EFEMÉRIDES
DE LA NACIÓN CANARIA
UNA
HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
Guayre
Adarguma *
1589 Julio. El
interés máximo de la gestión de don Luís de la Cueva en los primeros meses
de su gobierno en Canarias estuvo concentrado en torno a la construcción de
seis potentes fragatas, que esperaba fuesen terror de piratas y exterminio
de corsarios.
Esta
idea, base esencial de su programa de gobierno, acariciada con el mayor
entusiasmo por el gobernador, fue dada a conocer a los organismos regionales en
el mes de julio de 1589, por medio de una carta dirigida a don Juan Núñez de
la Fuente, cuyos términos conviene comentar.
Elogiaba
en ella el nuevo capitán general los propósitos del Rey de tener en el Archipiélago
seis fragatas de guerra, para limpiar sus aguas de corsarios, y pasaba a exponer
seguidamente su demanda de que la isla de Tenerife contribuyese por su parte con
la madera de sus montañas, mientras el coste de la maestranza se repartiría
entre todas ellas. Para animar a los naturales a participar con entusiasmo en el
proyecto, el presidente les anunciaba “que la clavazón, jarcias e otras cosas
de artillería e gente de guerra parece que S. M. lo toma a su cargo....
Esta
carta fué examinada y discutida en la sesión del Cabildo de Tenerife el
4 de agosto de 1589, acordándose enviar como mensajero a Gran Canaria al
regidor Bernardino Justiniani para que discutiese con don Luís de la Cueva las
bases de un arreglo, aunque con la obligación de exponer
antes la opinión desfavorable del Cabildo al proyecto, por juzgar las
fragatas “costosas e inútiles” y considerarlas ineficaces para combatir a
los pequeños corsarios, y ruinosas, porque nunca compensarían las presas a los
gastos.
La
gestión del regidor Justiniani fué inútil en absoluto, pues don Luís de la
Cueva se mantuvo obstinado y resuelto a construir las fragatas, declarándole
“que así convenía al servicio del Rey Nuestro Señor e que traía orden para
que se hiciesen”. El Cabildo, en vista de ello, se reunió por segunda vez el
21 de agosto de 1589 para tratar del asunto de las fragatas, acordando
contribuir con 1.500 ducados para la construcción de las mismas, pagaderos de
los bienes de propios, sin más condición que este caudal se invirtiese en el
coste de las maderas de las montañas de la isla y en los gastos de transporte
hasta dejarlas en el lugar escogido, haciendo constar al capitán general que de
no estar en circunstancias ruinosas la hacienda municipal, por la construcción
de la fortaleza, con gusto hubiesen contribuido con mayor numerario.
Había
solicitado don Luís de la Cueva y Benavides del mensajero tinerfeño 2.000
ducados, alegando que Tenerife era la isla más rica y próspera, y ello provocó
un corto forcejeo del que salió triunfante el propósito del capitán general.
El 15 de septiembre pudo llegarse aun acuerdo definitivo, a base de que la isla
de Tenerife contribuiría con 2.000 ducados y la madera necesaria para solo tres
fragatas, dinero que se iría entregando por plazos, a medida que la fábrica de
las mismas avanzase.
Análogas
gestiones llevadas a cabo en las distintas islas del Archipiélago fueron
arbitrando el dinero necesario para el inusitado proyecto.
Los
Cabildos de Gran Canaria y La Palma pusieron con la misma espontaneidad en manos
del gobernador 1.000 ducados cada uno, y las islas de señorío contribuyeron
también al proyecto en la medida de sus fuerzas.
La
participación de Lanzarote y Fuerteventura nos es casualmente conocida, y es
una prueba más de los manejos de Gonzalo Argote de Molina, el provincial de la
Santa Hermandad de Andalucía, para ganar la simpatía y el apoyo del nuevo
capitán general. El 6 de diciembre de 1589 otorgaba Gonzalo Argote escritura pública,
“en nombre y por comisión de las islas de Lanzarote y Fuerteventura”,
ofreciendo contribuir con 600 ducados -300 por cada isla- para la construcción
de las fragatas en proyecto. Más adelante Argote aumentó esta voluntaria
contribución de los vasallos de su suegro en 200 ducados por cada Concejo, que
hacían un total de 1.000 ducados.
Todavía
más adelante, en la primavera de 1590, el capitán general presionó por medio
del corregidor Cangas a los vecinos de Tenerife para que contribuyesen con
donativos voluntarios a la obra; mas tropezó con la enérgica oposición del
Regimiento, indignado de que no le pareciesen bastantes los 2.000 ducados en
dinero y los 1.000 en que se valoraban las maderas donadas por la isla.
La
construcción de las fragatas, reducidas por el momento a cuatro, debió
iniciarse a principios del año 1590. El lugar escogido por el capitán general
La Cueva como improvisadas atarazanas no fue otro que la caleta de San Marcos,
una de las más cómodas bahías de la costa norte de 'I'enerife, cuya misma
proximidad a un frondoso bosque facilitaba en gran manera la construcción.
