjar original. La magnífica
decoración es de 1895 y se debe al maestro Bordanova que representó una visión
celeste de la Trinidad.
En las naves laterales y a la altura de su sexto tramo se sitúan
capillas poco profundas que se abren en el muro mediante un arco de medio punto
sobre columnas toscanas apoyadas en un alto pedestal. Las paredes de fondo están
decoradas con pinturas imitando cortinajes recogidos a ambos lados de los
retablos realizados por Bordanova en 1895. Se denominan del Cristo o de las Ánimas
(aunque tuvo varios nombres anteriores; nave de la Epístola; capilla fundada
antes de 1556) y de San Juan Bautista (fundada por Juan de Valle en 1609). En
ella están entronizadas las imágenes que les dan nombre en sendos retablos
neoclásicos.
Separando las naves se colocaron unas columnas cilíndricas y de
cantería gris, cuyas bases son poligonales y los fustes lisos; capiteles de
orden toscano rematados por grandes equinos y sobre ellas, danzas de arcos de
medio punto en toba roja. Son columnas que pertenecen a la última etapa del gótico
y son extrañas en la arquitectura española del siglo XVI, no así en algunas
zonas de Sudamérica. Los pilares del antepresbiterio se desarrollan sobre
grandes plintos rectangulares con cuatro medias columnas cilíndricas en cada
uno de sus frentes.
La parroquia fue restaurada a principios del siglo pasado mientras
fue párroco don Benigno Mascareñas. De esa misma época son los repintados de
las columnas de la capilla mayor realizados por Bordanova. Su loseta actual, de
mármol blanco, data de 1947, que vino a sustituir a otras de mármol blanco y
negro de 1757 que, a su vez, habían reemplazado a otras de barro. En el crucero
del templo se halla una lápida sepulcral de estilo gótico con pequeños
blasones en sus esquinas.
Coro
El coro –cuyo frente es curvo y ondulado- se alza sobre los pies
de la nave central. El desnivel respecto al resto de la iglesia se salva
mediante siete escalones. Fue reformado por Marcelo Gómez de Carmona en 1784.
En otro recinto lateral se halla el baptisterio -en la nave de la Epístola- y
el del Evangelio se utiliza como actual capilla de la Santa Cruz –si bien se
usó inicialmente para el órgano y luego en el siglo XVIII fue sede de la
capilla de San Pedro y enterramiento de los miembros de su cofradía. El
precioso coro va cerrado por una reja de madera y lleva una tribuna en la parte
superior donde se aloja el órgano –hoy inexplicablemente inservible– que
fue regalado por don José Gabriel Martín Hernández en 1823 que sustituyó a
otro anterior. Sobre las tres dependencias corre una balaustrada formada por
pequeñas pilastras y en el centro un grupo escultórico en su color
representando a dos ángeles sosteniendo una cruz. El arco de entrada al coro se
apoya en ménsulas y su clave remata con un escudo representando a San Miguel
Arcángel. Las pilastras están pintadas imitando mármol y la reja en blanco y
dorado. En el interior se encuentra una sillería constituida por quince
asientos en madera de factura reciente y en los extremos, junto a la reja,
espacios abiertos con campanillas. Se aprecia también un facistol de madera de
barbuzano tallado del siglo XVIII, etc.
Artesonado
Es espectacular el artesonado de las tres naves -el mejor de
su género en Canarias- que presenta gran profusión de lazos mudéjares
combinados con elementos decorativos de clara influencia portuguesa. El
artesonado – cuyos tirantes están también ornamentados con lazos mudéjares-
se halla interrumpido en las capillas cabeceras de las tres naves. En la
principal se aprecia una bóveda de cañón sin vestigio alguno del antiguo
tesoro.
