Los plátanos y la solidaridad
Wladimiro Rodríguez Brito *
Cuesta creer que las cosas vayan a peor para nuestros productores de plátanos,
para los agricultores que trabajan duramente en bancales y canteros, luchando día
a día por sacar la cosecha adelante. Y es que esta semana vuelve la
"pica". La "pica", en el lenguaje del campo, es la parte de
nuestra cosecha que se va a los barrancos, o en el mejor de los casos, al banco
de alimentos.
La solidaridad es muy necesaria en estos tiempos de dificultades, pero no
tendría que ser obligatoria. No es justo que sean los maltratados agricultores
los que regalen la fruta, pagando además el empaquetado, los embalajes y el
"flete" hasta su destino. Nuestros agricultores han de poner de su
bolsillo más de 40 céntimos por cada kilo de plátanos que han regalado, con
el fin de que lleguen a su destino peninsular. La solidaridad no la pueden pagar
los pequeños productores, en muchos casos autónomos, cuyas cuentas dependen
del fruto de una incierta cosecha valorada por un caprichoso precio de mercado.
La solidaridad se la hemos demandado en numerosas ocasiones a la Administración
central para que cubra al menos en parte los costes del flete derivados de la
insularidad y de la distancia entre Canarias y el continente.
Sin embargo, en la visita del señor Rajoy a Colombia, éste habló al
presidente Santos de su actitud solidaria para bajar los aranceles de los plátanos
colombianos en el mercado europeo. Esta solidaridad está colaborando para
agravar la pérdida de cuota del plátano canario en el mercado peninsular,
donde la "banana" ocupa ya más del 40%. Mientras tanto, la señora
ministra de Agricultura nos visitaba y nos contaba que es solidaria con los
agricultores y sus problemas, cuando más de dos millones de kilos de plátanos
no tienen salida y nuestros sufridos agricultores no cubren ni siquiera los
costes más elementales.
Durante el pasado mes de abril, y lo que llevamos de mayo, nuestros
agricultores no van a obtener ni tan siquiera 30 céntimos por kilo de plátanos
vendidos. Mientras, el mercado peninsular no solo está cubierto con plátanos
de importación, sino que nuestros plátanos se venden al consumidor a más de
dos euros por kilo, dada la solidaridad de los distribuidores y
comercializadores con ellos mismos y sus márgenes.
Los problemas de nuestro campo no solo son la sequía y los vendavales
del pasado invierno, sino una falta de actitud, de compromiso político y de
solidaridad con esta tierra, con nuestra gente. Nuestro mundo rural continúa
siendo maltratado en lo económico, sin recibir los apoyos que merece como
sector estratégico que es. Necesitamos una sociedad más solidaria con los
hombres y mujeres del campo, personas que mantienen y crean nuevas alternativas
de futuro. La política agraria tiene que cambiar en nuestro país: el campo no
debe ser olvidado y marginado por una administración que tiene que
solidarizarse con quien lo necesite.
*
DOCTOR
EN GEOGRAFÍA POR LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA
Otros
artículos de Wladimiro Rodríguez Brito publicados en El Canario