Todavía hoy el nombre simbólico de "Corte de las naos" con que es
conocido el paraje próximo a la ermita del Amparo, recuerda el discutido
proyecto del presidente.
Por
la fecha antes indicada, fuéronse concentrando en el lugar de Icod porción de
carpinteros de ribera y calafates, que supieron imprimir un ritmo acelerado a
las obras. Había sido encargado de la dirección de las mismas el capitán de
galera Patrono, Hernando de Velasco, tipo representativo de matonismo náutico
y que había de provocar ruidosos incidentes con los naturales canarios. El
lugar fue visitado por el capitán general, en marzo de ese año, quien quiso
informarse personalmente del ritmo de los trabajos, quedando complacidísimo.
En
todo este tiempo se señaló por sus violencias e intemperancias el capitán
Velasco y sus esbirros, interviniendo como un verdadero virrey, en el tráfico
naval, embargando el trigo y el centeno a los vecinos, sin otra razón que
asegurar que los necesitaba para el pago de los oficiales que trabajaban en las
fragatas e insultando a los naturales sin otra finalidad que provocar
pendencias. Estas bravatas culminaron en el apresamiento, en agosto de 1590, la
fragata de Setúbal, en que iba a zarpar para la Península el mensajero
Francisco de Mesa, con pliegos de cargos y agravios contra la gestión de don Luís
de la Cueva. Ello provocó la Real cédula de 21 de noviembre de 1590,
prohibiendo a las autoridades obstaculizar la costumbre inveterada que tenía la
isla de enviar sus mensajeros al Rey.
Por
suerte para los vecinos de Icod, este capitán sevillano se extralimitó con
proposiciones heréticas y blasfemias, yendo a dar muy pronto en las cárceles
secretas del Santo Oficio en Las Palmas, de donde salió por primera vez en el
auto de fe de 1 de mayo de 1591, formando en la comitiva de los penitenciados
“con mordaza”, y por segunda vez, poco tiempo más tarde, para remar durante
cinco años en galeras, amén de otros castigos.
Influyó
de una manera directa en la detención del capitán Hernando de Velasco por el
Santo Oficio el cronista fray Alonso de Espinosa, pues conoció sus excesos en
los días de su estancia en Icod de los Vinos, en el verano de 1590, cuando
llevaba a cabo pública información sobre los milagros de la Virgen de
Candelaria. Fray Alonso de Espinosa puso los hechos en conocimiento del
comisario fray Diego de Zamora, residente en San Pedro de Daute, y por
insinuaciones de éste, al par que movido por un celo evangélico extremado,
empezó a tomar declaración a diversos testigos y hacer informaciones que,
transmitidas a Gran Canaria por el comisario Zamora, fueron la base de la
detención y el procesamiento de Velasco.
En
septiembre de 1590 fray Alonso de Espinosa volvió a encontrarse con el capitán
Velasco en Las Palmas de Gran Canaria, aunque en distintas circunstancias, pues
mientras aquél proseguía sus “informaciones” sobre la Virgen de
Candelaria, éste se hallaba encerrado en las cárceles secretas del Santo
Oficio. Pocas semanas más tarde, fray Alonso estaba de nuevo de regreso en Icod
y volvía a tomar parte, por iniciativa propia, en la acumulación de cargos
contra Velasco, al mismo tiempo que difundía noticias reservadas sobre su
suerte y paradero, y que se hacía pasar sin ambages por ministro de tan alto
Tribunal. Conocidos estos hechos por el comisario en Icod, Bartolomé de
Carmenatis, fueron denunciados sin pérdida de momento al Santo Oficio, viéndose
a consecuencia de ello llamado a Las Palmas el fraile dominico, donde se le incoó
proceso, dándosele por cárcel una de las celdas del convento de Santo Domingo.
Su suerte fue, sin embargo, bien distinta de la de Hernando de Velasco, pues con
trato de verdadera benevolencia fue sentenciado tan sólo a pública reprensión.
Reemplazado
Hernando de Velasco por Diego Ochoa de Valdés, las labores no se interrumpieron
un solo segundo, y al mediar el año 1591 las
fragatas estaban ya casi terminadas. Una carta del corregidor Cangás al
secretario Vázquez, escrita el 8 de junio de 1591, así lo participa:
“... las fragatas que se hacen en esta isla les falta poco para
terminarse” estando tan sólo carentes de buenos marineros y artilleros prácticos.
La
calidad y el juicio que las mismas merecían al corregidor de Tenerife, está
reflejado en otra de sus cartas al mismo secretario. A juicio de Cangas, las
fragatas eran grandes y fuertes y bien armadas; pero opinaba que nadie podría
evitar que sucumbiesen “si se emplean en estas islas, pues el enemigo está
muy armado y no hay puertos seguros contra tormentas”. Para más convencer al
secretario, Cangas citaba el caso dé que en 1591 quince navíos habían sido
destrozados en las costas de Tenerife por la acción de los temporales.
