EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL, DÉCADA 1591-1600
CAPÍTULO XX (VIII)
Guayre Adarguma *
1597
Marzo 3. Se nombró para Alcaide del
fuerte de Garachico al criollo Felipe Jácome de Las Cuevas, Regidor, hasta fin
de año (Libro 4° ofo 2° fo 238 vt) y aunque Mateo Viña estaba nombrado por 6
años, no se dá razon de por que se hizo nuevo nombramiento, y así Juan Mateo
Viña que estaba nombrado por 6 años sólo llegó serlo hasta Febrero.
1597
Febrero. Por aquellos días, febrero
de 1587, se discutió en el seno del Cabildo colonial o Regimiento tinerfeño el
problema del comercio con los navíos sospechosos, acordándose, dada la
imposibilidad de suspenderlo totalmente con el extranjero (por el daño que
ocasionaría a la isla, cuya prosperidad estaba "péndiente
de las ropas y telas que traían los extranjeros, cuyo valor lo tornan en frutos
de la tierra") que se siguiese comerciando sin dar señal de alarma
ninguna, pero que el gobernador de la isla se informase sobre los visitantes
secretamente para aprehender :y castigar a los que fuesen enemigos. (En: A.
Rumeu de Armas, 1991)
1597
Abril 14. Francisco de Ceniceros toma
posesión del obispado de la secta católica en la colonia de Canarias.
“Fue
sucesor [de don Fernando Figueroa] don Francisco Martínez Ceniceros, hijo de
nobles padres. [...] Nombróle Felipe II para el obispado de Canaria en 1596.
Pasó a su iglesia, de la que tomó posesión el día 14 de abril de 1597.
Dos
años después, esto es, en 1599, cuando entraron a mano armada los holandeses
en aquella isla, don Francisco Martínez, imitando el denuedo de don Fernando de
Figueroa, su antecesor, mostró más valor y constancia de ánimo que habían
mostrado todos aquellos otros obispos en los decantados pleitos de Agüimes. Con
efecto, este prelado se multiplicó por todas partes en cierto modo, atendiendo
no sólo a la custodia de los vasos y ornamentos sagrados, que se llevaron la
tierra adentro, y al resguardo de las religiosas y doncellas, sino también a la
defensa del país, presentándose armado al enemigo, con el clero secular y
regular, para impedir el desembarco. Sin embargo, tuvo el dolor de ver arder su
propio palacio, el convento de Santo Domingo, el monasterio de bernardas, la
iglesia de los padres franciscos, etc.
Rechazado
en fin el enemigo y reparado en lo posible el daño de la ciudad de Las Palmas,
emprendió don Francisco Martínez la visita general del obispado, una de las más
santas y útiles de que hay memoria y de cuyos respetables vestigios el ilustrísimo
Murga se hacía lenguas. Sus estatutos y saludables mandatos fueron la norma que
este prelado confiesa haber seguido para sus Constituciones sinodales. A él le
debieron las obras pías y testamentos su puntual observancia, la jurisdicción
eclesiástica su vigor, el estatuto de limpieza de su iglesia su noble
integridad. Así, ¿qué mucho sería que le sobrasen émulos? Varón célebre y
hombre preeminente le llama Cairasco. [...]”(Viera y Clavijo, 1991)
1597
Diciembre 21. Al llegar al último auto, que se celebró por este Santo Oficio en el
siglo diez y seis, tenemos la satisfacción de ofrecer á nuestros lectores una
descripción exacta, conservada en sus libros, de la cual resulta con toda
claridad lo que en aquel memorable día pasó en as Palmas, pudiendo por analogía
deducir, lo que en los anteriores debió indudablemente suceder.
Esta
descripción tiene por título: Relación de la forma y orden que se tuvo y
guardó en la celebración del auto de la fe, que se hizo en esta Inquisición
de Canaria, domingo día de Santo Tomás, á 21 de diciembre de1597 años,
siendo Inquisidores el señor D. Claudio de
De
ella resulta, que diez y seis ó veinte días antes de la celebración del auto,
se hizo saber por medio de atento recado á todas las Autoridades, excepto al
Obispo, que estaba ausente en España, el día señalado para la función,
siendo encargado de llevarlo á la. Audiencia, el Fiscal José de Armas, al
Cabildo eclesiástico el Secretario Juan Martínez de
Recibido
los recados, se ordenó la procesión para publicar ó anunciar el auto,
saliendo á caballo el dicho secretario con el alguacil mayor, que lo era
entonces D. Diego Sarmiento, el receptor, alcaide y familiares, llevando delante
dos atambores y un pregonero. El primer pregón se dio en
En
el intervalo que había de transcurrir entre la publicación y celebración del
auto se levantó el cadalso, se despacharon las sentencias, se dispusieron los
sambenitos, las velas, las sogas, y las varas de alguacil, que habían de llevar
los familiares para custodiar los reos, á fin de que nada faltase, cuando
llegara el día de tan solemne acto.
