¿El indigenismo puede cambiar la
situación?
«» Pedro
J. Brissón
“Habrá que soltar el lastre que nos
gobierna para poder caminar dignos y libres”.
Inspirado en algunos
escritos del investigador, compañero y amigo, Guillermo Sánchez Pérez, sobre
el indigenismo como modo de recuperar el espacio tan podrido, expoliado y de
corrupción que se vive en Canarias; añadido a la recuperación del
protagonismo de la madre tierra en la Bolivia de Evo Morales, recuperé la
memoria sobre una de las historias coloniales de la España sangrienta y
prepotente de allende los mares. Concretamente la leí en mi última escapada a
Colombia y creo que refleja el sentir de lo que hoy día aguantamos, todos los
procesos coloniales que nos imponen desde cualquier gobierno metropolitano español.
Los
que mal nos gobiernan van acumulando un creciente número de leyes injustas que
siguen ahogando a los conformistas asfixiados y anulados por el miedo, ellos
saben que los indígenas de Canarias, que son ahora mismo los más perjudicados
por sus políticas de presión, aguantan las lluvias de multas y palos, casi sin
rechistar. La historia criminal está de su parte y la
experiencia de estrangular y someter, les dice que pueden apretar y que no pasará
nada, ya que el miedo “neblina la conciencia y realidad del canario/a”, como
decía Manuel Alemán.
En
esta carta, ya podemos hacernos una idea de la dura vida colonial y de la
miseria de los que la padecen, pero la verdadera nobleza y templanza del indígena,
se conoce mejor cuando se le aprieta tanto, que se rompe el paso de rosca y es
ahí, donde aparece la verdadera historia del digno y honrado indígena anónimo,
relatada por el médico francés Charles Saffray, en su viaje a
Nueva Granada, en un episodio que acaeció antes de la independencia (2):
"Un oficial español que atravesaba
el Quindío parecía complacerse en injuriar a su conductor, porque le parecía
que iba demasiado despacio, aunque el indio hacía cuanto le era posible. El
viajero, empeñado en acelerar la marcha, gritaba siempre, y al fin, calzándose
las espuelas, hirió con ellas al conductor. Llegados a un punto donde el camino
bordea un espantoso precipicio de cuatrocientos metros de profundidad, el indio,
que esperaba su hora; se arqueó de pronto sobre su férreo palo, y de un
vigoroso empuje lanzó al oficial en el abismo. Todos los conductores del Quindío
saben esta historia, y enseñan el sitio donde fue precipitado el viajero".
Moraleja
de la historia: “Habrá que soltar el lastre que nos gobierna para poder
caminar dignos y libres”.
08/03/2015
Bibliografía:
* Biblioteca Virtual Luís Ángel Arango
(1) “Alejandro de Humbolt
en Colombia”. Extractos de sus obras compilados, ordenados y prologados con
ocasión del centenario de su muerte, en 1859, por Enrique Pérez
Arbeláez, Dr. Phil. Edición de la Empresa Colombiana de Petróleos,
Bogotá, Colombia, 1959. Impreso en Editorial Iqueima.
(2) “Doctor Charles
Saffray: Viaje a Nueva Granada” Volumen
110 de la Biblioteca Popular de Cultura Colombiana. Bogotá - Colombia, 1948.
Otros
artículos de Pedro J. Brissón Sosa