«» El Padre Báez
*
Pido disculpas a Don Antonio Cruz Domínguez,
si publico su correo dándome la buena noticia, en la que me comunica cómo el
Papa Francisco defiende a los campesinos, labor y tarea en la que me ocupo desde
hace ya muchos años, y últimamente camuflado en las tabaibas he seguido en su
defensa. Pues ya lo pueden ver cómo el Vicario de Cristo, también lo hace.
Hoy, sin más comentario solo les pego el envío del periodista amigo:
Mi querido amigo y
hermano Fernando Báez. Te paso esta documentación por si es útil para ti y la
defensa que haces de la naturaleza, del campo y de los cultivadores y cuidadores
de nuestros campos. ¡Eres admirable, en esto, amigo; sigue así. Yo rezo mucho
por ti para que tu voz cale y llegue donde tiene que llegar. Sabes que gozas de
mi amistad y aprecio. Oremus ad invicem. Un fuerte abrazo. Antonio Cruz Domínguez.
Martín
Esparza Flores *
[…El
impulso del uso de transgénicos y los agrotóxicos, solapado por gobiernos en
todo el mundo, está conllevando a intoxicaciones masivas y pérdida de vidas
humanas, afectando también a los animales y a la tierra misma, de tal modo que
los cultivos transgénicos alentados por la multinacional Monsanto están
produciendo mayor hambre, pobreza y problemas de salud en millones de habitantes
en todo el planeta, sin que las autoridades locales muevan un dedo por impedir
la devastación que se está llevando a cabo, poniendo en riesgo la soberanía
alimentaria en cientos de países, como las naciones de América Latina, México
incluido... En
suma: relaciones sociales libres de opresión y desigualdades que les permitan a
millones de personas ejercer su trabajo en el campo de una manera digna, con el
firme compromiso de alimentar a sus pueblos, ya que bajo la tesis forjada en el
histórico encuentro, “los pueblos con hambre, que no producen su propia
comida, son pueblos atrapados en la sobrevivencia […] no pueden pensar y
decidir libremente, ni pueden ser independientes”…]
Desde el
Vaticano, el papa Francisco libra una histórica batalla por recuperar la
esencia del Evangelio cristiano y los fundamentos de la Doctrina Social de la
Iglesia Católica en contra de una derecha eclesial que por décadas abandonó
los principios de humildad y la defensa de los que menos tienen, para colocarse
en un estatus de riquezas y privilegios otorgando su apoyo y “bendiciones” a
una oligarquía mundial que ha generado 3 mil millones de pobres en campos y
ciudades, a los que ahora el Vicario de Cristo abrió las puertas de la Santa
Sede para escucharlos y expresarles su solidaridad en la defensa de su derecho a
la tierra, al trabajo digno y a la vivienda.
Este golpe
de timón ha puesto en guardia a un amplio sector ultraconservador del
catolicismo que no ha dudado en cuestionar al sumo pontífice sobre la apertura
a temas como la homosexualidad y una nueva visión del divorcio, planteados en cónclaves
como el Sínodo Extraordinario sobre la Familia y que deberá tener sus
resolutivos finales en octubre del próximo año; pero lejos de arredrarse, el
papa les dio una demostración de las simpatías, apoyos y el amplio consenso
que han despertado en todo el orbe sus propuestas de cambio con la celebración
del reciente Encuentro Mundial de Movimientos Populares. La alianza pactada en
Roma con los marginados del mundo habrá de ser en el nuevo siglo “el viento
de la protesta que se convierta en vendaval de la esperanza”, como lo expresó
el papa, para disgusto de muchos cardenales y obispos de derecha que
ingenuamente pensaron que su llamado no tendría eco. La presencia de líderes
de organizaciones sociales de todos los confines del planeta ha puesto a temblar
a los alentadores de un fabricado cisma, que se resisten a que la Iglesia Católica
mantenga un oído en el Evangelio y otro en el pueblo.
La ofensiva
del capital nacional e internacional para privatizar los recursos naturales en
el mundo tiene un nombre ampliamente conocido por los campesinos de países
donde la trasnacional está devastando la tierra, el agua y la biodiversidad:
Monsanto[1].
Gobiernos cómplices
en la protección de los intereses del gran capital han criminalizado las luchas
sociales de quienes han denunciado el sentido depredador del agronegocio, que no
busca alimentar a las poblaciones sino aumentar la ganancias de las
multinacionales, imponiendo en aras de una mayor productividad cultivos transgénicos
que no sólo generan hambre y pobreza, sino que además contaminan los suelos y
los cultivos tradicionales, produciendo alimentos altamente tóxicos para la
salud de millones de personas por la indiscriminada utilización de agrotóxicos.
El despojo
y el acaparamiento de la tierra, el agua, los recursos naturales como la minería
y hasta el aire utilizado para proyectos eólicos de generación de energía eléctrica
han permitido el avance desbocado del gran capital sobre el campo y sus
comunidades, arrebatando a millones de campesinos e indígenas su derecho a la
tierra, la conservación de sus culturas milenarias y su obligado
desplazamiento.
