Sobre
el derribo del 'mamotreto'
CUCURRUCUCÚ,
PALOMO
Julián Ayala
"Dicen que por las noches
no más se le iba en puro llorar,
dicen que no dormía,
no más se le iba en puro tomar,
juran que el mismo cielo se estremecía al oír su
llanto…"
Consternados,
desolados, amargados, angustiados… Así están desde el pasado día 10, cuando
conocieron el informe de la Dirección Técnico-jurídica del Ayuntamiento sobre
la demolición del mamotreto, el ínclito
alcalde de Santa Cruz de Tenerife, José Manuel Bermúdez, y el concejal de
Urbanismo Carlos Garcinuño, famoso por sus pasiones
funestas. Son las primeras voces del coro municipal de plañideras, al que
se ha unido públicamente un tercer palomo buchón, José Alberto Díaz-Estebánez,
portavoz municipal de Coalición Canaria y delegado de Infraestructuras del
Ayuntamiento.
DISLATES Y CANTIFLADAS.-
Las disparatadas y cantinflescas declaraciones de este último a Diario
de Avisos el pasado día 17 son
la mejor prueba de la desazón que embarga al grupo de gobierno municipal. El
inefable bocazas nos puso en antecedentes de la hoja
de ruta tramada por los tres mariachis para seguir mareando la perdiz: Hacer
coincidir los seis meses que ellos mismos se han dado para redactar el proyecto,
llevar a cabo la licitación y adjudicar el
derribo del engendro urbanístico, con el de la realización y aprobación
inicial del Plan Especial de Las Teresitas. "Una vez aprobado –remató Díaz-Estébanez–,
se enviará al juzgado para que el juez decida si es suficiente para mantener
el edificio".
Porque, según puntualizó el brillante estratega, "legalizar y
mantener no es lo mismo". Una genial
sutileza semántica que se da de bruces con la lógica, pues a ver cómo se
puede mantener un edificio que no es legal y que, vistas las
circunstancias que concurrieron en su construcción, no se puede legalizar, como afirma claramente en su conclusión número
7 el informe de la Dirección Técnico-Jurídica del Ayuntamiento: "EL PLAN
ESPECIAL DE ORDENACIÓN DEL FRENTE DE LA PLAYA DE LAS TERESITAS NO ES
INSTRUMENTO NI CONSTITUYE NORMA PARA LEGALIZAR LAS OBRAS ACOMETIDAS Y DECLARADAS
JUDICIALMENTE ILEGALES." Y eso porque, según reitera el mismo informe, la
ficha 35 del Plan General de Ordenación, que contempla un aparcamiento en la
cabecera de la playa, es sólo indicativa
y no tiene, por tanto, fuerza legal para ser considerada "modificación del
planeamiento que haga innecesaria la demolición al posibilitar la legalización
de la obra" (1)
NO ESCARMIENTAN.-
En la misma humareda retórica destinada a confundir a la opinión pública
(porque al juzgado no lo van a embaucar con tales dislates) se encuadran las
declaraciones de José Alberto-Picodeoro-Estébanez sobre nuevos informes
complementarios al de la Dirección Técnico-Jurídica, entre ellos el que emita
el servicio de Infraestructuras a su cargo y el de la Secretaría General del
Ayuntamiento. Recuérdese que algo parecido hizo el exalcalde Miguel Zerolo,
para saltarse el informe de la arquitecta municipal Pía Oramas sobre la tasación
de los terrenos de la playa de Las Teresitas, vendidos a los empresarios
Plasencia y González por un precio mucho menor. Operación que fue anulada por
el Tribunal Supremo y por la cual están procesados, además de los citados
empresarios, el mismo Zerolo y otros ediles de entonces, así como varios
funcionarios municipales, entre ellos el que en aquellos tiempos era secretario
del Ayuntamiento. Estos tipos no escarmientan.
Todo esto para concluir en la guinda del disparate, la repetición del
viejo mantra del alcalde, que trata de negar lo evidente: "El Ayuntamiento
no encarga informes para salvar nada –termina embarulladamente Díaz-Estébanez–.
Encarga informes sectoriales sobre el posible mantenimiento, porque tiene la
obligación de tener garantía de que todo aquello que pueda mantenerse se
mantenga, porque si derriba algo que a posteriori se demuestra que se podía
mantener, podría estar cometiendo una prevaricación." En roman paladino,
prevaricar diciendo que no se quiere prevaricar; el colmo del tartufismo,
"incurrir en la denominada 'insinceridad de la desobediencia disimulada'
que menciona el informe de la Dirección Técnico-Jurídica, apostillando que
"el acuerdo que se tome a tal fin sería nulo de pleno derecho e incurriría
en desviación de poder; y sin perjuicio de las responsabilidades penales a que
hubiera lugar" (2).
