Votar, en cualquiera de las formas,

es seguir alimentando este sistema corrupto

 

«» Isidro Santana León

[…El castigo más contundente y eficaz que se le puede dar a un sistema ponzoñoso como el que tenemos y que tantas víctimas ha dejado por el camino, es la abstención… El asunto tiene más enjundia si nos circunscribimos a la colonia, a Canarias, pues votar significa aceptar el colonialismo español en todas sus formas, participar en su juego y admitir el sometimiento que por la fuerza se ejerce sobre nuestra nación desde hace más de 500 años...]

Votar, en cualquiera de las formas, es seguir alimentando este sistema corrupto…, es por ello que los independentistas llamamos a la abstención. Parece que hay una gran confusión, seguro que por la manipulación y distorsión de los medios de difusión, que logra que el pueblo no sea consciente de para qué sirve su voto, cómo se utiliza y para qué fin. Me gustaría señalar que la democracia nada tiene que ver con el sufragio universal, y menos cuando éste se usa como única vía de expresión del pueblo: sólo para elegir a unos administradores que estarán al servicio de los poderes fácticos, lobby y otros grupos de presión, que serán los que verdaderamente ostentarán la soberanía del reino de España y no el pueblo.

No existe democracia cuando no hay división de poderes, cuando no hay independencia entre los mismos y todo se engloba en una oligocracia, mas, sobre manera, donde el pilar más determinante, el que debiera ser riguroso en la defensa de los intereses públicos, el Poder judicial, está tan sometido y corrompido como el resto de ellos.

El castigo más contundente y eficaz que se le puede dar a un sistema ponzoñoso como el que tenemos y que tantas víctimas ha dejado por el camino, es la abstención. Aclarar que la abstención, al contrario de lo que infunde de forma mendaz está dictadura parlamentaria, a través de sus voceros de pago, no supone que el voto de los participantes se lo lleven los partidos mayoritarios –pues da igual quien saque más escaños cuando la soberanía nunca va a residir en el pueblo– sino reprobar y no reconocer un sistema que no pertenece a la mayoría sino a los intereses mezquinos de la banca y otras entidades depredadoras o a los políticos qué, haciendo uso del voto del pueblo, se ponen a su servicio. ¿Si un voto, en blanco o nulo, no sirve para nada, por qué el sistema lo pide con tanta insistencia para contrarrestar el abstencionismo? ¿Por qué se le tiene tanto miedo a la abstención?

Más allá de que la ley electoral es injusta, desproporcional y sólo beneficia a los partidos que firmaron la reforma política del año 76, para darle continuidad al franquismo, ningún partido nuevo, por muy buenas intenciones que tenga, logrará revertir esta situación de podredumbre porque los cimientos del régimen están diseñados para que todo continúe igual o peor. Votar, aunque sea en blanco o nulo, supone que el nombre y la firma de los participantes quede inscrito en una lista, cuya cantidad de avalistas se publicará después del reparto de los escaños, en el índice de participación, y es ahí donde el régimen se justifica y autolegitima como demócrata porque el pueblo le ha dado la autorización para que hagan lo que les plazca: para que implanten su dictadura a perpetuidad… Por otro lado, si la mayoría del pueblo se abstuviera, supondría un rechazo contundente a este régimen de perversión, siendo la única forma de derrocarlo porque le quitaremos la confianza y lo desautorizaremos. Ejemplo: un 30% de participación no puede gobernar ni decidir por un 70% de abstencionistas, ya que no se puede llamar democracia, ni tiene legitimidad, que la minoría decida por una mayoría que no quiere este sistema viciado y putrefacto. Si así fuera, se desmoronaría el régimen actual y el pueblo tendría la posibilidad de estructurar otro de cara a los interese de la mayoría.

Nada va a cambiar con el próximo sufragio universal, pues todo está premeditado y refrendado con leyes injustas para que continúe igual o lo más posible es que empeore, arrebatando las últimas de las pocas concesiones que los de abajo teníamos.

El asunto tiene más enjundia si nos circunscribimos a la colonia, a Canarias, pues votar significa aceptar el colonialismo español en todas sus formas, participar en su juego y admitir el sometimiento que por la fuerza se ejerce sobre nuestra nación desde hace más de 500 años. Es insoslayable reseñar, que los partidos seudoindependentistas que se prestan a este juego, son meros colaboracionistas que contribuyen a perpetuar el estatus colonial, lógicamente a cambio de las prebendas que le supondría entrar en las administraciones coloniales, pues, quien quiere la independencia no acepta el colonialismo ni su soborno sino que lo combate.

Los independentistas coherentes, los rectos, los insobornables, hemos visto, estupefactos, cómo muchos de los que estuvieron en las filas soberanistas se han enganchado en partidos españoles y cómo otros individuos despersonalizados les dan el voto porque, además de la indecencia, no tienen verdadera conciencia nacional sino miedo a que Canarias sea un Estado soberano. Esto que sirva como aviso y precedente, para que después de las elecciones no vengan llorando, tales plañideras, que el sistema es injusto, pues la felonía y el colaboracionismo tienen un precio. Los íntegros, hoy podemos nadar contra corriente, pero seguimos fieles a nuestros ideales, los oportunistas y trepas, mañana se ahogarán en su mezquindad, felonía y engaño a este desgraciado pueblo canario. ¡No votes! ¡No les autorice! Exige tus derechos y no la abyecta mendicidad.

19/05/15

 

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