La Laguna y el campo

 

Wladimiro Rodríguez Brito *

 

[…Hay que facilitar que nuestros jóvenes puedan luchar justamente en esta dura pelea por la supervivencia del campo… Tenemos que hilvanar estructuras de comercialización que acerquen los pequeños agricultores al consumo local… Apostemos por nuestros agricultores para que tengan sostenibilidad económica y nuestro campo vuelva a recuperar la fisionomía y la vida que tenía hace unos años.]

 

   Hablar de La Laguna es hacerlo del municipio que ha tenido la mayor superficie cultivada de todo el Archipiélago. Es un territorio que reúne las mejores condiciones y en el que su población ha mantenido un emporio agrario de primer orden. Aquí hemos tenido desde los cultivos más exigentes en trabajo y esmero, como flores, plantas ornamentales, horticultura para la demanda interior o para la exportación, o los cultivos más tradicionales, desde cereales a platanera, viña, papas; etcétera.

 

   Igual que en tantos otros puntos de Canarias, hay en La Laguna un número importante de invernaderos y de parcelas sorribadas hace unos años y hoy ocupadas por la maleza, por no hablar de las tierras de "pansembrar" de secano, antaño dedicadas a cereal y pastos. ¿Por qué el campo lagunero está en crisis? ¿Hay razones qué expliquen que un recurso tan valioso como este no esté aprovechado, más ahora que batimos máximos en pobreza, paro y dependencia del exterior?

 

   A pesar de ser La Laguna el mayor municipio cerealista y forrajero de Canarias en este momento, las más de 400 hectáreas de plátanos cultivadas en los ochenta se han reducido a la mitad. Igual ha sucedido con las hortalizas dedicadas al mercado interior. No son solo los problemas de falta de demanda interna o de rentabilidad los que explican esta disminución, tal y como ocurre con la platanera en el resto de las Islas. Son los nuevos valores culturales de nuestra sociedad los que rara vez piensan en nuestro medio rural. La superficie restante de flores ornamentales, plátanos..., o la ganadería local, así como nuevas iniciativas como la papaya, sufren la indiferencia, cuando no el desprecio o la discriminación de nuestras instituciones, pero también de nuestro mercado y por ende de todos nosotros.

 

   Hemos perdido un patrimonio humano importante, que tenemos que recuperar con una cultura de iniciativa y empuje, tal y como La Laguna de antaño siempre fue. Aún nos queda un importante legado humano y material aprovechable. Hay que facilitar que nuestros jóvenes puedan luchar justamente en esta dura pelea por la supervivencia del campo. Apostemos por las más de 1.500 hectáreas que aún cultiva La Laguna, tanto para el autoabastecimiento como en cultivos pioneros en la exportación, como papayas, plantas ornamentales y otras hortalizas.

 

   Tenemos que hilvanar estructuras de comercialización que acerquen los pequeños agricultores al consumo local. Hemos de cuidar al máximo la calidad de lo que producimos y comercializamos. Hoy no hay razones económicas para una crisis del mundo rural: tenemos oportunidades reales dadas las demandas interior y exterior de papayas, plátanos, plantas ornamentales, aguacates, leche, carne, etcétera. Apostemos por nuestros agricultores para que tengan sostenibilidad económica y nuestro campo vuelva a recuperar la fisionomía y la vida que tenía hace unos años. Nuestro campo y nuestra gente se merecen otra política agraria, para ser menos dependientes y menos pobres en lo cultural y lo económico.

 

 * DOCTOR EN GEOGRAFÍA POR LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA

 

Otros artículos de Wladimiro Rodríguez Brito publicados en El Canario

 

wladimirorodiguezbrito.blogspot.com

hagropecuario opinión