Eduardo
Pedro García Rodríguez
En mi habitual lectura matutina del periódico
digital Elcanario.net, hoy veo un interesante artículo dedicado a la mujer indígena
y en cuyo encabezamiento podemos leer: “El Día Internacional de la Mujer Indígena,
fue instituido por el Segundo Encuentro de Organizaciones y Movimientos de América
en Tihuanacu (Bolivia), en honor a la lucha de Bartolina
Sisa, guerrera aymara que se opuso a la dominación y la opresión de los
conquistadores y brutalmente asesinada por las fuerzas realistas españolas el 5
de octubre de 1782 en la Paz, Bolivia.”.
Si
bien no estoy de acuerdo con el término “indígena” por lo que de
peyorativo tiene para nosotros dada nuestra condición de colonia, por ser un
adjetivo creado por el colonialismo para distinguirse del colonizado, ya que
para los colonialistas los “indígenas” son “otros”, no “nosotros”.
Aún
así, se me ocurre que en este día y dada nuestra vocación universalista en lo
cultural, podemos y debemos celebrar el día de la Mujer Canaria, de cuyas
cualidades humanas y espirituales así como de su total entrega en la lucha por
las causas de la libertad y la justicia social en nuestra Nación Canaria
llevada a cabo durante toda nuestra historia colonial podríamos escribir varios
tratados, ya que la mujer canaria por su propia naturaleza ha sido y es mujer
luchadora, no en vano el trasfondo de nuestra sociedad es matrilineal.
También
fue la sangre de la mujer canaria la que dio vida a grandes luchadores por la
libertad e independencia de los pueblos hermanos de América, entre ellos: Juan
Francisco de León, José Gervasio Artigas, Francisco de Miranda, José Martí,
Secundino Delgado Rodríguez y,
toda una pléyade de canarios luchadores.
También
la mujer canaria vio partir a su compañero en busca de la libertad el pan y la
sal que en su Matria (patria) le era negado por un sistema colonial y opresor,
ella se quedó aquí al frente del fisco de tierra
o labrando las del criollo cacique de turno y, luchando en un mar de
adversidades con penurias sin cuento para sacar adelante a unos hijos y en
ocasiones también a unos padres ya ancianos, y con las esperanzas puestas en el
retorno de un marido portador de un deseado bienestar económico que en muchos
casos, jamás se produjo.
Por
ello, en este día y en todos los días, debemos rendir homenaje a la mujer
canaria, heredera y fiel garante de las virtudes de sus antecesoras, las cuales
podrimos personificar en algunas de las múltiples heroínas, entre ellas las
siguientes:
Tibiabin
y Tamonante
Madre
e hija sacerdotisas.
Según
recoge el ingeniero cremonés al servicio de Castilla, Leonardo Torriani, quien
aporta detalles sobre la función de estas
mujeres en la antigua sociedad amazighe de
Fuerteventura. Tibiabin era considerada una «mujer
fatídica y de mucho saber, quien, por revelación de los “demonios” o por
juicio natural, profetizaba varias cosas que después resultaban verdaderas, por
lo cual era considerada por todos como una diosa y venerada; y [...] gobernaba
las cosas de las ceremonias y los ritos, como sacerdotisa», Tamonante «regía las cosas de la justicia y decidía las
controversias y las disensiones que ocurrían entre los duques y los principales de la isla, y en todas las cosas era
superior en su gobierno» [Torriani
(1590) 1978: 75].
“Estas
funciones sociales parecen reflejarse en la propia etimología de los nombres de
ambas mujeres. Podemos traducir el de Tamonante (Tamonnant)
como ‘mujer que tiene la experiencia de la lectura’ o, literalmente, ‘la
que deletrea’ (Reyes 2006: 60). Esto no deja de ser significativo, pues la
complejidad de la escritura líbico-amazighe convierte
su lectura en un ejercicio que requiere cierto adiestramiento, ya que un
mismo texto puede contener varios mensajes diferentes. Es por eso que «elaborar y
descifrar los mensajes escritos requería una experiencia no exenta de
consideraciones socioculturales de carácter esotérico» (Reyes
2005a: 63).
