Valle de La Orotava: crisis social
Wladimiro
Rodríguez Brito
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[Estamos
ante una crisis rentista, donde la tierra sirve para especular y no para
producir. El mundo rural y la cultura agraria han perdido todo su valor en
nuestra sociedad, y el alejamiento entre la tierra y la población rural es uno
de los puntos negros de nuestro sistema educativo.]
El
cultivo de plátanos en el Valle de La Orotava[1], hasta hace poco seña de
identidad del Valle y de la Isla, se encamina a su desaparición. La crisis que
sufre nuestro campo no solo es económica, sino que los aspectos sociales y
culturales son los que explican la situación actual. El plátano, el cultivo más
mimado de Canarias, ha perdido en los últimos años más del 50% de su
superficie. En el Valle de La Orotava, hemos pasado de
¿Cuáles
son las razones por las que nuestro campo no genera ilusión, compromiso
empresarial y motivación? El Valle tiene uno de los suelos más productivos de
Canarias, con buenas condiciones de vida y algunas de las mejores
infraestructuras de nuestras islas; no se puede comparar esta situación con la
marginada Garafía, o con los maltratados barrancos y bancales de Hermigua o los
Sauces. Estamos hablando de una actividad económica que puede generar más de
1.000 puestos de trabajo en una zona con altos niveles de paro. La bajada de
producción en el Valle genera problemas a todo el sector platanero y dificulta
defender la agricultura en Canarias. Hemos perdido cuota de mercado en la Península
y miles de agricultores con su correspondiente participación en las básicas
ayudas europeas. No tomamos medidas para mantener la cuota histórica, que ha
bajado en 80.000 toneladas en total.
Estamos
ante una crisis rentista, donde la tierra sirve para especular y no para
producir. El mundo rural y la cultura agraria han perdido todo su valor en
nuestra sociedad, y el alejamiento entre la tierra y la población rural es uno
de los puntos negros de nuestro sistema educativo. Muchas parcelas que antaño
eran cultivadas de plátanos en el Valle están cubierta de maleza, y solo en
casos contados se han sustituido por aguacates y hortalizas. Ha predominado el
sentido especulador sobre el productivo y social; este modelo lamentablemente se
está propagando por las Islas.
Hay que tomar medidas para incorporar jóvenes a la agricultura. Nuestro compromiso debe estar con los consumidores peninsulares, pero sobre todo con la agricultura local. No veamos el suelo como mercancía, sino como un recurso que tenemos que optimizar en Canarias.
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DOCTOR
EN GEOGRAFÍA POR LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA
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