Archivo y sacristía
Por otro lado, destaca en la sacristía una bóveda gótica de
terceletes de insigne belleza. Ésta se caracteriza por sus nervios combados,
que son, en realidad, nervios curvos empleados en la arquitectura religiosa del
siglo XVI, sumándose en las bóvedas a los ya preexistentes terceletes y
ligaduras. Sus claves constituyen un bellísimo ejemplo del arte del
Renacimiento en Canarias. En número de nueve, incluida la central que
representa al Salvador, sirven de nexo a las ligaduras. Se aloja en el primer
cuerpo de la torre. Tiene planta rectangular y posee un lavabo en mármol rosa
donado por Juan Massieu en el siglo XVIII, una cajonera de tres cuerpos
flanqueada por armarios de cuarterones, etc.
En cuanto al archivo y despacho parroquial, éste se encuentra en
la parte exterior de la torre y detrás de la cabecera de la iglesia, en una
nueva sacristía construida en 1816 y cuyo balcón en el lado curvo se asoma a
la calle Real. Se halla también un armario empotrado de 1826, dos cajoneras y
un armario-archivo del XVII y otros enseres que completan el ajuar del templo.
Ornamentos
Los ornamentos que se custodian en el templo son magníficos y de
un valor incalculable. Destaca por su antigüedad y valía un terno completo de
damasco y terciopelo carmesí con bordados en oro y seda (Sevilla, s. XVI) al
que se conoce como el tejido litúrgico más antiguo de Canarias. Se considera
el “riquísimo pontifical de brocado” que regaló a la iglesia don Luis
Vandewalle “El Viejo” antes de 1587; la llamada casulla “Primavera” del
s. XVIII - bordada en oro y sedas sobre tisú blanco-; otra casulla roja de seda
bordada en colores; otro terno completo de terciopelo morado bordado en oro; el
palio -el mejor de su género en Canarias- y un terno completo de tisú
blanco con bordados en oro, ambos procedentes de Lyon; y así un largo catálogo
de casullas, capas pluviales, planetas, etc. confeccionados en terciopelos y
bordados en oro, plata, etc. Unas obras de arte dignas de una catedral.
Pinturas
En cuanto a los elementos pictóricos existentes en el interior del
templo, cabe destacar un magnífico cuadro de Juan de Miranda (otros piensan que
su autor es José García Hidalgo y anterior a 1700) que representa a San Felipe
Neri -actualmente en la nave del Evangelio-; un cuadro de San José y otro de
Santa Ana que rematan los altares de ambas capillas laterales y que pertenecen a
la escuela madrileña; un cuadro de los Mártires de Tazacorte (probablemente
del siglo XVI, ya que consta que una centuria después fue restaurado); dos
lienzos enormes de San Cristóbal y San Miguel (ambos de Bordanova); el gran
cuadro de la Transfiguración del Señor, del madrileño Antonio María Esquivel
y Suárez de Urbina (de 1837), colocado en el altar mayor. Fue muy elogiado en
la Exposición de la Academia de Bellas Artes en 1837.
Los frescos que adornan las capillas fueron obra del también
madrileño Ubaldo Bordanova Moreno a finales del siglo XIX. Existe un cuadro de
la Virgen de Arántzazu (anónimo popular que ya se hallaba en el templo en
1719), otro de Nuestra Señora de Las Nieves (s. XVIII, propiedad de la sociedad
“La Cosmológica”).
En la sacristía se conservan dos grandes retratos de los obispos
Francisco Guillén y Domingo Pantaleón Alvarez de Abreu, inventariados desde
1784. Otros retratos: Pinto de Guisla (obra anónima del siglo XVII), Cristóbal
Pérez Volcán (Habana, 1790), Manuel Díaz (lienzo de Aurelio Carmona), etc.
No existe, entre otros, el cuadro traído de Flandes de la Virgen
de La Concepción colocado en la capilla del Santi Spiritu -actual del Carmen-
fundada por Juan Fdez. Escudero en 1526.