Durante
el verano de este año, don Luís de la Cueva y Benavides se presentó de
improviso en Tenerife para activar la terminación de los navíos. Estaba
entonces ausente en La Pa1ma el corregidor Cangas (que había marchado a esta última
isla para instruir a sus milicias ante el temor de un ataque inglés a la
misma), y el capitán general, acompañado por el teniente doctor Lercaro, se
trasladó sin pérdida de tiempo a Icod de los Vinos, donde residió por espacio
de cerca de dos meses.
Una
carta suya al secretario Vázquez, escrita en Icod el 6 de septiembre de 1591,
daba cuenta de que había venido a Tenerife “a echar estos navíos a la
guerra...”.
Por
esta última fecha los buques se puede decir que no estaban faltos ya más que
de artillería, alineándose fondeados en la bahía de San Marcos las cuatro
fragatas insulares y un galeón, que don Luís de la Cueva había hecho
construir a sus propias expensas, pensando resarcirse de los gastos con el valor
de las presas hechas a corsarios y piratas.
Para
proveer a la flotilla de artillería se tomaron diversas medidas por el capitán
general La Cueva. Una de ellas consistía en adquirir por la fuerza ésta,
expropiándola a los navíos extranjeros surtos en los puertos canarios. La
circular dirigida por el presidente a Juan Niño, sargento mayor de la isla de
La Palma, con fecha 6 de septiembre de 1591, se conserva. Por ella el gobernador
le ordenaba la incautación de los cañones extranjeros, siempre que fuesen
buenos, disponiendo su inmediata remisión a la caleta de San Marcos.
Por
aquella misma fecha zarparon de la bahía citada una de las fragatas canarias en
compañía de un navío extranjero contratado, con orden de dirigirse a Sevilla
para cargar la artillería necesaria, obsequio del Rey. Todavía hoy se conserva
la Real cédula que con tal motivo expidió Felipe II en El Escoríal el 16 de
octubre de 1591, ordenando al duque de Medina Sidonia remitir a don Luís de la
Cueva, gobernador de las Canarias, los cañones y pelotas que le entregaría el
conde de Santa Gadea con destino a cuatro fragatas construidas en aquellas
islas.
En
diciembre de 1591, don Luís de la Cueva resolvió trasladarse a Tenerife para
ultimar el emplazamiento de la artillería, y en abril de 1592 ya estaban próximas
a hacerse a la mar para recibir el bautismo de fuego.
Sin
embargo, los temores tantas veces reiterados de la inutilidad de esta empresa
por la potencia, unas veces de las escuadras enemigas, y la debilidad otras de
los propios corsarios, ágiles y veloces en la huída, debieron confirmarse en
todos sus extremos, pues reina el más absoluto silencio sobre las operaciones
en que las fragatas pudieran tomar parte.
Apenas
si se vuelve a hablar de ellas en la Real cédula de 22 de agosto de 1592, por
la que Felipe II pedía cuentas al gobernador de las Islas Canarias por la
inversión del dinero recogido para las fragatas, y como última noticia, aunque
muy posterior, sabemos por los Libros de Acuerdos del Cabildo de Tenerife que en
enero de 1596 las fragatas estaban en la caleta de San Marcos “arruinadas y
perdidas”. En la sesión del día 8 de ese mes, acordó el Regimiento tinerfeño
dirigirse en súplica al Rey para que le autorizase a aprovecharse de sus
restos: jarcias, velas, artillería, etc., “pues es justo -decían- que sean
para el Concejo”.
La
fracasada escuadra regional fué otro de los más rotundos desaciertos de la
gestión de don Luís de la Cueva y Benavides en las Islas Canarias. (A.Rumeu de Armas, t.1. 2ª pte. 1991)
1589
Septiembre 12. 143.- Provisión para
las Justicias de la isla de Tenerife a pedimento de Lucía de Samarimas, viuda,
vecina de la dicha isla, contra los bienes de herederos de Hernán de Torres,
difunto, vo della, sobre la posesión y rentas de las tierras de las lagunetas.
El
Presidente e Oydores de la real Audiencia de estas islas de Canaria, por el Rey
nuestro señor, a nos el Corregidor de la isla de Tenerife e a vuestro
lugarteniente e alcalde mayor en el dicho oficio e a cada uno e qualquier de nos
ante quien fuere presentada esta provisión, salud y gracia. Sepades que Juan López,
procurador de esta Audiencia, en nombre de Pedro Antón de Torres, vo de esa
isla, se presentó ante nos en grado de apelación de ciertos agravios que dixo
haberle hecho la Justicia de esa isla en la causa que contra su parte trata Lucía
de Samarinas e habiendo presentado el testimonio del proceso, presentó un
escrito del tenor siguiente:
Muy
I1tres. señores, Juan López, por Pedro Antón de Torres, vo
de T., en la causa con L. de S. en que estoy presentado en apelación de
los agravios que el teniente e gobernador de T. han hecho ami parte en la dicha
causa digo que habiéndose presentado ante lajusticia una executoria de esta
real Audiencia en que condenaban ami parte e a los demás herederos de Juan de
Torres, su padre, en los fru tos de ciertas tierras en que habían sido
condenados e habiéndose pedido por la parte contraria se midiesen las tas. para
que respecto de lo que cada uno poseyese fuese condenado en la parte de frutos e
ha biéndose medido dos suertes de tas. que habían cabido a los herederos de J.
