La gran mentira
de Carrillo:
“hay
que estar en las instituciones para cambiarlas desde dentro....”
Rukaden
Ait Anaga
Cuando
Carrillo se dejó coger por la policía franquista, obviamente algo pactado con
Adolfo Suárez, creyó que no sería sino presentarse y ser elegido el nuevo
“Presidente de la República”, pues no olvidemos que, en 40 años de
dictadura militar, solo el PCE constituyó la única oposición espanola que
tuvo el Régimen salido de la Guerra Civil. Carrillo apostó todo a esa realidad
y esperaba recoger los frutos de esa oposición, muchas veces sangrienta. Creía
haber llegado su hora de gobernar, pero para ello tenía dar un paso
fundamental, aparentemente normal pero que no lo era tanto...
Para
presentarse a las primeras elecciones, se debía cumplimentar un requisito
fundamental: Aceptar el ordenamiento jurídico que había en aquellos momentos;
¿Normal no? ¡Pues no! En primer lugar, tanto Adolfo Suárez, la Monarquía
como el ordenamiento jurídico de entonces, eran ilegítimos, puesto que habían
salido de un golpe de estado seguido de una Guerra Civil y 40 años de dictadura
militar, perpetrados contra un Gobierno legítimamente elegido. Cualquier
estudiante de Derecho Administrativo sabe que todo lo que pueda salir, decidirse
o hacerse a partir de un acto manifiestamente ilegal, es nulo de pleno derecho.
Por tanto, un régimen que pretendía perpetuarse tras la muerte del dictador,
no tenía legitimidad ninguna. Que el único partido opositor en 40 años, se
apercibiera a participar en aquellas carnestolendas, le dio al régimen la
legitimidad de la que carecía.
Y Carrillo lo sabía, pero la oportunidad
que se le presentaba de gobernar era lo suficientemente apetecible para que
eligiera el atajo y no el camino que la lógica le decía: Seguir en la
clandestinidad y desautorizar a quienes se autoerigieron en autoridades.
El régimen agonizaba y el país era necesario para la estrategia
norteamericana, por lo que si Carrillo hubiera resistido, no hubiera pasado
mucho tiempo sin que “la embajada” en los madriles hubiera escenificado una
ruptura a la portuguesa o algo parecido.
Pero
también sabía todo esto el PCE, por lo que fue necesario crear una “doctrina
nueva” que justificara el paso a dar; Fue la puesta de largo del
“eurocomunismo de Carrillo”, y su “...hay
que acceder a las Instituciones para cambiar el Sistema desde dentro...”
Naturalmente era mentira; La llamada transición fue planeada y llevada a cabo
para que cambiara todo sin cambiar nada, para perpetuar el Régimen del 36,
maquillado convenientemente de democracia. Suena bonito lo de cambiar las
estructuras e instituciones desde dentro..., ¿Verdad? A ello se aplicó toda la
izquierda en todos sitios, partidos diversos de izquierda, sindicatos, etc.,
pero es del todo imposible e innecesario.
Imposible
porque todo está diseñado para que solo puedan gobernar algunos, los mismos,
mientras que los demás, debido al sistema electoral, difícilmente pueden
llegar a las Instituciones; Pero aún si llegaran, para cambiar las cosas, se
necesita entrar con mayoría. Se necesita una mayoría para poder legislar, es
decir, Promulgar Leyes; Leyes que sustituirán a las precedentes y que existan
hasta ese momento en que se promulguen las nuevas, porque, con las actuales,
diseñadas para que las cosas sigan igual, no se podría cambiar nada ¿Me
siguen? No basta llegar, hay que hacerlo con mayoría si se quiere hacer algo más
que desgañitarse y patalear. Innecesario porque, si se llega a las
Instituciones con mayoría no hace falta cambiar nada desde dentro, se hace a
golpe de BOE y punto.
Por
lo tanto, como es imposible que las fuerzas que de verdad son un peligro para el
régimen del 36/ 78 lleguen a las Instituciones de esta forma, esa frase tan
bonita es una falacia, un espejismo, una utopía irrealizable, como se ha
demostrado a lo largo de tres décadas. Se
ha estado en las Instituciones, siempre en minoría, y ¿Ha servido para cambiar
algo...? Nada, solo para perpetuar el régimen y diluir la oposición ciudadana,
pues participar significa aceptar sus reglas, sus formas para dejar las propias
y diluirse en una maraña de burocracia inútil que va separando de sus bases a
los dirigentes y cuadros, perdiendo el contacto con la realidad cotidiana. Por
lo tanto, las Instituciones franquistas y colonialistas no se pueden cambiar
desde dentro.
A
mí me costó entender la falsedad que tantas veces había oído y que me habían
contado incluso aquí, en Canarias, y asumirlo más, pues se unía a ello las
reticencias a reconocer el haberme equivocado durante tanto tiempo, algo por lo
demás bastante humano, pero que no me quedó más remedio; Espero que a partir
de mañana, algunas gentes empiecen a considerarlo seriamente. Y no me queda más
remedio que manifestar mi asombro al enterarme que “ese discurso
carrillista” encaminado a terminar ingresando en la “casa de leocinio común
de la izquierda espanola” no había muerto, sino que está vivo todavía y por
lo que se ve, todavía capaz de movilizar voluntades... Vivir para ver...
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Mayo 2015
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