Elevose
el tablado, donde habían de colocarse los Inquisidores, en
Ocupando
la parte más elevada y central del tablado, que en forma de gradería se
elevaba desde el suelo, se colocó un dosel, y debajo un banco, donde tomaron
asiento los Inquisidores, teniendo á su lado. á los Señores de
Del
primer plano del tablado corría en dirección á la plaza, ocupando el centro,
un pasadizo con sus barandas, en cuyo fondo se levantaba una tarima, sobre la
cual se habia de colocar á los penitentes mientras se leyeran sus sentencias.
Este pasadizo, que tendría de ancho treinta palmos, conducir rectamente al
tablado de los reos, que ocu. paba un área de diez varas de largo por diez de
ancho, rodeado de su correspondiente barandilla. De frente, y mirando al lado
del Tribunal, había unas gradas altas donde habían de sentarse los reos, y hacía
el palacio del Obispo una escalerilla con su puerta para uso de los mismos.
A
la altura del tablado principal, y unido al dicho palacio, corría otro tablado,
que había construido el cabildo eclesiástico, para ver la función con entera
independencia y sin que le molestara la colocación de asientos, que así podían
arreglar sin intervención del Santo Oficio.
Mandóse
que nadie levantara tablados particulares, excepto uno que se le permitió hacer
á la familia del Regente, y otro á las Señoras de los oficiales y empleados
de
La
víspera del auto, por la tarde, se anunció á voz de pregonero, que ninguna
persona de cualquier clase, estado y condición que fuese llevara armas, desde
las seis de aquel día hasta las seis del siguiente, sopena de perderlas y de
10.000 maravedis para gastos del Santo Oficio.
Pusiéronse
aquella noche guardias de familiares en las escaleras de los tablados, para
impedir que los invadiese el pueblo, y otras en los patios y puertas del
Tribunal para vigilar los presos. Amaneció por fin el tan deseado día 21 de
diciembre; y los curas de la parroquia vinieron desde por la mañana para
exhortar á los penitentes, llegando poco después los Cabildos eclesiástico y
seglar, que debían por obligación acompañar el estandarte de la fe. Las
campanas, entretanto, principiaron a doblar, continuando así, hasta que la
procesión llegó al tablado.
Los
penitentes iban de dos en dos con sus respectivas insignias, guardados por los
familiares y algunos voluntarios, soldados de la fe. Así ordenados, subieron la
calle de
Luego
que los reos estuvieron en su sitio, salió el Tribunal de las casas
inquisistoriales, llevando á su derecha al Cabildo eclesiástico, á la
izquierda el Municipio, y en medio de ambos el estandarte de la fe, que conducía
el fiscal José de Armas.
En
esta forma siguieron el mismo camino que los penitentes, bajando á la plaza por
la indicada plazoleta, y colocándose en sus respectivos tablados, con la
gravedad y compostura propia de la solemnidad del acto.
Cuando
la procesión llegó al tablado principal, estaban ya ocupando sus asientos el
Regente D. Antonio Arias, y el oidor D. José Gerónimo de
Delante
de los Inquisidores, y en la última grada, se sentó el fiscal, y á su lado,
los que llevaban las borlas del estandarte, que estaba fijo en sitio preparado
al efecto. Ordenado todo en esta forma, la plaza ofrecía un espectáculo
imponente, que debió llenar de satisfacción á los Inquisidores.
Restablecido
el silencio en los tablados y plaza, que estaba llena. de una apiñada
muchedumbre, subió el predicador al púlpito, situado á la izquierda, junto al
plano principal del tablado, y predicó un sermón alusivo al acto, En seguida,
el secretario, recito la fórmula del juramento, y prestado éste te por todos
los asistentes, se dio principio á la lectura de las sentencias, subiendo á la
tarima cada penitenciado, y abjurando y reconciliándose ante el Dr. D, Claudio
de
Réstanos
ahora, para completar la descripción anterior, reseñar los nombres de los
condenados que se exhibieron aquel día, siguiendo para ello las escasas
noticias, que de sus causas nos restan.
Por
la primera vez, después de muchos años no hubo quemados en efigie ni en
persona; los reos eran todos reconciliados y penitenciados.
Los reconciliados con sambenito fueron:
María
Peraza, morisca, mujer de Sebastián Saavedra, vecina de esta Ciudad, Cárcel
por tres años, y confiscación de bienes.
Bartlomé
Coello, por luterano; ocho años de cárcel, y prohibición absoluta de volver
á navegar.
Guillermo
Roger, inglés, por seguir la religión reformada, confiscación de bienes, y
que no vuelva á su país ni á otro de herejes.
