EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA

 

UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

PERÍODO COLONIAL, DÉCADA 1591-1600

  CAPÍTULO XX (II)  

Guayre Adarguma *

 

1591 Mayo 1. La máquina de descoyuntar miembros a los seres humanos montada por la secta católica en la colonia de Canarias, mediante el Tribunal de la “Santa Inquisición” continúa bien engrasada por el clero establecido en la misma. Veamos como nos describe el décimo auto de fe el historiador criollo D. Agustín Millares:

 

“Daremos principio á la relación de este auto, con la copia de una carta que al día siguiente de haberse verificado, escribieron los Inquisidores al Consejo dándoles cuenta del resultado de la función. La carta, copiada del libro de correspondencias, principia así:

 

«Ayer miércoles, primero día de Mayo (1591) se celebró en este Santo Oficio auto público de fe, á el cual fueron cuarenta y una causas, las diez y nueve de moriscos en la isla de Lanzarote, fugitivos á Berbería donde se han vuelto moros, y fueron relajados en estatua, y también lo fueron otros cuatro ingleses, que han estado presos por este Santo Oficio, la Ciudad por cárcel, y después de haber confesado la secta de Calvino, y la nueva religión de Inglaterra, se ausentaron de esta Ciudad. A todos los reconciliados en persona por haber dado la obediencia, adoración y reverencia al Demonio, creyendo que les podía absolver y dar la gloria y haber renegado de Dios; los dichos diez y siete salieron por diversos delitos, que los más fueron blasfemos, y los dos casados dos veces... en el primer navío que se ofreciere enviaremos á S. A. La relación de todas estas causas y las demás de este año. Convidaronse para el auto, conforme á la instrucción á el Obispo, el Cabildo eclesiástico y seglar, y Audiencia real. El Obispo respondió que vendría, pero no vino...».

 

Continúa la carta, manifestando las diferencias que se suscitaron, respecto á la colocación de asientos en los tablados, que omitimos por no ser de importancia, y vamos enumerar las causas y los nombres de los reos, salvando así del olvido estas nuevas víctimas de la justicia inquisitorial.

 

Álvaro Díaz, portugués, vecino de Ace en Tenerife, zapatero, de 27 años. Su auto con vela y coroza, y fue sacado a la vergüenza por testigo falso.

 

Francisco Rodríguez, carpintero, vecino de Laguna, de 26 años. Salió por el mismo delito con coroza blanca, destierro por tres años y cien azotes.

 

Pedro de Torres, soldado, de 25 años, natural de la Villa de Martos; fue procesado porque al ir á la Carnicería , se encontró con el  criado del Inquisidor D. Francisco Magdaleno, y ambos quisieron llevarse el cuarto de una res; y como el sirviente del Inquisidor alegase preferencia, díjole el soldado que sea para los santos lo he de llevar lo mismo sirvo al Rey que el Inquisidor. Por esta inaudita blasfemia fue preso, condenado á salir en el auto, y luego á la vergüenza, con destierro de estas islas por tres años.

 

Pedro de Herrera, cristiano nuevo moro, esclavo del Marqués  de Lanzarote, de 21 años, condenado en 1587 a cinco años de galeras. Antes de ser embarcado huyó con unos ingleses, y luego fue preso. Salió al auto con Sambenito, se le dieron cien azotes, y se le aumentó un ano de galeras.

 

Gaspar López, platero, portugués, residente en Tenerife y de 27 años. El crimen de éste fue, que estando una noche de guardia con otros paisanos en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, principió por juego á dar tajos y reveses con la partesana que tenia en las manos, y acertó .á dar sobre una cruz de madera, que estaba en aquel sitio. Arrepentido de su culpa, fué penitenciado y sacado á la vergüenza.

