Prepotencia tabaibera de la guardia civil de tráfico

 

«» El Padre Báez

 

 “nos saquean… nos degüellan…” (delsalmo 43)” … son como animales… ¡qué asco…!...” (de la segunda carta de san Pedro 2, 9-22).“… nos rodean en gran número… lobos… más temibles que leones…” (de las homilías de san Juan Crisóstomo, obispo, sobre el evangelio de san Mateo).“… se burlan de nosotros…” (del salmo 79).“… urden engaños contra mi…” (del salmo 118), 65-72).“… todo el día me hostigan… me atacan… buscan un sitio para espiarme… acechan…” (del salmo 55).“… estoy entre devoradores de hombres… han tendido una red…” (del salmo 56).“… me guíe…” (del versillo a la lectura breve de nona del jueves II).

 

… La que muestra la guardia civil de tráfico frente a todo lo que se mueva y traslade de por sí, entiéndase motor, pero más los camiones, que ahora ya no de dos en dos en pareja sino como Dios, van en tres en tres en motos, y descarados miran violentamente tal si cada vehículo droga transportase, y es el caso que uno de los tres, por esas carreteras del norte, llevando el conductor -por el frío- el cristal levantado, imposible oír al que desde la moto le decía -¡dios sabe qué!-, que nervioso el del camión y violento el de uniforme, éste se puso de pie en la motocicleta, y recorriendo más de 200 metros en esa postura y actitud, el del camión temblaba de los nervios y susto, y tanto que en lugar de poner el indicador de la derecha para salir de la calzada y ver lo que quería el de la benemérita -¡oh, si el marqués de Ahumada resucitara!-, diría: ¡esto así, no lo funde yo!- que aparcado el camión, su chófer temblaba como una vara verde, pero el del tricornio ahora con casco de moto, volaba al alcance de sus otro dos compañeros, para darle alcance más adelante, que en idéntica actitud, locos, como desesperados, cuales drogadictos que buscan sus gramos del día, éstos buscan a la desesperada multar por nada a todo camionero que aparezca por el asfalto, y ello sin ton ni son, y con aires de superioridad, mostrando así sus complejos de inferioridad, son lobos para sus semejantes más que hermanos de los hombres.

 

Razones éstas, para que -si aquí hubiera justicia- enviarlos al siquiatra y que sus propios jefes les quiten el uniforme -a no ser que cumplan órdenes que deben desobedecer- por déspotas, por intransigentes, por abusadores, por mafiosos (dado que no lo sean, pero lo parecen), pues no salen a aconsejar, a amonestar con educación, y avisar, sino cual gatos a coger ratones y así atrapar al primero que pase vaya correctamente o no, pues siempre encuentran una pijada, para robarles el sueldo del mes. ¿Beneméritas estas acciones?, ¡que baje Dios y lo vea! Gente, que -no agentes- que debieran dar gracias a Dios tienen trabajo, que viven para acosar, perseguir y multar a inocentes pobres gentes que nada hacen sino ganarse difícilmente los garbanzos, como para que vengan estos uniformados, escondiéndose detrás hasta de tabaibas- a buscar fallos, y si no se los inventan porque tienen leyes y normas, reglamentos y otras leches, con artículos y letras mil, que solo ellos conocen, por un tubo, y siempre-siempre encuentran algo, y no es de recibo, que un cuerpo verde, viva de depredar con otros paisanos, que a duras penas se ganan los garbanzos, que ellos sin mérito alguno, sino con sus muchas maldades se los ganan paseando y persiguiendo a cuales si fueran mafiosos o delincuentes y traficantes fueran. Ya es hora, este desgraciado pueblo tabaibero, despierte del sopor que dan las malditas tabaibas, y frenen a estos cosacos verdes, que cabalgan en motos -ya no tienen dinero para reparar la flota de coches- y andan como perros hambrientos y sedientos de sangre buscando a diestro y siniestro a quien hincarles los dientes feroces, pues hay que ver cómo miran y con qué descaro al pobre y desgraciado tabaibero que conduce un camión sea suyo o no, de gente sin piedad, y sin nombre, pues actúan cuales fieras contra sus semejantes, sin haber motivos serios, porque si así fuera, hasta los felicitaba uno, pero así, multando a troche y moche, sin reparo alguno, pues bien que lo ve uno, cómo se esconden debajo de un puente y según ven asomar la carrocería de cualquier camión, y sin saber hayan faltado en algo, irremediablemente son parados, revisados, multados, y ello haciendo cola y perdiendo en el tiempo, y llegando tarde y fuera de hora a sus servicios o entrega (los camioneros), y encima dejando atrás el sueldo del mes, y si no más, y todo por nada, sino porque surcan las carreteras gente inhumana, soberbia, que por llevar un uniforme que manchan con sus acciones, abusan del poder y se llaman autoridad, cuando son lo más bajo de la sociedad que pisa carretera alguna, pues van con mala idea, con mala leche a joder al primero que pase y vaya como vaya.

 

Asombrados andan (como el del caso que les comento, que no se atrevió a seguir la marcha del susto y miedo de saber que lo esperaban más adelante- los conductores de camiones -y otros- que al solo verlos ya se echan a temblar, pues van a tropezar con la sin razón, la obcecación, el abuso, el terror, la inmisericordia, la agresión, el odio, etc., que quienes solo debieran ayudar y aconsejar, orientar, amonestar (¡y multar si hubiera razón grave para ello, y no por cualquier pijadita de nada!)... Puesto, que ni radio, ni televisión, ni periódico alguno lo dice, el Padre Báez, lo deja bien a las claras, si bien por respeto no exagera nada, y me quedo corto en lo dicho, porque si hablara claro, a algunos les iba a costar el uniforme, si es que la justicia funcionara, y les daba el porqué de ese comportamiento: gente que no superan un test de equilibrio, gente frustrada, amargada, con deficiencias psíquicas, carencias afectivas, cuernos tal vez de sus esposas por sus muchas novias, cuando no borrachos que los ves salir de bares donde no van a beber solo agua, etc., etc., se les manda como a perros a dar alcance a la pieza, y ellos, siempre ganan; pierde el pueblo, que vive en la ruina y ya ni por campo ni carretera alguna se puede mover ya uno.

 

Foto: www.triangulodigital.es

 

* Fernando Báez Santana, Pbtero.

 

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Artículos del Padre Báez  publicados en El Canario.net y en El Guanche.info