Juan
Bonifacio, inglés, por luterano, seis años de reclusión en Sevilla.
Juan
Giraldo, flamenco, por hereje; otros seis años de cárcel, y confiscación de
bienes.
Francisco
Luís, de Bristol, por luterano, cuatro años de cárcel.
Ricardo
Mansen, contramaestre del buque
Roque
Corinsen, de Flesinga, por apóstata; cuatro años de cárcel.
Pedro
Sebastián, mercader del navío
Nicolás
Corinsen, flamenco, por luterano, dos años también de reclusión.
Acome
Raniers, maestre del navío San Pedro, de Malinas, por hereje, dos años
de cárcel.
Jacob
Salomini, flamenco, maestre del navío
Lorenzo
Arnau, maestre del navío San Lorenzo, por luterano, tres años también
de Cárcel.
Cornelio
Roquis, flamenco, por hereje, dos años de cárcel.
José
Vanhofen, de Brujas, pasajero del navío el León Colorado, por luterano,
tres años de reclusión.
Agustín
Coustine, de Iprés, marinero del navío San Lorenzo, dos años de cárcel.
Francisco
Vanderbrock, secretario del navío León Colorado, tres años de cárcel.
Jacob,
maestre del navío Margarita, destierro perpetuo, y prohibición absoluta
de ir á tierra de herejes.
A
estos diez y ocho reconciliados, además de las condenas expresadas, se le
confiscaron sus bienes, y se colocó su sambenito en
Los
penitentes fueron:
Lucas
Ramírez, negro, criado de Pedro de Medina. Desterrado por tres años y
doscientos azotes. Manuel Hernández Rapnsa, trabajador, natural de
Resulta
de ésta rápida enumeración, que los reos fueron cincuenta y uno, prestando
con sus vistosos sambenitos y elegantes corozas, un aspecto verdaderamente
curioso é imponente a la fiesta.
Conviene
observar, que el mayor contingente lo proporcionaron las tripulaciones heréticas
de los buques León Colorado, San Pedro,
Curioso
debió ser el interrogatorio de estos reos, cuando respondieran en inglés,
flamenco, alemán o sueco, y se estudian sus respuestas, para calcular por
ellas, si su intención era aceptar la fe católica, ó si el grado de
intensidad de sus errores, estaba á la altura de una abjuración de levi ó de
vehemeti. Estas dificultades no obstaba para que, la mayor parte de esos mismos
reos, probasen las dulzuras del tormento, dándose por convencidos, ante la
irresistible y contundente lógica de ese poderoso argumento.
Con
estos procesos estaba el comercio de enhorabuena, pues había la seguridad de qe
en lo sucesivo, al tripular las embarcaciones, se cuidaría de escoger fieles y
católicos marinos, que aceptaran nuestras creencias, dejaran ofrendas á los
santos, y oyeran misa en nuestros puertos. Las Naciones extranjeras, no miraban
con el mismo placer estos procedimientos inquisitoriales, y juraban tomar
venganza, cuando se les presentara la ocasión.
Los
Ingleses no tardaron en encontrarla en Cádiz, los franceses en
Pero,
antes de concluir la relación de éste, y para que nuestros lectores tengan una
idea completa de la manera de proceder contra las tripulaciones de los buques
extranjeros, vamos á transcribir el extracto de una de sus causas, tal cual se
halla en el libro, de donde hemos tomado los datos anteriores.
Sirva
de ejemplo la del marinero Jaques Banqueresme, cuyo extracto, copiado
literalmente con sus mismos disparates geográficos, dice así: Jaquques
Banquereme, marinero del dicho navío León Colorado, natural del lugar de
Canfer en
Mandóse
que le instruyesen los calificadores de esta Inquisición, en un aposento de
ella, para sacarle de los errores en que estaba, y satisfacerle á las dudas que
propusiese y tuviese; y habiendo confesado estar convencido y satisfecho, se
redujo en forma a nuestra Santa Fe Católica.
A
la acusación y publicación, se remitió á lo que tenia dicho; y estando la
causa conclusa definitivamente, vista en consulta, se votó: “que el dicho
reo saliese al auto, en forma de penitente, y abjurase de levi, y fuese enviado
á España á un convento, donde estuviese tiempo de dos años, instruyéndose
bien en las cosas de nuestra Santa fe católica, y se le prohibiese ir
perpetuamente á tierra de herejes, y acercarse á la lengua del agua del mar en
diez leguas; y así se ejecutó.” ¡Feliz jurisprudencia; y más felices
aquellos, sobre los cuales recaían sus benévolos y equitativos fallos!. (Agustín
Millares Torres; 1981)
Junio
de 2011.
*
Guayre
Adarguma Anez Ram n Yghasen.
--»
Continuará...