COMERCIO
DE SERES HUMANOS
Winiwuada
Frisky
Aristóteles:
La ley natural que permite el uso de esclavos:
Otros
pretenden que el poder del señor es contra naturaleza; que la ley es la que
hace a los hombres libres y esclavos, no reconociendo la naturaleza ninguna
diferencia entre ellos; y que, por último, la esclavitud es inicua, puesto que
es obra de la violencia. La vida es el uso y no la producción de las cosas, y
el esclavo sólo sirve para facilitar estos actos que se refieren al uso.
Propiedad es una palabra que es preciso entender como se entiende la palabra
parte: la parte no sólo es parte de un todo, sino que pertenece de una manera
absoluta a una cosa distinta de ella misma. Lo mismo sucede con la propiedad; el
señor es simplemente señor del esclavo, pero no depende esencialmente de él;
el esclavo, por lo contrario, no es sólo esclavo del señor, sino que depende
de éste absolutamente. Esto prueba claramente lo que el esclavo es en sí y lo
que puede ser. El que por una ley natural no se pertenece a sí mismo, sino que,
no obstante ser hombre, pertenece a otro, es naturalmente esclavo. Es hombre de
otro el que, en tanto que hombre, se convierte en una propiedad, y como
propiedad es un instrumento de uso y completamente individual. Es preciso ver
ahora si hay hombres que sean tales por naturaleza o si no existen, y si, sea de
esto lo que quiera, es justo y útil el ser esclavo, o bien si toda esclavitud
es un hecho contrario a la naturaleza. La razón y los hechos pueden resolver fácilmente
estas cuestiones. La autoridad y la obediencia no son sólo cosas necesarias,
sino que son eminentemente útiles. Algunos seres, desde el momento en que
nacen, están destinados, unos a obedecer, otros a mandar; aunque en grados muy
diversos en ambos casos. La igualdad o la dislocación del poder, que se muestra
entre estos diversos elementos, sería igualmente funesta para todos ellos. Lo
mismo sucede entre el hombre y los demás animales: los animales domesticados
valen naturalmente más que los animales salvajes, siendo para ellos una gran
ventaja, si se considera su propia seguridad, el estar sometidos al hombre. Por
otra parte, la relación de los sexos es análoga; el uno es superior al otro;
éste está hecho para mandar, aquél para obedecer. Esta es también la ley
general que debe necesariamente regir entre los hombres. Cuando es un inferior a
sus semejantes, tanto como lo son el cuerpo respecto del alma y el bruto
respecto del hombre, y tal que es la condición de todos aquellos en quienes el
empleo de las fuerzas corporales es el mejor y único partido que puede sacarse
de su ser, se es esclavo por naturaleza. Estos hombres, así como los demás
seres de que acabamos de hablar, no pueden hacer cosa mejor que someterse a la
autoridad de un señor. .. Uno es señor, no porque sepa mandar, sino porque
tiene cierta naturaleza: y por distinciones semejantes es uno esclavo o libre.
