REIVINDICACIÓN
Y MEMORIA EN TORNO AL 18 DE JULIO DE 1936
«» Manuel
de la Rosa Hernández
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El 18 de julio pasado hizo 79 años del levantamiento militar que impuso
durante casi cuatro décadas en el Estado español la Dictadura franquista. Ese
levantamiento se hacía no solamente para cambiar el gobierno y sustituirlo por
otro, su objetivo era aniquilar las esperanzas que habían surgido en torno a la
república democrática instaurada a partir del 14 de abril de 1931, pero también
para aterrorizar a la población mediante los asesinatos en masa.
Dentro de un año habrán transcurrido 80 de aquellos hechos, que
tuvieron lugar a partir del verano de 1936 en el Estado español.
Para entonces sería interesante desarrollar actividades que revaloricen
y rememoren las luchas, valores éticos, lecciones y aportaciones y de quienes
fueron sus protagonistas, en una perspectiva de transformación y emancipación
social y política.
Frente al revisionismo histórico de aquellos acontecimientos es
fundamental contraponer la veracidad de hechos, rescatando testimonios de los
vencidos, recuperando la memoria histórica y reconociendo la dignidad de los
que combatieron por la libertad y la justicia social.
¿Qué representaba
la república para levantar tantas pasiones?
En el Estado español antes del 14 de
abril de 1931 lo que imperaba era el régimen monárquico de los
Borbones. La victoria en unas elecciones municipales de los partidos
republicanos lleva al cuestionamiento de la monarquía de Alfonso XIII y a la
instauración de la Segunda República. En las elecciones generales de junio
ganan por aplastante mayoría los partidos republicanos en las cortes.
Millones de personas, que quieren cambiar su situación que vinculan con
la permanencia del régimen decadente monarquía borbónica española, quieren
con la República resolver sus anhelos de democracia, tierra, derechos,
laicidad, … Todas esas luchas y aspiraciones se juntaron en un solo objetivo.
Tras un breve periodo de gobierno de una alianza de republicanos y
socialistas, va a ganar las instituciones de la República la derecha, primero
en las elecciones municipales en abril de 1933 y en noviembre con las elecciones
generales ganan la mayoría parlamentaria en las Cortes. Las contradicciones
latentes en aquella sociedad tan desigual estallaron pronto y las fuerzas
conservadoras vuelven a tomar fuerza.
El triunfo de la alianza de las derechas españolas (coaligadas en la
CEDA), en el contexto de aquellos momentos, en que se da un avance del fascismo
en Europa, se percibe como una amenaza. En Alemania se había instaurado el régimen
nazi de Adolf Hitler y en Italia había triunfado el gobierno fascista de
Mussolini. Por todo ello se intentan promover movilizaciones populares contra
ese gobierno, que en el caso de Asturias están encabezados por todas las
fuerzas políticas y sindicales de izquierdas asturianas, que darán lugar a lo
que se conoce como revolución de Asturias. El gobierno de la
derecha recurre para el aplastamiento de los insurgentes asturianos a la
entrada en escena al mando de Franco de las tropas coloniales españolas,
habitualmente acantonadas en el protectorado español de Marruecos. Esto supone un primer ensayo del
enfrentamiento de las tropas a un
eventual levantamiento popular que conllevará la detención de miles de
personas luchadoras en Asturias.
Más adelante, las luchas por los derechos laborales, por la amnistía de
los presos de Asturias, por la tierra, por los derechos nacionales, provocan el
desgaste del gobierno derechista. Es así como el Gobierno de Lerroux minado por
los escándalos financieros renuncia y disuelve las Cortes en enero de 1936. En
febrero gana las elecciones el Frente Popular, una coalición de partidos de la
izquierda, y otras fuerzas sociales del pueblo, contando con el apoyo del anarco
sindicalismo y del POUM.
A
pesar de que este nuevo Gobierno
apenas hizo cambios profundos ni
los pretendía, la oligarquía agraria y financiera no quería permitir que esto
supusiera la reanimación de la lucha social en clave radical o revolucionaria.
El triunfo electoral del Frente Popular se da en medio de la lucha obrera y
popular que se venía dando en el seno de la República tras el llamado bienio
negro en que había ganado las elecciones la
referida coalición de derechas (la
CEDA).
