Desaparición de pastores en el Tabaibal...

El Padre Báez *

 

... Son pocos los que quedan y menos que van a quedar, y es que en lugar de premiarles y ayudarles, les multan y les dan palos de muerte.

Para que lo vean claro, basta con un par de ejemplos de la acción policial contra ellos cual si miembros del estado islámico fueran, o de grupos a extinguir fueran estos pobrecitos, sin días de fiestas y alejados de toda actividad social que se precie, al tener que ordeñar cada día y cada día darles comer a sus ovejas, o cabras, y algunos como complemento a las gallinas, los cochinos (cerdos o marranos), sin que les falte a todos las temidas ratas o roedores, que son como un cáncer, que les agujerean sacos, se les comen los piensos, y hasta les hacen frente sin huir de amos y gatos.

Pues que les cuento: como ustedes saben, mis amigos, o sabrán, el ganado ha de estar tabulado o matriculado, dícese tener zarcillos, placa amarilla de plástico, cuando no la bola que los identifica en la panza y que a muchas reses les ha costado la vida, y es el caso, que adornadas ambas orejas de los pobres animalitos, sin defensa de los amigos de los animales, andan todos con los adornos dichos en sus orejas, y como cosa natural y propia del roce de estos animales con la maleza, en su trajín de ir y venir, enredados en zarzas y otras basuras, es fácil que pierdan -como sucede con los humanos- algunos de esos artilugios plásticos o metálicos, medallones o lo que sea que trincado en sus ya dichas orejas, van y se les pierden, caen, o estropean, en sus enredos, peleas, o por el simple uso y mal colocación, y que andan al acecho los multadores o multantes, sancionadores, inspectores o como les quieran llamar ustedes, para sacarles los cuartos al pobre y mísero pastor, al que les prohíben sus ganados se coman la hierba o pasto (que prefieren se lo coma el fuego o se pudra en el invierno, antes que lo pruebe el ganado)

Y, ¡va la segunda, (y por no cansarles la tercera, la cuarta, la quinta, etc.)!, y así hasta casi el infinito, que les amargan la vida y andan al acecho a ver dónde echan o ponen el estiércol -que hay que retirar del corral, al limpiarlo-, para caerles encima con nueva y otra más de las saladas multas, porque el estiércol -¡perfume para un servidor!- da mal olor, y hay que tenerlo oculto, bajo techo, encerrado entre paredes, y oculto a olfatos y vistas o miradas, con lo cual la estercolera de toda la vida y de siempre, ya no es posible, y ¿qué hacer con el estiércol?, porque al no haber agricultura pues como que no, que se amontona, y hasta lo dan regalado con tal de que se lo quiten a los pobres pastores de encima o de al lado, llegando incluso los pastores a pagar porque se lleven o quiten el estiércol, porque “salud para la  tierra” (el estiércol), y “oro” para Pepito Guedes, que en paz descansa, el estiércol, si lo dejas sobre la tierra, a la que fecunda y fertiliza, y enriquece cual abono especialísimo que es y el mejor que pueda haber o haya, te multan.

¡Sí señor!, estos son palos de muerte al pastor, objeto de observación, de revista, de  visitas, de inspección, de sanción, de castigo, de multa, etc., todo ello, en lugar de premio y promoción, castigo por ejercer la profesión más antigua y primera que existe, pues pastores fueron Adán y sus hijos, Abraham y sus hijos, Moisés y su hermano, es decir: patriarcas, profetas, sacerdotes, el papa, los obispos, los sacerdotes, etc..., y a lo que cuidan del ganado, no ganan para multas, y los pocos que quedan, aburridos, lo dejan porque no ganan para pagar esas descomunales multas, porque una cabra perdió el zarcillo o porque el estiércol no se lo come el pastor en lugar de dejarlo junto al corral en la tierra y al aire del campo, casi siempre por barrancos -como Manolo el del Barranco de Silva (Telde)-, lugares sin tránsito, y en lo suyo; pues, ¡no te digo!

El Padre Báez.

   

“... los campos no dan cosechas... se acaban las ovejas del redil y no quedan vacas en el establo...” (del cántico de Habacub 3, 2-4. 13a. 16-19)./ “... plantarás... en los montes... y los que plantan cosecharán...” (del libro del profeta Jeremías 30, 18-31, 9).

 

144. La visión consumista del ser humano, alentada por los engranajes de la actual economía globalizada, tiende a homogeneizar las culturas y a debilitar la inmensa variedad cultural, que es un tesoro de la humanidad. Por eso, pretender resolver todas las dificultades a través de normativas uniformes o de intervenciones técnicas lleva a desatender la complejidad de las problemáticas locales, que requieren la intervención activa de los habitantes. Los nuevos procesos que se van gestando no siempre pueden ser incorporados en esquemas establecidos desde afuera, sino que deben partir de la misma cultura local. Así como la vida y el mundo son dinámicos, el cuidado del mundo debe ser flexible y dinámico. Las soluciones meramente técnicas corren el riesgo de atender a síntomas que no responden a las problemáticas más profundas. Hace falta incorporar la perspectiva de los derechos de los pueblos y las culturas, y así entender que el desarrollo de un grupo social supone un proceso histórico dentro de un contexto cultural y requiere del continuado protagonismo de los actores sociales locales desde su propia cultura. Ni siquiera la noción de calidad de vida puede imponerse, sino que debe entenderse dentro del mundo de símbolos y hábitos propios de cada grupo humano.

145. Muchas formas altamente concentradas de explotación y degradación del medio ambiente no sólo pueden acabar con los recursos de subsistencia locales, sino también con capacidades sociales que han permitido un modo de vida que durante mucho tiempo ha otorgado identidad cultural y un sentido de la existencia y de la convivencia. La desaparición de una cultura puede ser tanto o más grave que la desaparición de una especie animal o vegetal. La imposición de un estilo hegemónico de vida ligado a un modo de producción puede ser tan dañina como la alteración de los ecosistemas. (del papa Francisco, en su encíclica LAUDATO SI).

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* Fernando Báez Santana, Pbtero.

Artículos del Padre Báez  publicados en El Canario.net y en El Guanche.info