Leche
blanca o leche
negra
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Wladimiro Rodríguez Brito *
El
primero de este mes de abril se rompió con las cuotas lecheras establecidas
hace 30 años en la Unión Europea. Estas cuotas no fueron favorables para España,
y aún peores para Canarias. En ese reparto, se nos asignó un volumen de leche
similar al de Dinamarca o Irlanda, muy alejado de la cuota lechera de Francia,
Alemania, Holanda e Italia. Esta restricción para la producción significó que
una parte se penalizaba con 0,27 euros por litro fuera de cuota, la llamada
leche negra, excluida de los 0,04 euros de ayuda europea por litro. La leche
negra ha perjudicado a miles de ganaderos, con un espejismo de precios bajos
para los consumidores.
En Canarias, esa situación se agravó ante las importaciones de excedentes comunitarios por la actitud de los centros de distribución. A ello se ha unido la importación de productos ganaderos de terceros países sin aranceles.
No nos
debe extrañar que la cabaña bovina haya caído de manera alarmante: en estos
momentos, solo podemos comparar nuestra ganadería con las zonas de mínima
producción de la Unión, como Malta, Chipre o Luxemburgo.
En
la actualidad, la única ganadería que se ha conseguido salvar es la de las
cabras. Ha conseguido mantener una producción importante dada la demanda
interna de queso y una actitud de apoyo por parte de las instituciones isleñas
que ha favorecido la mejora genética de nuestro ganado caprino y a las granjas.
La
prioridad política es una cesta de la compra lo más barata posible, arrasando,
si es necesario, al sector productivo insular. Esto se ha traducido en unas
leyes que obstaculizan a los productores locales y permiten importaciones a
precio de saldo y de dudosa calidad. Importamos 130 millones de litros de leche
líquida hacia las Islas, 20 millones de kilogramos de quesos, siete millones de
leche en polvo y 40 millones de cárnicos de terceros países.
Está
por ver si la liberalización de la producción en la UE va a ser beneficiosa
para las Islas. Primero, tenemos que solucionar nuestros problemas crónicos en
este sector, como las leyes y normas que limitan enormemente el tamaño y la
localización de las explotaciones ganaderas en suelo rústico, o la
interpretación más rígida de la ley de bienestar animal que en otros países
con mayor tradición ganadera. Apoyar la ganadería local es importante, no solo
para tener una menor dependencia en nuestra alimentación, sino también para
que ganadería y agricultura se complementen totalmente. La ganadería necesita
pastos, con lo que detrae combustible a los incendios de nuestros campos, y
genera puestos de trabajo, tan necesitados en las Islas y sobre todo en nuestro
campo. En los últimos diez años, el ganado vacuno canario ha descendido el
40%. La nueva situación del sector lechero en la UE requiere un compromiso por
parte de nuestros responsables políticos para no solo defender sino impulsar el
sector ganadero canario.
Defendamos
lo nuestro y a nuestra gente. La leche no se fabrica en los supermercados, sino
la producen vacas cuidadas por ganaderos.
*
DOCTOR
EN GEOGRAFÍA POR LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA
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