No
existe una alternativa, existe la alternativa
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Isidro Santana León
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La
independencia de canarias se puede, pero no se quiere. Alguien me preguntó en
un debate que si “yo tenía una alternativa a las elecciones coloniales”…,
efectivamente, no es que la tenga yo: de facto, existe.
Hay
una agenda para la descolonización, elaborada por nuestro fenecido líder y
hermano Antonio Cubillo y el MPAIAC, de la que, sin problemas, se podría hacer
uso y presentar en las Naciones Unidas. Dicha documentación, es la única válida
y objetiva para nuestro propósito, ya que cuenta con el respaldo de dos cumbres
de la U.A (Unidad Africana), tales son la de Jartum y Addis Abeba, en Etiopía,
que reconocen a Canarias como un Estado africano. Además de este reconocimiento
de la organización panafricana, va incluido en el dossier los legítimos
derechos de Canarias a lograr su soberanía y convertirse en un nuevo estado
dentro del concierto internacional, reconocimiento que ampara en el Derecho
internacional y la Declaración universal de los derechos humanos. Si a esto le
unimos el agravante del acto de terrorismo de Estado, perpetrado por España
contra el líder del proyecto independentista canario, Antonio Cubillo, para
impedir que dicha documentación llegara al Comité de descolonización de las
Naciones Unidas, estamos ante un acto de terrorismo internacional; pues, el
intento de incoar el expediente la susodicha organización, de forma democrática,
legítima y legal, porque lo demanda imperiosamente nuestra situación colonial,
fue abortado, de la forma más mafiosa, baja, criminal y fascista jamás vista,
por un reino que se jacta de demócrata como es el caso de España.
Es
cierto que, después del recurso, frustrado por la criminalidad de España,
nuestro líder, con el CNC, igual que el FREPIC AWAÑAK, probaron recurrir a la
soberanía mediante el juego del colonialismo, las leyes de la metrópoli -las
elecciones-, pues, España, de forma mendaz, se arrogaba de la bonhomía de su
Sistema para lograr los objetivos de nuestro pueblo de forma pacífica y democrática,
reconociendo después, sendas organizaciones independentistas, que todo lo que
diga y haga la metrópoli es humo: nunca se logrará la independencia bajo ni
con su legislación. Todavía, a días de hoy, parece que no hemos aprendido que
la justicia española es de España y para los intereses mezquinos de España,
que los jueces y fiscales son sus jueces y fiscales, que la Constitución y el
ordenamiento jurídico son suyos, que las pistolas, la policía y el ejército
son sus cuerpos de represión y dominación, que Canarias tan sólo es su posesión
colonial para saquearla y usarla militarmente, sin importarle lo que pensemos
estos actuales súbditos y siervos de su antiguo imperio. Craso error usar su
maquinaria estructural para lograr nuestros derechos soberanos –que nos sirva
para aprender– pues nunca jugaremos en igualdad de condiciones, ya que su misión
e interés es seguir sojuzgando a Canarias y su pueblo a perpetuidad.
La
vía de liberación de Canarias debe estar y jugar sus cartas en otro marco jurídico,
como es la legislación y legalidad internacional que nos asiste, por ser
nuestra nación la colonia más antigua de la tierra, sin todavía solución.
Por tales e irrefutables motivos, los canarios debemos actuar y luchar en un
entramado paralelo a España y no dentro de su Sistema, pues nuestra situación
es de flagrante sometimiento y contrario a la ley y los derechos de gente. Supo
perfectamente, Antonio Cubillo, la ruta práctica y legal para darle la solución
a Canarias, ya que en el mundo estaban –están– sentadas las bases dentro de
un marco jurídico que nos ampara, al que recurrió con lógica y sensatez.
Nunca ha estado en los esquemas de España concedernos la independencia, y
aunque Secundino Delgado intentara –sin éxito– arrancar a la madrastra
arbitraria ciertas cotas de autogobierno para nuestra nación, en su siglo no
habían bases ni marco al que apelar para nuestra libertaria empresa. Hoy no
tenemos pretexto, pues contamos con un ordenamiento y legislación internacional
en la que nos podemos mover y, para mí, lo sospechoso es que los muchos
partidos autoproclamados independentistas recuran al marco de la metrópoli y no
al natural y posible.
Entonces
soy yo el que hago la pregunta: ¿Por qué estos grupos se empecinan,
legislatura tras legislatura, en presentarse a las elecciones coloniales a
sabiendas de que no pueden competir con la maquinaria del reino? ¿Por qué no
se hace dejación del protagonismo y se cede en favor de la convergencia
independentista para llevar nuestro asunto a su autentica solución? ¿Por qué
no ponen los intereses de Canarias por delante de sus intereses partidistas y
particulares? ¿Qué finalidad tienen estos grupos, además de crear la
atomización y descohesión del pueblo canario? ¿Qué harán en caso de que
algunos lleguen a tener concejales u otros políticos de profesión, con
respecto de la independencia? ¿Usan los partidos como parapetos para fines
espurios y las elecciones para empoderarse de cara a la opacidad? ¿Son
independentistas o juegan al independentismo para confundirlo todo y que nada
camine a excepción de sus incognitos intereses? ¿Cuántos han pasado de vivir
en el sindicalismo a probar en política municipal, cabildicia o autonómica? ¿Por
qué se usa como pretexto la orientación ideológica para anquilosar el proceso
de la soberanía? ¿De verdad que son honrados y sacrificarían su bienestar
particular por el bienestar de Canarias y de su pueblo, por la independencia?
Después de treinta años caminando en círculos seguimos en el mismo punto,
pero con un deterioro de nuestra patria y nuestro pueblo, imperdonable.
Canarias no tiene salida con España, nunca la tuvo y hoy menos. Nuestra solución pasa, inexorablemente, por convertirnos en un Estado archipelágico. Quien no opte por esta vía, no quiere a Canarias: la quiere podrida, mendicante, prostituía. Ahí lo dejo para la reflexión de los que quieran reflexionar.
10/04/15
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