Guerra y revolución
El 18 de julio de 1936 una parte
de la oficialidad militar española protagoniza un alzamiento fascista. Siguen
un plan conspirativo coordinado a escala de Estado. Altos mandos militares españoles
con el general Mola a la cabeza preparan algo más que un golpe de mano contra
el gobierno democráticamente constituido. Pretenden sustituir el régimen
democrático de la República e
instaurar un régimen de terror.
Dentro de ese plan a Franco le corresponde ponerse al frente de las
tropas coloniales establecidas en el protectorado
español de Marruecos. El comandante militar Francisco Franco estaba al frente
de la Capitanía General de Canarias, no por casualidad. Lo habían destinado a
estas tierras porque eran conocidas sus posiciones claramente pro golpistas.
Las tropas españolas acantonadas en el norte de África eran claves para
el triunfo de esta sublevación. Franco saldrá desde Las Palmas hacia Marruecos
a bordo del Dragón Rapide, una aeronave alquilada en Inglaterra con el apoyo
del empresario Juan March y del director del periódico ABC que hicieron posible
traerlo de incógnito hasta Las Palmas para permitir al General Franco ponerse
al frente del levantamiento militar iniciado allí el día anterior. El 17 de
julio se inicia el levantamiento fascista en el protectorado español del norte
de Marruecos donde se acantonaban las tropas africanas del ejército español.
El pronunciamiento militar se prepara para todos los territorios del
estado simultáneamente. Pero no triunfará inicialmente en todos lados. El
alzamiento militar va a imponer un régimen de terror con cientos de miles de
personas asesinadas, detenidas, exiliadas en el conjunto del Estado español. En
Canarias Franco rumbo al norte de África dejó dadas las instrucciones en su
bando para que todo fuera tomado por los militares. En estas islas,
a pesar de que no hubo guerra, entre
El nuevo régimen instaurado es la expresión de los intereses de la
oligarquía terrateniente y financiera, apoyado en el giro hacia la
contrarrevolución de sectores de las clases medias agrarias y urbanas.
Pero frente a ese ominoso régimen de terror se levantó la lucha de
miles de combatientes por la libertad. Este levantamiento fascista fue
neutralizado en una parte de los territorios del Estado. El 19 de julio y en días
posteriores muchos destacamentos obreros toman lo que pueden y allí donde
pueden para resistir al llamado alzamiento nacional. La resistencia es en
principio mayor en las grandes ciudades y en las zonas de gran concentración
obrera como Madrid o Cataluña.
Esa resistencia popular inicial propiciará una resistencia armada
durante tres años, a la que se unen sectores de las tropas republicanas que no
se pasaron al bando fascista. En octubre de 1936 se les suma la participación
de las Brigadas Internacionales conformada por combatientes cuyos gobiernos se
declararon “neutrales”. Mientras las potencias fascistas de Alemania e
Italia apoyaban incondicionalmente el alzamiento militar desde un primer
momento, las democracias europeas se declararon neutrales frente al golpismo.
Los brigadistas internacionales tenían claro que en el Estado español se decidía
la suerte de los derechos y libertades de millones de ciudadanos del Estado español,
pero también las libertades en Europa, como tristemente se pudo corroborar
después.
Se configuran durante un tiempo dos gobiernos, el del fascismo instalado
en Burgos y el de la República, con Gobierno en Madrid y después a Valencia.
Finalmente con la caída de Barcelona terminan tres años de resistencias
populares frente a la barbarie fascista. Se reprime, se adoctrina, se anulan
derechos y libertades… Canarias queda bajo el dominio del alzamiento fascista
triunfante desde un primer momento.
En los territorios donde triunfó primeramente la resistencia y se ofreció
un combate sin cuartel a la reacción durante tres años como en Aragón o
Cataluña se llevaron a cabo experiencias de control y autogestión de fábricas
y de colectivización de tierras, de avances democráticos y sociales en todos
los terrenos que quedaron en la memoria colectiva.
Conocer ese pasado es importante para construir un futuro de libertad y
justicia social. Ese próximo 80 aniversario puede ser una oportunidad, no lo
perdamos de vista.