de T., la parte contraria pidió se le recibiese información de como cada
hanegada de cordel de las que se habían medido llevaba dos hanegas de
sembradura para que respecto de esto se le pagasen los dichos frutos habiendo mi
parte pedido el proceso e autos para alegar de su justicia en razón de la
liquidación muchas veces ofreciéndose a probar lo que a su derecho convenía,
la dicha justicia no se lo mandó dar ni le quiso oir e aunque mi parte apeló
de ello para ofesta real Audiencia sin embargo de ello procedió a rescibir la
información e sin dar a mi parte traslado de la información ni haberle querido
oir mandó dar mandamiento de execución contra mi parte y los demás
coherederos por 200 y tantas fanegas de trigo e habiéndose opuesto mi parte a
la execución en tiempo y en forma y alegado bastantemente de su justicia y
encargádole los diez días de la opusición, la parte contraria vino diciendo
que la dicha opusición era fuera de tiempo y sin oir a mi parte en razón dello
ni darle traslado determinó la causa sin atención de la de remate y executando
en los bienes de mi parte por toda la cantidad no debiendo quando algo debiese más
de su rata parte como uno de los herederos e aunque después de esto mi parte
dixo de nulidad contra los autos y sentencia por las dichas razones el juez
declaró no había lugar las nulidades e procedió a dar posesión de los bienes
de mi parte como si fuera deudor por los demás sus hermanos de lo qual mi parte
apeló para esta real Audiencia como todo constará a vuestra señoría de los
autos con que me he presentado, pido a v. s.a, los manden ver por expediente e
vistos por v. s.a repongan y anulen todo lo hecho en esta causa dende el auto en
que se denegó a mi parte el proceso e información que se ofreció a dar sobre
la liquidación de las hanegadas de sembradura mandando que mi parte sea oída
en la dicha razón sobre que pido justicia costas. El Ldo. Parrado. Del qual
dicho escrito mandamos dar traslado a la otra parte e habiéndoles sido
notificado respondió a él por otro escrito que es el siguiente:
Muy
Iltrs. señores, Gerónimo Aneze, en nombre de Lucía de Samarinas, viuda, en la
causa de execución que mi parte trata contra Pedro Antón de Torres en los
bienes de Juan de Torres y consortes respondo a un escrito de contrario
presentado a manera de expediente en que en efecto la parte contraria pide se
anule e reponga todo lo hecho en esta causa e que el susodicho sea oído en ella
y digo que no procede ni ha lugar de derecho lo pedido de contrario, sin embargo
de ello v. s.a deben declarar no haber habido lugar la nulidad de contrario
alegada, por lo que del proceso resulta en favor de mi parte que he aquí por
repetido e por lo siguiente, lo primero porque la execución está hecha justa y
jurídicamente porque verán v. s.a que la información que mi parte pidió a el
juez que quería dar para liquidación de la executoria de esta real Audiencia
para darla se citó a P. A. de T. e así se hizo con parte y esta citación bastó
para justificar la información y liquidación de la executoria, la qual
liquidación se había de hacer por juicio sumario como se hizo e así no hubo
necesidad de tornarle a dar traslado de lo pedido por P. A. de T ., pues la
dicha citación sirvió de traslado y si el susodicho quisiera probar algo
tiempo tuvo cuando mi parte dio su infomación y no aprovecha a la parte
contraria de la apelación que dice interpuso de no quererle tornar a dar
traslado porque esa fue fiibula e sin embargo de ella se había de executar la
dicha executoria de la forma e modo que se executó y liquidó y de esta apelación
no se presentó la parte contraria en esta real Audiencia e así quedó el auto
del juez inferior pasado en cosajusgada.
Lo
otro porque justamente hizo el juez en no sentenciar la causa de
remate de la manera e como la sentenció porque la opusición que P.A. de
T. hizo fue fuera de tiempo y pasado e los días de la ley en que se había de
oponer después de ser citado e así el juez por esto el dicho juez no le quiso
encargar los diez días de la ley e habiéndose hecho la opusición fuera de
tiempo justamente el juez sentenció de remate pasados los tres días en que
conforme a la ley P. A. de T. estaba obligado a oponerse para ser oído y
admitido e así consta claro no haber habido nulidad. Lo otro porque la execución
que se hizo en los bienes de P. A. de T. por toda la cantidad la liquidación
fue justa porque es de considerar que la execución se hizo respeto de la medida
de las tierras que tiene solo y posee P. A. de T., el qual fue condenado en los
frutos y rentas de ellas e así contra él se siguió bien la execución, por
todo lo qual consta haber el juez ordinario pronuciado bien y bien declarado no
haber habido lugar las nulidades por la parte contraria alegadas pido a Vuestra
S.s que sin embargo de lo en contrario dicho y alegado declare no haber lugar
las dichas nulidades y pido y justicia e costas e imploro. El Lcdo: Borero.
