Las cuatro “t”:

tabaibas, techo, trabajo y tierra…

   «» El Padre Báez *

 

“… los pastores… fueron corriendo… todos… se admiraban de lo que decían los pastores… los pastores se volvieron…” (del evangelio de san Lucas 2, 15-20“… el cordero… el cabrito, el novillo… la vaca pastará… sus crías… el buey…” (del libro del profeta Isaías 11, 1-10“… fieras y ganados… ensalzadlo… por los siglos…” (del cántico de Daniel 3, 57-88. 56).

 

… La cosa tiene que ver con graves problemas sociales que pesan sobre las islas (y otras tierras). Sobretodo la exclusión del campesino de la isla, hasta casi su desaparición. Se trata de una realidad silenciada, callada (los medios la ignoran). Lo pobres la sufren pero no luchan contra ella (lamentablemente). De brazos cruzados solo oyen sobre fútbol, y esperan la ayuda de Cáritas (u otras instituciones parecidas o similares), asistencia sin soluciones. Tienen anestesiada o drogada a la sociedad, unos y otros.

 

Los pobres o parados nada esperan (solo ven y saben de fútbol), no son protagonistas (como si no existieran, no se les oyen, pero están ahí); no se organizan, solo hacen cursos que no les habilitan para nada, los que lo hacen, nada reclaman (tienen mucho miedo), los pobres del campo (y todos) son los gran olvidados, a los que no les dan salidas. Y no se puede (debe) vivir de la generosidad, de la caridad, de la ayuda, de la asistencia… ¡eso no es vida, sino dependencia y sometimiento! Se está el cabildo apropiando del gran bien que es la tierra. Falta trabajo, porque prohíben el cultivo de la tierra (que ya no es de su dueño o propietario, sino clasificada, y por tanto del miedo ambiente o cabildo).

 

Ya falta hasta la vivienda, y el campesino (y otros) se quedan sin derechos sociales y laborales. Nos destruyen la fuente de alimentación que es la tierra, y sus dueños se tienen que desplazar, emigrar, meterse en la droga…, y nada cambia (sino todo a peor). El campo está sin voz. Hay solo miedo, mucho miedo. Les ponen huertos en la ciudad, entre coches (engañabobos), sin ir al fondo de la cuestión: huertos, en el campo su lugar y sitio. Proyectos absurdos en los que caen hasta las mismas Cáritas (también con sus huertos urbanos de engañabobos y encubridores de los que los prohíben, persiguen y castigan en el campo, su lugar únicamente válidos). La pobreza no necesita de huertos en la ciudad, sino de tierras cultivadas en los campos. Los pobres son fácilmente reconvertidos en agricultores, si se les dejara cultivar la tierra, que les han robado. ¡Que triste ver cómo te regalan una lechuga, cuando puedes cultivar además tomates y otras hortalizas! Que dando o ayudando solo conseguimos reducir a la pasividad al pobre que calla y con lo dado, pero no trabajado por él. Se trata de la hipocresía de dar y no de dar la caña (sino el pez). En lugar de filas pedigüeñas, debiera haber hombres libres repartidos por las tierras vacías improductivas. Y los pobres, y los jóvenes irían con gusto, libres al campo a trabajar y a comer, y no a que les den en filas humillantes.

 

Tierra, techo y trabajo es lo que por dignidad corresponde a todo ser humano sea o no hijos de Dios (así considerados). Y esto no es comunismo, sino comunitario. Las tres “t”, del comienzo o título son derechos y por ello habría que luchar (y no vivir de la humillante mendicidad). La iglesia siempre luchó desde su Doctrina por estas tres “t”. Las tres “t” que destruyen. Se destruye el trabajo de la tierra, echan a los campesinos del campo, de su tierra, se les prohíbe y castiga si cultivan, se saca al hombre de su tierra, de su hábitat, de su propiedad, y se manda a mendigar sea a Cáritas u otro lugar, o al suicidio (que luego no nos lo dicen, lo tienen prohibido, ¡ah cínicos!).

 

Se ha desnudado al hombre del campo de su dignidad y se le humilla a la mendicidad. Ya esto roza lo inaguantable, y sin embargo se sigue en ello, y a más. Se le ha quitado al hombre del campo su dignidad. El centro del campo y su totalidad entregado a la inútil tabaiba sin más (pero con gatos encerrados). Le quitan la tierra al campesino donde su vivienda, y se queda hasta sin ésta al echarlos de la misma. Y lo peor, es que los dejan sin derecho alguno a nada, sino a la mendicidad (o a robar, y a la cárcel). Le han quitado la tierra, le han dejado sin trabajo, sin derecho a nada, solo a la mendicidad, o va a Cáritas o similares a comer, perdiendo de paso la dignidad... (y no sigo, para no faltar).

 

* Fernando Báez Santana, Pbtero.

 

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Artículos del Padre Báez  publicados en El Canario.net y en El Guanche.info