Guayarmina
Semidán
Fue
una noble princesa guanche canari y miembro de la familia del converso
y pusilánime guanarteme de Tenesor Semidan, líder del Guanartemato
de Gáldar y aceptado por los nefastos Reyes Católicos como
representante de los Reinos de Canarias en la firma de la controvertida
Carta de Calatayud, por el que las Islas Canarias se incorporaban a la
Corona de Castilla.
En 1482,
Guayarmina Semidán, que seguía considerándose Reina de Gran Canaria,
descontenta con el pacto y con el comportamiento de los invasores conquistadores
españoles, se une al líder canari Bentejui y se refugian en las
cumbres de Tamarant (Gran Canaria), desde donde mantienen viva la resistencia
militar frente a los mercenarios invasores liderados por el masacrador de
pueblos Pedro de Vera.
Guacimara
Princesa guanche de Anaga. Según la tradición se casó con Ruymán, hijo de Bentor (y nieto por tanto de Benchomo), destacando por su lucha contra los conquistadores españoles.
Ella
era la hija de Beneharo II y
tenía dos hermanos: Enrique de Anaga (se desconoce su nombre anterior al
bautizo) y Guajara.
Según
la tradición, ella debía casarse con Chimencia-Tinguaro, quien la pidió por
esposa. Sin embargo, ella lo rechazó. Poco tiempo después, Guacimara conoce a
Ruimán y ambos abandonan sus menceyatos (Anaga y Taoro respectivamente)
para establecerse en Aguere (La Laguna); debido a su ausencia, la gente de esos
pueblos comienza a creer que ambos jóvenes murieron y acusaron a los guanches
Guetón y a Rosalba de la muerte de Ruymán, por los que Benchomo los prendió,
aunque ellos no los habían asesinado en realidad. Se
sabe que en algún momento debió de casarse con Ruymán.
Esta
princesa también se dio a conocer por ser una de las personas que lucharon
contra los invasores conquistadores españoles
que trataban de desembarcar en las playas de Añazuu,
hoy Santa Cruz de Tenerife. Según esta historia, cuando los españoles
intentaron hacerla prisionera ella prefirió suicidarse, arrojándose desde los
acantilados. Este suicidio-ritual, representó claramente su amor por la
libertad.
Dácil
La
princesa Dácil era hija de Benchomo, mencey de Taoro el gran caudillo del
pueblo guanche. Pero la princesa se enamoró de uno de los invasores, el capitán
Fernán García del Castillo, con quien contrajo matrimonio. Esta novelesca
historia de amor supuso la condena de la princesa, por parte de su propio padre,
a ser emparedada debido a la denuncia del guanche Durimán El Montañéz, quien,
despechado en su amor, la acusó de verse a solas con el castellano.
Sin
embargo, el propio Bencomo ordenó liberar a su hija cuando supo que la
entrevista tuvo lugar delante de testigos. Con su matrimonio, Dácil la
cristianizaron y pasó a llamarse Mencías del Castillo.
“Y
fue así que descubrieron a Guayafanta, palmesa de hermosa tez y cuerpo
gigantesco, de gallardo talle y traza majestuosa. Al verla corrieron con gran ímpetu
en su alcance.
Guayafanta,
acosada, hizo frente a sus enemigos. A uno de ellos, el más ardiente en
perseguirla, lo derribó y, ante el asombro de los otros, lo cargó bajo del
brazo marchando con él aprisa hasta el borde de una peña escarpada.
Mostró
intenciones Guayafanta de arrojarse con su enemigo peña abajo. Y a la verdad
que lo hubiese cometido si sus ocho perseguidores, arrojándole sus lanzas sin
aviso, no le hubiesen roto con mucha crueldad ambas piernas. Sólo de aquella
forma lograron reducirla y hacerla esclava.”.
Iballa
Joven
sacerdotisa gomera que vivía en una cueva de las cercanías de Guahedum y que
al parecer mantenía relaciones forzadas con Hernán Peraza, lo cual estaba
prohibido en virtud del "pacto de colactación o de Guahedum".
Esta
relaciones ilícitas y la despótica actitud del libertino colono Hernán
Peraza, dio lugar al alzamiento del pueblo gomero contra el tirano, siendo
ejecutado en
Este
ajusticiamiento dio pié a la ninfónoma Beatriz de Bobadilla, esposa de Hernán
Peraza, para llevar a cabo la mayor masacre cometida contra un pueblo desarmado
de que se tiene noticias en la historia colonial de Canarias.
