Ichasagua, el último mencey alzado
«» Pedro Bencomo el Alzado
Según cuentan los lugareños, en este Roque, en algunas de las noches más claras, se puede ver en su cumbre luces moviendose de un lado para otro; dicen que son los alzados, clamando venganza por aquella traición a su Mencey: El Gran Ichasagua.
Corría el año de 1496 y los españoles daban por terminada la
conquista de la isla de Achinech con el tratado de Los Realejos.
Pero la isla aún no estaba sometida. Los guanches alzados y los
que fueron traicionados por los españoles mantuvieron una guerra de guerrillas
sobre todo en la parte sur de la isla de Tenerife.
Una vez "pacificada" las islas, los Reyes Católicos
dejaron de subvencionar a Las tropas mercenarias así que los soldados
profesionales traídos desde España fueron licenciados y se marchan al no poder
hacer frente el de Lugo a los grandes gastos de los salarios. Así que, para
poder pagar su suelo, decide mantener la política de la venta de esclavos para
poder sufragar los gastos de su "ejército". Pero aún así, el gasto
era excesivo.
El de Lugo ya había pacificado las tierras fértiles del norte. El
sur de la isla aún era una zona inexplorada y por ello la resistencia guanche
iba en aumento. Estos conocían muy bien el terreno donde se movían. se alzaron
por su libertad y defenderían metro a metro, palmo a palmo, su territorio.
Conocían muy bien las cuevas, los caminos, los valles…, pero el Sur era árido
y no podrían esconderse con tanta facilidad como en el norte, pero tampoco los
españoles y esa era su gran ventaja sobre el ejército invasor. Nuestros
antepasados ofrecieron una dura resistencia.
Una de las medidas de represión que lleva a cabo, el de Lugo, es
por sometimiento y secuestro de las familias Guanches de Paz. Ancianos, mujeres
y niños eran hechos prisioneros para obligar a los Guanches a parlamentar con
los alzados.
Pero Los alzados conocían perfectamente los engaños de los españoles
y ya no creían en sus treguas ni pactos.
Envalentonados, este grupo de Alzados decide volver a crear el
Menceyato de Adeche, desde donde Gran Tinerfe y Sunta habían gobernado e
impartido justicia sabiamente. Y de esta manera, en 1502, proclaman Mencey al
noble Ichasagua, uno de los que no se acogieron al tratado de Los Realejos. Montó
su corte entre Adeje y Arona en el Auchón Real.
La proclamación del Mencey Ichasagua, conmovió los inseguros
cimientos de la recién implantada sociedad colonial europea. Comprendiendo los
invasores todo el alcance político que tenía un hecho de esta naturaleza, en
un país que no estaba totalmente pacificado, ordenan la invasión del menceyato
de Adeje.
El de Lugo al saber el alcance del nuevo menceyato adejero decreta
la prisión de algunos nobles de la zona sur y ordena la invasión del lugar por
dos lugares distintos, desembarcando sus tropas en las costas de Chasna y Los
Cristianos.
Un grupo de tropas españolas apoyadas por guerreros isleños,
especialmente canarii y guanches de paces, superando las cumbres desembocaba por
Chasna. Este ejército iba comandado por Guillén Castellano, lanzaroteño, Jerónimo
Valdés, Sancho de Vargas, Andrés Suárez Gallinato y Francisco Espinosa.
Simultáneamente, desembarcaba por la playa de Los Cristianos el mercenario
flamenco mal llamado borgoñón, Jorge Grimón, al frente de 50 espingarderos y
ballesteros, portando además socorros alimenticios para las tropas que habían
penetrado por las cumbres.
Según la tamusni estas fuerzas se pusieron en contacto y
recorrieron el territorio sin poder librar una verdadera batalla, ya que el
Mencey Ichasagua, conociendo las tácticas de combate de los españoles, ordenó
a sus Tabores que se desplegaran por todas partes; pero en cuanto el ejército
invasor se fraccionaba en columnas los alzados se concentraban y arremetían
contra ellos, trabando encarnizados combates, de los cuales salieron siempre
victoriosos los guanches, gracias a la nueva estrategia empleada por Ichasagua y
porque ya eran muchos los katuten que tenían armas europeas, arrebatadas a las
tropas españolas durante los encuentros mantenidos con éstas y especialmente
en la gran batalla de Acentejo. Estas escaramuzas se mantuvieron varios meses
sin resultados positivos para los invasores. Las pérdidas y el desgaste que
estaba sufriendo el ejército español por los nuevos métodos de guerrilla
empleados por Ichasagua, obligaron a los invasores a cambiar de táctica,
empleando las argucias políticas y el engaño que tan buenos resultados le habían
dado en campañas anteriores. Así decidieron replegar las fuerzas dejando a
algunos isleños comprometidos con su causa, los cuales tenían por misión
sembrar la discordia entre los Tabores de los alzados.
