Wldamiro
Rodríguez Brito *
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En Canarias, como en tantas partes del mundo, necesitamos mantener referencias
locales, con estrategias de futuro adaptadas a cada lugar, pero no limitamos a
copiar como loros las tendencias mundiales de moda. Necesitamos un modelo
educativo moderno, que valore lo próximo, lo local, sin menospreciar el pasado,
y cargarlo de conocimientos tradicionales… Nuestras administraciones han de
ser más humildes y deben tener los pies en el territorio que pisamos.]
La Palma se encuentra hoy
en una doble crisis: al estancamiento económico se suma la paulatina despoblación.
La situación es difícil a pesar de que nunca ha habido tantos recursos por
habitante: se está produciendo un éxodo rural hacia otras islas, sobre todo
desde el arco norte, desde Puntallana hasta Tijarafe, que es más del 50% de la
superficie habitable. Dentro de la isla la población se ha desplazado también
desde los pueblos del norte y del extremo sur, concentrándose en el entorno de
Santa Cruz de La Palma y del Valle de Aridane.
La Palma cuenta hoy con
las mejores infraestructuras de su historia en sanidad, educación, transportes
y resto de servicios públicos. Transcurridos ocho años de crisis económica
mundial, resulta poco explicable que, mientras la población canaria aumenta
pese a los problemas de paro y la marginación social, en La Palma sigamos
perdiendo habitantes, y eso que la economía se sostiene con los cultivos de plátano,
viña, aguacate y otros, con importancia relativa del turismo.
El campo palmero además
no sufre los desequilibrios de otras islas. La propiedad de la tierra está en
general bien distribuida, gracias entre otros factores al retorno de la emigración.
Los latifundios históricos han desaparecido, siendo la redención de las
tierras de quintos de Garafia su último capítulo en los años ochenta. El agua
disponible se ha multiplicado por más de seis en los últimos cincuenta años,
estando distribuida por toda la isla y en bastantes manos.
Si nos fijamos en el número
de niños escolarizados solo en Barlovento, la cifra ha bajado el 30%, y se han
cerrado varias unidades escolares; en Garafia, de más de veinte unidades
escolares solo quedan cinco. El éxodo de los últimos años en el norte de La
Palma solo es comparable con las etapas de grave sequía, cuando nuestra gente
se vio forzada a emigrar para huir del hambre.
La situación actual solo
se puede explicar por un cambio de modelo hacia una sociedad urbana consumista.
El campo, la agricultura y la vida rural han perdido todo su valor. La
globalización, la sociedad de la información y los medios de comunicación han
degradado la cultura tradicional.
En Canarias, como en
tantas partes del mundo, necesitamos mantener referencias locales, con
estrategias de futuro adaptadas a cada lugar, pero no limitamos a copiar como
loros las tendencias mundiales de moda. Necesitamos un modelo educativo moderno,
que valore lo próximo, lo local, sin menospreciar el pasado, y cargarlo de
conocimientos tradicionales. El WhatsApp y el Facebook deben ser compatibles con
el sacho y el tractor, con la sabiduría de los abuelos. Nuestras
administraciones han de ser más humildes y deben tener los pies en el
territorio que pisamos. Las prestaciones sociales no solo deben tener en cuenta
criterios éticos de justicia social, sino estratégicos de futuro para nuestras
islas, compatibilizando sociedad y medio ambiente. Es fundamental cambiar
nuestra política agraria y rural.
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