Malcolm X y la canariedad:

su praxis política sigue vigente, incluso en Canarias

 

«» Cristian Sima Guerra

 

“Es incorrecto clasificar la revuelta del negro como un simple conflicto racial de los negros contra los blancos o como un problema puramente norteamericano. Mas bien, lo que contemplamos es una rebelión global de los oprimidos  contra los opresores, de los explotados contra los explotadores.”

Malcolm X, 1965.

 

[…Igual que en los EEUU de Malcolm X, en Canarias se niega el elemento negro. No sólo el reciente, sino también el histórico. En este archipiélago, bajo el aún vigente colonialismo español, se introdujo población negra con el fin de siempre: explotarlos y esclavizarlos. Toda esa gente, como es lógico, dejó su descendencia, por ello a día de hoy es que podemos ver a algunos canarios negros con proyección histórica en el Archipiélago (padres, abuelos, bisabuelos… canarios), ¿algún día los llamaremos afrocanarios?...]  

 

 

Malcolm X (1925 – 1965) no era un hombre cualquiera. Era un hombre negro. Un hombre negro en una sociedad dominada por los blancos. Su padre, defensor de los trabajadores, fue asesinado por supremacistas blancos (Black Legion, una sección del Ku Klux Klan). No es sorprendente, cuando eras negro en los Estados Unidos de América entre los años veinte y sesenta, tus oportunidades de vida eran bastante reducidas: la delincuencia, la droga, la cárcel y la muerte temprana serían tu destino, y de hecho era el destino habitual de los negros estadounidenses. Malcolm X no fue una excepción, hizo lo suyo: venta de drogas, proxenetismo, robos, crimen organizado, 8 años de prisión y murió asesinado a tiros. Era, como se dice en la jerga marxista, un «lumpemproletario». Su color de piel no era importante por capricho, era importante porque determinaba sus oportunidades de vida, le indicaba dónde y en qué podía trabajar, en qué banco sentarse, en qué hotel alojarse, en qué parte de la guagua tenía que ir, etc. Si eras negro no sólo eras invisible (ciudadano de segunda), sino que además eras odiado. Con frecuencia también eras golpeado o asesinado por racistas blancos, fuesen miembros de las fuerzas del Estado o civiles. En los estados del sur habitualmente el KKK ahorcaba negros por pura diversión, algo que Billie Holiday relató con sabiduría y elevada tristeza en su canción Strange Fruit.

 

En este contexto Malcolm X interiorizó una cosa, una idea, un concepto: los negros estaban racialmente oprimidos. Esa opresión racial, entendió Malcolm, se justificaba y legitimaba con todo un sistema ideológico racista y se fundamentaba en el poder de los capitalistas blancos: “no puedes tener capitalismo sin racismo”, declaró en 1964. Ese sistema ideológico manipulaba brutalmente la historia de los negros en su continente de origen, África, y también en América. Esta manipulación convertía a los negros en unos salvajes sin cultura, ni capacidades físicas ni mentales a los que simplemente había que esclavizar y explotar.

 

Malcolm X y muchos como él, durante cierto tiempo, renegaron de ser ciudadanos estadounidenses, ya que los blancos estadounidenses eran responsables de las más duras condiciones de vida de los negros, debido a los crímenes que ellos -los blancos- cometían contra éstos. Sin embargo, más tarde resaltó su «negritud» en un contexto americano: se comenzó a considerar afroamericano.

 

Esta parte, sin duda, continúa plenamente vigente en el mundo. Canarias no es una excepción. Malcolm X hizo ver a los estadounidenses blancos y al mundo entero que EEUU era -y sigue siendo- una sociedad racista (en aquel entonces era algo que se ponía en duda, aunque ahora se sepa con claridad), que negaba la ciudadanía plena a todo un grupo social: los negros, los afroamericanos. ¡Se me antoja profundamente llamativa la enorme similitud con Canarias!

 

Todos recordamos cómo en el colegio nos enseñaron la historia canaria desde el punto de vista europeo: los guanches eran salvajes. Pero, ¡no solo eso! Los guanches, además, ¡eran blancos! (algo de sobra conocido) y, peor aún, ¡la sociedad canaria actual es toda blanca! Todavía recuerdo durante mi niñez a mis padres contándome que mi padre era el primer negro en Fuerteventura. Incluso apareció en una revista que todavía guarda mi hermana: “el primer oficial negro en el ejército español en Canarias” decían para referirse a él.

 

Igual que en los EEUU de Malcolm X, en Canarias se niega el elemento negro. No sólo el reciente, sino también el histórico. En este archipiélago, bajo el aún vigente colonialismo español, se introdujo población negra con el fin de siempre: explotarlos y esclavizarlos. Toda esa gente, como es lógico, dejó su descendencia, por ello a día de hoy es que podemos ver a algunos canarios negros con proyección histórica en el Archipiélago (padres, abuelos, bisabuelos… canarios), ¿algún día los llamaremos afrocanarios?

