A FONDO ROGER
Soberanía
compartida
[…, un pulso al españolismo inamovible
de la vieja guardia de CC, de la que algunos parecen haberse contagiado. Hay
que cambiar, hay que evolucionar y, claro que sí, pedir con firmeza al Estado
la soberanía compartida de estas islas…]
Los
últimos artículos de Paulino Rivero y de Juan-Manuel García Ramos
ponen en valor el sentimiento nacionalista y anticipan la necesidad de cambiar
la "arquitectura del Estado", mediante la reforma constitucional que
reconozca las especificidades de Canarias. Han sido muy prudentes los dos dirigentes
y muy consecuentes con un cambio amable, pero firme, de los preceptos que desde
el Estado se imponen a Canarias. Siempre imponiendo desde Madrid, siempre
mandando -y generalmente mal- desde la capital del reino. Los dos dirigentes
citados han echado un pulso a los españolistas infiltrados en el principal
partido nacionalista. No se puede negociar con Madrid con tibieza, ni se tiene
que renunciar a una soberanía compartida con España, muy al estilo de la que
plantean los vascos, mucho más listos que los dirigentes catalanes, partidarios
de la ruptura absoluta.
Está claro que el modelo constitucional vigente no va a ser
eterno y que los tiempos cambian y las leyes, y más la carta magna, tienen que
adaptarse a ellos. No se trata de derogar la Constitución, claro que no, pero
sí de reformarla por el propio interés del Estado, ya que de no hacerlo esto
iba a estallar en mil pedazos. Una norma, y más de este rango, no puede ser inamovible, porque si lo fuera estaría abocada a
regular algo que ya no existe, que ha cambiado. Casi cuarenta años después de
promulgada, España no es la misma; ni los españoles tampoco lo somos.
Los artículos de ambos dirigentes plantean también un pulso al
españolismo inamovible de la vieja guardia de CC, de la que algunos parecen haberse
contagiado. Hay que cambiar, hay que evolucionar y, claro que sí, pedir con
firmeza al Estado la soberanía compartida de estas islas, la región más lejana
de España y la que más motivos tiene para valerse por sí sola, sin renunciar a
lazos que son muy profundos y que se respetarían.
Es preciso valorar los esfuerzos de los nacionalistas de verdad
y pedir a los otros que rectifiquen su españolismo absurdo y ciego, llamándose
precisamente nacionalistas. Estas islas tienen que ir avanzando en su capacidad
de valerse por sí solas.
Los dos políticos citados han sido prudentes. La palabra
independencia no se ha puesto en la picota. Sí la soberanía compartida, que es
un camino mucho más moderno, mucho más interesante y mucho más factible. Lo
otro ya se verá, no es el momento.
Y nadie quiere pelearse con España, pero tampoco entregarse a
ella. Porque los actos de sumisión ya han terminado. Bastantes humillaciones
hemos soportado y soportamos. ¿O no, señor Soria?