La
devoción como pretexto
Recuerdo antaño, con motivo de la celebración de las Fiestas de la
Patrona de Canarias, la cantidad de camiones enramados con hojas de palma que
acudían de distintos puntos de nuestra geografía insular a la romería hacia el
municipio de Candelaria, peregrinaje que se hacía en un ambiente de fervor
religioso mezclado con el folclore de la región.
Ha llovido mucho
desde entonces y ahora los nietos y bisnietos de aquellos simpáticos romeros
han transformado aquel espíritu, alejándose de lo que es y debe significar una
romería sacra. La desviación es abismal y da pena ver cómo aquellas sanas costumbres
han degenerado, dando un imagen deplorable, opuesta a
lo que debe ser una sana tradición.
Durante estas
fiestas, veo gente entrar en nuestra Basílica con atuendos impropios para el
lugar y tener un comportamiento en su interior que me resulta indignante.
Recuerdo un viaje que hice a Turquía, en el que era indispensable al entrar en
una mezquita que mi mujer se cubriera con un pañuelo los hombros, y un
servidor, que llevaba pantalones cortos, tuvo que cubrirse las piernas con un
pareo.
En mi opinión,
es hora de que tanto las autoridades civiles como eclesiásticas traten de ir
corrigiendo estas malas costumbres que han convertido la romería de Candelaria en
un vergüenza pagana que nos ha creado un mal cartel
por la tranquilidad y pasotismo de los responsables del buen hacer en nuestra
Villa Mariana.
Ortsac
Fuente: eldia 12/08/2015