Arguineguin
(Mogán y San Bartolomé de Tirajana)
Guayre
Adarguma
Topónimo
aborigen que, según algunas fuentes, significa «aguas tranquilas». El
topónimo, en sus distintas grafías y modulaciones fonéticas es evocador de
culturas ancestrales y de entronque genuinamente bereber, sobre todo por su raíz
[arguin], que guarda similitud caligráfica con la de ciertos vocablos
mauritanos, especialmente en el Golfo, localidad e isla de Arguín,
frontera a Cabo Blanco y Bahía del Galgo, al Sur del Sahara. El significado del
vocablo Arguín es el nombre con el que también se conocía entre
pescadores el banco pesquero sahariano.
El nombre de Arguineguín se ha dado no solo a la localidad del litoral,
sino a la playa, punta caleta, charca, barranco, cuenca y comarca de Arguineguín.
Esta comarca de Arguineguín está dentro de una amplia, abrupta y
extensa cuenca del barranco de su nombre, uno de los más caudalosos de Gran
Canaria en tiempos invernales fuertes, y uno de los de mayor longitud. En la época
prehispánica había dos grandes asentamientos poblacionales agrupados en torno
al fértil barranco para su explotación agrícola. Uno, localizado en el cauce
bajo, muy populoso, representaba, según algunas fuentes, el poblamiento típico
de «oasis de barranco» y era el tercer núcleo poblacional más
importante de la isla.
El
asentamiento poblacional principal e histórico, verdaderamente primigenio, es
el propio «Arguineguín de San Bartolomé de Tirajana», de acusado
perfil rural, situado en la Bahía de Santa Águeda, denominado "El
Pajar". Los restantes vestigios arqueológicos se corresponden con
asentamientos satélites que se enmarcaban dentro del barranco de Arguineguín
y rodeaban al importante poblado prehispánico de "El Pajar".
Es el caso del conocido como Punton del Palomar, lugar conocido con
otros topónimos como Lomo de Bento, Cañadón o Cuarterías de
Candelaria con estructuras de piedra seca utilizadas como vivienda y lugares
de enterramiento.
Igualmente en el cauce alto del barranco (Soria y Cercados) se
localizaba un poblamiento compuesto por un grupo de casas asociadas,
posiblemente dependiente del núcleo de población del cauce bajo, que explotaba
los escasos recursos agrícolas de cultivos en los fondos del barranco.
El
«Arguineguín de Mogán» está más caracterizado como núcleo
pesquero. Ambos se presentan separados en dos promontorios con sus respectivas
radas o dársenas, la de «El Perchel de Arguineguín», en la margen
izquierda, y la de «El Perchel de las Nieves», en la de la derecha,
centros, desde tiempos remotos, de chabolas de pescadores percheros en la
conocida Bahía de Santa Águeda.
El
puerto histórico conocido como de Arguineguín «grande» se sitúa
entre la Punta del Perchel de las Nieves al Noroeste y la Punta del
Perchel al Sureste, en la desembocadura del barranco de Arguineguín,
cuya boca, pegada a la Punta del Perchel de las Nieves, crea un espacio
protegidode los vientos del Noroeste. La ensenada del Arguineguín «chico»
se sitúa a gran escala entre la Punta de los Inciensos al Noroeste y la Punta
del Perchel de las Nieves al Sureste, aunque la Punta de la Lajita
marca el límite real del puerto hacia el Noroeste.
Dice Abreu y Galindo que, en 1393, una armada de guipuzcoanos y vizcaínos
procedente de Sevilla, mandada por el capitán Gonzalo Pérez Martel, ataca Arguineguín
saqueando a la población, lo que provocará el posterior ajusticiamiento de los
mallorquines residentes en la isla.
Por otro lado, dice Marín de Cubas que durante el segundo viaje de Gadifer de
la Salle en 1404, cuando venía de Fuerteventura, volvió a hacer escala en esta
bahía durante once días, pues no había podido recalar en Gando por el
intenso viento, y considera que Arguineguín es un puerto muy bueno para
navíos pequeños.