(Aristotoles, Política)
El
primer anuncio escrito que se conoce data del año
Llegada
del cristianismo a Roma:
La
idolatría fue aniquilada, la esclavitud abolida, la disolución reemplazada por
costumbres austeras; el desprecio de la riqueza llegó alguna vez hasta su
absoluta renuncia. La sociedad se salvó por la negación de sus principios, por
el cambio de la religión y la violación de los derechos más sagrados. La idea
de lo justo adquirió en esta revolución una extensión hasta entonces no
sospechada siquiera, que después ha sido olvidada. La justicia sólo había
existido para los señores (La religión, las leyes, el matrimonio, eran
privilegios en Roma de los hombres libres, y, en un principio, solamente de los
nobles. Del majorum gentium, dioses de las familias patricias: sus gentium,
derecho de gentes, es decir, de las familias o de los nobles. El esclavo y el
plebeyo no constituían familia. Sus hijos eran considerados como cría de los
animales. Bestias nacían y como bestias habían de vivir.); desde entonces
comenzó a existir para los siervos. (P. Proudhon)
El
sistema esclavista canario:
Como
ha demostrado Ch. Verlinden el sistema esclavista subsistió en el área
mediterránea tanto en los países musulmanes como en los cristianos. Así en
las galeras turcas y berberiscas remaban cautivos cristianos y en las italianas
y aragonesas esclavos turcos y berberiscos. Esta ambivalencia dio a los reinos
hispánicos un carácter peculiar, pues la guerra santa contra el infiel daba
igualmente esclavos a los cristianos y a los musulmanes. En
Esclavitud
en el siglo XVI en Canarias:
«Los
trabajos artesanales responden a la subsistencia permanente, se tiende a cubrir
las necesidades vitales más que a una economía de consumo abocada al comercio,
pues los factores de crecimiento influyen más en el sector agrícola que en aquél,
debido a que el comercio exterior se está realizando a base de productos agrícolas,
el más importante el azúcar. Estos trabajos iban desde el aserrar madera para
la construcción de casas, lagares y barcos, hasta el forjar hierros en las
herrerías pasando por la elaboración de cueros: zapatos, curtidores; de
tejidos: tejedores, sastres; de cera: candeleros, etcétera.
En
todos estos oficios la presencia del esclavo es palpable. Por una parte, porque
los que los compran los necesitan como ayudantes, y por otra, porque son puestos
a sueldo, casi siempre como aprendices para aprender determinado oficio. En la
madera destacan como aserradores, negros generalmente, arrendados por sus dueños
a cambio de dinero o tablas para la construcción, o como carpinteros, en este
caso como aprendices sin percibir nada a cambio, en metálico, excepto el arte
de la madera bien enseñado más vestidos y herramientas al final del tiempo; en
albañilería son frecuentes como peones, a razón de 72 maravedís diarios; en
las herrerías sirven de ayuda tanto en la tienda-taller como en todo lo demás,
a cambio de 25 reales al semestre, unos 1.200 maravedís. Estos esclavos
adultos, necesarios para sus dueños, tanto por lo que perciben por ellos com
por el trabajo que hacen en sus tierras, son a veces sacados de los talleres por
sus amos para que les rieguen los parrales y heredades, y a continuación se
vuelven a incorporar a su trabajo, donde les cuentan las ausencias como faltas
que se servirán al final del tiempo contratado. En el resto de los trabajos su
misión era la de cualificarse. Son esclavos jóvenes, de
Las
condiciones que forman parte de las cartas de aprendizaje son las siguientes: 1.
El dueño de la tienda o maestro se ha de obligar a enseñarle el oficio, de
manera que al final del tiempo concertado salga como oficial y gane jornal como
cualquier obrero, so pena que si al cumplirse el plazo estipulado no hubiera
aprendido el oficio, se lo habría de enseñar de nuevo, pagándole cada día lo
que ganase un oficial experto. 2. Lo tendrá en su casa sin servirse de él más
que en lo que se estipuló. 3. Durante el aprendizaje estará obligado a darle
de comer, beber, vestir, calzar y canta en que duerma, salvo excepciones en que
sus propios amos se encargan de ello, "el ojo del amo engorda al
caballo". Incluso se estipula que el esclavo vaya a dormir a casa de sus
amos, para ello al toque de queda o de la oración de la noche lo dejarán ir.
Además, los días festivos no tendrán obligación de estar en el taller. 4. Al
final del período tendrán que entregar un vestido de paño calculado entre 6 y
10 doblas, que comprendiera: ropilla, calzones, jubón, 2 camisas, un sombrero y
botas, además de la esportilla de obrero con toda la herramienta necesaria para
el oficio. 5. Aunque lo corriente en estos casos era que el maestro no
percibiera ni pagara nada por el aprendizaje del esclavo, a veces los dueños
para que la cualificación fuera buena y rápida pagaban cierta cantidad de
dinero. Por dos años 8 doblas y por tres 10 doblas. (Manuel Lobo Cabrera, La
esclavitud en las Canarias Orientales en el siglo XV).