Francisca
de Gazmira o Francisa Palmense
Noble
awuara (palmera) perteneciente al cantón de Aridane, posiblemente raptada en
una de las incursiones a la captura de esclavos organizadas por el judío
converso y masacrador de pueblos Pedro de Vera.
Estando
esclavizada en winiwuada n Tamarant (Las Palmas de Gran Canaria), fue bautizada
por el rito católico como Francisca, por lo cual era nombrada indistintamente
como Francisca de Gazmira o Francisca Palmense y también Francisca de La
Palma, adoctrinada en los principios católicos y convencida por los colonos
para que actuara como mediadora entre sus múltiples parientes en la isla
Benahuare (La Palma) ante las pretensiones castellanas de ocupar la isla.
Gazmira
no tardó en darse cuenta de la doble moral que practicaban los cristianos y el
poco honor que hacían de los Tratados, horrorizada de las masacres
cometidas contra su pueblo por los impíos castellanos y sintiéndose culpable,
ya que fue gracias a su intermediación que los awuaras se dejaron sorprender,
estando impuesta de las costumbres castellanas inició una campaña en defensa
de los suyos, no sin antes tener que vencer multitud de obstáculos impuestos
por el esclavista Alonso de Lugo y sus correligionarios en Winiwuada (Las
Palmas), hasta el extremo de que estuvo a punto de ser ahorcada por este, al no
aceptar Gazmira el soborno ofrecido por Lugo de 70.000 mrs., para que dejase el pleito.
Juana
Canaria
Fueron muchas las mujeres guanches que intervinieron
activamente en las luchas por la defensa de la tierra y en defensa de
su etnia, y posteriormente defendiendo su libertad y la de los suyos. Veamos
algunos ejemplos: Eduardo Aznar Vallejo en sus extractos documentales recoge:
“21 de febrero de 1491 Sevilla (f. 96). Ejecutoria declarando libre, por su
condición de cristiana a Juana Canaria, que fue vendida en Jerez de
Ante la petición de libertad hecha al Consejo por Juan de Guzmán,
sobrino de Juana Canaria, y la réplica de Pedro de Vera, defendiendo que dicha
canaria había sido tomada durante la conquista y que su condición de cautiva
fue confirmada por
Beatriz
En
16 de noviembre de 1500. Granada. Incitativa al conde de Cifuentes,
asistente de Sevilla, alférez mayor y del Consejo, para que provea en la
demanda de Beatriz, (en otro pasaje, María) canaria, del bando de Gazmira, que
fue vendida, a pesar de ser cristiana y libre, al bachiller de Herrera, vecino
de dicha ciudad, contra el que promovió un pleito en el que demostró su
condición de libre, no obstante lo cual fue entregada de nuevo a dicho
bachiller, que la azotó, por lo que pide ser puesta en poder de una tercera
persona, hasta que se determine en su demanda, y que sea castigado el bachiller
Herrera, por incumplir la carta de seguro otorgada a los canarios de dicha isla.
Leonor
1511 Agosto 16. Valladolid. Incitativa al gobernador o juez de residencia
de Gran Canaria, para que entienda en la petición presentada por Leonor, canaria,
que se queja, en nombre propio y en el de los canarios libres de Gran Canaria,
Tenerife y La Palma, de don Alonso Hernández de Lugo, adelantado de
las islas de Canaria, que lleva por fuerza a dichos canarios a las armadas que hace
en provecho propio y los echa de la tierra porque ayudan a sus parientes cautivos.
Para la realización de esta misión se le concede poder cumplido y un salario
de 150 maravedís, durante 40 días, y se le ordena llevar consigo un escribano
público, que recibirá 40 maravedís al día, aparte de sus derechos ordinarios. Archiepiscopus.
Carvajal. Palanca. Aguirre. Cabrero. Salmerón. (E. Aznar Vallejo, 1980:213)
Como queda dicho más arriba, podrimos escribir varios libros sobre la bondad, espiritualidad, capacidad de entrega y amor a lo suyo y a los suyos de la mujer canaria y que, como madre, esposa, novia o hermana siempre ha mostrado una gran capacidad de sacrificio, de entregarlo todo sin pedir nada a cambio.
Canarias, 4 de Septiembre 2012
Otros artículos de Eduardo P. García Rodríguez publicados en El Guanche y en El Canario