El 25 de noviembre de 1502, el Cabildo colonial se reúne en el
templo católico de La Concepción en Aguere, y trata, entre otras cuestiones,
de la formación de una cuadrilla de guancheros para parlamentar con a los
alzados ofreciéndoles las mismas condiciones pactadas en Los Realejos, la
embajada estaría dirigida por los Tacoronte.
Por esas fechas estaba preso en la cárcel de la villa don Diego de
Adeche, (Pelinor) el cual estaba encarcelado por orden del Alonso de Lugo
acusado por este de acoger, ayudar y por negarse a traicionar a más hermanos de
raza alzados. Recordemos que Pelinor fue, cuando la conquista, del llamado Bando
de Paz ya que se negó a apoyar a Bencomo contra los invasores.
Los Tacoronte, aprovecharon la oportunidad para conseguir diplomáticamente
la libertad del ex Mencey, el cual posteriormente tuvo una participación
decisiva en la digresión de los alzados en el menceyato de Adeje.
A continuacio, la transcripción íntegra de la sesión del del
Cabildo colonial de aquella época:
“En este dicho día, en la yglesia de la Concebcisyón de la
villa de San Cris tóval, entraron en Cabildo los onrados señores Pero Mexía,
alcalde mayor de la ysla, y los regidores Fernando de Trosyllo e Cristóval
d'Espyno e Gerónimo de Valdés e Mateo Vyña e Guillen Castellano e el jurado
Francisco de Albornoz, e fezieron e ordenaron lo syguiente:
Habla sobre los guanches.
E luego platicaron en Cabildo sobre poner remedio cómo se tomasen
los alçados guanches que andaban robando la ysla.
Requerimiento de guanches.
E luego paresció ende presente Ximón e Fernando Tacoronte e
Gaspar e Francisco de Tacoronte, guanches, por lengua de Guillen.
E hezieron un requerimiento al dicho señor alcalde mayor Pero Mexía
que estava presente, que por quanto el señor Governador Alonso de Lugo e por la
señora Bovadilla e regidores les ha sydo mandado que tomen los guanches alçados
ladrones, que ellos están prestos de lo hazer e cunplir e trabajar en ello con
todo su poder, con tal que les sean dados los mantenimientos y espensas
nescesarias y las otras cosas; e que por quanto al presente el señor alcalde
tyene preso a un guanche que se dize don Pedro (por don Diego) de Adexe, el qual
sabe la tierra del reyno de Adexe do andan los alçados, que por tanto se lo
mandase dar e que ellos se obligavan e obligaron con sus personas e bienes
muebles e rayzes para se lo dar cada que se lo pediese e demandare, so pena sus
personas a merced del rey e los bienes perdidos.
Respuesta del alcalde.
E luego el dicho señor alcalde dixo que lo requerido por los
dichos guanches le paresce bien, pues que le dan fiador de la faz que les da
el dicho guanche; que pedía a los señores regidores le digan su parescer.
Parescer de los regidores.
E luego todos los dichos regidores dixeron que su voto e parescer
es que al dicho guanche que asy está preso se lo de el dicho alcalde a los
dichos guanches para sacar los dichos alçados, pues que es servycio de Dios e
bien e pro de la ysla; con tanto quel dicho alcalde resciba fiança bastante de
la haz del dicho guanche.
Respuesta del alcalde.
E luego el dicho alcalde respondió al voto e parescer de los
dichos regidores, en que dixo que en presencia de todos, que la señora
Bovadilla le encomendó la vara de justicia, con acuerdo de todos ellos, para
que él feziese justicia a servicio de Dios e de sus Altezas, y que el dicho
guanche él le tenía preso por ciertas querellas que del dieron, de las quales
el dicho alcalde ha quesydo saber la verdad y no ha hallado por do pueda
proceder contra él por ningund rigor de justicia, e que el dicho guanche está
preso y que él no lo ha soltado fasta más se ynformar, y que pues al parescer
de tos los señores regidores e suyo es que el dicho guanche puede aprovechar
para ayudar a tomar los alçados que andan robando la tierra e vecinos della, e
que le plaze dar en fiado a todos los quatro guanches que hezieron la dicha
obligación, para que cada e quando se lo pediere el alcalde o otro juez lo pornán
en la cárcel segund que se obligaron.”
