«» Francisco
Javier González
El próximo mes de mayo mi
querido amigo Francisco Tarajano cumplirá noventa y un fructíferos años de
vida, de los cuales algo más de los últimos cuarenta los ha pasado en Tamarán
tras su regreso de su también bienamada Venezuela, poniendo en valor una
asombrosa capacidad de trabajo intelectual para darnos el preciado regalo de más
de un nuevo libro por año -van ya más de medio centenar de ellos- todos
sacados de la raíz profunda de su amor a nuestra tierra y moldeados con su
insobornable sentido de la libertad y de servicio a nuestra patria común.
El “Parlamento Autonómico -que no Autónomo sino delegado- de Canarias” se
constituyó tras las elecciones autonómicas españolas de 1983 y el triunfo del
PSOE, con Pedro Guerra como Presidente y Jerónimo Saavedra como presidente del
gobierno autonómico. Oswaldo Brito propone se establezca un Día de Canarias y
el PSOE propone el 30 de mayo, fecha de constitución de ese parlamento
delegado, como ese llamado Día de Canarias, propuesta aceptada por unanimidad
de los parlamentarios autonómicos. En ese primer año, las dos primeras leyes
aprobadas son la 1/1983 que establece la forma y competencias del Gobierno autonómico
y su Administración pública y la 2/1983 para el Presupuesto de ese año. El
segundo año de funcionamiento tiene como ley 1/1984 la de Presupuestos y como
2/1984 la creación de los llamados Premios Canarias, instituidos el 11 de abril
a propuesta de Jerónimo Saavedra para entregar los sucesivos Días de Canarias.
En ese primera edición se adjudicó el de Literatura a Domingo Pérez Minik, el
de Bellas Artes a Felo Monzón, el de Trabajos en el acervo histórico-cultural
al antropólogo y etnólogo palmero José Pérez Vidal y el de Investigación a
mi profesor-y, pese a ello, amigo- Antonio González, todos ellos ya habitantes
de las estrellas del firmamento canario. Hasta 1991 los premios de Literatura
tuvieron carácter anual siendo el último de ellos el lagunero Carlos Pinto
Grote. A partir de ese año el Premio Canarias de Literatura pasó a ser bianual
hasta 1997 y desde entonces hasta hoy trianual, a causa, según parece por los
rumores de eruditos entendidos, del miedo a que se agoten los escritores con valía
suficiente para habitar en ese Monte Parnaso de las musas isleñas, auténtica
barbaridad si miramos la nómina de buenos escritores que cumplen los requisitos
del premio y que ni lo han recibido ni, probablemente, lo recibirán. Aquí
dedico a los amigos Pedro García Cabrera, Chano Sosa Barroso, Antonio García
Ysábal, Alfonso O’Shanahan, Amadou Ndoye y Félix Casanova un recuerdo porque
tuvieron la humorada de morirse antes de que se les considerara merecedores a
ser oficialmente “Grandes de Canarias” porque es sabido que el título de
Premio Canarias lleva consigo que los premiados, desde el momento de su
nombramiento, reciban el tratamiento de “Grandes de Canarias” y de “Excmos
Sres/Sras”, lo que no fue óbice para que esta “agradecida” Comunidad
Autonómica dejara prácticamente morir de hambre al premiado en 2003, el poeta
y amigo Arturo Maccanti, negándole hasta la pensión de jubilación a que tenía
derecho.
La convocatoria de esos premios se justifica como sigue:
Los Premios Canarias fueron creados por la Ley 2/1984, de 11 de
abril, como un instrumento de fomento de la cultura y al mismo tiempo como
expresión del agradecimiento de la Comunidad Autónoma al esfuerzo de aquellas
personas o entidades que, en relación con nuestro archipiélago, hubieran
contribuido con su trabajo a la promoción y tutela de la cultura canaria y de
los valores que representan la identidad regional.
La normativa actual (Modificada por Decreto 122/1992 de 30 de julio) establece
que:
1. Se instituyen los "Premios Canarias" para estimular y reconocer la
obra y el esfuerzo que hayan realizado personas o entidades en una continuada y
relevante labor, con transcendencia para el Archipiélago Canario.
2. El premio Canarias de Literatura será concedido a aquella persona o entidad
cuya labor creadora, utilizando como instrumento el lenguaje, represente una
contribución relevante al enriquecimiento de la cultura canaria.