 

Amaro González, portugués, marinero, y de 40 años, fue acusado de que, viniendo á bordo de un buque, dijo en broma, hablando con otros amigos; «que el que en este mundo no pecaba contra el sexto mandamiento, el diablo se encargaría de hacerlo pecar en el otro.» Calificada de herética esta proposición, fu preso, y en la primera, audiencia confesó su delito, y pidió misericordia. El Santo oficio, dispuesto siempre a la indulgencia, le impuso la pena de salir en el auto, y de que abjurara de levi.

 

Juan Días Romo,  natural de Madrigales la Mancha, labrador y soldado, de 26 años fue acusado de que en Junio de 1590 jugando el reo, y habiendo perdido el dinero que llevaba, dijo en un momento de cólera: «Por vida de Dios, que estoy por no creer en él en quince dias, sino que tengo de creer en diablos, porque una vez lo hice así y eché unas pajas en el aire, y dije, plegue á Dios, que así como se llevan esas pajas, me lleven á mí, y me llevaron a unos montes, donde estuve ocho días, sin saber  donde estaba, hasta que después llegué a  poblado, y jugué y gané, porque le dije a los diablos, venid, llevadme.» Esta estupenda declaración, le valió salir con vela y mordaza, y un destierro de tres años.

 

Juan Rodríguez, soldado, natural de Andujar  y de 19 anos, incurrió en la misma por haber dicho.-“Que no creería hasta que no ganase al juego, y hasta ese día no había de ir á misa.” Juan Fernández, soldado también, natural de Galicia y de 26 años, fue delatado por que dijo, «que el día que no jugaba, no creía en Dios, más que en un caballo. » Pidió perdón de su blasfemia, y se le impuso la misma. pena que á los anteriores.

 

Melchor Hernández, sastre, vecino y natural de Lanzarote, de 26 años de edad; fue procesado, porque riñendo un día con su mujer, dijo enojado: «Reniego de Dios y de sus Santos, que si los moros vienen me he de ir con ellos.» Probósele además, que tenia en su casa dos Cristos atados y con una soga al cuello castigo que parece imponía á las efigies, hasta que le proporcionaban dinero, á imitación sin duda de aquellos, que arrojaban sus imágenes al río, porque no les enviaban lluvias. Fue penitenciado Con mordaza, abjuracion de levi, y destierro de las Islas por tres años.

 

Francisco Miñes, soldado, natural de Ávila, y de 26 años, fue acusado de que, jugando á los bolos, y viendo que perdía, hizo con la espada una cruz en el suelo, y principió á pasearse encima, diciendo, «Pléguete á Dios con el hombre que cree en Dios; voto á Dios, que mientras más el hombre cree en Dios, menos le ayuda. » Fue penitenciado con abjuracion de levi, mordaza, cien azotes y destierro perpetuo.

 

Luisa de Cabrera, esclava, de 18 años, y natural de Lanzarote. Consta de su causa, que  azotaba un día  por su marido, también esclavo, con unas varas de membrillo, ayu- dandole en esta interesante ocupación su ama; y en medio del dolor que tal castigo le producía, esclamó, «Reniego de Dios y de todos sus Suntos.» Confesó su culpa, pidió perdon, y fue condenada á abjurar de levi, con mordaza, y á ser expuesta á la vergüenza.

 

Rodrigo, negro, esclavo de Catalina Sánchez, de 32 años. Resulta de su relación, que estando al servicio de un Regidor de Tenerife, y habiéndose escapado, le ató éste a un poste, y desnudándole, quiso enmelarle y dejarle así un rato, y viendo esto el reo, exclamó que le soltasen, y no le hicieran renegar; á  lo que contestó el amo, reniega del Diablo, pero no de Dios; y el esclavo exasperado, replicó:-Reniego de Dios.-Entonces el Senor regidor de Tenerife, lo azotó bien y concienzudamente, no por la huida, sino por el reniego. Acusado, y preso por el Santo Oficio, se le hizo abjurar de levi, salió el auto con mordaza, y llevó por apéndice 100 azotes.

