Por las papas y los campesinos

 

 

Wladimiro Rodríguez Brito *

 

Antes de ponerse a hablar de las papas, hay que reconocer lo gastado y devaluado que tenemos este asunto. Los medios recogen muchas denuncias, declaraciones y propuestas, pero muy pocos son los hechos en un tema tan politizado que ya no se sabe para dónde mirar.

Hace unos días un grupo de jóvenes que han plantado 40 o 50 hectáreas de papas en las medianías del norte de Tenerife se reunieron, y algunas de sus frases más optimistas hablaban de los engaños de la Administración, y de que no se cubren los costes de producción. La incertidumbre es total, sin saber qué podían hacer el próximo año ahora que han dado el paso de vivir del campo, bajando al surco y labrando las tierras antes ocupadas por la maleza.

Los cimientos y la sementera que tenemos en este momento tienen que dar un vuelco. No valen lamentos, ni adjetivos grandilocuentes, ni las declaraciones vacías que siguen llenando la actualidad. Nuestra gente del campo, que dedica su tiempo a las papas, la viña, a la ganadería y a los cultivos en nuestras medianías, merecen mucho más que alegatos que no convencen ni siquiera en campaña electoral. Necesitamos un cambio de rumbo real, responsable y posible para que nuestro campo deje de ser un lugar de tierras balutas y de lamentos.

Como bien dicen los jóvenes de la Cooperativa de las Medianías de San Juan de La Rambla, con papas a 28 céntimos el kilo y unas ayudas que discriminan a los pequeños agricultores es imposible cultivar en las Islas. Los 0,25 euros por kilo que da el Posei o los 900 euros por hectárea no se están distribuyendo de una manera justa entre los agricultores. Las ayudas están en parte escoradas a ciertos pícaros que llegan a importar papas pero las confunden con producción local. Las importaciones de semillas desde las islas británicas muchas veces las realizan los mismos que importan papas para consumo; se discrimina a las cooperativas, como es el caso de Garañaña, que trata de distribuir la semilla de manera ordenada entre el norte y el sur de Tenerife, para escalonar la época de cosecha.

Se deben limitar de alguna forma las importaciones en el periodo más sensible para que no ocurra lo que ha sucedido este año, cuando se han importado papas en pleno mes de agosto, hundiendo los precios para nuestros agricultores en plena cosecha, inundando el mercado de papas más baratas para el consumidor de lo que se encuentra en las islas británicas, Francia o Alemania.

Estas líneas no quieren ser solo de lamento y denuncia: hace falta una plataforma de lucha, de dignificación y reivindicación. Estamos en la obligación de revalorizar el mundo rural si queremos una sociedad más solidaria y más sostenible. Hay que brindar a los jóvenes y menos jóvenes un motivo para luchar que no se limite a limpiar las zarzas, espinos o hinojos. Los responsables políticos de esta situación no se pueden mantener quietos por más tiempo; la agricultura es un pilar de nuestra sociedad, fundamental para hacerla más solidaria, más estable y más justa.

Los jóvenes de la Cooperativa de las Medianías, que con toda razón dudan si seguir luchando, merecen nuestro compromiso. A partir de ahora tienen que poder contar con una sociedad que valore el trabajo, el esfuerzo, el compromiso para cultivar y mantener el mundo rural de las Islas.

Las tierras de labor en las Islas se han reducido en los últimos años al 30% de su superficie anterior. Sin embargo, en el resto del mundo la disponibilidad de suelo cultivable por habitante está bajando debido al crecimiento de la población. Viendo el futuro negocio, las multinacionales, la banca y los grandes inversores están comprando o arrendando en América Latina y África más tierras cultivables que la superficie total de México, más de dos millones de kilómetros cuadrados, según informes del think tank californiano Oakland Institute.

Es necesario crear una plataforma de compromiso y de solidaridad con el mundo rural, más allá de coyunturas electoralistas. Hay que garantizar unos ingresos para mantener nuestra manera de vivir y de estar en esta tierra. Esta plataforma hay que articularla sobre todo en la participación directa de los que hacen surcos y cogen sol y viento en nuestros campos, pero es también una labor ambiental en la lucha contra los incendios, una forma de que nuestros jóvenes mantengan su cultura.

Hemos de sembrar y plantar ahora el futuro de esta tierra. No es de recibo que comparemos el papel del campo canario con el que tiene el campo en Hong-Kong o Singapur; no puede ser el 1% de nuestro PIB. El campo puede y debe jugar un papel importante, tanto en la lucha contra el paro como en ofrecernos una fuente asegurada de alimentos frescos de la tierra. Hemos de dar un giro radical a la actual política económica que predomina en las Islas. Preparemos la sementera para que eso ocurra.

 

* DOCTOR EN GEOGRAFÍA POR LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA

 

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