Esculturas
Así mismo, entre los elementos escultóricos que contribuyen a
realzar la belleza del templo, destacan las imágenes neoclásicas de Nuestra Señora
del Carmen -capilla colateral de la Epístola-, Nuestro Señor del Perdón y San
Pedro Penitente – en la del Evangelio-, todas ellas del prestigioso imaginero
orotavense Estévez del Sacramento (s. XIX); a la izquierda del Señor se
encuentra una columna y el gallo, obra del palmero Aurelio Carmona López; San
Juan Bautista (obra de escuela andaluza atribuida a Jacinto Pimentel y otros
escultores del barroco sevillano) ; en el frontal del altar de este último se
venera en una urna el Cristo Yacente o del Clavo, obra del célebre escultor
malagueño Palma Burgos; San José y el Niño (de escuela andaluza, obra del
sevillano Benito de Hita y Castillo del s. XVIII); el Cristo de Los Mulatos (en
la antigua capilla de Marcos de Montserrat o de Ánimas –flamenco del XVI–
uno de los más valiosos de Canarias que comparte Calvario con San Juan y la
Soledad). También en la nave de la Epístola se encuentra el gigantesco Cristo
de las Siete Palabras (2,20 mts.) procedente de la desaparecida ermita del Señor
de la Caída. Se trata de la polémica obra del palmero Marcelo Gómez Carmona
que fue salvada milagrosamente del incendio que sufrió el pasado siglo;
escondidos en el interior del coro se encuentran dentro de sendas urnas sobre ménsulas
las imágenes de San Luis de Francia (flamenca del siglo XVI) y San Juan
Nepomuceno (talla barroca del siglo XVIII). Otras tallas modernas de tamaño
natural son el Sagrado Corazón de Jesús (procedente del convento de Santo
Domingo) y La Milagrosa. Imágenes de vestir para un Nacimiento son San José y
la Virgen, atribuidas a Estévez y adquiridas tras la muerte del maestro. San
Miguel Triunfante es una pequeña escultura situada en la sacristía sobre un
castillo y una cruz de fondo, obra probable de Orbarán que antiguamente se
veneraba en el primitivo retablo mayor, lamentablemente desaparecido.
En la Sala Capitular se
encuentra un San Ignacio en madera estofada y pintada con halo de plata que podría
haber llegado de la desamortizada ermita de San Francisco Javier de la calle
Real del Puerto; una imagen antigua y muy deteriorada de la Virgen de la O, etc.
En el altar mayor aparecen cuatro ángeles blancos: dos turiferarios
arrodillados a ambos lados del tabernáculo y dos sobre el altar, adorando el
Triángulo- Ojo de Dios. Son tallas en madera pintadas de blanco de Estévez.
Retablos
El altar mayor es neoclásico. Su expositor y sagrario representan
el globo terráqueo sostenido por unas espigas e imágenes de los profetas, obra
del maestro Estévez, amigo del Cura Díaz. Sustituyó a otro más antiguo
“famoso en toda Canarias”, que era el segundo retablo conocido que tuvo la
capilla mayor, ejecutado por Antonio de Orbarán. Un magnífico retablo que se
componía exclusivamente de hornacinas con esculturas dispuestas al menos en
tres calles y tres cuerpos.
Además de los retablos mencionados, existen dos a los pies de las
naves centrales: en la nave de la Epístola, el barroco del XVIII del Corazón
de Jesús (originalmente de San Joaquín) con decoración floral en oro sobre
fondo rojo con tablas pintadas de San Juan Bautista y San Juan de Mata y uno
pequeño de la Dolorosa; el de La Milagrosa (antiguamente de San Felipe Neri,
con pájaros pintados y ángeles con flores y con un cuadro de la Virgen de Las
Nieves en el ático.
Pilas de mármol
Guardia la parroquia un conjunto interesante de pilas de mármol
– una bautismal y cuatro para agua bendita – todas ellas de procedencia
italiana. Destaca en el baptisterio una espléndida pila de mármol blanco de
Carrara de estilo renacentista, de la que consta su existencia ya en el siglo
XVII. Se considera la más antigua de las italianas que se ha visto en Canarias.
Tiene forma de copa agallonada con friso de relieves en el borde en el que está
tallada la vida de San Juan Bautista y está rematada por una estatua del mártir.