El
qual escrito siendo ante nos presentado mandamos traer los autos, después de lo
qual se presentó ante nos en grado de apelación Melchor Gómez, en nombre de
Camila Albertos, muger de P. A. de T., de los agravios que dixo haberle hecho la
justicia en la dicha causa sobre no admitirla en ella y sobre ello alegaron las
partes de su justicia e siendo por nos vistos los autos en la causa proveímos
uno del tenor siguiente:
En
Canaria 12-IX-1589 los señores Presidente e oydores de esta
Audiencia habiendo visto el negocio y causa que a ella vino por apelación
de P. A. de T. cerca del agravio que dice haberle hecho el ordinario de la isla
de Tenerife en favor de Lucía de Samarinas sobre las rentas de las tas. a la
qual causa salió C. A., muger de P. A. de T ., dixeron que remitían y
remitieron este negocio del ordinario de la dicha isla para que lleve a debido
efecto lo por él proveído en este caso con que se entienda y se declara que
las fanegadas de tierra sean de medida de cordel y no de puño e reservaron su
derecho a salvo a P. A. de T. contra sus hermanos para que siga e pida su
justicia como y ante quien viere que le convenga del qual dicho auto suplicaron
para ante nos ambas partes e por parte de L. de S. fue presentado un escrito del
tenor siguiente:
Muy
Iltres. sres. Gerónimo Agneze, en nombre de L. de S., en la ca usa con P. A. de
T. sobre la posesión y rentas de las tierras de las lagunetas en que v. S.a
pronunciaron auto por el qual mandaron que las rentas que se pagasen a mi parte
fuese y se entendiese que las fanegadas de tierra sean de medida de cordel y no
de puño, el qual auto en quanto a esta declaración hablando como debo v. s.a
lo debe enmendar e para enmendarlo se ha de revocar por lo que resulta del
proceso a favor de mis partes que he aquí por repetido y en lo demás deven v.
s.a confirmar el dicho auto por ser justo y jurídico; lo otro por lo que se
debe revocar en lo que tengo dicho el dicho auto es porque el juez de Tenerife
pronunció bien y conforme ala executoria de v. s.a porque v. s.a en la
condenación que hacen por su sentencia o sentencias fue condenando a las partes
contrarias a que pagasen los frutos y rentas hanega de trigo por hanega de
sembradura e aunque esta sentencia se vino a limitar la hanega de trigo en diez
celemines esto no se ynovó en ser los diez celemines por hanega de cordel antes
fueron los diez celemines por hanega de sembradura como consta de las sentencias
y executorias de v. s.a en ellas contenidas y siendo esto como es así de
necesidad se ha de executar la sentencia y executoria de v. s.a y sentencias de
ella como en ellas se contiene sin que haya alteración porque si se entendiese
el auto de v. s.a como se entiende sería ir contra lo que está juzgado y
contra la executoria de v. s.a; lo otro, porque esto se confirma porque del
proceso consta ys está probado que una hanega de tierra de medida de cordel es
diferente que una fanega de sembradura porque una de cordel tiene dos de
sembradura e siendo ansí en entender v. s.a que la hanega ha de ser de cordel
es quitar a mi parte la mitad por medio de los frutos que en la sentencia de v.
s.s y executoria se le dieron y pues hay tanta diferencia y la parte contraria
está condenado en hanega de trigo de sembradura agravio se le hace a mi parte
en la declaración que v.s.s hicieron, pues es quitarle lo que está dado por
sentencias pasadas en cosa juzgada. Lo otro porque el juez de Tenerife pronunció
bien executando la sentencia y executoria de v. s.s y demás de haber
pronunciado bien su auto quedó pasado en cosa juzgada porque habiendo apelado
P. A. de T. en 11- X-88 no se presentó en esta Audiencia cerca de esta apelación
y si se quiere aprovechar de una que hizo en 14-III-89 no le aprovecha por ser
presentación hecha fuera de tiempo y así por todas vías está justificada la
pretención de mi parte. Lo otro porque habiéndose causado la deserción del
auto del juez de T . de tanto tiempo como es de 11-X-88 que apeló la parte
contraria hasta 14-III-89 que se presentó en esta Audiencia caso negado que la
causa principal no estuviera justificada la intención de mi parte que si está
con todo eso v. s.s habían sólo de considerar el tiempo de la decerción e así
considerada ésta está claro que el auto del juez de T. quedó en cosa juzgada
y así se debe executar quanto más que la causa en lo principal está muy
justificada y las partes contrarias condenados justamente respecto de hanega por
hanega de sembradura y así de necesidad en esto se debe revocar el auto de v.
s.s e mandar llevar a debido efecto lo proveído por el ordinario de T ., porque
pido a v. s.s que en quanto a lo que dicho tengo revoquen el auto confirmando el
proveído por el juez de T. en que mandó dar mandamiento de execución respecto
de hanega de trigo de renta por hanega de trigo de sembradura y en lo demás
confirmen v. s.s el dicho su auto e pido justicia e imploro. El Licdo. Borrero.
