La
prosperidad no es un regalo, sino una meta por alcanzar…
[…Somos
un pueblo noble y trabajador pero nos falta "ese aquel". Y no es otra
cosa que la determinación para cambiar las cosas…]
En
el maremágnum de resúmenes que inundan las redes sociales, sobresale el deseo
único y casi que tradicional de pedir a los nuevos 365 días que hoy se asoman
por delante, la prosperidad que estos tiempos de complicaciones económicas han
inhibido.
Huelga decir que el positivismo es una característica intrínseca
de la fortaleza y que para nada estoy en contra de este alarde espontáneo de
buenos deseos e intenciones. No obstante, me gustaría en un minuto
desglosar el camino que nos separa ante esas ansiadas cotas de estabilidad y que
no se quede todo en actos simbólicos sino que comencemos la nueva etapa con un
camino trazado y un plan para alcanzar los objetivos.
Canarias está
mal. Ha sido un año muy malo para Las Islas, el cual tuvo como epicentro las
agresiones en clave petrolífera. Lamentablemente, éste no ha sido el único
problema con los que tienen que lidiar los ciudadanos insulares. Las aún
escandalosas cifras de paro, el asfixiante control fiscal que sufren los
valientes autónomos o el inexplicable misterio de la multiplicación de los
visitantes en materia turística sin que esto repercuta fehacientemente en la
economía de las familias isleñas, son otros de los grandes pedruscos que se
encuentran atascando la recuperación.
Somos
un pueblo noble y trabajador pero nos falta "ese aquel". Y no es otra
cosa que la determinación para cambiar las cosas. Si queremos que de verdad
todo mejore y no confiemos nuestros designios a la lotería o a soluciones
importadas por un grupito de teóricos de la Universidad Complutense que nada
tienen que ver con nuestra realidad, debemos empezar a convencernos de ciertas
cosas.
Primero,
de que no necesitamos a nadie de fuera para que vengan a solucionarlos los
problemas. Ni Madrid, Ni Bruselas, Ni Los Reyes Magos. Únicamente desarrollando
todas nuestras potencialidades seremos capaces de alcanzar la prosperidad. Pero
eso no viene de gratis. Tiene un precio.
Implicarnos
como sociedad con unas características y unas metas comunes. Dejar de lado
actitudes contraproducentes y egoístas con nuestros vecinos y arrimar el hombro
para hacer ejecutar los cambios necesarios a aquellos que ostentan los cargos públicos.
Porque lo que hace falta no son políticos "bondadosos" sino políticos
que estén plegados al peso de una sociedad vibrante y activa.
Así
lo cual, les deseo felicidad y prosperidad, cómo no. Pero también la fuerza y
determinación para alcanzarlas. Porque la prosperidad no es un regalo, sino una
meta por alcanzar.
Fuente:
menceymacro.blogspot.com