Me pregunto entonces, sin menospreciar a ninguno de los premiados -incluyendo a
Cecilia Domínguez que recibirá el de 2015 el próximo 30 de mayo- si todos y
cada uno de ellos superan en méritos a Paco Tarajano. Suscribo íntegramente
las palabras de Luis Pulido Pérez, amigo y colaborador de Tarajano “Yo no
conozco a ningún otro escritor canario que haya cantado la flora, la fauna, la
toponimia, el ser, estar, pensar y decir del pueblo canario tan bien como
Tarajano”, pero no parecen suficientes su más de medio centenar de obras,
desde las recopilaciones de adivinas a los dedicados a la historia de Agüimes,
los de Lengua Canaria y su ingente producción poética con un uso
extraordinario de nuestra peculiar habla canaria. Probablemente el motivo sea la
participación de Tarajano en aquella manifestación entamarcada y encadenada de
1984 en la Plaza de Santa Ana, a la que el entonces alcalde Juan Rodríguez
Doreste se refirió como “de guanches con relojes japoneses”, que acabó con
la parafernalia del 29 de abril de la celebración por las autoridades
coloniales de la conquista española de Tamarán en 1483 y sirvió para que el
pueblo entendiera que no es digno celebrar las derrotas y la pérdida de la
libertad[1].
Como no creo que sea necesario ahondar más en un tema que todos
los canarios de nación tenemos más que claro me limito a recordar que ya el
Ayuntamiento de Agüimes, del que es Cronista Oficial e Hijo Predilecto, ha ido
solicitando desde 2004 hasta ahora que se le nombrara Premio Canarias de
Literatura (iba a escribir “que se le concediera” pero en el caso de
Tarajano no es una “concesión” sino el mero reconocimiento de los méritos
contraídos) pero, tanto entonces como ahora de nuevo, el “ilustre” jurado
miró para otro lado. Los que no miramos para otro lado somos todos los que
vemos en Francisco Tarajano el reflejo del alma de esta heptainsulana –para él
octoinsulana al contar con la islita más pequeña y más agraciada- nación que
se llama Canarias. Como los “ilustres sabios”, que ofician de diosecillos
del Olympo autonómico donde se apagan las verdes estrellas de la libertad,
nunca reunirán el valor cívico suficiente para ese reconocimiento de los méritos
de Tarajano, hacemos un llamado a la conciencia popular para expresar el
reconocimiento que le debemos los que compartimos su amor ya que sabemos que,
por su alma rebelde que se alza cuando la riega una mínima garuja guanche,
revestida de una voluntad de lucha tallada en el más duro basalto y rebosante
de la sinceridad y sabiduría que posee el que no ha perdido su raigambre
campesina, de mago luchador incansable contra el colonialismo, para ellos nunca
será PREMIO CANARIAS pero siempre tendrá el premio del amor y el respeto de su
pueblo.
Hace algo más de cinco años dediqué un llamado similar que, hoy
por hoy, sigue teniendo la misma vigencia y actualidad que cuando lo escribí y,
por ello, lo copio a continuación.
Aguere a 23 de abril de 2015.
Día del Libro
TARAJANO
Y LA LIBERACIÓN
Los esclavos viven muertos
en
las tierras coloniales
Muertos
vivirán sus hijos,
muertos
murieron sus padres
F. Tarajano. Coplas para el pueblo.1980
Estoy convencido de que no hay arte inocente. Más aún. No hay
actividad humana inocente frente a la sociedad. O se tiende a perpetuar, por
acción o por inacción, un modelo social o se pretende con las acciones a
transformarlo. He repetido varias veces la advertencia de Mao Tse-Tung de que
“No existe en realidad el arte por el arte, ni arte que esté por encima de
las clases, ni arte que se desarrolle al margen de la política o sea
independiente de ella”. La literatura, y dentro de la literatura la poesía,
es probablemente la creación artística con mayor capacidad de actuar como
agente alienante o como herramienta de liberación, individual y colectiva.