Algunos autores coinciden en que estamos ante una obra procedente de talleres
genoveses a fines del siglo XV y comienzos del siglo XVI, origen que le atribuye
el Dr. Hernández Perera. En 1552 la pila antigua de cerámica sevillana fue
vendida a la parroquia de San Pedro de Breña Alta. Otras cuatro pilas para agua
bendita de mármol blanco también se hallan adosadas a las columnas del cuatro
tramo de las naves. Dos iguales inventariadas en 1719, otra con un querubín
esculpido en el frente colocada en 1740 y de origen genovés y la última de
1603 descrita como “pila de alabastro” que se aproxima a las obras
decorativas de los escultores florentinos del XV al XVI.
Púlpito
Así mismo, es magnífico su hermoso púlpito de estilo rococó,
encontrado en la nave principal junto a la sexta columna de la nave del
Evangelio. Reproduce formas de rocalla separadas por pilastras, siendo más
sencilla la barandilla de la escalera. Se apoya en basamento octogonal de piedra
y pedestal marmóreo que parece ser el primitivo púlpito traído de Lisboa en
Tesoro del templo
En
cuanto al impresionante tesoro de la iglesia, podemos destacar numerosas piezas
y elementos. Destacables son, entre otros: las placas de plata en relieve del
sagrario (s. XVI); portapaz en relieve de la Virgen y los Santos (s. XVI);
crismeras (1590); la cruz de guión y acetres de plata en su color (s. XVI);
varias de palio (Sevilla, s. XVII); tres cálices de plata (Canarias, s. XVII);
cruz plana de plata (s. XVII); jarro de plata de tipo castellano (s. XVII);
corona imperial de la Virgen del Carmen (c. 1666); custodia procesional de plata
de tipo piramidal o “andas del Corpus” (Pedro Leonardo de Escovar.
1664-1671) que sustituyó a otra anterior que era “grande de dieciocho pilares
con campanillas”; custodia de sol de plata calada (La Habana, 1671); cruz
procesional de plata procedente del extinto convento de Santa Catalina (La
Palma, hacia 1670); arqueta para óleos (1671); salva con pie (Portugal, s.
XVII); cáliz de bronce dorado (Madrid,
Exterior
En cuanto al exterior de la iglesia está dominado por una esbelta
torre negra -de aspecto casi militar- comenzada en la segunda mitad del siglo
XVI, bajo cuyo primer cuerpo se encuentra la bóveda gótica y concluida en el
siglo XVIII, aunque nunca llegó a cubrirse el cuerpo de campanas. Se encuentra
rematada por cuatro campanas: la grande o “de fuego (fundida en la calle de la
Simona); la de la “pata cabra” (procedente de Cuba y donada en el S. XIX por
el gobernador de la Plaza, teniente coronel José García Aguiar; la
“verde”, donada en el mismo siglo por Felipe Massieu y Tello de Eslava; la
“nueva”, donada por Monteverde y Brier, beneficiado de la parroquia; y por
último una esquila donada por el marqués de Guisla-Ghiselin.
Las dos puertas del
templo tienen canceles al interior, realizados en 1781. Son de madera con
cuarterones en su parte inferior y arquerías acristaladas en la superior. Las
gradas de acceso a la entrada principal fueron realizadas hacia 1625 con piedra
de La Gomera, igual a la de la fachada, por los canteros Juan Rivero y Pedro Álvarez.
Las escalinatas de la portada norte son posteriores, aproximadamente de 1709, año
en que se abonan los gastos de cantería al maestro Gaspar Méndez.
