Por las papas y los campesinos
Wladimiro
Rodríguez Brito
*
Antes de
ponerse a hablar de las papas, hay que reconocer lo gastado y devaluado que
tenemos este asunto. Los medios recogen muchas denuncias, declaraciones y
propuestas, pero muy pocos son los hechos en un tema tan politizado que ya no se
sabe para dónde mirar.
Hace unos días
un grupo de jóvenes que han plantado 40 o
Los
cimientos y la sementera que tenemos en este momento tienen que dar un vuelco.
No valen lamentos, ni adjetivos grandilocuentes, ni las declaraciones vacías
que siguen llenando la actualidad. Nuestra gente del campo, que dedica su tiempo
a las papas, la viña, a la ganadería y a los cultivos en nuestras medianías,
merecen mucho más que alegatos que no convencen ni siquiera en campaña
electoral. Necesitamos un cambio de rumbo real, responsable y posible para que
nuestro campo deje de ser un lugar de tierras balutas y de lamentos.
Como bien
dicen los jóvenes de la Cooperativa de las Medianías de San Juan de La Rambla,
con papas a 28 céntimos el kilo y unas ayudas que discriminan a los pequeños
agricultores es imposible cultivar en las Islas. Los 0,25 euros por kilo que da
el Posei o los 900 euros por hectárea no se están distribuyendo de una manera
justa entre los agricultores. Las ayudas están en parte escoradas a ciertos pícaros
que llegan a importar papas pero las confunden con producción local. Las
importaciones de semillas desde las islas británicas muchas veces las realizan
los mismos que importan papas para consumo; se discrimina a las cooperativas,
como es el caso de Garañaña, que trata de distribuir la semilla de manera
ordenada entre el norte y el sur de Tenerife, para escalonar la época de
cosecha.
Se deben
limitar de alguna forma las importaciones en el periodo más sensible para que
no ocurra lo que ha sucedido este año, cuando se han importado papas en pleno
mes de agosto, hundiendo los precios para nuestros agricultores en plena
cosecha, inundando el mercado de papas más baratas para el consumidor de lo que
se encuentra en las islas británicas, Francia o Alemania.
Estas líneas
no quieren ser solo de lamento y denuncia: hace falta una plataforma de lucha,
de dignificación y reivindicación. Estamos en la obligación de revalorizar el
mundo rural si queremos una sociedad más solidaria y más sostenible. Hay que
brindar a los jóvenes y menos jóvenes un motivo para luchar que no se limite a
limpiar las zarzas, espinos o hinojos. Los responsables políticos de esta
situación no se pueden mantener quietos por más tiempo; la agricultura es un
pilar de nuestra sociedad, fundamental para hacerla más solidaria, más estable
y más justa.
Los jóvenes
de la Cooperativa de las Medianías, que con toda razón dudan si seguir
luchando, merecen nuestro compromiso. A partir de ahora tienen que poder contar
con una sociedad que valore el trabajo, el esfuerzo, el compromiso para cultivar
y mantener el mundo rural de las Islas.
Las tierras
de labor en las Islas se han reducido en los últimos años al 30% de su
superficie anterior. Sin embargo, en el resto del mundo la disponibilidad de
suelo cultivable por habitante está bajando debido al crecimiento de la población.
Viendo el futuro negocio, las multinacionales, la banca y los grandes inversores
están comprando o arrendando en América Latina y África más tierras
cultivables que la superficie total de México, más de dos millones de kilómetros
cuadrados, según informes del think tank californiano Oakland Institute.
Es
necesario crear una plataforma de compromiso y de solidaridad con el mundo
rural, más allá de coyunturas electoralistas. Hay que garantizar unos ingresos
para mantener nuestra manera de vivir y de estar en esta tierra. Esta plataforma
hay que articularla sobre todo en la participación directa de los que hacen
surcos y cogen sol y viento en nuestros campos, pero es también una labor
ambiental en la lucha contra los incendios, una forma de que nuestros jóvenes
mantengan su cultura.
Hemos de
sembrar y plantar ahora el futuro de esta tierra. No es de recibo que comparemos
el papel del campo canario con el que tiene el campo en Hong-Kong o Singapur; no
puede ser el 1% de nuestro PIB. El campo puede y debe jugar un papel importante,
tanto en la lucha contra el paro como en ofrecernos una fuente asegurada de
alimentos frescos de la tierra. Hemos de dar un giro radical a la actual política
económica que predomina en las Islas. Preparemos la sementera para que eso
ocurra.
*
DOCTOR
EN GEOGRAFÍA POR LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA
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