Cuando el poeta asume la misión de despertador de la conciencia colectiva de un
pueblo usando las expresiones nacidas del mismo pueblo al que va dirigida su
obra, domeñando muchas veces su propia creatividad en función de la diáfana
claridad del mensaje, sin falsos artificios, se convierte en un sorribador de
formas caducas y constructor privilegiado de un horizonte futuro, se transforma
en lo que Gramsci llamaba un “intelectual orgánico” al servicio de su
pueblo y de su clase. Eso, en una nación colonizada dentro de un mundo
capitalista imperante, como es nuestro caso en Canarias, donde los intelectuales
se venden baratos al poder establecido y cuando los procedentes de las clases
trabajadoras que adquieren una formación superior se desclasan con extrema
facilidad, pasando a convertirse en soportes del sistema que oprime a su pueblo,
necesita de una sólida conciencia y de un profundo convencimiento de la
justicia de la meta a alcanzar: la libertad y la dignidad personal y colectiva.
Ese es el caso de Francisco Tarajano. Consciente de su propia situación de clase, orgulloso de su profunda raigambre campesina, mitad de Agüimes, mitad de Ingenio que es como decir del mítico Guayadeque de Tamarán, logra estudiar bachillerato gracias a una beca de las 6 que donó a la Villa de Agüimes D. Alejandro Romero, luego, dando clases en colegios de Las Palmas y Tenerife cursa como alumno libre en Aguere la carrera de Filosofía y Letras donde termina como profesor auxiliar de Lengua hasta que marcha a Venezuela. Dieciséis años pasará ejerciendo la docencia en la que desde entonces, junto con Canarias, será también la Patria de Tarajano: Más quiero a mi madre África,/ más quiero a mi novia América/ que a esa tu patrona Europa/ que con el yanqui se acuesta. / Más quiero a Canarias libre,/ sin grillos en las arenas,/ que verlas pisoteadas/ por las botas europeas. De regreso en Canarias ejerce de profesor de Lengua y Literatura de Institutos, primero en el “Isabel de España” -¡que ironía!- y luego en el “Pérez Galdós” a partir de 1975. El mismo nos relata en su tercer libro:“Acostumbrado estoy a beber en la copa sabrosa del sudor personal. Con ahorros hechos en Venezuela, lancé mi primera obra”. Hemos sido nosotros, su pueblo, sus lectores que hemos devorado sus libro, los que casi lo hemos obligado al enorme esfuerzo creador que significa la cuarentena de los que ya ha publicado entre adivinas, historia de su Agüimes natal, leyendas y, sobre todo poesía, una poesía que ha trascendido de lo popular para convertirse en nacional porque, para él “el canario tiene que ser autor y actor de su historia, de su cultura y de su destino y no obligado espectador o asalariado y mancillado tramoyista” y, continúa Tarajano su pensamiento como autor, “con mis versos pretendo forjar conciencia canaria, fortalecer el espíritu de la raza guanche que aún pervive, despertar y educar al hombre canario”. Tarajano ha roto su propia profecía: “Si escribes en las Canarias/ no irás a las bibliotecas;/ sabes que a nuestra cultura/ el silenciarla interesa”. El está hoy en la mejor de las bibliotecas: el corazón de su pueblo.
Tarajano tiene claro que la liberación tiene que ser nacional y social cuando
nos dice que "Si hoy son un euroburdel/ mis Canarias africanas/ hará falta
aquí un Fidel/ que nos limpie roña y llagas./ Hará falta un santo Che/ que
con sonoras llamadas,/ despierte la guanche fe/ de Bencomo y de Doramas"
eso lo hace inasimilable por el colonialismo y sus secuaces “autonómicos”
y, al tiempo, lo convierte en nuestro poeta nacional y en un abanderado de esta
lucha, despertador de conciencias y cantor de la nueva alborada de una patria
libre, por lo que pongo en su boca y aplico a su persona las mismas frases que
usó en un poema que tuve el honor de que me dedicara y con el que finalicé en
su día el prólogo que le hiciera a su antología poética “Patria
Canaria”:
No me falta la razón
al
pregonar mi querencia;
Me
fallará de impaciencia
el
ansioso corazón
que
soy como el capirote
que,
preso, muere de rabia;
Ni
soporto goda gavia
ni
aguanto español barrote
Entrañable
compañero
Libre,
sigue tu sendero.
Francisco Javier González
[1]
No es digno celebrar la derrota
Otros
artículos de Fco. Javier Gzález.
publicados en El Canario y anteriormente en El
Guanche