 

Juan Senero, soldado, barbero, natural de Jaén, de 22 años. Fue testificado por las siguientes blasfemias. -Castigando un día á una burra, le dijo cierta persona. «Tenga paciencia, que es de buenos cristianos.»- y el reo contestó:-«Voto á Dios no tengo de ser cristiano por diez años.»-Otro día juró por el hijo de Dios. En otra ocasión hablando de los articulo de la fe, que entonces había mandado el Sr. Obispo aprendiesen todos, orden que tan difícil fue de cumplir á los negros y moriscos, dijo: 

«Que bien sabia él que eran catorce, los primeros de la divinidad con vino, y los otros siete con buen biscocho.» Por último se atrevió á blasfemar del Papa. Probados estos de litos, salió al auto con. vela, soga y mordaza, se le aplicaron cien azotes, y se le desterró perpetuamente.

 

Diego Martín Santiago,  natural de Castilblanco, de 60 años de edad, acusado de bigamia, y confesado su delito, fue condenado á que saliese en el auto, con coroza de casado dos veces, soga al cuello, doscientos azotes y destierro perpetuo, y no se le mandó á galeras, dice la sentencia, porque era viejo y manco.

 

Bárbara Rodríguez, mulata, natural de la Madera, de 30 años, procesada por el mismo delito de bigamia; salió con vela y coroza de casada dos veces, y soga al cuello, recibió doscientos, azotes y fue desterrada  perpetuamente.

 

Hernando de Velazco, sevillano, capitán de la Galera Patrono, fue acusado. de varias palabras heréticas, mientras dirigía la construcción de unos buques en Tenerife. Este hombre parece que era un desalmado. Un  día dijo á los trabajadores:- «Por vida de Dios que no tengo de creer en Dios en estos treinta años, sino me vengo de estos picaros.»-Otra vez dijo:- “Que Dios Nuestro Señor no tenía poder en los cuerpos de los hombres ni en las mujeres, ni en sus hijos ni haciendas, sino solamente en las almas, porque todo lo demás era del Rey.”-En otra ocasión se atrevió á decir á unos frailes, que le pedian la libertad de unos presos.- “Qué si todos cuantos Santos y postestades hay en el Cielo vinieran y se hincasen de rodillas á pedirlo, no lo haría.»-Otra vez dijo á un carpintero:- “Voto á Dios, que si como sois carpintero, fuerais hijo de San pedro os ahorcaría”. Todas estas frases, y otras que omitimos, fueron calificadas de blasfemias hereticales, impías y gravísimas, y se le encerró en las cárceles del Santo Oficio, en donde se le condenó a salir al auto con mordaza, destierro perpetuo, cinco años de galeras y. Cien ducados para gastos.

 

Melchor de  Santiago, natural de la Madera, de 21 años, y carpintero. Este reo tenia pacto con el Diablo, y hacia cosas tan estupendas con su auxilio, que no queremos privar á nuestros lectores del placer de oírlas: Resulta, pues, de su causa, que hallándose  en Lanzarote un día con varias personas, pescando en la ribera, y queriendo probarles su poder diabólico, tomó un alfiler, se apartó un poco, le arrojó en el fuego, y poniendo la mano encima, dijo á los que allí estaban, que mirasen al Cielo; y habiendo mirado, vieron un gran resplandor, y tantos relámpagos, que casi les cegaba, repitiéndose esta maravilla tres ó cuatro veces, y siempre que él llevaba la mano al fuego. En aquella ocasión dijo también á una mujer, que si no tuviese refajo colorado, le adivinaría el pensamiento.