Viera
y Clavijo: Expediciones canarias a Berbería:
Parece
que por este mismo tiempo se había unido a la corona de Castilla el célebre
castillo de Guáder o de Santa Cruz de Mar Pequeña, en Berbería (plaza que había
construido y defendido con tanta reputación Diego de Herrera), supuesto que el
nuevo gobernador de
Correrías
de los nuevos habitantes coloniales de las Canarias en el continente:
Cuando
el joven Juba (aquel sabio rey de Mauritania, a quien el emperador Augusto
reintegró en la monarquía de su padre) se ocupaba en descubrir las islas
Afortunadas por medio de sus exploradores, no sabía que en los siglos futuros
habían de salir de ellas los mayores enemigos de las miserables naciones
establecidas de la parte de acá del monte Atlante; entre las cuales quizá es
la más antigua de los Morrowlebin, que, extendiéndose hasta el Senegal,
conserva un lenguaje muy semejante al de nuestros primitivos canarios. Ya hemos
visto que los derechos de la corona de Castilla sobre estas costas de
Influía
también en esta expedición la duda que se había suscitado entre el rey don
Manuel de Portugal y la corona de Castilla acerca de los límites de los
territorios situados entre los referidos cabos y el de Naute, a la que dio
motivo cierta bula que el papa Alejandro VI expidió en 13 de febrero de 1494,
por la que se concedía al reino de Castilla las conquistas del África, en
fuerza de las representaciones que hizo en Roma el cardenal don Bernardino de
Carvajal, reproduciendo lo antiguos derechos de Don Pelayo. Ambas cortes
determinaron enviar personas inteligentes para el efecto de aquella demarcación;
y los Reyes Católicos nombraron a Antonio de Torres, gobernador de Canaria, con
quien se unió en Tenerife el comisionado de Portugal. Habiendo surgido el
adelantado en el puerto de Nul, hacia la parte de Mar Pequeña, veinte leguas de
Tagaost, desembarcó una especie de torre o castillejo portátil de madera,
capaz de contener gente y artillería, y le defendió con una trinchera y un
foso. Los habitantes de Tagaost juntaron cuatrocientas lanzas y ochenta
caballos, con cuyas fuerzas tuvieron bloqueados a los nuestros quince días, en
los que se trabaron algunas sangrientas escaramuzas, muriendo, con sentimiento
general, don Fernando de Lugo, hijo mayor del adelantado; Pedro Benítez,
regidor de Tenerife, y Francisco de Lugo, sus sobrinos. Tuvo la misma funesta
suerte una hija de Jerónimo Valdez, doncella hermosa que, por no apartarse de
un hermano, le había seguido a Berbería. En estos reencuentros perdió Alonso
de Lugo la vajilla o recámara del Cid Hernán Peraza (como entonces decían)
que su viuda doña Beatriz de Bobadilla le había regalado con más altos
designios; pero, a pesar de estas ventajas, no pudieron los moros derrotar
enteramente a aquel jefe, que volvió a Tenerife con las reliquias de su armada.
La
memoria de tan infructuosa expedición no fue bastante para que los nuevos
pobladores de nuestras islas perdiesen el gusto a semejantes incursiones.
Subyugados los bárbaros indígenas o del país, era forzoso satisfacer la pasión
de tener la espada en la mano y conquistar. En 1519 se asociaron el segundo
adelantado, don Pedro de Lugo, Bartolomé, Pedro y Juan Benítez de Lugo y Andrés
Xuárez Gallinato, e hicieron cierta liga para habilitar contra los moros un
considerable armamento que debía partir de Tenerife en febrero del mismo año.
