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Negarse a si mismo,
negar
una cultura propia, es negar la riqueza de la humanidad. Dejar que una
cultura se pierda es una tragedia…,
nacionalismo y universalidad no están reñidos. Cada nación ha de
aportar su o sus culturas para que ellas enriquezcan la diversidad humana…]
Cuantas
veces hemos oído que vamos hacia un mundo global en el que los nacionalismos y
las fronteras ya no tienen sentido. Pareciera que tuviésemos que abandonar
nuestras especificidades y abrazar una cultura universal deshaciéndonos de
rancias y obsoletas consciencias nacionales en el camino. Lo local deja de tener
valor y se menosprecia en aras de una conciencia universal, de un todos somos
uno, de un maravilloso mundo de Nunca Jamás lleno de paz y amor, o, por el
contrario de un paraíso proletario utópico universal.
La
gente, fruto de una espiritualidad mal entendida en el mejor de los
casos o de una ideología dogmática en el peor, confunde
universalidad con uniformidad. Crear
la universalidad en un planeta no significa volver uniforme el pensamiento y la
conducta de las gentes. La universalidad, correctamente entendida es la
capacidad del ser humano de asumirse como seres planetarios, de volverse
responsables de ello y de vivir plenamente su especificidad, es decir, su individualidad. Ese concepto está magistralmente recogido en el famoso
eslogan ecologista "piensa en global, actúa en local".
La nación no es más
que el pedazo de humanidad con el que nos ha tocado compartir vida y territorio.
Pero además de un territorio es una cosmovisión, una forma de
entender la vida y la relación con el medio, un "egregor" o
consciencia colectiva. Universalidad no es uniformidad ni renunciar a
los valores culturales propios sino FRATERNIDAD
EN LA DIVERSIDAD.
Es
por ello que nacionalismo y universalidad no están reñidos. Cada nación
ha de aportar su o sus culturas para que ellas enriquezcan la diversidad humana,
desde los indios yanomamis de la Amazonia a las sociedades nórdicas de Suecia o
Noruega, pasando por todos y cada uno de los pueblos. Negarse a si mismo,
negar una cultura propia, es negar la riqueza de la humanidad. Dejar que
una cultura se pierda es una tragedia. La universalidad es fraternidad en el
pluralismo, en la diversidad, en el respeto mutuo, en saber que nadie vale más
que nadie ni ninguna cultura es mejor que otra, que todas tienen derecho a
evolucionar y a crear.
La forma de contribuir efectivamente a esa diversidad fraternal es mediante la
creación de hombres libres. Un hombre libre es un ciudadano que piensa
por sí mismo, que se forma, que piensa, siente, dice, actúa e interactúa.
Un hombre que a través de su individualidad aporta al colectivo de forma
consciente.
* Fuente: menceymacro.blogspot.com.es/2015/02/nacionalismo-y-universalidad