Del
qual dicho escrito mandamos dar traslado a la otra parte e habiéndole sido
notificado parece que en la dicha causa fue mandado acumular un testimonio
presentado por parte de Lázaro Hernández de que por su parte vino en apelación
a esta Audiencia del agravio que dixo haberle hecho la dicha justicia en la
dicha causa de no haberle admitido por tercero e sobre este artículo las partes
alegaron de su justicia e por parte de P. A. de T. en la causa fueron
presentados ciertos testimonios e un escrito, el qual es el siguiente:
Muy
Illtres. Sres. Juan López por Antonio de Torres en la causa con Lucía de
Samarinas sobre la posesión y renta de las tierras de la laguneta en que v. s.s
pronunciaron auto e remitieron la causa al ordinario e declararon deberse
entender la renta a diez almudes por medida de cordel cada hanega de tierra e
hablando como debo digo que el auto en quanto a la declaración de la renta e
medida de cordel es justo e a derecho conforme y se debe confirmar y en lo demás
es injusto y nulo y se debe revocar y anular por las causas de nulidad y agravio
que de lo procesado resultan aquí por expresas. Lo otro, porque v. s.s por su
sentencia condenaron a los herederos de Juan de Torres a que pagasen las rentas
de las dichas tierras y la tal sentencia no se pudo executar en todo contra mi
parte sino prorrata respeto de uno de siete herederos que quedaron de J. de T.
mi parte cada uno por su parte porque las leyes y el derecho divide la tal
sentencia por rata entre los reos condenados y de la tal sentencia no nace acción
real sino personas y así no se pudo executar en todo a Pedro de Torres e fue y
es notoriamente injusto e nulo el mandamiento de execución y todo lo demás
hecho e autuado en virtud de ello y para esto no satisface que v. s.s reserve el
derecho a mi parte contra los demás herederos porque es contra todo derecho e
contra toda equidad e justicia que mi parte pague por otro lo que no debe e que
se le tome y remate toda su hacienda que le tienen rematado por ello e que por
100 doblas que no debe se le quite toda su hacienda e se la tienen rematada e
han Ilevádole los frutos de ella, que vale la hacienda que ansí le tienen más
de 1.000 doblas e mi parte puede pagar su rata con que evita el daño y de otra
manera no, e poco hace al caso decir que mi parte poseya las dichas tas. por las
dichas causas e porque las poseya pro indiviso e por partir como uno de siete
herederos de su madre Elena Çerezo, muger de Juan de Torres, sus padres, que
las hubo E. C. de la partición que hizo de los bienes de J. de T. y mi parte y
sus hermanos coherederos no hubieron cosa alguna de las dichas tierras como
herederos de J. de T. como corista de esta partición de que hago presentación
e juro en forma.
E
no osta decir que las apelaciones que mi parte hizo quedaron desiertas por no
haberse presentado en tiempo ante v. s.s porque no es así y es práctica y
estilo desta Audiencia y las demás de Castilla que no se tiene consideración a
semejantes desercion quando consta de la injusticia de las sentencias y autos de
que se pide decerción como es en este caso do consta de tanta injusticia. Lo
otro, porque respondiendo al escrito a manera de agravios presentado por la
parte contraria contra el dicho auto en quanto a la renta, digo que no ha lugar
porque el auto en quanto a esto se debe confirmar y declarar entenderse de todo
pan, trigo e centeno e cebada, como se ha acostumbrado a sembrar que mi parte
está presto de probar porque la sentencia primera en que la parte contraria se
funda no se confirmó ni se hizo mención de ella en el auto que v. s.a mandaron
e declararon deberse pagar diez celemines por hanega y así v. s.a le pudieron
agora muy bien declarar y ansí en la primera executoria no se trató de frutos
y en la segunda executoria se executó el auto sobre los frutos de que agora se
ha hecho declaración de medida de cordel. Lo otro, porque en la fanega de
medida de cordel se suele echar una hanega de puño más e menos conforme a la
calidad de las tas. porque en unas se echa más y en otras menos respecto de la
nascencia y escarda que suele hacer el pan y respecto del tiempo y ansí de
costumbre se entiende hanega de cordel ser hanega de sembradura y así se ha de
entender el dicho auto como está declarado y se ha de declarar y entender asi
mismo que los 10 celemines sean de todo pan como es dicho. Lo otro, porque
siempre se ha de tener consideración a la justicia y verdad. Lo otro porque
llevaron a mi parte todos los frutos que estaban para coger so color de la
posesión que tomaron de las dichas tierras y tomaron las rentas de ellas, la
qual se había e ha de descontar de los frutos y rentas que mandan pagar por el
auto de v.s.a, por que pido e suplico av.s.a revoquen e anulen el dicho auto y
en consequencia de ello el mandamiento execución y sentencia, remate y posesión
y lo demás proveído por el ordinario de la isla de T. contra mi parte e sus
bienes, mandando que le sean vueltos libres y desembargados, declarando deberse
executar la dicha executoria por su rata contra cada uno de los herederos a razón
de 10 celemines de todo pan por cada hanega de medida de cordel como está
declarado y en quanto a esto confirmen y declaren el dicho su auto sobre que
pido justicia e costas. El Dotor Pedro Morquecho.