El licenciado Cristóbal de Valcárcel obtuvo, en 6 de julio de 1528, licencia
del emperador Carlos V para continuar en sus entradas y corso contra los moros,
sin que contribuyese con el quinto de las cavalgadas o despojos al real erario.
También es constante que Lope de Mesa, el primero, pasó diferentes veces a
Berbería en calidad de capitán comandante de cierta armada que había
preparado a sus expensas, haciendo gran presa de infieles; que su hijo Diego de
Mesa prosiguió en el mismo sistema, sirviendo de coronel en un navío que
montaba el tercer adelantado don Alonso Luís Fernández de Lugo, y que, en
1541, Francisco Benítez y Juan Benítez Pereira, hermanos, armaron a su costa
una carabela para navegar a Berbería, en conserva de la principal armada.
Finalmente se halla cierta información, hecha por el capitán Luís Perdomo, en
1567, por la que se demuestra que sirvió algunas veces de jefe en las
expediciones de Tenerife sobre las costas fronterizas del África, en donde obró
notables proezas, reduciendo muchos esclavos berberiscos.
(Viera y Clavijo)
La
esclavitud en Tenerife:
Los
nativos de estas islas fueron en ocasiones materia de cesión o venta, en
especial en
Número
de esclavos en Tenerife durante el s.XVI y XVII:
Si
tomamos
“porque
avemos sido ynformados que algunos particolares desas yslas van a hazer entradas
en Berbería por cobdicia de traer algunos moros os mandamos que de aquí
adelante ni dexeys ni consintays que ninguna persona vezyna ni natural vaya a la
dicha Verberia...”
;
a pesar de ello, Felipe II volvió a conceder licencias a los vecinos de Gran
Canaria para hacer dos entradas al año, para, finalmente, no ponerles ninguna
limitación.
Laguneros
propietarios de esclavos:
En
el s. XVI se comerciaba en los lugares de Castilla con esclavos, lo mismo que
con cualesquiera otras mercancías; los poseedores de esclavos laguneros eran
casi siempre personas de las consideradas de calidad o categoría, o por lo
menos adineradas. Analizando un grupo de 688 dueños de esclavos nos dan los
siguientes resultados:
Entre
labradores hay 22 esclavos.
Entre
industriales (vestido, calzado, madera, etc.) hay 103 esclavos.
Entre
funcionarios de la administración americana hay 26 esclavos.
Entre
titulados académicos hay 90 esclavos.
Entre
soldados, hombres de armas hay 19 esclavos.
Entre
profesionales liberales hay 70 esclavos.
Entre
religiosos hay 33 esclavos.
Entre
comerciantes al por mayor hay 93 esclavos.
Entre
transportistas hay 6 esclavos.
Entre
nobles hay 59 esclavos.
Partiendo
de asientos de diversa procedencia, se podría dar con precisión el nombre de
alguno de los propietarios de esclavos de esta época. Como síntesis valgan los
siguientes: "María de Soria, mulata, a quien su dueño, Pedro de Soria,
regidor, había dado..". "Francisco Alarcón, concede la libertad el
6-03-
Esclavos
tinerfeños:
En
relación con los esclavos procedentes de la propia isla de Tenerife, se suponía
sólo serían esclavizados aquellos que se opusieron a la ocupación, o sea, los
"alçados" en armas, mas, sin embargo, según poder dado por Alonso de
Lugo a sus socios en presencia del escribano público y testigos, éstos podrían
“pedir
et demander en juisio a fuera de él e recibir, e recobrar, en su nombre e para
ellos, cualesquier esclavos e ganados e otras cosas pertenecientes a la dicha
conquista, que sean, asy en poder de doña Veatriz de Bobadilla como de otras
cualesquiera personas, asy dados en guarda e en encomendados o hurtados...”.
