Misma
historia, distinto color
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Daniel Cruz López *
Tras
la aprobación de la “nueva” Ley de Seguridad Ciudadana, las distintas
formaciones políticas de la oposición han mostrado su disconformidad y su
rechazo. Parece ser que la Ley de Seguridad Ciudadana es un instrumento jurídico
moderno para la represión de los derechos fundamentales consagrados en la
Constitución Española. Sin embargo, ¿es un nuevo instrumento de represión
sin precedentes? ¿Es un invento del Partido Popular?
La
respuesta es negativa.
Las
leyes de seguridad ciudadana ya eran viejas conocidas en la etapa franquista. En
concreto, en 1959 se promulga la Ley de Orden Público, con la que se permitiría
aplicar todo tipo de medidas y actos represivos, ante situaciones de movilización,
huelgas y protestas sociales. Fue esta ley, la que promulgaría los
estados de excepción, que serían aplicados para cualquier tipo de manifestación
contraria al régimen y, así, poder justificar las medidas restrictivas que serían
aplicables.
Con
la llegada de la transición, se intentó renovar cualquier vestigio proveniente
de la etapa anterior, y una ley tan importante como la Ley de Orden
Público no podría quedar al margen. Fue aquí cuando entraron en juego las
leyes antiterroristas. El objetivo de estas medidas era separar de
la calle a los miembros de las organizaciones políticas más combativas, que
desde un inicio habían denunciado la farsa de la transición.
Fue
en 1978 cuando, la UCD, presentó el primer proyecto de ley, para
dar nombre a todas estas medidas represivas, bajo la denominación de Ley de
Seguridad Ciudadana. Ésta fue aprobada por decreto ley, a pesar de violar la
Constitución, ya que las normas penales de tipo represivo no pueden ser
aprobadas por decreto ley. Sin embargo, los partidos políticos callaron,
permitiendo que se promulgase una ley que infringía la norma suprema del
ordenamiento jurídico.
En
1992 fue aprobada la segunda Ley de Seguridad Ciudadana, que vendría de la mano
del PSOE. Podría esperarse que fuese una ley menos restrictiva de los derechos
fundamentales, pues era propuesta por el PSOE, sin embargo, nada más lejos de
la realidad. Fue conocida como la Ley de la patada en la puerta, porque se
permitía la entrada de la policía en los domicilios, para hacer registros, sin
necesidad de autorización judicial. Lo que supondría un quebrantamiento
del derecho a la intimidad y a la inviolabilidad del domicilio.
Pero,
¿cómo se podría promulgar una ley que violase derechos reconocidos en la
Constitución?
Pues
poniendo limites, disfrazando la realidad, se alegan unos motivos para
justificar dichas limitaciones. Alegaban la persecución al narcotráfico como
motivo principal, sin embargo, parecía tener cierto trasfondo político.
El
objetivo de esta ley, era implantar el miedo en las organizaciones políticas más
rebeldes, así se legalizó la retención policial, a personas que no habían
cometido ilegalidades, simplemente para identificación, una forma de
amedrentar.
Finalmente,
llegamos a la propuesta de ley del PP aprobada recientemente. Esta ley
continúa con la represión del Estado a los movimientos populares y a las
manifestaciones. Mediante conceptos jurídicos indeterminados se justifica
cualquier intervención estatal en la seguridad ciudadana. Se cambian sanciones
o medidas represivas del ámbito del control judicial y se transforman en
facultades administrativas. En estos procedimientos sancionadores, los
cuerpos de seguridad del estado tienen presunción de veracidad, o sea que lo
que éstos aleguen siempre tendrá valor probatorio.
Como
toda ley, tiene su justificación, así Fernández Díaz cree que ha surgido un
nuevo tipo de delincuencia de baja intensidad. Esto es lo que viene siendo otra
nueva burla, para de esta forma justificar la sanción de actividades que se
escapan del ámbito penal.
Por
lo tanto, como hemos podido comprobar, no es la primera vez que se utiliza
la denominación seguridad ciudadana para hacer leyes contra la seguridad
ciudadana y en favor de la seguridad del Estado.
Y
ante todo esto, ¿dónde han estado esos partidos defensores de la clase
trabajadora? Pues apoyando, cómo no, la represión de los movimientos populares
y sociales. Que nadie se engañe ahora con los lloriqueos de estos días, porque
estos que hoy lloran son los mismos que ayer nos golpeaban con otras leyes, pero
bajo otras siglas.
*
Miembro de ANC Puerto de la Cruz