E
parese que habiéndose presentado ante nos los dichos recaudos mandamos dar
traslado de ellos a la otra parte e habiéndole sido notificado respondió a
ellos por otro escrito, que es el siguiente:
Muy
Iltres. Sres. Gerónimo Agnese, en nombre de Lucía de Samarinas en la causa de
P. A. de T ., respondo al escrito y testimonio de contrario presentado e digo
que sin embargo se ha de confirmar el auto de v. s.a en lo que es a favor de mi
parte por lo que del proceso resulta en su favor que he aquí por repetido e
porque presupuesto que por las sentencias y executorias sobre ellas dada por
esta real Audiencia consta que P. A. fue condenado por lo que poseía respecto
de lo que poseía a que lo restituyese con los frutos y rentas de ellos e que
por el prescio consta que P. A. por una parte poseía e posee dos suertes de ta.
que lindan con un pedazo de ta. de los herederos de Juan de Anchieta e la otra
linda con la tierra que tenía e poseía Pimentel hacia el barranco de Samarinas
e respecto de estas dos suertes se hizo la liquidación de los frutos que
rentaron y respecto de los frutos que rentaron estas suertes se dio mandamiento
de execución e así pues P. A. poseía e por ser poseedor fue condenado, no hay
que tratar de lo que la parte contraria acerca de esto alega de que a de pagar
prorrata como heredero de I. de T ., su padre, e así v. s.a Justamente
pronunciaron en condenarle a P. A. solo como tal posee dor de las dichas
tierras. Lo otro niega P. A. poseer las dichas tierras, proindiviso porque lo
contrario está provado e consta del proceso
que el susodicho las poseía e no otra persona alguna e así no consta el
testimonio de la partición que el susodicho presenta porque no induce el dicho
testimonio que P. A. poseía las tierras era como heredero de su madre ni de la
partición consta; antes lo contrario ha, constado del proceso que pues poseía
solo el dicho P. A. él solo fue el condenado en los frutos e rentas de la dicha
tierra. Lo otro, porque aunque está justificado el auto del ordinario cerca de
la causa principal con todo eso aunque se tratase de los méritos de la deserción
e para ella verse la causa principal e justificación de ella v. s.a hallarán
que la deserción de la apelación de la parte contraria es causada de
mucho tiempo y en este caso solo v. S.a como jueces supremos deven tratar
de los méritos de la deserción e no en la justificación de la causa principal
porque el estilo que hay de rever los procesos en lo principal en los tribunales
supremos quando se trata de deserción de cau sa se causa dél a paso de poco
tiempo y node otra manera como es común
resolución de dotes y así pues esta deserción está causada por
mucho tiempo e por todas vías está justificado el auto de v. s.a. Lo
otro, porque en lo que toca a la respuesta de mis agravios menos procede lo
alegado de contrario porque de la sentencia de v. s.a por todo condenan a las
partes contrarias a que paguen hanega por hanega de sembradura está confirmada
y de ella se dio executoria y sólo se limitó por hanega de sembradura de 1o
celemines, de manera que estos l0 celemines se han de pagar respecto de hanega
de sembradura y en lo que dice la parte contraria que ha de ser de todo pan, se
entiende respecto de lo que se ha sembrado en las dichas tierras, de manera que
constando como consta haberse sembrado todas de trigo la paga ha de ser de
trigo, porque pido a v. sa. que sin embargo hagan según tengo pedido e pido
justicia e costas. El Lcdo. Borrero.
