El lenguaje de las papas

 

Wladimiro Rodríguez Brito *

 

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[…Con los índices de paro que sufrimos, nuestros pueblos no pueden estar abandonados, sin actividad y perdiendo población. Nos seguimos mudando a las ciudades, sin tener trabajo ni otras alternativas. Si solo se cultivasen las papas que demandamos, se labrarían y sembrarían 15.000 hectáreas . Si además fueran a 2 o 3 hojas, rotando papas, cereales y legumbres, resurgiría también nuestra ganadería, añadiendo producción láctea, cárnica y la generación de estiércol, produciendo también gofio con cereal propio…. También necesitamos un compromiso de todos los consumidores. Tenemos que demandar papas de calidad, con control de procedencia…]

 

   Recientemente se han hecho públicos los datos de 2014 del mercado insular de papas y seguimos haciendo las cosas mal. Hemos importado en 2014 más de 60 millones de kilos de papas; nuestra dependencia del exterior ronda el 50%. No se puede justificar que cada uno de nosotros importásemos más de 30 kilos de papas, 300 litros de lácteos y 20 kilos de productos cárnicos. Al menos se ha descendido desde 2010, cuando llegamos a 80 millones de kilos de papas del exterior.

 

   No hay razón para sustituir nuestras queridas papas por dudosas importaciones. Hace 40 años nos sobraba producción para exportar la misma cantidad que ahora importamos. Las Islas pueden producir más de las 150.000 toneladas que demandamos hoy. También tenemos campesinos dispuestos a trabajar. No solo tendríamos menos dependencia del exterior sino mantendríamos limpios gran parte de los canteros abandonados y tan peligrosos en verano, tierras balutas llenas de matorrales y combustible para los incendios.

 

   Con los índices de paro que sufrimos, nuestros pueblos no pueden estar abandonados, sin actividad y perdiendo población. Nos seguimos mudando a las ciudades, sin tener trabajo ni otras alternativas. Si solo se cultivasen las papas que demandamos, se labrarían y sembrarían 15.000 hectáreas . Si además fueran a 2 o 3 hojas, rotando papas, cereales y legumbres, resurgiría también nuestra ganadería, añadiendo producción láctea, cárnica y la generación de estiércol, produciendo también gofio con cereal propio.

 

   Tras siete años de crisis, seguimos sin ver el campo como una alternativa para generar puestos de trabajo y como un modelo más sostenible que el puro sol y playa turístico. Además, cada vez cuesta más gestionar las zonas de medianías, antes cultivadas y hoy cubiertas de matorrales.


   Hay razones para tener un modelo rural viable y estable. Las ayudas a los agricultores de papas pueden significar desde los 97 euros por tonelada de papas de semilla, hasta 20-25 céntimos por kilo producido, pasando por los 910 euros por hectárea sembrada. Pero estas ayudas han de estar distribuidas con transparencia y equidad. También necesitamos un compromiso de todos los consumidores. Tenemos que demandar papas de calidad, con control de procedencia. Es imposible que nuestros agricultores compitan si solo nos fijamos en los precios de mercado; en Canarias cuesta
producir un kilo de papas entre 40 y 80 céntimos.


   Depende de todos evitar que se vendan papas mal pagadas a sus productores de origen o por debajo de su coste. Hoy se están vendiendo papas a 20 céntimos el kilo, cuando solo el flete desde las islas británicas cuesta más de 10 céntimos. Volver a tener actividad en nuestros pueblos, para crear empleo, pasa por un acuerdo firme entre consumidores y agricultores, y con comercializadores y distribuidores. Esto no son etéreas teorías macroeconómicas, sino que para salir de la crisis hay que generar actividad y trabajo.

 

* DOCTOR EN GEOGRAFÍA POR LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA

 

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