A pesar de recia e impresionante torre-fortaleza -construida después
de la invasión francesa de 1561- , la excepcional portada principal –de
cantería traída de La Gomera– constituye uno de los más bellos e
importantes exponentes del Renacimiento en el Archipiélago; se levanta sobre
grandes plintos que presentan espejos en sus frentes y presenta pares de
columnas con fustes estriados y decorados en su tercio inferior, rematados por
capiteles corintios, entablamentos y frontón triangular. Es una evocación clásica
de un arco de triunfo romano y una alegoría pétrea del triunfo de Cristo y su
Iglesia. En la parte superior existe una magnífica imagen en mármol blanco de
El Salvador -colocada después de que un huracán derribara la anterior en
1721, obra sevillana cercana a las formas de Duque Cornejo- que sostiene el
globo terráqueo en una mano, dos gárgolas de figuras fantasiosas y terroríficas
(con cierto parentesco con el arte azteca) y rematando todo el cuerpo existen
ondulaciones caprichosas de aire barroco. Tradicionalmente se ha atribuido esta
obra al maestro Juan de Ezquerra, aunque en recientes estudios se la ha
atribuido al maestro Miguel Antúnez.
El espacio externo o urbanístico de la parroquia queda
perfectamente definido, conservando el clásico esquema castellano que más
tarde se implantaría también en América. Se trata de una verdadera
jerarquización representada por el poder religioso (iglesia), plaza pública y
poder político (Ayuntamiento, de estilo renacentista), aglutinados junto a las
casas de mayor rango señorial. A esta evidencia contribuye la buena conservación
histórico-artística del casco antiguo de Santa Cruz de La Palma que aspira a
ser ciudad Patrimonio de la Humanidad.
XVII);
dos hostiarios de plata (La Palma, 1675); potencias de plata del Cristo del
Calvario (s. XVII-XVIII); lámparas de plata (Canarias, s. XVII); seis
candeleros de plata (Tenerife, 1688); concha bautismal de plata (anterior a
1692); salvillas de plata (Canarias, s. XVII); un hostiario de oro y esmaltes
(Jean Delobel, París, 1779); un sagrario portátil de plata (anónimo canario
de 1733); una naveta de plata engastando la concha de un “nautilus pompilus”
(Italia, s. XVII); paloma de plata (procedente del ex convento dominico de San
Miguel de Las Victorias, s. XVII); custodia de plata (Caracas, Francisco de
Landaeta, 1779, conocida como “la más rica de Canarias”, cuajada de
esmeraldas, diamantes, granates, rubíes, etc.); otra cruz de guión (Canarias,
s. XVIII); dos vinajeras de plata (Canarias, s. XVIII); seis cetros de plata (La
Palma, 1705); la media luna de la Virgen del Carmen (anterior a 1714); otro
cetro de palta (Diego Viñoly y Diego Sánchez, La Palma, 1726); hostiario
(anterior a 1717); cruz de plata procesional de gran tamaño y sección
hexagonal con decoración relevada de carácter vegetal (Canarias, 1726);
custodia de palta sobredorada (La Palma, Juan de Silva, 1803); fuente de plata
(Méjico, 1733); sagrario de plata (Canarias, 1733); lámpara de plata (Diego Sánchez
de La Torre, 1739); crucifijo de altar (s. XVIII); cuatro horquillas de plata
(s. XVIII); frontal de plata repujada (La Laguna, 1762); báculo de Santa Clara
(s. XVIII); atril de plata repujada (La Palma, 1754); cruz pontificia (XVIII);
tres cálices de plata sobredorada (s. XVIII); misal con guarniciones de plata
(1754); Guión del Santísimo (vara de plata de 194 cms. de altura formado por
piezas de distinta procedencia); y una larga lista de piezas de plata de gran
valor: manifestadores, mitras, hostiarios, cálices, portapaces, incensarios,
fuentes, viriles, copones, palmatorias, custodias, candeleros, hisopos, acetres,
navetas, vinajeras, campanillas, ciriales, etc. (José
G. Rguez. Escudero)
Agosto
de 2011.
*
Guayre
Adarguma Anez Ram n Yghasen.
--»
Continuará...