El
qual dicho escrito siendo presentado ante nos mandamos traer los autos, los
quales habiéndose traído a esta audiencia y en ella siendo por nos vistos
proveímos uno del tenor siguiente: En Canaria martes 14-XII-1589 los señores
Presidente e Oydores de esta Audiencia estando en audiencia pública, habiendo
visto el proceso e autos de Lucía de Samarinas contra P. A. de T. en el artículo
de la deserción suplicación interpuesta por parte de P. A. del auto de esta
Audiencia proveído en 12-IX- pasado de este año, dixeron que atento lo nuevo
alegado e presentado en esta instancia revocaban y revo-caron el dicho auto en
quanto por él se manda que P. A. pagase toda la cantidad contenida en el remate
y así revocado en esto mandaban y mandaron que P. A. de T. solamente él esté
obligado a dar e pagar a L. de S. la parte que a él le cabe como a uno de los
herederos de J. de T., su padre, y de las demás personas cuyas partes ha poseído
y posee P. A. y en lo demás contenido en el dicho auto lo confirmaban y
confirmaron en revista e ansí lo proveyeron. Después de lo qual habiendo sido
notificado el auto los procuradores de las partes,.pareció la parte de L. de S.
e presentó el escrito siguiente :
Muy
Iltres. Sres. Gerónimo Añeze, en nombre de L. de S., en la causa con los
bienes de J. de T. en que v. s.a pronunciaron auto por el qual mandaron que P.
A., un heredero de J. de T., pagase como un heredero y por las partes de los demás
herederos por quien ha poseído y posee, digo que en confirmación de este dicho
auto es de entender después que fallecieron los padres de P; A. de T. el suso
dicho ha gozado de la viña e tierras que están por mi parte ejecutadas e las
ha tenido e arrendado e así conforme al auto de v. s.a está obligado a pagar
in solidum todo el tiempo de los años que después de muerto su padre gozó,
pues él fue el que las ha tenido e gozado, pido a v. s.a así lo declaren en
confirmación del auto y justicia. Otrosí conforme a los autos de v. s.a se
confirman los autos de ejecución del ordinario e posesión dada a mi parte e
porque v. s.a mandan a P. A. lo que le cabe de pagar es menester que se le señale
tiempo breve, pido a v. s.a así lo declaren e que pasado el dicho término no
se le admita la paga e pido ut supra. Otrosí pues están confirmadas la posesión
e amparo dados a mi parte e otros autos dados por el juez de T. conforme a los
autos de v. s.a se debe mandar y declarar que pagando su parte P. A. se le
vuelva la parte que le perteneciere como a un heredero e que por la parte de los
herederos por quien pagare se le vuelvan los bienes e no más e que en lo demás
quede la ejecución e posesión en su fuerza e vigor, pido av. s.a que para
evitar dudas e pleitos que puede haber en la isla de Tenerife cerca de lo dicho
v. s.a declaren ansí el dicho su auto en confirmación dél y pido justicia e
costas e v. s.a manden que no se dé executoria de los autos hasta que esto se
provea e justicia. El Lcdo. Borrero.
Del
qual dicho escrito mandamos dar traslado a la otra parte, el qual habiéndole
sido notificado respondió por otro escrito del tenor siguiente: Muy Iltres.
Sres. Juan López, por P. A. de T ., en la causa con L. de S. e G. A. sobre la
declaración que ha pedido del auto de v.s.a digo que no ha lugar la dicha
declaración por estar llano e sin duda y quando alguna cosa se haya de pedir
sea ante la justicia de T . donde está remitido el dicho negocio por haber
quedado consentido el auto e haberse dado provisión dél, pido se declare no
haber lugar lo pedido e pido justicia e costas. Juan López. El qual escrito
siendo presentado ante nos mandamos traer los autos, los quales siendo por nos
vistos proveímos en la dicha causa un auto del tenor siguiente :
En
Canaria a 28-XI-1589 visto por los señores presidente e oydores lo pedido por
parte de L. de S. cerca de la declaración de la sentencia con P. A. de T. y
consortes dixeron que se entiende que p . A. de T. ha de pagar como uno de los
herederos de J. de T. e por todas las partes que posee e ha poseído de los demás
sus coherederos e con estas partes se confirma el remate hecho e ansí lo
proveyeron, e habiendo sido notificado el dicho auto a los procuradores de las
partes por parte de L. de S. nos fue pedida provisión de los autos, la qual le
mandamos dar e para ello dimos ésta para nos en la dicha razón por la qual vos
mandamos que veáis los autos que de suso van incorporados e vistos los guardad,
cumplid e executad en todo y por todo como en ello se contiene. E contra el
tenor y forma de ellos no váis ni paséis, ni consintáis ir ni pasar en manera
alguna so pena de diez mil maravedís para la Cámara de su Magestad y letrados
de esta Audiencia so la qual mandamos a qualquier escribano público de esa isla
que vos la notifique. Dada en Canaria a 4-XII-1589. Don Luis de la Cueva y de
Benavides. Lcdo. Aldaya. El Lcdo. Luis de Guzmán. Yo Alonso de Espinosa Castro,
escr. del Rey, nuestro señor, y de la Real Audiencia de Canaria, la fiz
escribir por su mandado. Corregida. (Datas de Tenerife, libro V de datas
originales)
Abril
de 2011.
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Guayre
Adarguma Anez Ram n Yghasen.
--»
Continuará...