A partir de este acuerdo entran en escena la cuadrilla de
guancheros formada en La Laguna por don Pedro de Tacoronte, sus hermanos y
parientes y el príncipe Izora, éstos mantienen contactos secretos con
determinados Sigoñes de los tabores de Ichasagua, transmitiendo una serie de
promesas de parte de los conquistadores, las cuales, por otra parte y como era
habitual en ellos, jamás cumplirían.
Así convencieron a algunos Guanches de que lo mejor era La Paz y
de que si entregaban las armas obtendrían cargos políticos, tierras y ganado,
consiguiendo que estos, al relacionarse con los alzados, provocaran la discordia
entre los mismos. Utilizaban la táctica de la Cizaña, la discordia, mediante
la mentira y el engaño.
Por fin, don Pedro de Tacoronte en compañía de otros notables
consigue reunir en Tagoror a algunos de los sigoñes alzados en un lugar de
Abona que posteriormente se conocería como Los Parlamentos.
Llevaban los comisionados instrucciones de los invasores para
negociar la paz bajo las mismas condiciones del tratado de Los Realejos, con
olvido de todo lo pasado; proposiciones que acabaron por aceptar algunos de los
alzados, siempre que el Mencey Ichasagua entrara en el acuerdo.
Aceptado el principio de acuerdo, la asamblea se dirigió hacía el
píe del actual pueblo de Arona, al lugar denominado El Llano del Rey, el cual
hasta fines del siglo XVIII en los documentos oficiales se cita como El Llano
del Rey Ichasagua. Cuando llegó la comitiva a presencia del Mencey encontraron
a éste en píe rodeado de algunos de sus consejeros, mirando al numeroso grupo
que se le aproximaba, al frente del cual venía el infante Izora, cuando éste
llegó a su presencia y después de dirigirle un saludo le dio a conocer su misión
y las proposiciones de paz.
El Mencey Ichasagua, sin corresponder al saludo de Izora, sin
pronunciar una sola palabra, recorrió con la mirada los rostros de todos los
que venían con él como tratando de adivinarles el pensamiento, tiró de pronto
de un puñal que llevaba al cinto y se lo hundió en el pecho. Así, cumpliendo
con la tradición de sus ancestros, mediante el suicidio ritual murió el penúltimo
Mencey Guanche, sin siquiera molestarse en dar repuesta a las propuestas que los
verdugos de la matria le trasmitía a través de unos renegados.
Tras el fallecimiento del Mencey Ichasagua, algunos de los
conjurados aceptaron las paces propuesta por los conquistadores y consiguieron
arrastrar consigo a muchos de los alzados.
La historia es testigo del poco honor que los españoles hicieron a
lo pactado, como es habitual en ellos. Otros se dispersaron por las cumbres y
montes manteniendo viva la lucha contra el invasor.
Con el paso del tiempo, unos se fueron integrando en la nueva
sociedad, otros, continuaron su lucha y su vida en las zonas más inaccesibles
de nuestra geografía, decidieron huir y esconderse en lo más alto y escondido
de las montañas donde los españoles tardarían años en llegar. Así se
mantuvieron pueblos como los de pínolere, Masca, San Juan de la rambla, Icod el
Alto..., y si bien con el tiempo las acciones de guerra se fueron aminorando, no
es menos cierto que estos alzados jamás se rindieron al invasor, por tanto,
podemos afirmar que aún continuamos en guerra con la potencia invasora, en una
especie de tregua indefinida no declarada.
El colonialismo es astuto y previsor, por ello sus planes de
dominio están concebidos a medio y largo plazo creando mecanismos sociales
capaces de idiotizar a los individuos y a los pueblos.
El sistema mantiene algún recuerdo de los menceyes que consideran
vencidos o sometidos, por ejemplo: en la Plaza de la Villa de Candelaria las
estatuas erigidas representan a los nueve menceyes que según las crónicas de
los invasores supuestamente firmaron el pacto de Los Realejos (exceptuando a
Bencomo) pero han ignorado deliberadamente a aquellos héroes que no se
sometieron como Chimenchia-Tinguaro; Bentor; Sebenzui y el gran Ichazagua.
De esta forma murió el último Mencey Guanche Alzado.
¡¡SEGUIMOS ALZADOS, NUESTRA LUCHA CONTINÚA!!