«» Paco Déniz
Se
tuercen y se reviran los renglones, se engarrotan los dedos en el teclado cuando
me dispongo a hablar de…, lo ves, no me salen las palabras, iba a poner
tragedia, pero no me parece suficiente. Horror, sí, esa podría valer. Catástrofe,
tal vez, pero no me sirve ninguna, porque lo que yo quisiera es nadar a su
encuentro y salvarlo, y abrazarlo y darle confianza para ahuyentarle su terror.
Y secarlo mucho para que se duerma tranquilito y calentito, en una cama limpia,
con un pijama y una manta suave y prepararle el desayuno por la mañana, para
que coma con mis hijas.
Todos son nuestros
hijos. Porque lo que la gente de buena voluntad quiere es que cesen todas las
guerras, y los parques se llenen de chiquillos saludables y contentos con la
cercanía de los mayores. Pero no va a poder ser, porque hay quienes están muy
interesados en destruir a todos los países diferentes con sus gentes dentro
para que no levanten cabeza más nunca, hay quienes cuando ven a la gente
corriendo por Macedonia para arriba con los chiquillos en brazos sólo piensan
en frenarlos y ponerles vallas infranqueables. Sí, decididamente hay gente
malvada, que dirige países y vende armas y les da igual que el horror y el
sufrimiento invada a los demás con tal de garantizar su seguridad. La seguridad
de vivir en un cementerio, sin ruidos por la noche.
El
niñito de la orilla es nuestro y ya no podrá jugar como los de Sorolla, y eso
es lo relevante, no sé si la foto procede o no procede. El hecho es lo que
aterra y el porqué de esta situación. Y sospecho de todo, es muy sospechoso
que las monarquías árabes e Israel sigan siendo intocables, es muy sospechoso
que el llamado EI sólo destruya países que se suponen que son sus hermanos.
Que el gobierno turco lo utilice para masacrar a los kurdos.
Y
esto no es una sospecha, sé que detrás de esta estrategia planificada de
destrucción del mundo árabe está la CÍA y el Mosad. Y me da coraje que
dentro de unas décadas se desclasifiquen papeles y algunos se extrañen. Yo ya
se los adelanto. De ellos no podemos esperar nada, sólo de la gente que nada
sin guardar la ropa podemos esperar algo.
Artículos
de Francisco A. Déniz Ramírez
publicados en El
Canario