Las
situaciones expuestas al papa Francisco como graves, alarmantes e indignantes
durante el encuentro mundial de Movimientos Populares enumeran a países como
Afganistán, el África occidental, Colombia, Guatemala, Honduras, la región
del Kurdistán, Paraguay, Palestina, Siria, Sudán, sin exceptuar a México.
Las cifras
expuestas en el foro organizado por el Vaticano denuncian la creciente migración
forzada de hombres y mujeres del campo a las grandes ciudades o al extranjero,
al encontrase atrapados en las redes de un mundo dominado por el capital y las
teorías neoliberales que se guían por las lógicas del mercado de consumo, y
sin apoyo alguno de sus respectivos gobiernos para impulsar una política
agraria integral que les garantice la permanencia y legítima propiedad de sus
tierras, además de una comercialización sin trabas de sus productos que les
asegure una estabilidad laboral y un justa remuneración para el bienestar de
sus familias. La mitad de la humanidad trabaja y vive en el campo, pero accede a
menos de un cuarto de la tierra disponible, lo que habla del despojo creciente y
violento que se ha dado en su contra. Por eso, uno de los reclamos generalizados
y apoyados por el papa fue el de pugnar porque en el mundo no haya ningún
campesino sin tierra.
Actualmente,
como lo expusieron con claridad ponentes como la chilena Francisca Rodríguez,
directora internacional de la Asociación Nacional de Mujeres Trabajadoras
Rurales e Indígenas, las comunidades y familias rurales tienen la desgracia de
estar encerradas en un mar de cultivos transgénicos, sufriendo graves daños en
su salud con tasas alarmantes de cáncer, abortos espontáneos en las
trabajadoras del campo y nacimientos de niños con deformaciones congénitas,
condenados a morir.
El impulso
del uso de transgénicos y los agrotóxicos, solapado por gobiernos en todo el
mundo, está conllevando a intoxicaciones masivas y pérdida de vidas humanas,
afectando también a los animales y a la tierra misma, de tal modo que los
cultivos transgénicos alentados por la multinacional Monsanto están
produciendo mayor hambre, pobreza y problemas de salud en millones de habitantes
en todo el planeta, sin que las autoridades locales muevan un dedo por impedir
la devastación que se está llevando a cabo, poniendo en riesgo la soberanía
alimentaria en cientos de países, como las naciones de América Latina, México
incluido.
Esta
tendencia de despojo y privatización de la tierra está teniendo, además,
serias consecuencias en la vida de millones de indígenas y campesinos en lo que
se ha dado en llamar “una guerra no declarada” que han emprendido en su
contra, y en alianza con el gran capital, las Fuerzas Armadas, policiales y
hasta los narcotraficantes. Es entendible el porqué cada vez se criminalizan más
las luchas sociales y se encubre, a través de la manipulación de los medios de
comunicación, la muerte, el encarcelamiento y los amañados juicios contra las
y los dirigentes de las organizaciones que de viva voz denunciaron tales
atropellos ante el sumo pontífice.
Los líderes
de diversas organizaciones campesinas coincidieron en el Vaticano en definir a
la soberanía alimentaria en una expresión más amplia, que debe comprender,
además de su derecho a la tierra y sus territorios, el derecho al agua, a sus
semillas tradicionales, su ganado y bienes materiales, así como el respeto de
sus formas culturales de producción y del cuidado de la tierra misma.
En suma:
relaciones sociales libres de opresión y desigualdades que les permitan a
millones de personas ejercer su trabajo en el campo de una manera digna, con el
firme compromiso de alimentar a sus pueblos, ya que bajo la tesis forjada en el
histórico encuentro, “los pueblos con hambre, que no producen su propia
comida, son pueblos atrapados en la sobrevivencia […] no pueden pensar y
decidir libremente, ni pueden ser independientes”.
Demandaron
a sus gobiernos, en el corazón de la Santa Sede, políticas públicas basadas
en el bien común y en el buen vivir de la gente, sin dejar de mencionar que ahí,
ante la presencia del papa Francisco, rechazaron las falsas soluciones frente al
cambio climático, como la energía nuclear, y la posición de quienes, desde
las oscuras catacumbas clericales, las alientan.
“Nos
preocupa además lo que escuchamos de un miembro de la Pontificia Academia de
las Ciencias, quien sugirió que el calentamiento global es responsabilidad de
los más pobres del planeta”, externaron, sin ambages, sellando simbólicamente
la alianza pactada con el sumo pontífice en contra de la corriente
ultraconservadora del Vaticano, puesta en evidencia como aliada del capital
internacional, de la ínfima minoría que está acabando con la vida misma del
planeta.
* Secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas
[1]
Agricultura--sustentable--y-transgenicos-Monsanto
26 de noviembre de 2014
-» Continuará
Fuente:
contralinea.info/el-papa-francisco-resucita-la-defensa-de-los-campesinos/
Por mi parte, al ver reflejado,
en lo de más arriba, cuanto les vengo comentando a diario, nada puedo añadir
sino mi alegría al ver que no estoy solo en esta lucha y cuento con la del
Papa, que se me une (con toda humildad).
El
Padre Báez