 

Asegurábase en Lanzarote, y él no lo negaba, que con la cabeza de un alfiler, había lanzado un buque al agua. En cierto día, yendo con algunos amigos, se salió del camino y se arrojó por riscos y precipicios; y preguntándole la causa, contestó; que él no tenia temor alguno, y que si querían los llevaría á ver unas brujas en figura de patos, que había en la Isla y él conocía; y después de esta conversación, habiéndose quedado un poco atrás, le oyeron dar tres gritos, y acudiendo los compañeros, le hallaron pálido y pensativo, y contestó á sus preguntas, diciendo: que había visto dos bestias bajando del risco, que eran los Demonios con quienes estaba en Comunicación, y le habían aconsejado se arrojase al mar, si quería morir de buena muerte. Añadió, que en la Madera se le había aparecido el espíritu maligno en figura de penitente, vestido de luto, y le había pedido un miembro de su cuerpo, y de cada nueve dio, uno, y que así se lo prometió. Cuando quería mortificar a algún amigo, le anunciaba que aquella noche habría ruido en su casa, y por más que cerrasen las puertas, el ruido se oía, sin poder adivinarla causa.

 

Hallándose una temporada en un cortijo, tuvo muchas apariciones, pues el Diablo ya tomaba la figura de gallo, ya la de cabra para atormentarle; y una noche, oyeron una voz lejana que decir, Melchor, y él aseguró que era el espíritu que le llamaba, produciéndole esto gran temblor y frío. Tales maravillas condujeron al endemoniado á las cárceles de la Inquisición; y aunque al principio trató de negar, confesó al fin sus tratos con el enemigo, tratos que antes habían probado un gran número de testigos, ratificándose con acuerdo de su letrado defensor, y del curador nombrado. Votóse a reconciliación, con hábito y cárcel por tres años, y á doscientos azotes, de los cuales creemos que no le libró el Demonio.

 

Tal es la relación verídica, que resulta de su proceso, y la cual probará á todos, lo poco que se puede fiar en promesas de espíritus, mientras no se averigüe su procedencia. Sin embargo, nos consuela ver, como la Inquisición venció al Demonio en esta horrible lucha, y quedó triunfante, lanzándole con ayuda de los 200 azotes, del cuerpo del infeliz poseído. Ignoramos si su triunfo fue definitivo ó transitorio.

 

Después de esta larga procesión de condenados, adornados todos con sambenitos y corozas de diferentes tamaños y colores, seguían cuatro estatuas, representando á Ricardo Nieman, Eduardo Estévanes Eduardo Estred y Juan Huer, marineros ingleses que habían huido, sin esperar á ser reconciliados, ni á abjurar de sus errores, por cuya fuga, y no pudiendo ser quemados en persona, lo iban á ser en efigie.

 

En el mismo caso se encontraban, pero por seguir la secta de Mahoma, Sebastían y Antón, negros, esclavos de Luis de Leon; Bartolomé y Jorge, que lo eran de Gaspar de Betancor; María Sánchez, viuda de Juan Aday; Bernardina, hija de Blas Rodríguez; Simón Rodríguez, zapatero; Maria, mulata de Gines de Cabrera; Manuel, hijo de Antón Rodríguez, Pedro, Margarita, Tomás, Blas y Constanza de Lugo; Juan y Francisco de Escalona; María de Castro; Juana, esclava del Marques de Lanzarote, y Juan, esclavo de Alvaro Jaizme, vecinos todos de Lanzarote, y fugados á Berbería para renegar de nuestra fe, y seguir allí los ritos mahometanos.

 

Relajados en estatua, ardieron con los cuatro ingleses, en tanto que la población con-templaba satisfecha tan edificante cuadro, desde las alturas de los Reyes y San José. (Agustín Millares; 1981)

 

1591 Mayo 1.  En esta fecha tuvo lugar otro auto de fe  en que desfilaron por las calles de Las Palmas, detrás de una larga procesión de condenados vistiendo sambenitos y corazas de diversos tamaños, las cuatro estatuas que representaban a los fugitivos ingleses Edward Stride, John Ware, Richard Newman y Edward Stephens, escapados de las cárceles de la Inquisición, el 19 de mayo de 1589.

