DESDE ULTRAMAR

                                                  

La psicopatología social de Canarias

 

Ramón Moreno Castilla *

 

En esta sección, ”DESDE ULTRAMAR”, que hoy inauguramos con el firme e ineludible compromiso del autor de ser absolutamente riguroso tanto en los planteamientos, como en la exposición; se pretende abordar de forma monográfica la situación real del Archipiélago canario, que dista mucho de lo que reflejan los medios de comunicación en general, tanto escritos como audiovisuales que, en este caso, constituyen la llamada “opinión publicada”, que ha sustituido de forma subrepticia a la denostada e ignorada “opinión pública” de las Islas. Pero, sobre todo y fundamentalmente, para dejar constancia fehaciente de la insostenible indefensión político-jurídica en la que, en mi opinión, está atrapada Canarias, desde el mismo momento de su conquista y evangelización por las tropas invasoras de Castilla y los vándalos mercenarios, entre 1402 y 1496.

Un territorio de ultramar, que ya contaba con una población aborigen de origen bereber, en el continente africano como reconoce expresamente la nomenclatura europea al considerarnos “Región Ultra Periférica” (RUP), junto con Azores, Madeira, y los Departamentos  franceses de ultramar (DUM): Martinica, Guadalupe y Guayana francesa, en el Caribe, e Isla Reunión en el Océano Índico; lo que implica una extraterritorialidad, que se quiere obviar, cuando no negar sistemáticamente, y que ni siquiera se refleja (ante las reiteradas negativas del Gobierno Central de turno) en el llamado Estatuto de Autonomía de Canarias, que denomina a estas Islas con la obviedad de “Archipiélago Atlántico”, otro eufemismo más... ¿Podríamos definir, sin que ello fuera un insulto a la inteligencia de los naturales del lugar,  como “Archipiélago mediterráneo” a Baleares, por el hecho cierto de que esté situado en el Mar Mediterráneo?

Y precisamente ahora, cuando el pasado sábado, día 30 de mayo, se celebró el denominado “Día de Canarias” -fecha elegida a propósito para rememorar, de forma ignominiosa, el Tratado de Calatayud de 30 de mayo de 1481, de infausta y triste memoria-; al constatar una vez más, que esta artificiosa celebración se ha convertido en una jornada festiva, sin más, donde prolifera el más puro y ramplón folklorismo; donde no se resalta la idiosincrasia del pueblo canario y sus laminadas señas de identidad; ni se reivindica el hecho diferencial de Canarias, y nuestro derecho a decidir; y donde el plato estrella que se sirve en las diversas comidas que tienen lugar en toda la geografía insular es la tan socorrida “paella valenciana”, en lugar de exaltar la gastronomía autóctona y promocionar nuestros productos naturales, tan solicitados, por otra parte. Porque, dando por sentado el placer gastronómico que supone degustar una buena y bien condimentada paella valenciana en su diversas variantes, y en la que el arroz no esté pasado, ¿se podría entender, por ejemplo, que en la celebración del Día de la Comunidad Valenciana, cada 9 de octubre, se degustara  masivamente el exquisito “sancocho canario”? ¿Sería este hecho asumido complacientemente por el pueblo valenciano, tan celoso de preservar sus costumbres, sus tradiciones y, por supuesto, su excelente gastronomía, como corresponde a un pueblo con identidad propia? Este caso, como otros muchos, no es una simple anécdota en el devenir histórico del Archipiélago canario...

Es más, el mimetismo, al que es tan proclive el pueblo canario en general (para el que todo lo que llega de fuera es mejor), se ha puesto una vez más de manifiesto en las pasadas elecciones autonómicas y locales; donde partidos de nuevo cuño, como la franquicia de Podemos, ha conseguido nada menos que 6 parlamentarios y numerosas actas de consejeros de cabildo y  concejales, a diferencia de la franquicia de Ciudadanos, que se quedó fuera de las instituciones dado lo anacrónico del sistema electoral canario que prima la circunscripción insular, en detrimento de la regional. A lo que hay que añadir el sistema electoral español, perverso en si mismo, donde por la dichosa ley D'on de la proporcionalidad, ésta beneficia siempre a los partidos mayoritarios -con claro perjuicio para las minorías- lo que ha favorecido el bipartidismo y ha consolidado la partitocracia. Paradógicamente en Canarias, con una hora menos, se repiten miméticamente las situaciones -agravadas y aumentadas- que se dan en la metrópoli, con una hora más.