 

No es sorprendente que desde el españolismo en estas pequeñas islas se niegue todo lo que huela a africano. Por ello es que el independentismo se ha agarrado con tanta fuerza al africanismo (entendido éste como amazigismo, fundamentalmente). Sin embargo, para mi sorpresa: ¡también se niega al elemento negro en el propio africanismo amazigista canario! No he visto pocas veces cómo los independentistas canarios (de este y otro tipo) me preguntan si soy cubano, venezolano o cualquier otra nacionalidad que se les ocurra y, tras explicar que en realidad soy majorero, muchos de ellos continuaban (y seguramente alguno continua a día de hoy) sin creerme. Sencillamente, es inaceptable que me identifique como canario. ¿Un canario mulato? “Venga, ¡es imposible!”, “no me jodas, ¡seguro que eres cubano, se te nota en el acento!”.

 

El mismo sistema ideológico racista que sólo exalta lo blanco. Lo blanco como civilizado. Las gloriosas civilizaciones bereberes del norte de África, expuestas a la sociedad canaria como ejemplo de grandeza frente a los salvajes africanos “subsaharianos” negros (este racismo norteafricano blanco fue objetivo de contundentes críticas de intelectuales revolucionarios africanistas como Frantz Fanon, autor, curiosamente, sobradamente leído en el Archipiélago, aunque esta parte de su obra haya sido sospechosamente olvidada, a pesar de ser fundamental), lo blanco como única vía posible, lo blanco como lo admirable.

 

Me resulta profundamente contradictorio ver como sociedades racistas como la británica acepten que existen ingleses negros, mientras que en el independentismo revolucionario canario todavía se caigan en estos tópicos facilones y superficiales, dignos de una falta de análisis riguroso y serio de la cuestión identitaria. La clave reside, a mi entender, en que se sigue entendiendo la identidad como si se tratara de una estructura fija, estática, rígida. La identidad canaria, para determinados sectores amagizistas (incluidos los que se sienten tan socialistas como amazigistas), se constituye exclusivamente por los elementos indígenas (bereberes/imazighen), todo lo demás es “identidad robada” e “impuesta”. Incluso los intercambios, sincretismo y mestizajes entre esclavos negros y canarios son apartados del análisis. En el libro de texto, pero también en el imaginario colectivo (inclusive el independentismo revolucionario) sólo hay una forma de ser canario: siendo blanco. Todos los que somos hijos “ilegítimos” y “no deseados” (es decir, los no blancos), podremos ser muchas cosas (podemos ser incluso de países en los que no hemos nacido, créanme), pero nunca canarios.

 

Por todo lo expuesto, considero profundamente necesario para el independentismo canario revolucionario el realizar una revisión de cómo se ha entendido la identidad en el Archipiélago. Como mínimo, debería comenzar a percibirse ésta como un proceso, y no como una estructura fija. En este sentido, se podría hablar de procesos de identificación, entendiendo que estos procesos se producen en el seno de unas relaciones sociales dadas -las cuales, a su vez, están sujetas continuamente al cambio y la transformación-, de modo que el proceso de la identificación nunca es concluyente. Por otro lado, debemos entender que en la sociedad capitalista hay distintos grupos sociales con distintos intereses materiales, por lo que cada grupo social puede combinar diversas identidades y diversas pertenencias (religiosas, sexuales, de género, étnicas, subculturales, etc.). De hecho, las clases sociales subalternas o los pueblos colonizados y dominados pueden desarrollar configuraciones identitarias no subordinadas al orden dominante identitario (en el caso canario la identidad dominante es claramente blanca y europea, en ella se niega todo africanismo y toda negritud, pues se pretende acercar al pueblo canario al sentimiento e identidad españolas; de momento el independentismo sólo ha recuperado una parte africana -la blanca, la bereber- , sin embargo aún no ha llegado el turno de la recuperación de la negritud canaria). Es más, podemos aventurar que dichas identidades que cuestionen al orden e ideología dominantes entrarán en lucha -tal y como ocurrió en Argelia o Viet Nam-, buscando modificar, negociar, resistir o incluso derrocar su reinado, su hegemonía. En esta línea yo propongo una posible alternativa: el reconocimiento objetivo del elemento negro de la población canaria, es decir, la existencia de descendientes (actuales o históricos) de africanos negros en el Archipiélago. Incluso podríamos ir más allá y considerar que el colonizado canario es, de cara al europeo, un indígena, un no blanco. En esta línea Malcolm X señalaba: «cuando digo “revolución negra” me refiero a todos los que no son blancos: los negros, los morenos, los rojos o los amarillos, es decir, a los explotados del Sur». En definitiva, reclamo la existencia de los canarios negros y nuestro derecho a reivindicarnos como tal, como canarios. Sin que nadie nos deba poner en duda o señalar que “seguro que somos cubanos”.

 

Fuente: elpaiscanario.com