 

El 1 de mayo de 1591, en presencia del capitán general don Luís de la Cueva y Benavides, del obispo don Fernando Suárez de Figueroa, de los oidores don Pedro López de Aldaya, don Luís de Guzmán y don Rodrigo de Cabrera, del corregidor Melchor de Morales, del clero, órdenes religiosas y el pueblo congregado, fueron entregadas las cuatro estatuas al brazo secular y relajadas con el fuego hasta desaparecer pasto de las llamas.

 

En este mismo auto fueron también relajados en estatua diversos fugitivos de las incursiones de Calafat y Morato Arráez en 1569 y 1586, que habían renegado de su fe para abrazar los errores de la secta mahometana.

 

En cambio fueron reconciliados y condenados a diversas penas el esclavo Pedro de Herrera, sentenciado en el anterior auto de fe de 1587 -había sido uno de los adalides de Morato Arráez en Lanzarote-, y ahora de nuevo condenado a remar en galeras, después de un intento de fuga; Hernando de Velasco, capitán de la galera La Pa1ona matón y blasfemo, asimismo condenado a servir en galeras, y diversos soldados del presidio militar condenados también a diversas penas. (A.Rumeu de Armas, t.II. 2ª pte. 1991)

 

1591 Mayo.  11 navíos españoles que se encontraban fondeados en el surgidero de Añazu (Santa Cruz) fueron a estrellarse contra la costa “haciéndose pedazos”. Entre ellos se encontraba el Navío de La Habana, que desapareció con todo su cargamento.

 

1591 Junio 1. Este mes se caracterizó por la máxima intensidad en el bloqueo de los buque ingleses a las islas Canarias. Se inauguró con una mala noticia que no tuvo por suerte confirmación: el día 1 de dicho mes recibióse en Tenerlfe un aviso del duque de Medina Sidonia comunicando a las autoridades coloniales insulares la inminencia de una incursión por parte de la flotilla argelina de Morato Arráez. La noticia se difundió con la mayor presteza por todo el Archipiélago, con objeto de que fuesen redoblados los vigías y centinelas, aumentada la guarnición de los castillos y puestas sobre aviso las milicias.

 

Con razón escribía Cangas al secretario Juan Vázquez, expresándole su admiración porque, pese a tantos peligros, seguían entrando navíos “sin ser robados de corsarios ingleses que invaden las islas por completo”.

 

El mismo corregidor Cangas, temeroso de su relevo en aquellas circunstancias, pedía la prorrogación en el mando de la isla “por el peligro de viajar con mujer y familia” sin ser asaltado por los corsarios.

 

Aquel verano de 1591 prometía ser tan accidentado en el Archipiélago, que el corregidor de Tenerife se trasladó a La Palma para inspeccionar sus fortificaciones e instruir convenientemente a las milicias, permaneciendo en ella por espacio de dos meses. (A.Rumeu de Armas, t.II. 2ª pte. 1991)

 

1591 Junio 4. Cuatro embarcaciones corsarias inglesas apresaron cerca de Chinet (Tenerife) un navío español que desde Cabo Verde se dirigía a esta isla, cargado de esclavos negros y mercancías. Este tipo de presas no era cómodo para los piratas pues entorpecían sus planes ulteriores de viaje, así pues se dirigieron al puerto de Tedote n Benahuare (Santa Cruz de La Palma ) enarbolando bandera de rescate; pero como de tierra no respondieron a su llamada, en un acto de gratuita crueldad, prendieron fuego a la presa, logrando algunos negros alcanzar a nado la costa, pereciendo el resto en las llamas del navío o ahogados a la vista de la población.