En
cuanto a los esclavos llamados “de las paces”, por concesión de
Radiografía de
la esclavitud
Tras la conquista de
Gran Canaria y en los momentos iniciales de su colonización, comenzaron a
organizarse expediciones a la costa africana que tenían por objetivo el
pillaje, en forma de cabalgadas para el saqueo y también la captura de
africanos, por los que posteriormente se obtenía un rescate, y cuando no, se
usaban como esclavos en diferentes tareas agrícolas, domésticas y artesanales.
Es el caso de la esclavitud blanca, de corto desarrollo, pues el mecanismo de
respuesta por parte de los habitantes de la cercana costa de Berbería, y el
peligro potencial que ello suponía para el Archipiélago, obligaron a Felipe II
a prohibir estas incursiones.
Este tipo de
expediciones se compaginaba con otras cuyo objetivo primordial era el comercio o
intercambio de los productos insulares, por los que África a su vez podía
ofertar. Pronto las expediciones insulares cambiaron de rumbo y descendieron en
latitud dirigiéndose al África subsahariana, tanto a la insular, caso de Cabo
Verde, como al Senegal y Costa Ecuatorial Africana, en busca del más preciado
tesoro: los esclavos negros, necesarios para el desarrollo de la economía
insular sustentada en el cultivo y exportación del azúcar.
Al llegar a las Islas,
eran subastados en pública almoneda, al mejor precio y postor, teniendo muy en
cuenta sus características físicas, edad, la ausencia de tachas o faltas, por
ejemplo, que no fuesen ni borrachos, ladrones o huidores, como reza la
documentación. Y, en el caso de las mujeres, que no fuesen prostitutas.
La escasa capacidad de
respuesta de los individuos de raza negra, propia de su organización tribal, de
sus diferentes lenguas que les impedían entenderse entre sí, y de la lejanía
de sus lugares de habitación, les impedía regresar a sus tribus o articular un
mecanismo de respuesta, con lo que llegaban a estabilizarse ellos y sus
descendientes de forma perenne en territorio insular, con excepción de aquellos
que eran exportados de forma fraudulenta por los avispados comerciantes
insulares al continente americano.
Una vez que los
portugueses, súbditos de la Corona española en el período de la Unión Ibérica
(1568-1640), se hicieron con las riendas del comercio esclavista mediante el
control de los asientos obtenidos del monarca español, los mercados de
abastecimiento de los canarios descendieron hacia el sur, alargándose la
geografía de la esclavitud hasta Angola y Mozambique, a la vez que decrecía la
importación, pues tras más de un siglo de existencia en el suelo insular, los
mulatos abastecían las demandas de los isleños y habitantes de las Islas. La
situación humana de estos seres era la derivada de su condición de esclavos,
que provenía de la concepción jurídica del Derecho Romano, pero se podían
ver atenuadas por el grado de la calidad humana de sus dueños. La Iglesia Católica
trataba de frenar los abusos, sobre todo proveyendo medidas para que pudiesen
ser bautizados y protegiendo el casamiento entre ellos, cosa no demasiado
frecuente, pues todo hijo de esclava adquiría inmediatamente la condición de
la madre. Algunos tenían suerte y eran manumitidos por sus dueños, o mediante
raciones extra de trabajo podían ahorrar dinero y comprar su libertad, o la de
los suyos; pero la gran mayoría se veía abocada de forma secular a su condición
de esclavos, situación que llegó en el Archipiélago hasta avanzado el siglo
XIX.
Su presencia fue
bastante numerosa, pues se ha llegado a contabilizar para la isla de Gran
Canaria un total aproximado de 10 000 esclavos negros en el siglo XVI, lo cual
dejará huellas no sólo étnicas, ya que las esclavas eran utilizadas por sus
dueños como concubinas, lo cual ayudará a incrementar el número de mestizos
mulatos, sino también culturalmente pues las prácticas africanazas de
folclore, santería y brujería están documentadas suficientemente en nuestra
Historia. (Elisa
Torres Santana, 2008, en: Fundación Canaria Archipiélago, 2021)