Entre los siglos XVI y XVIII se los llamaba puertos, aunque se trataba
simplemente de desembocaduras de barrancos o barranquillos que, debido a su
configuración geomorfológica, por diferentes movimientos en la vertical de la
isla y procesos erosivos, conformaban playas y caletas de arena, o callados con
sus caletones y veriles anexos, al soco de los vientos.
Agustín Millares narra así un desembarco en el lugar por el año 1479: «…
Esta proposición fue aceptada con júbilo, y, bajo el mando del mismo Hernández
(Pedro Hernández Cabrón), se embarcó una parte de la guarnición del Real
con las tropas que de refresco habían llegado en las carabelas, acompañando la
expedición como voluntario el Deán Bermúdez. Al día siguiente, los buques se
hallaban sobre la costa S. de la isla, y sin obstáculo verificaron varios
desembarcos en Maspalomas y Arguineguín, recogiendo alguna cebada, higos y
mucho ganado, pero ningún prisionero, porque todos los canarios, al ver los navíos,
se habían refugiado a los montes y asperezas de la Cumbre...».
Dos siglos después el mayorazgo de Francisco Amoreto Manrique, Capitán,
Regidor Perpetuo y Familiar del Santo Oficio, fundado el 17 de marzo de 1669,
tenía en este lugar una extensa propiedad de 2.618 fanegas de los terrenos de
Arguineguín, compuestas por tierras de labor, montuosas para pastos de ganado y
«arrifes», con casas para los colonos, graneros, pajares, establos y
estanques, y todas las aguas del Barranco del Brusco Abajo y sus aguas
vertientes que se recogen en la mina o represa subterránea del Barranco de
Arguineguín. También edificó una ermita bajo la advocación de San José.
Hacia 1785 se puso en marcha el interesante proyecto de pesca de
ballenas en Arguineguín, promovido por la Sociedad Económica de Amigos
del País de Las Palmas. Se trajeron marineros y las artes de pesca adecuadas de
Cantabria y el País Vasco, con el objetivo de comenzar en la temporada de 1786.
El gobierno del Reino encargó al corregidor Eguiluz la dirección del mismo,
quien diseñó la constitución de una compañía por acciones y nombró al
Comandante General de Canarias, el marqués de Branciforte, como director de la
empresa.
Llegaron a recaudarse fondos para la base financiera. Se cuenta que el propio
Comandante presenció, en el mes de marzo de 1786, la pesca de ballenas en la
zona de Arguineguín, de donde regresó el día 20 de aquel mes «…
con el desconsuelo de haver visto escaparse una vallena de más de catorce que
en aquellas aguas avia estando ia por eso mal herida con tres harpones de los
que dos se rompieron y del otro se rompio la cuerda que la remolcaba...».
La autoridad real había determinado iniciar este proyecto, para lo que se
dispusieron tres barcos y varios lanchones, probablemente sin la suficiente
preparación técnica para aquellas novedosas faenas, ya que, a pesar de la
presencia continua de cetáceos en esta zona, no se consiguieron los objetivos
perseguidos y fracasó el proyecto. Se intentó de nuevo en las Calmas de la
Gomera con los mismos resultados.
El
proyecto de la pesca de ballenas se olvidó, aunque algunos barcos balleneros
americanos recalaban por estos mares, a principios del siglo XIX, para realizar
capturas de cetáceos. Hoy se pueden ver algunos ejemplares en las zonas de las
calmas de Gran Canaria, Tenerife y La Gomera, hecho que se utiliza como
atractivo turístico.
Situado
alrededor de la bahía, este pueblo pintoresco se originó, igual que muchos
puertos españoles, como un pequeño pueblo pesquero de población local que vivía
en sus playas o cerca de ellas. Los pescadores llegan diariamente con sus
capturas frescas que van directamente a los restaurantes, donde los preparan
para servir. (Humberto Pérez)