 

1591 Entre Mayo y junio. Los ingleses se apoderan de 8 navíos en aguas de Canarias. En Julio capturan a un navío ante Añazu n Chinet (Santa Cruz de Tenerife) procedente de la Habana. Ese mismo mes roban un navío procedente de Cabo Verde cargado de esclavos. Al no aceptar las autoridades de Chinet (Tenerife) al pago del rescate, incendian el buque muriendo la mayor parte de la tripulación. Igual suerte corre otro navío, huyendo de una flotilla inglesa se estrella contra el litoral Tinerfeño.

 

1591 Septiembre 17. Desde los primeros tiempos de la invasión castellana de la isla de Chinet (Tenerife) el catolicismo impuesto a sangre y fuego por los invasores, jamás arraigó totalmente en el pueblo. En tiempos poscoloniales tan tardíos como el siglo XVIIE en la villa de Eguerew cuna del clero católico, a pesar del terror que infundía la Inquisición española, gran parte de los vecinos no dudaban en hacer burlas del clero católico tal como quedó recogido en el siguiente documento:

 

“En la ciudad de San Cristóbal que es en esta isla de Tenerife en 17 días del mes de setiembre de mil quinientos y 91, ante mi, Martín Cabeza, notario del Santo Oficio en esta dicha isla, el padre Fray Diego de Zamora, comisario del Santo Oficio en esta dicha isla, dixo que a su 'noticia es venido como en Domingo pasado que se contaron quince días d'este presente mes e ano dicho, en la iglesia de San Francisco d' esta dicha ciudad, después de aver dicho los oficios divinos e selebrado la misa mayor de cierta solenidad del Santo Crusifixo se representó una comedia o farsa, y entre los entremeses y cosas de burlas risueñas que se representaron fue un entremés en que un arzobispo que avía representado ser bobo diziéndole que lo harían arzobispo, porque los arzobispos comen mucho y que siendo él arzobispo se hartaría. y así le pusieron una mitra en la cabeza de dos collares, dalmática de seda y le vistieron cierta vestidura que representaba de arzobispo, y mostrándole lo que avía de responder a todos los que le ablasen, le dixeron que no respondiese otra cosa sino Nomine Patris, haziendo con el brazo y mano la señal de la cruz, y le sentaron en una silla, y luego salió adonde esta asentado el que fingeron ser arzobispo, un corcobado como enano y le dixo: -Válgate el diablo. ¿Quién te puso aquí? Y el dicho falso arzobispo a todo lo que le decía el dicho corcovado respondía haziendo la señal de la cruz y diziendo: In nomine patris. Y por hazer escarnio del arzobispo azieron los dos dándose de golpes y se metían en el aposento de donde avían salido. De lo cual se escandalizaron muchos de los que vieron esta representación. Por que parezía hazer escarnio de lo que representa nuestra Santa Madre Iglesia. Especialmente en tiempos tan peligrosos de hereges y burlar de la ley católica y aviendo como al presente ay muchos extranjeros en esta cibdad que pudo ser estar presentes algunos ansí ingleses como escoceses y otras naciones sospechosas. Y porque le pareció al dicho Comisario dar noticia dello al Santo Oficio. Para que ello determine lo que conviene y se castiguen los culpados. Mandó que fuesen llamados todos de los que se hallaron presentes. Por que avía mucho número de gentes. Así se dio memorial a un familiar para llamarlos a todos y firmólo de su nombre. Fray Diego Zamora. Martín C. Notario del S.O.”

