Los
dueños del poder se refugian en el pasado
Isidro
Santana León
[…Los
verdaderos e íntegros independentistas, no tienen excusas para culpar a nuestro
pueblo de su incultura e indolencia, en cuanto nosotros hemos hecho una labor
perfecta al colonialismo para que esta situación se prolongara en el tiempo
pudriéndolo todo…]
“Los
dueños del poder se refugian en el pasado, creyéndolo quieto creyéndolo
muerto, para negar el presente, que se mueve, que cambia; y también para
conjurar el futuro.
La
historia oficial nos invita a visitar un museo de momias. Así, no hay peligro:
se puede estudiar a los indios que murieron hace siglos y a la vez se puede
despreciar o ignorar a los indios que viven ahora. Se pueden admirar las ruinas
portentosas de los templos de la antigüedad, mientras se asiste de brazos
cruzados al envenenamiento de los ríos y el arrasamiento de los bosques donde
los indios tienen morada en la actualidad.
La
conquista continúa, en toda América, de norte a sur, y contra los indios vivos
continúan los desalojos, los saqueos y las matanzas. Y continúa el desprecio:
los medios modernos de comunicación, que difunden el desprecio, enseñan el
auto-desprecio a los vencidos: en plena era de la televisión, los niños indios
juegan a los cow-boys, y es raro encontrar quien quiera hacer el papel del
indio”.
Esta
acertada reflexión del escritor uruguayo Eduardo Galeano,[1]
“De espaldas a
la vida”, nos está pintando, con los colores más luminosos que hacen
distinguir el autentico paisaje de las colonias, la incuestionable realidad
situacional de Canarias y de su pueblo. Mientras la gente consciente de nuestra
nación continúe empecinada, únicamente, en saber la historia etnográfica de
nuestros ancestros; mientras se siga buscando la identidad bajo la tierra, en
las rocas, el cosmos y el misticismo…, el colonialismo, como metástasis
galopante, nos extingue la identidad viviente actual, deteriorándonos el
territorio –en el mismo instante que estamos entretenidos–, extinguiendo la
idiosincrasia de nuestro pueblo con la sutileza más aguda y perversa. No es una
crítica a la investigación antropológica y etnográfica, sino un llamado para
que nos demos cuenta que, mientras intentamos llenar el estanque a baldes, un
gran boquete hace que el agua, el arduo trabajo, se fugue de forma lastimosa e
irremediable. Sí, sería convertir nuestra nación en un museo inerte donde el
turismo vea los restos en detritos de nuestra etnia, al contrario de potenciarla
como una sociedad humana viviendo dentro de su propia cultura identitaria:
nacional.
Creo
qué, lo lógico, lo sensato, es taponar el agujero para poder llenar el
estanque, pero, claro está, eso supone enfrentarse políticamente al
colonialismo español arrancándole sus tóxicas y rapiñeras garras de
Canarias, lo que supondría un precio muy alto, pero decoroso, honorable, que
daría paso al verdadero autogobierno –nuestra soberanía nacional– y desde
ahí construir una sociedad equilibrada políticamente, económicamente,
socialmente y, en consecuencia, poner en funcionamiento todo el entramado
cultural y antropológico para crear un pueblo que se reconozca a sí mismo, que
tenga autoestima y que sopese que padecía un síndrome del colonizado que no le
dejaba ver su alma. Bien lo explica Galeano: “Los niños indios juegan a
los cow-boys y es raro encontrar quien quiera hacer el papel del indio” De
esta manera llevan 500 años los canarios, imitando al español e
inconscientemente renunciando a su identidad; obedeciendo y haciendo el trabajo
más deleznable.
Seiscientos
años después, seguimos en el mismo punto de deterioro mental, sin dar un paso
en firme que debilite al colonialismo español; tal vez porque el miserable
colonialismo y su política de sobornos ha envilecido a tantos, que nos han
enfrentando por causas ajenas a nuestro problema, desencadenando, contrariamente
lo que podría ser un gran frente común –o un Movimiento de Liberación
Nacional para defender nuestros intereses–, en un drama endofóbico, cainita y
fratricida. Los verdaderos e íntegros independentistas, no tienen excusas para
culpar a nuestro pueblo de su incultura e indolencia, en cuanto nosotros hemos
hecho una labor perfecta al colonialismo para que esta situación se prolongara
en el tiempo pudriéndolo todo. Honrar a nuestros muertos es de justicia, y
actos que sirven para la memoria y el conocimiento, pero no se puede menoscabar
y ningunear a los hermanos que hacen la labor política de concienciación
porque otros no estén a la altura o no tengan valor para pronunciarse. Ya el
compatriota Víctor Ramírez lo dijo en su momento: “Desentierran a los
muertos y entierran a los vivos” Como siempre, sabias sus palabras y
pensamientos y lo podemos constatar con este maravilloso fragmento del gran
Eduardo Galeano.
24/08/15
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