El timo de la estampita

 

Este timo se originó en 1910 en España y se atribuye a Julián Delgado, encajando perfectamente con la tradición de la conocida picaresca española. Delgado se valía de un supuesto tonto con un sobre lleno de billetes al que restaba importancia porque creía que lo que portaba eran meras estampitas. Con esto entablaba conversación con algún transeúnte al tiempo que entraba en escena un compinche que proponía al transeúnte estafar al que hacía de tonto. Entonces el transeúnte le ofrecía al supuesto tonto una pequeña cantidad de dinero por sus estampitas. Sin embargo, cuando ya el compinche y el tonto se habían marchado el transeúnte se daba cuenta de que en el sobre que le habían dado no había dinero siquiera fuera fiduciario, sino estampitas sin valor alguno.

 

La invención del papel moneda o dinero fiduciario, definido previamente[1], constituye probablemente la mayor estafa desde los orígenes del comercio en particular y de la historia de la humanidad en general, dado que carece de valor intrínseco, no vale absolutamente nada, como aquel famoso chiste de un pseudo vendedor ambulante que gritaba continuamente en la calle: “¡A peseta, a peseta…!” y cuando los viandantes le preguntaban qué era lo que vendía, contestaba sin ponerse colorado: “Nada ¿pero verdad que es baratito?”

 

Exactamente lo mismo pasa con el papel moneda. Se obtiene de la celulosa y esta de la madera o sea de los árboles. El proceso de biosíntesis de los compuestos de carbono que muchos de ellos terminan en forma de papel moneda comienza con la fijación por las plantas de un gas pestilente y de efecto invernadero que está contribuyendo más que ningún otro al calentamiento global denominado anhídrido carbónico, dióxido de carbono o CO2, que incluso se disuelve en el agua de los mares y océanos incrementando su temperatura.

 

La fijación del dióxido de carbono se realiza por la enzima denominada abreviadamente  RuBisCO, la más abundante de la naturaleza conocida y se encuentra en el cloroplasto de los vegetales que realizan la fotosíntesis, de tal manera que la materia prima elegida para la fabricación de papel moneda no pudo se mejor seleccionada, pues como se dijo anteriormente es la enzima desde el punto de vista cuantitativo más abundante. Compárece por ejemplo con las existencias de oro o plata.

 

Se obtiene así el dinero fiduciario sin valor intrínseco alguno, pues la materia prima de la que procede igual se le puede dar forma de papel moneda que de papel higiénico. Sin embargo si que tiene grandes inconvenientes, como toda la industria maderera y es la enorme deforestación que la misma provoca, que da lugar a que cada vez se fije menos dióxido de carbono por las plantas denominadas autótrofas que en consecuencia provoca el aumento de su concentración tanto en la atmósfera como en los océanos, provocando el calentamiento global. Este aumento de la temperatura a su vez trae como consecuencia la disminución de la fotosíntesis debido a la enorme evaporación de agua que tal incremento de temperatura produce y directamente relacionado con esa evaporación está la disminución de la fijación de dióxido de carbono ¡La serpiente que se muerde la cola!

 

El patrón virtual: del papel a la nada

 

Los pagos, cobros y transferencias con tarjetas, con móviles, con tablets, con ordenador o con bitcoin constituyen diferentes formas de dinero virtual, aunque desaparece sencillamente cuando se interrumpe la corriente eléctrica, se realizan labores de mantenimiento o sencillamente se descarga la batería de la máquina que se esté utilizando en la transacción, todo ello con bastante aceptación por parte de los usuarios, que les resulta más práctico que ir cargando con un manojo de billetes igual que a los antiguos comerciantes les resultaba más cómodo cargar con los fajos de papel que con las monedas de oro, plata o cobre.

 

Siempre va a haber detractores y defensores de cualesquiera sistema que se implante. A algunas entidades bancarias se les han puesto “los ojos como chernes” al ver no sólo una posibilidad de reducir personal en las sucursales sino cobrar a los usuarios por las operaciones. Ya ocurrió con la Caixa que instauró un sistema de cobro por el simple hecho de consultar el saldo de la cuenta, sistema al que renunció gracias a la campaña de un conscienciado usuario que reunió más de cincuenta mil firmas en contra, pese a que la entidad le ofreció todo tipo de prebendas para que renunciara a la campaña. Bankia hizo asimismo su particular corralito virtual cuando fue nacionalizada, impidiendo las transacciones virtuales de los depositantes a raíz del rescate de la comunidad de mercaderes a España, cuyo gobierno intentó sin conseguirlo que el rescate no computara como déficit público aunque lo fuera o fuese, comunidad de mercaderes que por cierto hoy pone en circulación nuevo billete de veinte euros, así de fácil: papel, tinta e impresora.

 

Con respecto a las monedas virtuales, como por ejemplo el bitcoin, constituyen un sistema mucho más rápido, eficiente, barato y ecológico que el actual sistema monetario, ya saben, ese que presta lo que no tiene y luego los gobiernos que lo sustentan socializan las pérdidas hasta el momento que entren en ganancias, justo cuando las privatizan. Por lo menos los árboles agradecerán el patrón virtual y con ellos todos los que habitamos este planeta.

 

[1]definido previamente,

Movimiento por la Unidad del Pueblo Canario (Movimiento UPC)

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