Tres tipos de personas, tres tipos de
sociedades
Jorge
Dorta Ancor
En
una época en donde el engaño, la manipulación y la mentira es moneda de
cambio uno ha de buscar equilibrio, sabiduría y guía en las verdades
universales del alma humana, es decir, en los clásicos. Es ahí donde se
encuentra la esencia del alma humana.
Pero
los clásicos no son tan solo la Republica de Platón, los Diálogos de Aristóteles,
las Confesiones de San Agustín o las Meditaciones de Marcos Aurelio. Fuera de
Europa también existen tradiciones como la Sufí, la tradición mística del
Islam que hunde sus raíces en conocimientos ancestrales.
Esta
tradición sufí ancestral llegó a Europa de la mano de Gurdjieff y
el "cuarto camino". En ella nos habla de que el hombre tiene
fundamentalmente tres centros, el centro intelectual, el centro emocional y el
centro motor.
El
hombre Nº 1 tiene el centro de gravedad de su vida psíquica en el centro
motor. Es el hombre del cuerpo físico en el cual las funciones del instinto y
del movimiento siempre predominan sobre las funciones del sentimiento y del
pensar. Es el hombre del hacer.
El
hombre Nº 2 está en el mismo nivel de desarrollo que el hombre Nº 1, pero el
centro de gravedad de su vida psíquica está en el centro emocional; es
entonces aquel hombre en quien las funciones emocionales predominan sobre todas
las otras, es el hombre del sentimiento, el hombre emocional. Es el hombre del
sentir.
El
hombre Nº 3 también está en el mismo nivel de desarrollo que los otros dos,
pero el centro de gravedad de su vida psíquica se encuentra en el centro
intelectual, en otras palabras es un hombre en quien las funciones
intelectuales predominan sobre las funciones emocionales, instintivas y
motrices; es el hombre racional, que tiene una teoría para todo lo que hace,
que parte siempre de consideraciones mentales. Es el hombre del pensar.
Todos
nacemos personas Nº 1, 2 o 3 y las tres están al mismo nivel evolutivo de
consciencia, es decir, en el nivel más bajo. Si queremos evolucionar hacia el
hombre Nº4 que se encuentra un escalón superior en la escala de consciencia,
debemos empezar a equilibrar nuestros centros de forma que un único centro ya
no pueda tener tanta preponderancia sobre los otros. El hombre intelectual ha de
desarrollar su faceta emocional y motora equilibrando su faceta de pensar con la
del sentir y la del hacer. El hombre emocional ha de equilibrar su emoción con
la parte intelectual y la motora, es decir con el pensar y el hacer. El hombre
motor ha de equilibrar el hacer con el sentir y el pensar.
Según
este concepto, todas las manifestaciones interiores y exteriores del hombre,
todo lo que le es propio, todas sus creaciones, están igualmente divididas en
estas categorías;
Podemos
decir que hay un saber Nº 1, basado en la imitación, los instintos, o
aprendido de memoria, machacado, ejercitado repetidas veces. El hombre Nº 1, si
es un hombre Nº 1 en todo el sentido de la palabra, adquiere todo su saber como
un mono o como un loro. Aprende haciendo.
El
saber del hombre Nº 2 es simplemente el saber de lo que a él le gusta. El
hombre Nº 2 no quiere saber nada de lo que no le gusta. Siempre y en todo,
quiere algo que le agrade. O bien, si es un enfermo, por el contrario es atraído
por todo lo que le desagrada, está fascinado por sus propias repugnancias, por
todo lo que provoca en él horror, espanto y náusea.
El
saber del hombre Nº 3 es un saber basado en un pensar subjetivamente lógico,
en palabras, en una comprensión literal. Es el saber del ratón de biblioteca,
de los escolásticos.
El
saber del hombre Nº 4 es de una especie totalmente diferente. La
diferencia entre el saber y la comprensión se aclara al darnos cuenta que el
saber puede ser la función de un solo centro. Por el contrario, la comprensión
es la función de tres centros. De modo que el aparato del pensar puede saber
algo. Pero la comprensión aparece solamente cuando un hombre tiene el
sentimiento y la sensación de todo lo que está vinculado a su saber. De forma
análoga podemos saber algo instintivamente como los animales, pero hasta que no
somos capaces de racionalizarlo y asociarlo a una emoción no lo habremos
comprendido.
De
la misma forma que podemos clasificar a los individuos por el centro intelectual
(pensar), emocional (sentir) o motor (hacer) también podemos clasificar a las
sociedades del mismo modo.
Por
ejemplo tenemos sociedades centradas en el hacer, por ejemplo la sociedad
alemana, otras centradas en el pensar, como por ejemplo la sociedad inglesa y
también sociedades centradas en el sentir como la sociedad española.
Análogamente
a lo que ocurre a los individuos, las sociedades evolucionan hacia su armonía
cuando empiezan a equilibrarse y a no ser tan dominadas por solo uno de sus
centros. Por ejemplo la sociedad alemana está orientada al hacer, pero también
ha alcanzado un grado de desarrollo intelectual importante con grandes centros
de investigación y numerosos filósofos e investigadores de talla mundial. Quizás
su punto más débil sea el sentir.
La
sociedad canaria es una sociedad terriblemente emocional, con falta del
autocontrol, sin madurez. Al igual que otras sociedades coloniales está
paralizada y es esclerótica. Está enquistada en la resistencia pasiva, o mejor
dicho en la pasividad sin resistencia, en la resignación. Para que la sociedad
canaria se equilibre hay que introducirle el pensar, es decir el soñar a donde
queremos ir y como alcanzarlo, porque es de lo más que carece, y transformar el
hacer negativo, es decir el no hacer, la pasividad, la autoindulgencia, la
desmotivación y la resignación en acción positiva, en construir, en trabajo
en positivo, en entusiasmo.
Fuente:
menceymacro.blogspot.com.es
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Gurddjieff