Navidades Negras
Félix
Román N. Rodríguez *
[Mientras
las luces en las calles, y esos anuncios estúpidos y cutres
en televisión, te dictan lo que tienes que hacer para arruinarte en unos
días comprando cosas innecesarias, inútiles, hay otra navidad en cada esquina,
en cada barrio, en cada corazón del ciudadano. Es la navidad de las familias
que necesitan lo más básico: alimentos, ropa, material escolar, medicinas…,
lo más sencillo y humilde del mundo.]
Todos los años se repite la misma pendejada.
Anuncios de turrón, de champán, de cava, de chocolates caros, de juguetes
caros, que hacen que los niños queden atrapados en deseos que arruinan a sus
padres, gentes “feliz” (?) que te invitan a comprar perfumes envueltos en
cajas doradas, modelos que te dicen como debes ser, vivir, aparentar y
sentirte…, en suma la locura desatada.
Los comerciantes ya lucen desde algunos días
iluminados para atraerte con imágenes deliciosas y seductoras, música
planificada y estudiada para abrir tu apetito consumista, escaparates
especialmente preparados para que tu vista se nuble, y tu razonamiento se
desconecte. Todo a tu alrededor por cualquier medio (internet, prensa, radio
televisión) para bombardearte con un mismo y único mensaje.
Compare, compre, consume, tire lo que tiene y
adquiera nuevos productos. A ello se suma la obsolescencia programada.
Productos, máquinas, herramientas, y todo tipo de utensilios a los que se les
acorta la vida, útil para que tengas que volver a comprar, o renovarlos por
otros que, muy posiblemente ni siquiera necesites. Pero incluso, si tienes la
suerte de que tu PC, o teléfono, tu reloj, tu impresora, tu ropa o tus zapatos
te aguantan y no necesitan ser renovados, el márketing y la publicidad se
encargarán de que no quieras esperar. Tíralos, o déjalos de usar…, compra
otro, compra más, compra algo, lo que sea. Lo nuevo, lo necesites o no, lo
puedas pagar o no.
Y así, culminamos un nuevo año tal y como se fue el
anterior con unas navidades adulteradas que ya han perdido todo encanto
original, toda su fantasía.
Ya poco importa los mensajes de paz, de solidaridad,
de caridad y ayuda al prójimo que estas fiestas navideñas se suponen que
conmemoran. Ahora todo se ha materializado, adulterado en hedonismo barato y mal
entendido. Ni el mismo Epícuro entendería lo que hacemos hoy por hoy con el
“compre más”, “consuma más”, “derroche más”…, desprecia la lógica
y la razón.
Mientras las luces en las calles, y esos anuncios estúpidos y cutres
en televisión, te dictan lo que tienes que hacer para arruinarte en unos
días comprando cosas innecesarias, inútiles, hay otra navidad en cada esquina,
en cada barrio, en cada corazón del ciudadano. Es la navidad de las familias
que necesitan lo más básico: alimentos, ropa, material escolar, medicinas…,
lo más sencillo y humilde del mundo.
Son personas que quizás, te sorprendería conocer.
Sueles verlas por las calles a diario, muchos de ellos viviendo en la
indigencia. Necesitan lo más elemental, tú las conoces de toda la vida, aunque
en algunas ocasiones la pobreza no
se ve y en eso radica su poder. Estábamos acostumbrados a reconocer a un
indigente, o un necesitado porque lo veíamos cubierto de cartones y durmiendo
en la protección de un portal o un cajero automático. Hoy en día, aunque esa
mezquina realidad no ha cambiado para muchos, la pobreza y la carestía ha
golpeado a otros muchos segmentos de la sociedad. Padres de familia que, incluso
con trabajo no puede pagar la hipoteca, y alimentara sus hijos, al mismo tiempo
desempleados que han perdido sus puestos de trabajo y con ello su poder
adquisitivo. Madres solteras o divorciadas que no pueden sacar a sus hijos
adelante con un único sueldo mínimo.
Niños con familias destrozadas que viven por debajo
del nivel de la pobreza. Todo eso configura la otra navidad que es si cabe, más
real y cercana que las que nos bombardean y presentan en maravillosos anuncios
publicitarios y luminosos, de costosas campañas publicitarias.
Pero todavía podemos hacer mucho, no debemos caer en
el desánimo. Es tiempo de solidaridad, ayuda, de implicarnos con la
colectividad. La navidad puede volver otra vez a ser, lo que nunca debió dejar
de ser. Tiempo de cariño y hermandad entre personas que no se conocen de nada
pero que se dicen: aquí estoy para echarte una mano, en la medida de mis
humildes posibilidades.
Se puede marcar la diferencia en la vida de una
persona, fíjate que regalos de navidad podrías hacerle a una persona, si donas
o entregas algo de comida a los Bancos de Alimentos, o a Cáritas, Cruz Roja, o
tantas ONGs y organizaciones que están ayudando a familias en cada momento,
cada día, cada mes, cada año.
Puedes satisfacer las necesidades de algo de material
escolar para un niño que no tiene cuadernos para ir al colegio. Puedes donar
ropas, zapatos... Existen muchas posibilidades. Organizaciones vecinales,
asociaciones e instituciones de voluntariado por todas partes, en tu ciudad
cerca de ti, solucionando problemas reales de gente real.
Eso, sí que es un mejor regalo navideño. Cambiar un
poco, aunque sea un poquito la vida de una persona estos días. Personas como tú,
pero con mucha peor suerte que la tuya, personas que ahora mismo no pueden
permitirse el lujo que tú estás disfrutando sentado delante de tu ordenador
disfrutando de un día tranquilo. Por favor… PRACTICA UNA NAVIDAD DIFERENTE.
Elimina el virus del consumismo de tu mente (eso será
bueno para ti y los tuyos). Piensa en alguien a quien puedas ayudar…, y HAZLO
YA.
Regálate una vida menos vacía, menos materialista,
menos dictada por publicistas y especuladores y más llena de amor, comprensión
y sentimiento. Ayuda a quienes menos tienen. Eso sí sería un buen regalo de
navidad, porque otra navidad es posible. Empieza por ti.
FELIZ
NAVIDAD
* Contertulio
de la emisora La Voz de Rusia para Canarias
Otro
artículos de su firma publicados en elcanario.net