 

1591 Octubre 28. Los soldados impuestos por la metrópoli “habían sido una carga económica para la isla de Tenerife, correspondiendo tan sólo a Gran Canaria soportarlos, cambió el perfil de la cuestión a partir de diciembre de 1591, mes en que don Luís de la Cueva expidió un auto ordenando preparar alojamiento en La Laguna para 300 soldados, por hallarse mal acondicionadas las tropas en Las Palmas. Hasta entonces había amenazado varias veces el capitán general con la medida, sin decidirse a ello; pero ahora el Consejo de guerra, por nuevas presiones de la isla de Gran Canaria, había optado por la expedición de la Real cédula de 28 de octubre de 1591, que renovando anteriores decisiones, ordenaba se hiciese "el alojamiento de los soldados del Presidio en las casas de los vecinos de Tenerife, dándoles cama y servicio". El Cabildo, en cumplimiento de esta decisión regia, y aprovechando que en diciembre de 1591 se hallaba don Luís de la Cueva en La Laguna, decidió nombrar sus diputados para discutir la distribución de los soldados, siendo elegidos el teniente doctor Lercaro y los regidores Alonso de Llerena, Cristóbal Trujillo de la Coba, Luis Fiesco y Bernardo Justiniani.

 

El capitán general les comunicó que era su propósito establecer en La Laguna las compañías de Gaspar Fernández de Ayala y Juan Jaraquemada, compuestas por 300 soldados, mientras otros 300 quedaban en cuartel en Las Palmas, divididos en otras dos compañías al mando de los capitanes Juan Fernández Viedma y Luís de Benavides. Como puede apreciarse, el capitán general había disminuído el número de los soldados de las compañías, para crear una cuarta, que puso a las órdenes de su hijo don Luís de Benavides o de la Cueva y Mendoza.

 

El capitán general les exigió además que tuviesen preparadas provisiones de carne y pescado para cuando llegasen los 300 infantes, con objeto de que las pudiesen "comprar por sus dineros".

 

El Cabi1do en vista de todo, y después de protestar por enésima vez, acordó que se alojasen los 300 soldados por ahora en las casas de los vecinos, procediéndose inmediatamente al reparto de boletos con tal fin.

 

El 24 de diciembre de 1591, el personero Francisco de Mesa suplicó al Cabildo que los alojamientos se pagasen de la renta de las dehesas, evitándose así su distribución por las casas de los vecinos, con la natural zozobra de éstos por la que temen de sus mujeres e hijas. Las fechorías de los soldados en Gran Canaria habían contribuido a disminuir su crédito en todo el Archipiélago. Días más tarde acordóse en Cabildo so1icitar la ayuda de los lugares de la isla para que contribuyesen con camas y dinero al alojamiento de la tropa.

 

De esta manera en los primeros días de 1592 desembarcaron en Tenerife 200 soldados del presidio, al mando del capitán Gaspar Fernández de Ayala, trasladándose seguidamente a La Laguna, donde quedaron alojados en las casas de los regidores y vecinos-, con la obligación, además, de sustentarlos hasta tanto que el Cabildo arbitrase. el dinero necesario para atender a estos gastos.

 

Sin embargo, don Luís de la Cueva y Benavides, con su criterio versátil y acomodaticio, decidió dos meses más tarde, en marzo de 1592, imprimir un cambio radical a su política de alojamientos, optando por acuartelar el presidio, exclusivamente, en la ciudad de Las Palmas, aunque obligando a todas las islas del Archipiélago a contribuir, en la medida que sus fuerzas y disponibilidades, al sostenimiento del mismo.

 

Volvieron, pues, los soldados de guarnición en La Laguna a reembarcar para Gran Canaria, y sólo quedó en Tenerife un pequeño destacamento de doce soldados al mando del cabo Juan Carmona, como guarnición fija y veterana de la fortaleza de San Cristóbal, en el puerto de Santa Cruz de Tenerife. (A. Rumeu de Armas, t.2.1991)

 

1591 Noviembre 29. Capitán Luís Sanmartín Cabrera, Regidor nombrado el I6 de Diciembre del año anterior. Por provisión de la Audiencia de 29 de Noviembre se mandó que la Justicia y Regimiento no admitiera para la elección de Alcaide de Sta Cruz, votos de los Regidores que no estuviesen presentes.

 

Mayo de 2011.

 

* Guayre Adarguma Anez Ram n Yghasen.

 

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Bibliografía

     

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