Un joven de 99 años
Leoncio
Afonso Pérez cumplió 99 años [12-09
- 1916//2015]
con una lucidez y humor
envidiables después de pasar una niñez enfermiza.
Cumplió 99 años, aunque nadie hubiera apostado nada cuando
nació a que tendría esta longevidad. El niño "enclenque" que fue
Leoncio Afonso Pérez no solo se hizo mayor, sino que descuenta ya los días que
le faltan para celebrar el siglo de vida.
Nacido
en Breña Alta, en La Palma, un día como ayer de 1916, Afonso atribuye hoy la
posibilidad que le dieron sus padres agricultores de poder estudiar -en ese
entonces era un lujo- a la niñez enfermiza que pasó. "Como no servía
para trabajar me pusieron a estudiar", resume con una sonrisa.
Y
no perdió el tiempo, porque su formación es exquisita: Doctor Honoris Causa
por la Universidad de La Laguna; licenciado en Filosofía y Letras, Sección de
Ciencias Históricas en Sevilla; miembro de la Academia Canaria de La Lengua;
profesor de instituto; múltiples publicaciones científicas. "Y otros
muchos títulos que son inútiles", comenta. Entre ellos, un diploma que le
dieron los "barmen" españoles en los años 60.
Cuando
eso ya se había hecho mayor. De niño fueron tantas las enfermedades que pasó
y las medicinas que tomó que cuando la Coca-Cola llegó a La Palma y la probó
le supo a uno de los muchos brebajes que se había visto obligado a ingerir para
curarse. "No la pude beber más", recuerda con humor.
Esa
es una de sus principales señas de identidad. Para muestra, una respuesta suya:
¿Cómo está don Leoncio? "Vivo". Y bastante, se podría añadir. Con
99 años no solo es capaz de leer cada día el correo electrónico en su
ordenador, sino también jugarse sus partidas al Solitario. Todo al margen de
cualquier lectura en papel, sobre todo de prensa.
Lo
hace en el despacho que tiene en su casa de la calle Herradores. Una vivienda
que adquirió en el año 1956 por 250.000 pesetas, con una hipoteca de 75.000.
La pagó en cuatro años. Allí crió a sus tres hijos, uno de los cuales, el
conocido geólogo Antonio Afonso, lo acompaña ahora tras media vida trabajando
por distintos países.
Precisamente,
con humor resume cómo fue el nacimiento del geólogo. "Se atravesó y no
había por entonces cesárea. El médico me dijo que a quién salvaba y yo le
dije que a la madre, porque así quedaba el molde para otro", detalla.
Finalmente, "y aunque el médico quiso matarlo, no pudo", ironiza.
Antonio Afonso, que lo escucha, asiente también con una sonrisa.
Y
si los 99 años no son impedimento para que Leoncio se relacione con las nuevas
tecnologías, tampoco le impiden moverse, aunque con matices. Necesita la silla
de ruedas -el descapotable negro, dice- para bajar de un piso a otro de la casa,
y en ella va a tomar el café todos los días "al bar de Óscar". Sin
embargo, se ayuda solo del bastón para recorrer su casa con cierta soltura. Su
hijo, que se recupera ahora de un ictus, pero que antes tuvo algún problema en
una de sus piernas, lo mira con algo de envidia.
¿Celebrará
el cumpleaños? "Ya no tengo iniciativa para celebrarlo. Me entrego a los
demás y me dejo manejar. Es más cómodo". Le tocará a su familia. Al fin
y al cabo, 99 años no se cumplen todos los días.