Con su pan se lo coman.
TURIFERARIOS EN ACCIÓN.-
Mientras, los turiferarios mediáticos siguen agitando sus incensarios
ante las insaciables narices del alcalde Bermúdez y demás cofrades.
Recientemente en El Día, un conspícuo
monaguillo de ATI-CC echaba la culpa a los funcionarios del desaguisado mamotrético,
por no haber informado en su día de lo que informan ahora, y achacaba a esta negligencia
la pérdida de los ocho millones de euros (otros hablan de seis) que ha costado
el inconcluso adefesio. En el mismo sentido, La
Opinión, titulaba en primera página a cuatro columnas el jueves 18 que
"Santa Cruz gastará 700.000 euros en el derribo del 'mamotreto'". Un
uso abusivo de la sinécdoque, pues es bien sabido que Santa Cruz (es decir, el
Ayuntamiento que teóricamente nos representa a todas y todos los ciudadanos) no
pagará el derribo del engendro, cuyo costo se repartirá a partes iguales
entre todos los condenados del caso.
Y es que la necesidad de aprovechar el dinero gastado ha sido el
argumento más socorrido por los partidarios de mantener el edificio, que en
ningún momento han señalado a los verdaderos culpables de la tropelía, los
concejales y funcionarios venales, que para beneficiar no se sabe –aunque se
sospecha– a qué empresarios amiguetes, quebrantaron un montón de normas
legales y por ello fueron juzgados y condenados.
Vale, se gastó mucha pasta en llevar a cabo un acto delictivo, pero eso no justifica que
el cuerpo del delito siga en pie. Llevando el argumento al absurdo, es como si
una banda de atracadores quisiera justificar la posesión del botín, alegando
la enorme inversión en dinamita que tuvieron que hacer para reventar la caja
fuerte del banco.
Porque un delito es un delito, valga la tautología al estilo de nuestro
sin par y noqueado presidente Mariano Rajoy. Una de las funciones de la ley es
la reparación del orden legal vulnerado. Para eso están los tribunales y
mientras, en este caso concreto, permanezca en pie ese monumento a la corrupción
que es el mamotreto, dicho orden, base
de lo que se ha dado en llamar estado de derecho, seguirá hecho unos zorros.
"DICEN QUE POR LAS NOCHES…".-
Y a todas estas, nos hemos olvidado de una víctima colateral de este
turbio asunto, el fervoroso amante Carlos Garcinuño, que seguramente estará
necesitando apoyo psicológico para superar el trauma. Quizá el alcalde destine
una partida presupuestaria a tan benéfico fin o tal vez se dirija a la
aseguradora del Ayuntamiento para que corra con los gastos, como quieren los
condenados que se haga con el coste del derribo.
"¡Amotreto, amotreto, sin ti no puedo vivir!", clama
Garcinuño, arrastrando su dolor como alma en pena en torno al semiarruinado
edificio, cuyos muros besa y abraza con pasión. Los vecinos de San Andrés,
asustados con los lamentos y gemidos de esta nueva versión del fantasma de
Catalina Lercaro, no se atreven ya a pasar de noche por la zona.
Si no por otra cosa, el alcalde debía conmoverse ante tal padecimiento y
ordenar de una vez el derribo del adefesio. Por caridad, señor Bermúdez, sea
bueno.
"Cucurrucucú,
palomo,
cucurrucucú no llores.
Las piedras jamás, palomo,
qué van a saber de amores."
_______________
(1)
Fundamento Jurídico 10º de la sentencia de la Audiencia Provincial de Santa
Cruz de Tenerife del 18 de noviembre de 2014.
(2)
Informe de la Dirección Técnico-Jurídica, página 16.
Extensa trayectoria
Julián Ayala Armas (Santa Cruz de Tenerife, 1941) es licenciado en Periodismo y ha realizado estudios de Derecho y Filosofía. Periodista y escritor, obtuvo el Premio Julio Tovar de Poesía en 1991. Redactor del periódico El Día y de Televisión Española en Canarias, donde fue Jefe de los Servicios Informativos, colaboró en las revistas canarias Sansofé y El Puntal, así como en Triunfo y Cuadernos para el Diálogo, hoy desaparecidas.
Formó parte de la redacción de la revista Anarda en su primera época y del periódico Pásalo, fue columnista de Tierra Canaria y de la publicación electrónica Canarias Digital. Durante 14 años dirigió Disenso, revista canaria de análisis y opinión. Hoy escribe en varios periódicos digitales.