El término “nacionalidad”, por poner un caso paradigmático, que acuñaron los padres de la Constitución española de 1978, para “acomodar” en el texto constitucional los nacionalismos vasco y catalán principalmente; y que, en pura praxis, es un lapsus semántico y una perversión jurídica del concepto de nacionalismo, fue incorporado de inmediato por los partidos canarios pseudo nacionalistas, como Coalición Canaria(CC), Nueva Canarias (NC) y otros minoritarios del supuesto espectro nacionalista, que ocupan el espacio político del verdadero y auténtico nacionalismo (¡que viene de nación!).  Y que lleva implícito un indisociable componente antropológico, ya que los naturales de un territorio se identifican plenamente con su historia, sus gentes, sus costumbres, su folklore etc. Dándose el caso esperpéntico de que en cada legislatura se celebra pomposamente el “Estado de la Nacionalidad”, que es una burda parodia del debate del Estado de la Nación que se celebra en el Congreso de los Diputados de España. Con la particularidad de que CC, con una promiscuidad política digna de mejor causa, pacta indistintamente tanto con el PSOE como con el PP (partidos nacionalistas españoles); o en todo caso, con quién gobierna en Madrid.

¿Qué lectura tienen todos estos comportamientos del pueblo canario, desde un punto de vista sociológico? Veamos: Ya en abril de 2012 se celebró en la capital de Uruguay, Montevideo (fundada por familias canarias, como San Antonio de Texas, entre otras) el IV Congreso de Psicología ULAPSI 2012, donde participó PSYPOLCA (Psicología Política Canaria). Pues bien, en una de las comunicaciones con las que la citada institución participó en dicho congreso, elaborada por el profesor José Tomás Betancourt Benítez, se hace hincapié en “lo perverso del colonialismo, un delito de lesa humanidad, que en lo económico expolia, en lo cultural aliena, y en lo psicológico enferma”. Asimismo es sumamente interesante un espléndido artículo firmado por Cristina J. Cruz Febles y Omaira A. Darias Reyes, componentes del citado gabinete, titulado “Descripción psicológica de la sociedad canaria. Consecuencias de la colonización”, publicado en la revista on-line de la Universidad de San Luis (Año IX Nº 26-junio/julio 2011).

Argumentación coincidente con el diagnóstico que el ilustre compatriota, doctor Manuel Díaz hizo del pueblo canario en una magistral conferencia impartida en el Colegio Mayor San Fernando de La Laguna (Tenerife). El doctor Manuel Díaz, cirujano cardiovascular y ex profesor universitario desglosó de forma pedagógica los ejes de su disertación que tituló: “Historia del colonialismo, psicopatología social de los pueblos colonizados”. El ilustrado ponente insistió en el hecho de que “España ha compartido su colonia con la Unión Europea, dando lugar a un neocolonialismo, que hay que añadir al colonialismo histórico, pero con los mismos fines de explotación colonial de Canarias”. “Ni somos europeos ni ultraperiféricos, somos centrales de aquí”, enfatizó. Y es, que todos los parámetros políticos, indicadores económicos, desigualdades sociales, paro, fracaso escolar etc. comparados con cualquier Comunidad del estado español, son inequívocamente colonialistas.

Con respecto a la psicopatología social del pueblo canario, que es lo que interesa destacar ahora, el doctor Díaz describió esta enfermedad “como una patología cuya sintomatología produce un pueblo indolente, abúlico, transculturizado; donde el miedo prolongado produce un daño patológico, dado que el miedo produce ignorancia, dado que no se puede pensar libremente, y la ecuación 'cultura + miedo' es igual a inmovilidad”. El cirujano Manuel Díaz diseccionó perfectamente las dimensiones de la conducta humana en cuatro apartados: “psicología, sociología, filosofía y psiquiatría política de la conducta”, definiendo a su vez las dos dimensiones de la psiquiatría política de la conducta: “la psiquiatría del colonizador (prepotencia, altanería etc.); y la psiquiatría del colonizado (indolencia, pasividad política producido por el miedo y la ignorancia, estado de enajenación mental etc.)” en lo que coincide con el famoso psiquiatra Frantz Fanon que describió esta patología como el “síndrome del colonizado”.

O sea, ambos doctores Díaz y Betancourt Benítez coinciden plenamente en sus postulados, en los que se resalta que “Las Islas Canarias son principalmente una de esas colonias que, en este caso, España continúa saqueando desde que fueron invadidas en el siglo XV; sometiendo a la esclavitud al pueblo originario del Archipiélago, los guanches”. “El colonialismo, se señala, es perverso en si mismo; de ahí que organizaciones sociales y movimientos políticos emancipatorios de naciones todavía colonizadas hayan prestado tradicionalmente mucha atención a la emancipación nacional y social de sus respectivos pueblos, descuidando o ignorando la liberación psicológica de los mismos, como han venido defendiendo autores como Erich Fromm, Frantz Fanon, Ignacio Martín Baró o Albert Memni, entre otros.

¿Se podría identificar toda esta psicopatología social, en algún otro pueblo del Estado Español?

 

01 Jun, 2015

 

Fuente: atalayar.com

 

rmorenocastilla@hotmail.com

 

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